La Academia de Proyectistas
(A veces, entre el maremágnum de proyectos y reformas que invade actualmente la Universidad, me viene a la cabeza la sátira de Swift sobre la Academia de Proyectistas de Lagado. Claro que hay que tener en cuenta que Swift caricaturiza allí a la Royal Society y en realidad a todo el desarrollo contemporáneo de la ciencia y la tecnología que iba a llevar a la Revolución Industrial y al desarrollo que él da aquí por imposible. Aunque a la vez podría leerse como una alegoría de las consecuencias de la globalización tal como hoy las vemos, con el Tercer Mundo sufriendo las consecuencias de la actividad de los proyectistas. Hay algo de verdad y algo de mentira en toda caricatura, y ésta, como todas las buenas, sirve tanto para tiempos de Swift como para hoy. ¿Qué diría Swift si viese que los proyectos, una vez financiados, se convierten ya en un mérito de por sí, independientemente de los resultados obtenidos? Hay que pensar que también de este proceder se derivarán bienes que hoy no terminamos de vislumbrar. Oigamos lo que cuenta Su Excelencia a Gulliver:)
El contenido de sus palabras vino a ser como sigue. Que hacía unos cuarenta años que algunas personas subieron a Laputa, ya por negocios o para divertirse, y después de cinco meses de permanecer allí, volvieron con muy escasas nociones de matemáticas, pero henchidos del espíritu volátil que habían adquirido en aquella etérea región; que a estas personas, en cuanto volvieron, empezó a no gustarles la manera en que se hacían todas las cosas allí abajo y se metieron en planes para poner todas las artes, ciencias, idiomas y tecnologías sobre una nueva base. Con este propósito consiguieron un otorgamiento real para construir una Academia de PROYECTISTAS en Lagado; y el capricho pudo tanto entre la población, que no hay ciudad que se precie en el reino que no tenga una academia tal. En estos colegios los profesores inventan nuevos sistemas y métodos de agricultura e ingeniería, y nuevos instrumentos y herramientas para todas las industrias y artesanías, con las cuales, según prometen, un hombre hará el trabajo de diez; un palacio puede construirse en una semana y con materiales tan imperecederos que durará para siempre sin arreglo alguno. Todos los frutos de la tierra madurarán en cualquier época que nos parezca bien elegir, y serán cien veces más abundantes que actualmente, amén de otros muchos felices planteamientos. El único inconveniente es que, hasta ahora, ninguno de estos proyectos ha alcanzado la perfección, y mientras tanto la tierra toda yace tristemente baldía, las casas en ruinas y la población sin comida ni ropa. En vez de desalentarse por todo esto, se sienten cincuenta veces más arrebatados en su empeño de llevar adelante sus ideas, espoleados a partes iguales por la esperanza y la desesperación; que en cuanto a él, como no fuera de espíritu emprendedor, se contentaba con seguir chapado a la antigua, vivir en las casas que sus antecesores habían construido y conducirse como ellos en todas las cosas de la vida, sin innovaciones. Que algunos otros miembros de la nobleza y la alta burguesía habían hecho lo mismo pero se los miraba con malos ojos y desprecio por ser enemigos del arte, ignorantes y malos patriotas, que preferían su propio bienestar e indolencia al mejoramiento general. (...) Días después, regresamos a la ciudad y Su Excelencia, teniendo en cuenta la mala reputación que tenía en la Academia, no quería ir conmigo, sino que me recomendó a un amigo suyo para que me acompañara allí. Mi huésped tuvo el gusto de referirse a mí como gran admirador de proyectos y persona muy curiosa y de fe fácil, lo que en verdad no era falso del todo, pues en mis años jóvenes tuve algo de proyectista.
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