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El sueño de Ada Byron

viernes, 31 de agosto de 2012

El sueño de Ada Byron

Augusta Ada Byron, hija del poeta Lord Byron y de Annabella Milbanke, se convertiría en condesa de Lovelace cuando su esposo William King heredó el título. Como su padre, al que no conoció, fue una aristócrata excéntrica, y más si cabe, pero en otro sentido—tenía una pasión por las matemáticas y el cálculo. Se le atribuye haber escrito el primer programa informático, un siglo antes de que existieran los ordenadores.

"Volcar los poderes del pensamiento en un dispositivo mecánico" es el capítulo 4 de La Información, de James Gleick (2012), dedicado a Ada Lovelace y a Charles Babbage. Babbage había diseñado una calculadora mecánica, la Máquina Diferencial, y tenía planes de desarrollar una versión mucho más compleja, la Máquina Analítica—una especie de ordenador steampunk de la era victoriana, cuyos engranajes acabarían por superar en su complejidad las disponibilidades técnicas de la época. La máquina de Babbage siguió siendo teórica, pero sus posibilidades de cálculo hipotéticas estimularon la imaginación matemática de Ada Lovelace, amiga de Babbage. Tampoco eran Babbage y Ada, siendo excepcionales, unos Frankensteins fuera de su siglo, pues el telar de Jacquard ya se "programaba" en cierto modo usando unas tarjetas perforadas para combinar las modalidades de funcionamiento. Y ya existían los computadores... humanos, personas dedicadas a realizar operaciones de cálculo, hacer tablas de logaritmos, etc. Ada veía posibilidades mucho mayores en la máquina de Babbage—hoy diríamos que veía en ella el primer ordenador, la primera computadora mecánica que inauguraba la informática:

"La máquina no sólo calculaba, realizaba operaciones, decía Ada, definiendo operación como 'cualquier proceso que altere la mutua relación de dos o más cosas', y declaraba : 'Se trata de una definición muy general, e incluiría todos los objetos del universo'. La ciencia de las operaciones, tal como ella la concebía,
 
 
es una ciencia en sí misma (más adelante otros la llamarían cibernética - JAGL), y tiene su propia verdad y su propio valor abstracto, del mismo modo que la lógica tiene una verdad y un valor peculiares, independientemente de los objetos a los que podamos aplicar sus razonamientos y sus procesos [...]. Uno de los principales motivos de que el carácter distinto de la ciencia de las operaciones se haya notado tan poco y en general se le haya prestado tan poca atención y tan poco detenimiento, es el significado cambiante de muchos de los símbolos usados.
 

    Símbolos y significado. Ada hacía hincapié en que no hablaba sólo de matemáticas. La máquina 'podía actuar sobre otras cosas aparte del número'. (...). Había sido unamáquina de números: ahora se transformaba en una máquina de información." (Gleick 122)


Ada programaba la máquina mentalmente, sobre el papel, visto que su existencia era mayormente teórica. Pero la máquina corría de boca en boca; alude a ella Poe, y Oiver Wendell Holmes veía en ella una monstruosidad amenazadora, "Un monstruo de Frankenstein, una cosa sin cerebro y sin corazón, demasiado estúpida como para meter la pata, que proporciona resultados igual que una desgranadora de cereales, pero no hará que sean más sabios ni mejores, mor más que muela mil celemines" (Gleick 126). Babbage seguía dando vueltas a diversos inventos en torno a un concepto que no existía todavía: el procesamiento de datos: "Su verdadero objeto era la información: el envío de mensajes, la codificación y el procesamiento" (127). Acabaría siendo la computadora que acabaría con todas las computadoras—con las humanas, digo:

"Proyectada primero para generar tablas de números, la máquina en su forma actual ha hecho que las tablas numéricas resulten obsoletas. ¿Previó Babbage una cosa así? Lo que desde luego se preguntó es cómo utilizaría el futuro su invento. Conjeturaba que pasaría medio siglo antes de que nadie intentara crear de nuevo una máquina computadora de uso general. En efecto, se tardaría más de un siglo en cimentar el sustrato tecnológico necesario. 'Si alguien', decía, 'sin tener conocimiento de mi ejemplo, emprende la construcción efectiva de una máquina que encarne en sí a tdodo el departamento ejecutivo de análisis matemático a partir de principios distintos o a través de medios mecánicos más simples, no tengo ningún miedo a dejar mi reputación en sus manos, pues sólo él será plenamente capaz de apreciar la naturaleza de mis esfuerzos y el valor de sus resultados".  (129)


Miraba con esperanza a la electricidad, que en efecto sería casi cien años más tarde la que acabaría permitiendo las operaciones informáticas con la finura y velocidad necesarias.
ada

"Pocos años antes de su muerte, dijo a un amigo suyo que de buena gana renunciaría a todo el tiempo que le quedara de vida, fuese el que fuese, con tal de que le permitieran vivir tres días cinco siglos después.
     En cuanto a su joven amiga Ada, condesa de Lovelace, murió muchos años antes que él, a consecuencia de una dolorosa y larga enfermedad de cáncer de útero. Sus sufrimientos apenas lograron ser paliados mediante el uso del láudano y el cannabis. Durante largo tiempo su familia le ocultó la verdad de su enfermedad. Al final comprendió que iba a morir. 'Dicen que los acontecimientos por venir arrojan su sombra con antelación', comentaba en una carta a su madre. '¿No podrían alguna vez arrojar su luz con anterioridad?' Fue enterrada junto a su padre.
     Ella también tenía un último sueño, una última visión del futuro: 'Ser en el tiempo una autócrata, a mi manera'. Tendría a sus órdenes regimientos que desfilarían ante ella. Los opresores de la tierra tendrían que rendirse a sus pies. ¿Y de qué estarían hechos esos regimientos suyos?  'De momento no quiero divulgarlo. Sin embargo, tengo la esperanza de que sean las tropas más armónicamente disciplinadas, al estar compuestas de números inmensos, desfilando con una fuerza irresistible al son de la Música. ¿Verdad que es muy misterioso? Desde luego mis tropas tienen que estar compuestas de números, o no existirán [...] Pero por otra parte, ¿qué son esos números? Es un enigma...'." (Gleick 130).



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