Justicia poética
El original magistrado Baltasar Garzón ha decidido, con un poco de retraso, procesar a Franco y sus aliados en el fallido golpe de estado del 18 de julio del 36. Lo malo es que el golpe falló por donde no debía, y hubo matanzas, y guerra civil.... y Franco estuvo casi cuarenta años mandando sin que nadie se atreviera a procesarle. Y uno no puede evitar la sospecha de que aunque Garzón pida el certificado de defunción de Franco, lo hace sólo porque le consta fehacientemente que ha muerto.
Así que es un capítulo más de las miserias de la guerra, y de esa guerra antes de la guerra que fue la República. Probablemente el efecto del proceso éste que abre Garzón sea tan beneficioso (estrenando y agotando la vía legal) como pernicioso, por lo que tiene de Zapa-teril al socavar las bases del actual Estado, edificado sobre el franquismo como no podía ser menos, pues revolución contra él no hubo más que pacífica y ordenada. Y quizá tengan así mayor apoyatura legal las personas que quieran identificar los cadáveres de los masacrados durante las campañas de terror del Alzamiento ése. O ponerles un pleito, por fin, a los asesinos, o echarles un galgo a ver si los pilla.
Incluso tiene su cierta lógica, dentro del tufillo tendencioso que emana del auto del juez, el que Garzón no quiera investigar los "supuestos" (dice) crímenes de Paracuellos, las matanzas organizadas por Santiago Carrillo y otros, puesto que al no ser delitos contra el Estado no serían competencia de la Audiencia Nacional, sino del juzgado local. Pues nada, que vayan con la denuncia y el razonamiento de Garzón al juzgado de Paracuellos.
Aunque sorprende que Garzón se olvide (precisamente Garzón, el de la investigación del GAL) que sí son competencia de la Audiencia Nacional los crímenes de terrorismo, e incluso de terrorismo de Estado, como el que practicaba la ahora idealizada República, tan democrática ella.
Porque en cualquier caso la tesis de Garzón de que eso de Carrillo y de las demás matanzas republicanas "ya lo investigaron y juzgaron los franquistas" se cae por su propio peso—él mismo acaba de declarar criminales a esos investigadores; sin contar con que no pudieron juzgar a Carrillo por no haberle atrapado. Si a Franco no se le aplica la amnistía del 76, bien parece que tampoco a Carrillo.... pero hasta ahí no quiere llegar Garzón, bastante interesadamente.
Y es lástima que semejantes abolladuras estropeen este flamante auto. Porque sí tiene cierta justicia poética lo de llevar a Franco, Mola, Queipo de Llano, etc., ante los tribunales, no lo negaré. A mí también me parece bien que lo juzguen, pero mejor en 1936. Igual a base de justicia poética podríamos conseguirlo también. Lo malo de la justicia poética de Garzón es que viene a ser eso, poesía pura en el peor sentido de la palabra—palabrería sin efectos en la realidad. Si no manipulación de la opinión pública, y maniobra autopublicitaria descarada, que también hay lo suyo de eso. Inevitablemente, el auto se convierte, en contexto, en una caricatura de sí mismo: el justiciero espadachín que sale a luchar contra el dragón cuando éste ya se extinguió hace años, o el leguleyo que levanta acta solemne de que aquí han fumao. No confundir con quijotismo. En fin, un capítulo grotesco más de la larga historia de cobardía de los españoles ante su dictador.
¿Mejor tarde que nunca? Pues igual sí... y que vayan los legajos a donde tengan que ir, de una puñetera vez. Lo malo es que con su auto superveloz, Garzón ha contribuido a batir el récord de lentitud de la justicia española. Ahora ya llevan los juzgados setenta años de retraso, en lugar de los cinco o seis que solían.
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