Normas omertáticas
Normas omertáticas
 Unos párrafos selectos de Corrupción en la Universidad, de José Penalva, cuando el alter-ego protagonista de esta historia ficticia pero real decide pedir plaza en el departamento contra la voluntad e instrucciones de su catedrático Don Jacobo:
 
 "A partir de ese momento, la hostilidad, que en un principio se  manifestaba de forma latente, afloró en todo su esplendor y grosería. Yo  había osado pretender quedarme en el departamento. Y lo que es peor,  sin bajarme los pantalones ni un poquico. Para las normas omertáticas del departamento eso era una provocación en toda regla. Por tanto,  desde ese instante, los saludos ya no irían acompañados de sonrisa y  glosa. 
    'Pero, en fin', pensé, 'en peores antros hemos luchado'. Así que me decía a mí mismo recordando a mi abuelo, 'arrecoge, Pepe, el petate y arrempuja'. Es lo mejor que se puede hacer en estos casos. De todos modos, para mí  lo importante no era el trabajo en la facultad de pedagogía, sino bregar  en el terreno de las ideas: el nuevo territorio comanche. (...)
 
 "A esas alturas de la película yo ya conocía el género y estaba al tanto  de las leyes no escritas (que son las que mueven el cotarro, al margen  de las leyes oficiales). En el departamento no se movía nadie sin el  consentimiento de los catedráticos. Los logros que había conseguido  hasta esa fecha (que me consta que eran superiores a los de la mayoría)  no eran méritos suficientes para quedarme como profesor. No era el tipo  de botín que perseguían esos catedráticos (...).
 
 "Don Jacobo aprendió como nadie a manejar los hilos del andamio.  Despierto como la malicia, percibió rápidamente que la legislacióni  permite que la constitución del tribunal que juzga la selección del  profesorado universitario sea un mero trámite para dar el puesto de  trabajo al candidato preseleccionado, señalado 'a dedo', por el  catedrático de más peso en el departamento, de tal manera que el  catedrático que controla el departamento tiene poder sobre quién entra y  quién no. E, instintivamente, extrajo su conclusión pedagógica: el  catedrático que tiene en su redil más fieles serviles controla la puerta  de acceso a la cueva."
 
 
       
		
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