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Pop & Pap: Mamá y mamar / Papá y papilla

"Mamá" y "papá" están entre las palabras más primarias y son utilizadas en varios idiomas indoeuropeos: provienen de raíces tanto germánicas como latinas, y se encuentran variantes suyas en inglés, francés, alemán, español, italiano, y muchos otros idiomas. A las explicaciones etimológicas convencionales de este éxito hay que sumar el papel que desempeñan la fisiología y la estructura de la familia y de la educación infantil en mantener estas palabras en convergencia permanente, siempre candidatas a perpetuarse como un par de opuestos relacionados en un idioma, o a importarse a otro con facilidad y garantías de éxito.

El sonido "a" que tienen en común ambas palabras y que las asocia es la vocal más relajada del sistema vocálico español y la más central de muchos otros sistemas vocálicos, en especial cuando deriva hacia una schwa indefinida. Es por tanto el sonido más próximo a la vocalización primigenia, el sonido base con respecto al cual se han de crear, por diferencia, las demás vocales. No es extraño que aparezca asociado a las primeras palabras articuladas, a las más básicas.

La palabra "mamá" está asociada al acto de mamar. En efecto, los bebés, pequeños primates, son capaces de respirar y tragar a la vez, y por eso pueden mamar, habilidad que se pierde al cambiar de forma la faringe con el crecimiento (a cambio adquirimos la capacidad de vocalizar mejor). Al mamar queda abierto el conducto nasal, con lo cual el sonido producido es nasalizado: "m" y no "p". Y es bilabial por la forma que adoptan los labios al mamar: así tenemos "m" y no "n", lo cual nos da "mamá" como una palabra fisiológicamente asociada al contacto con el cuerpo materno durante la lactancia.

El padre es un símbolo lacaniano de la entrada en el régimen simbólico: separación del cuerpo de la madre, iniciación a la cultura. Así, al nombrar al padre, éste aparece como un cuidador, una "segunda madre", pero diferenciado crucialmente de ella por el cierre del conducto nasal: el padre no da de mamar, y por tanto se indica su papel transformando la bilabial "m" en su equivalente oralizada "p" - en realidad la equivalente desnasalizada sería "b", pero el contraste articulatorio queda mejor indicado con un ensordecimiento y desnasalización simultáneos, a la vez que se conserva la huella bilabial que liga ambas palabras. "Papá" no amamanta, aunque sí pueda dar "papilla": en todo caso, al destetar al infante, éste ingresa en el régimen de mayor autonomía corporal (anda) y simbólica (habla). Entra así, con su pequeño edipo a cuestas, en su casilla social de nene o nena (casilla que los demás conocían pero el/la no). La papilla está unida simbólicamente al ingreso en el orden social, que, como sabemos, es un orden patriarcal. También simboliza esa "p" la imposibilidad de comer y respirar a la vez: el ingreso en el orden humano inscrito filogenéticamente en el desarrollo de los órganos fonadores.

De este modo, las primeras palabras que aprendemos contienen en sustancia nuestro desarrollo tanto biológico como social, nuestros cambios de régimen alimenticio y de la forma de nuestra cabeza; el desarrollo de nuestra autonomía personal y de nuestra ubicación en la familia, nuestra historia como individuos y como especie.

2 comentarios

José Angel -

Interesting... ya se sabe que la tierra, al menos en las mitologías que me resultan más familiares, es un arquetipo más bien femenino que masculino. Habría que ver qué pasa con el tema en otras familias lingüísticas, pero hoy no me da pamás.

joaquim -

Apunte usted que los indígenas andinos llaman "Pacha mama" a la tierra...desde mucho antes que don Pizarro y compañía tuvieran a bien "descubrirles" y conquistarles.