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Globalización

Paco Vera - "El chino"

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Paco Vera - "El chino"

Un ejemplo de mise en abyme paradoxale concentrante, que diría Lucien Dällenbach. Y felices navidades.

El Mundo de Mañana

domingo, 10 de noviembre de 2013

El Mundo de Mañana


Un documental hipotético a partir de la situación presente y sus tendencias, que presenta una perspectiva malthusiana sobre lo que será el estado de insostenibilidad de la humanidad hacia la segunda mitad del siglo XXI. Minuto 2.55.00: EL HIPERCONFLICTO.

 

 

 

A photo on Flickr

Population and the Environment

7/6/12

The last video of the course "Global problems of population growth" at Yale University. The whole series is well worth watching.



Somos Siete Mil Millones



Somos Siete Mil Millones

lunes 31 de octubre de 2011

Somos Siete Mil Millones


... Únete a nosotros. Nos anuncian que hoy, hoy treinta y uno de octubre de dos mil once, llega el planeta Tierra a siete mil millones de habitantes, en crecimiento continuo y de momento imparable. Por... suerte, digamos. Sólo grandes catástrofes lo pararán, mayores que las que ya hay, quiero decir—con epidemias, tsunamis, volcanes, hambrunas, guerras, crisis y abortos masivos e industrializados. De momento, seguimos creciendo felizmente, como los gusanos en un queso, hasta que el agotamiento de los recursos nos reduzca a proporciones más adecuadas a lo que serán las circunstancias. En un queso agusanado, si hay muchos gusanos, pronto habrá muchos más. Y enseguida muchos más—hasta que de repente no queda ninguno, o muy pocos, cuando se ha agotado el queso.

Pobres de los que vivan en esas circunstancias—pobres de los que ya están viviendo en ellas, porque el futuro no llega de golpe, como no se va de golpe el pasado. Para viajar al pasado, para viajar al futuro (quién dice que no existen las máquinas del tiempo, se llaman coches y aviones) basta con ir al lugar adecuado, a Los Angeles, a Mexico, a Lagos.

No hace tanto, la última vez que se habló de este tema, quizá, cuando me mudé a esta casa—éramos sólo seis mil millones. Y aún me acuerdo como si fuera ayer, que cuando era yo adolescente, éramos cuatro mil millones. Y tres mil cuando yo nací. antidisturbios

Los crecimientos continuos se nos presentan como una situación estable, controlada y normal. No lo son. Alfred Bartlett ha llamado a esta ilusión o falacia mental el secreto matemático mejor guardado del siglo XX. Nos hemos acostumbrado a vivir con un crecimiento exponencial. Cuando está claro cuál es el final de ese camino—todos los gráficos lo enseñan, esos que muestran los índices de las ordenadas escalando súbitamente a medida que las abscisas se acercan al año dos mil y se adentran en nuestro siglo.  ¿Qué les sugiere este gráfico?  Aquí habla más al respecto Bartlett: "Aritmética, población y energía"—una conferencia que es imprescindible para poner estas cuestiones en perspectiva. 

Oigan un dato que repiten estos días. En el año 2050, la población se habrá duplicado. Las tierras de cultivo, sin embargo, sólo habrán aumentado un cinco por ciento. ¿Sería posible alimentar adecuadamente a esa población con esas tierras? Posible, quizá, con muchas condicionantes. ¿Se hará? Lo dudo mucho.

Termino ahora de apuntar cuatro notas sobre el libro de Fred Spier, El lugar del hombre en el cosmos. Tras narrar el origen de la vida y el crecimiento de la especie humana, se pregunta Spier por nuestras perspectivas de futuro, y más en concreto por la sostenibilidad de nuestra civilización globalizada. Uno de los últimos compases del libro habla sobre...


La disponibilidad de recursos materiales y energéticos.

Siguiendo su razonamiento, nuestro futuro como especie será más o menos largo y próspero (o breve y terrible) según la disponibilidad de recursos, y sobre todo de energía: al estar muchos recursos dispersos y ser de difícil utilización, de no tener energía barata para extraerlos y aprovecharlos, "se sigue que la disponibilidad de energía guarda una muy estrecha relación con la disponibilidad de otros recursos" (414).


Spier, a quien algunos podrán considerar pesimista, peca para mí de optimismo casi descabellado en algunos aspectos. Por ejemplo, argumenta, y con razón, que "una de nuestras necesidades primordiales pasa por mantener controladas las cifras demográficas humanas"—o de lo contrario caeremos en una profunda crisis (y no hablamos de que quiebre algún banco, no, o de que recorten las pensiones, sino de cosas espantosas). "Por fortuna", dice Spier, "el crecimiento demográfico global parece estar manteniéndose de forma espontánea en niveles estables, y da la impresión de que dicho fenómeno está ligado con el creciente proceso de urbanización" (414-15).

—¡Pero de qué está hablando!— como diría Bartlett, What’s he talking about?!!!!

Mil millones de habitantes más en estos diez años, y llama a esto ¡"un nivel estable"! — Es un caso ejemplar del espejismo a que aludía Bartlett, la confusión entre un crecimiento sostenido y la estabilidad. No, la población no es estable en su crecimiento, porque el crecimiento no es estabilidad, en absoluto, y menos a estas alturas de la película. Me temo que el crecimiento exponencial de la población frente a los recursos va a pillar a más de uno por sorpresa, incluido a mí que escribo estas líneas. Y yo pensando en releer a Malthus, a estas alturas.

Si los desincentivos urbanos al crecimiento a los que alude Spier han de funcionar, no será antes de que el mundo esté tan superpoblado como Ciudad de México. Un panorama nada envidiable, en el que lamentablemente habrán de vivir nuestros nietos, si no nuestros hijos. Es como para aconsejarles que no tengan hijos, como nos lo aconsejábamos nosotros en tiempos, viendo el futuro tan dudoso como hoy lo vemos. Pues que nos sigamos equivocando—qué más se puede pedir.

