Elizabeth: The Golden Age
Nos fuimos a ver anoche la excelente película de Shekhar Kapur, continuación de su igualmente excelente Elizabeth de 1998 (también conocida como Elizabeth: The Virgin Queen). Esa terminaba con Elizabeth convirtiéndose espectacularmente en un icono viviente, y renunciando a la sexualidad para asumir mejor su papel de emblema político y encarnación de la Nación. En ésta vuelve a flirtear con la humanidad y el amor, en la persona del aventurero/pirata/explorador Walter Raleigh, pero resuelve sus tentaciones (aparte de un único beso en secreto) acostándose con él por persona interpuesta. Lo lleva casi de la mano a seducir a su dama de compañía Bess Throckmorton ("otra Elizabeth", dice él), y tiene un hijo con él usando el cuerpo de su sirvienta. Con ese hijo en brazos, otra escena-emblema de la reina como "Madre de Inglaterra", termina esta película. Quedamos a la espera de la tercera parte, con Essex y Shakespeare, que nos llegará sin duda hacia 2015 si el Tiempo no lo impide.
La película no es amable con los españoles, aquí unos morunos católicos liderados por un Felipe II Ahmadineyad, que han jurado invadir Inglaterra, y convertirla a golpes de cirio mayor, y urden planes para asesinar a la reina. Los actos de piratería de los ingleses se contemplan con mucho mayor desenfado y buen humor—aunque las salas de tortura de Walsingham no tienen nada que envidiar a las de la tan cacareada Inquisición. Si Felipe está constantemente rodeado de imágenes religiosas y prelados, a Elizabeth se le da un aire de modernidad, y se la mantiene lejos de las influencias eclesiásticas, en un gineceo cortesano donde Walsingham es su único contacto con el mundo de la política sucia—ahorrándole detalles. Sólo cuando ha de firmar la ejecución de su prima, la intrigante María Estuardo, que esperaba que Felipe la pusiera en el trono, le tiembla la mano a Elizabeth. Ahora tiene que mojarse, aunque la ejecución le repele. Su autoritarismo la lleva a decir que las leyes no están hechas para los reyes. A eso responde Walsingham, sin llegar a la insolencia de decir que también el Rey debe obedecer a la ley, pero sí recordando que la ley está ahí para proteger al pueblo. Y Elizabeth firma, a pesar de que sus instintos personales le gritan que eso de decapitar reinas es una idea mala-mala.
Retrata la película admirablemente estas maneras de hacer política de la reina, a la manera de gran emblema, mezclando cortesía y razón de Estado, buscando su propia manera irrepetible, y haciéndose a sí misma en ausencia de modelos claros. Su actitud pragmática e instintivamente sabia se expone claramente en una escena inicial, en la que se niega a extender persecuciones masivas contra los católicos, diciendo que no va a juzgar las opiniones de sus súbditos, sino sólo sus acciones. Se enfatiza en exceso la soledad e independencia de la reina, resumiendo y sintetizando en Walsingham sus hombres de Estado de confianza. También se exagera su vena sentimental (pues menuda era...)—pero esto es cine, claro, y además un tipo de cine en el que se busca sintetizar, crear escenas simbólicas antes que recrear literalmente momentos históricos efectivos. Es un equilibrio difícil entre la interpretación y la estereotipación de la historia, y se tiende un tanto a lo último... pero en conjunto lo resuelve la película de un modo admirable en su género. Y entretanto proporciona un espectáculo visual extraordinario, donde destacan los vestidos, peinados y maquillajes de la reina—y la fotografía, espectacular. Y la actuación imponente de Cate Blanchett, que se funde con el rol intepretado, y nos pasea hipnotizados por todas las actitudes del personaje. Desde los peores momentos de la reina, cuando tiraniza los sentimientos del obsesivo círculo que la rodea—y castiga a Raleigh y Bess Throckmorton por hacer lo que ella misma había estimulado (allí no es "una gran dama")—hasta los mejores, como cuando arenga a sus tropas en Tilbury a lo Juana de Arco, preparándolas para combatir la invasión española. O cuando le da una colleja a Walsingham por atreverse a sermonearla en público.
Son excelentes las escenas más diversas, como el patético cortejo del pretendiente alemán, o la batalla contra la Armada Invencible. (Con demasiadas tarzanadas y errolflynadas para el sweet Sir Walter, lástima). Como mensaje "actual", está el asunto de la guerra contra el fundamentalismo, y la manera correcta de tratar a todos esos fundamentalistas islámico-católicos que tenemos en Inglaterra. La postura de Elizabeth es clara: son inocentes de ninguna conspiración, mientras no se demuestre que conspiran. Pero ojo Ahmadineyad... porque la Reina avisa a los de la fatwa chiíta de que quien amenaza con tormentas recoge tempestades—que ella también "puede dar órdenes al viento, y que tiene en sí un huracán atómico que dejará Irán pelado si se atreven a ponerla a prueba". Muchos avisos vamos recibiendo—y también Elizabeth, cómo no, se apunta a invocar el apoyo divino para sus huracanes.
Elizabeth: The Golden Age. Dir. Shekhar Kapur. Written by William Nicholson and Michael Hirst. Cast: Cate Blanchett, Clive Owen, Jordi Mollá, Geoffrey Rush, Samantha Morton, Abbie Cornish, Adam Godley, Robert Cambrinus, Vidal Sancho, Rhys Ifans, Samantha Morton. Music by Craig Armstrong and A. R. Rahman. Photog. Remi Adefarasin. Ed. Jill Bilcock. Prod. des. Guy Dyas. Art dir. Christian Hubend, Jason Knox-Johnson, Phil Simms, Andy Thomson. Set decor. Richard Roberts. Costume design by Alexandra Byrne. Exec. prod. Liza Chasin, Debra Hayward, Michael Hirst. Assistant prod. Chris Emposimato. Prod. Tim Bevan, Jonathan Cavendish, Eric Fellner. Studio Canal / Working Title, 2007.
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