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Vanity Fea

Tres cuentos de amor

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 Otro libro que debí empezar a leer hace años, y que me termino de acabar, o me acabo de terminar: English Love Stories. El amor no se debe dar bien en la nublada Inglaterra, si nos atenemos a esta selección. O al menos al editor, John Sutherland, parecen gustarle más las historias de amor fracasado o engañoso. Que quizá sea el destino de casi todos los amores, no lo niego, pero desde luego no es una antología hecha por un enamorado del amor. Tengo la costumbre de marcar, en los libros de autoría colectiva, la valoración que me merece cada capítulo en el índice: "MB", "B", "RB" (regular-bien), "R", "RM", "M", "MM". Observo últimamente la baja calidad de lo que se antologa, hasta en una antología de Oxford como ésta (OUP, 1997). Hay abundancia de erres, y sólo tres cuentos con un MB, tres cuentos de desamor, o de amor, que vale la pena leer. Aquí va su planteamiento:

Olive's lover, de "C. C. K. Gonner", autor(a) desconocid@. Amor en una familia burguesa decimonónica. Una de las hijas, Olive, conoce en un viaje a un pretendiente, a toda prisa éste le pide compromiso por carta antes de salir para las Antípodas... pasa el tiempo, y va dando largas en las cartas. Al final que sí, que parece que vuelve, pero con retrasos inexplicables, excusas peregrinas, se va acercando pero no acaba de llegar, toda la familia sobre ascuas... hasta que reciben la noticia de que, ya en Londres, ha muerto. Con esquela en el periódico y todo. Pero cuando van novia y padre a visitarle al cementerio, concluyen que no está enterrado allí. La prometida/viuda se va poniendo mala desmaya, y muere ella misma al poco tiempo. Pero al poco la familia descubre que las cartas supuestamente recibidas del extranjero, y toda huella de noticia relativa al novio, o no existían o eran de mano de la propia Olive. Caso extremo del ilusionismo del amor, que nos hace vivir en un mundo imaginado, con una persona que muchas veces no existe sino en nuestra imaginación—mayor la sorpresa, a veces, cuando parecía tener carne y hueso.

Blind Love, de V. S. Pritchett. Una divorciada de carácter decidido oculta un secreto: tiene una mancha enorme e irregular de color rojo oscuro por el pecho, y fue la causa de que su marido la abandonara a los pocos días de casados (ya digo que ella tenía carácter decidido). Ahora es solitaria ama de llaves en casa de un ricachón, ciego y bastante caprichosete. Se tratan con cortesía exquisita y respeto, hasta que por esos azares de la vida, acaban siendo amantes. Ella lo informa de lo de su mancha tanto como al primer marido. Pero el vecindario maledicente se ha enterado, la ha visto tomar el sol desnuda, y van a malmeter con el ciego... Ella los trata con desprecio, pero observa que el patrono/amante está raro con ella, como ofendido. Al final clarifican la cosa y viven tan felices: para él no significa nada—pero nada—lo de la deformidad de ella, si deformidad es la palabra: sólo estaba dolido por la falta de confianza de ella. Y sí nos hace sentir la historia muy claramente que a veces vivimos en universos paralelos, aunque es importante que los puntos en que se encuentran sean habitables. El amor de este cuento es sin embargo muy británico en el peor sentido del término, muy de conveniencia, una tibia amistad sexual parece, más que blind love.

Fifty Pounds, de A. E. Coppard. Una mísera pareja malvive en Londres, un escritorzuelo con ínfulas de genio incomprendido, tratado con ironía cruel por el autor, y una infeliz que lo quiere, y que se resigna a seguirle la corriente en su tren de vida... que no sólo exige no trabajar en nada más que en sus escritos invendibles, sino que además requiere que ella no trabaje, por dignidad personal de él. Y eso que no están casados. Al fin ella, no enfadada sino usando la cabeza, le dice que no puede seguir así y que lo deja al menos de momento, harta de miseria y muerta de hambre; que se va a Glasgow a un trabajo que le dan. El con chantaje moral a tope, que no se vaya, etc. Pero la chica va subiendo puntos para el autor y para el lector a medida que progresa la historia. El caso es que antes de irse se entera ella de que ha heredado una pequeña cantidad que les permitirá seguir juntos... y cambia de plan sin decirle nada a él. Para halagar su vanidad, le envía cincuenta libras de parte de "un lector anónimo, admirador con otros de su talento"... y espera ansiosa el anuncio triunfante de él. Pero no llega el anuncio. Hasta comprueba el acuse de recibo en Correos, y sí, sí, él tiene las cincuenta libras pero está callado como un muerto, bueno, con su chantaje emocional que sigue. Así que ella también mantiene el plan, y se va a Glasgow volviéndose en la calle para saludarle en la ventana.

Lo que digo, si esto es amor... es amor mal encarado. O la selección es dudosa, o el amor—el amor "enamoramiento/pareja" es más virtual y quimérico de lo que solemos creer. Quizá, incluso amando en compañía, amamos mucho más solos de lo que nos parece.

Las Vírgenes Vigilantes




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