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La oposición, y la oposición

martes 1 de diciembre de 2009

La oposición, y la oposición

Hoy tiene lugar una oposición a cátedras en mi departamento (de Filología Inglesa y Alemana, Universidad de Zaragoza). Es una cosa que no sucede todos los días, ni todas las décadas. El otro día se quejaba el Director, en el Consejo, de la insuficiente dotación de catedráticos en este departamento: cinco cátedras previstas (y sin cubrir) para más de cien profesores. Una ratio atípica. Tuve que hacerle notar que cuando se dejó vacante una cátedra, hace seis años, a la que se presentaban varios profesores del Departamento, a este departamento ni le pareció mal ni protestó ni dijo chitón. Simplemente apoyó sin fisuras a la presidenta del tribunal en su actuación —era, cómo no, la Dra. Onega, que viene "rigiendo destinos" desde hace tiempo aquí. Y era por entonces la única catedrática entre los casi cien profesores. Vamos, de traca. Menuda autovaloración del departamento.

Lo cierto es que de todos los candidatos suspendidos en esa prueba, todos en el primer ejercicio, a pesar de venir su investigación avalada por sexenios, etc., sólo yo impugné la actuación del tribunal. Nadie me apoyó, a no ser la Dra. Penas y algún otro compañero a título personal, aunque varios profesores sí me hicieron saber lo escandalosa y vergonzante que les había parecido la actuación del tribunal. Pronto, sin embargo, cambiaron de criterio la mayoría, han reescrito la historia y modificado sus recuerdos, y han venido apoyando a la Dra. Onega y proponiéndola una vez y otra más para presidir tribunales.

Bien, mis recursos y protestas tuvieron un largo y accidentado recorrido, y al final los tribunales de justicia dieron por buena la actuación de la comisión: con patinazos de criterio y con huecos de razonamiento que merecen este comentario.

A la prueba de hoy se presenta uno de los candidatos suspendidos en aquella ocasión, el Dr. Ignacio Vázquez. En lugar de impugnar la actuación del tribunal que le suspendió, el Dr. Vázquez ha colaborado desde entonces activamente con la Dra. Onega. Así que no dudamos de que esta vez tenga éxito: su trayectoria desde aquella prueba va sin duda a ser recompensada. Hay que decir que en el tribunal están dos miembros de la comisión que lo suspendió en 2003: la Dra. Onega y (como suplente, creo) el secretario de aquella prueba, Dr. Francisco Garrudo, de Sevilla. Pero esta vez la cosa va a estar cantada.

Le desearía suerte al Dr. Vázquez, pero supongo que tendrá en cualquier caso la valoración que ha merecido a juicio del tribunal. Y no hay que olvidar que el Dr. Vázquez ha venido apoyando, junto con los demás coordinadores del postgrado, ya catedráticos ellos, la política de la Dra. Onega que buscaba reservar los nuevos estudios a los miembros de sus grupos de investigación. Es una política que ha sido anulada en los tribunales de justicia, por ilegal, pero que se sigue aplicando entre líneas: por ejemplo, ahora que no pueden eliminarnos de entrada a quienes no pertenecemos a sus grupos, hacen una valoración de nuestros currícula y me ponen a mí, por ejemplo, CERO puntos en publicaciones de mi área— con criterio falsario y prevaricador.

Mucho me temo que el Dr. Vázquez, aunque nunca ha dicho esta boca es mía, ha venido apoyando con sus votos, sus silencios, sus firmas y sus acciones esta política ilegal e inmoral de acoso administrativo, exclusión y protección mutua. Que la sigue apoyando. Y que, independientemente de que él piense que mis publicaciones valgan cero puntos o no, que probablemente no ha reflexionado ni un segundo sobre la cuestión, le ha convenido apoyar esta estrategia de manipulación, el otro día en el Consejo de departamento, todos a una... como en Fuente Ovejuna.

Pero hoy será catedrático. Porque para eso no basta con publicar cosas (que igual valdrían cero, vaya usted a saber). Es mucho más importante participar de lo que aquí se viene llamando, con delicioso eufemismo, la "filosofía" del departamento.

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PS: Según previsto, tenemos cuarto catedrático en el Departamento, sumándose el Dr. Vázquez al trío que estaban entre los cinco del tribunal de examen—los Dres. Onega, Collado y Deleyto.

La puntuación otorgada al candidato es de 100 puntos sobre 100. Lo cual nos confirma en nuestras sospechas de que la puntuación que obtuvimos todos los candidatos en la misma sala en 2003 (estábamos entre ellos el Dr. Vázquez y yo) fue injusta. En efecto, ningún candidato obtuvo suficientes puntos para un aprobadillo con cinco, y para pasar al segundo ejercicio. Lo raro es que, aunque no diré que el Dr. Vázquez no ha hecho currículum desde entonces, su carrera, méritos y publicaciones son sustancialmente los mismos. No más del doble—ni de muy lejos. Y la presidenta del tribunal también es la misma. Qué cosa más rara, tratándose de gente con experiencia evaluadora. Tuvo que haber serios errores de criterio, pero muy serios, en la evaluación de aquella prueba de 2003. No en ésta, por supuesto.


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