Los humanos sobrevivirán (algunos) de una manera u otra, eso sí. Los propios humanos son un recurso energético y material explotable, como bien se ha venido demostrando en cien mil años de historia. La explotación de los recursos naturales siempre ha pasado en el caso de los humanos por un filtro humano: por la explotación del hombre por el hombre, o de la mujer por el hombre—y en el futuro, tanto más lo hará. No nos preocupemos por el planeta—el planeta sobrevivirá, y posiblemente la vida en una forma u otra. Con extinciones masivas de especies, eso sí. Incluso en circunstancias espantosas, sobrevivirán también humanos durante mucho tiempo. Lo que no sobrevivirá, sino que se transformará enormemente, como viene haciéndolo sin cesar, es nuestro mundo globalizado y nuestra cultura actual. Para Spier,

"la interrogante decisiva parece ser la que gira en torno a la cantidad de energía de la que podamos disponer para construir el volumen de complejidad que necesitamos, manteniendo al mismo tiempo la entropía dentro de unos márgenes deseables" (415).
 


A lo cual cabe matizar, dos preguntas que no son evidentes de por si. ¿Qué es deseable? ¿Qué necesitamos? —O, quizá, una tercera, ¿qué es soportable, pujando a la baja, entre la oferta de condiciones y la demanda de vida? Son límites que algunos ya exploran, terrenos baldíos de la experiencia humana que serán cada vez más frecuentados, siquiera sea por que cada vez habrá más gente apretándose para ocupar ese espacio.

Aun contando (de modo optimista) con la posibilidad de descubrimientos de recursos energéticos insospechados (pero reléase la fábula de las botellas de bacterias de Bartlett), Spier considea altamente preocupante la actual dependencia de recursos energéticos no renovables, los combustibles fósiles. Estamos, quizá ("quizá", dice) en el principio del fin. No son buenas las perspectivas para lograr reactores de fusión nuclear viables. Pero no nos detendremos en el impulso de quemar todo el combustible fósil, hasta que no sea a la fuerza:

"será difícil inciar una transición que nos lleve a utilizar fuentes de energía renovable mientras los combustibles fósiles sigan resultando asequibles, ya que el actual régimen económico impulsa la competitividad" (417)
 


El candidato de Spier para la renovación energética es la energía solar, aunque augura unos problemas asociados a su desarrollo—quizá no los más obvios. Lo que a mí me parece es más bien que la actual energía solar va a caballo de la energía de los combustibles fósiles, que son los que impulsan nuestra sociedad avanzada. No sabemos si llegaremos a tiempo a la cita con la energía solar—quién llegará, quiero decir, y cómo. Puede leerse al respecto la curiosa novela Solar, de Ian McEwan. No sabemos qué va a pasar con la producción industrial cuando deje de ser viable el actual régimen de transportes. Desde luego, como señala Spier, habrá que potenciar lo local—pero no sabemos cómo de difícil va a ser la transición de un régimen a otro.

"Será preciso diseñar y producir un gran número de nuevas formas de complejidad construida. Todo esto significa que el futuro de los ingenieros presenta unos visos excepcionalmente halagüeños" (420).
 


Hay formas de complejidad cultural energéticamente costosas van a verse seriamente afectadas, en especial transporte por avión y coche. Pero también la agricultura moderna industrial, que depende de las máquinas. Spier considera que "El mantenimiento de la actual complejidad electrónica global es probablemnte menos costoso, y por consiguiente es posible que se vea expuesto a una reducción menor" (421)—ójala, y seguiremos retransmitiendo. Pero, si se transforman la agricultura, y el transporte, la industria ha de cambiar, de maneras inimaginables. O únicamente imaginables en un registro cyberpunk, me temo.


El agotamiento de los recursos clave y el aumento de la entropía

No es sólo el agotamiento del petróleo lo que amenaza a la agricultura industrializada. También el agotamiento de los fosfatos, señalado por Spier como un recurso en disminución y que será insustituible—hoy va a parar al mar, se vuelve inutilizable allí, y habrá que economizarlo. Otros procesos entrópicos están en curso: los gases causantes del efecto invernadero, la pérdida de la biodiversidad debida a la urbanización, la tala masiva de bosques y la agricultura industrial, la proliferación de desechos industriales y basuras... Si ha de haber una transicón a un régimen sostenible a largo plazo, el desarrollo de una energía renovable será crucial, y no sabemos cómo podrá usarse para contener estos procesos entrópicos. Todo parece apuntar a la necesidad de una transformación radical en los hábitos humanos de consumo de energía, pero también de organización social, de consumo y de alimentación. Esta transformación alcanza más allá de los seres humanos, pues implica a una buena parte de la biosfera controlada por ellos e implicada en sus procesos de producción y sus sistemas de organización. La transición a un régimen de energía renovable y de población estable habrá de producirse—y habría de ser pronto...

... Pero estamos muy lejos de que se produzca esa transición. Hemos pasado varias niveles de alarma de gravedad creciente (esto no lo dice Spier sino yo) y sin embargo no nos detendremos hasta haber comprometido seriamente, qué digo comprometido, abocado a la destrucción, cualquier tipo de régimen económico semejante a los que hemos conocido en el pasado. El futuro será distinto, quizá bonito para algunos, pero el futuro de la mayoría de la humanidad futura no nos parece envidiable, visto desde aquí. Aunque hay ambientes para todos los gustos.

sanfermines
 



Una reflexión de orden general sobre el pasado, y sobre el futuro. No hemos estado en ellos, y sin embargo, a vista de pájaro, podemos verlos desde aquí. La complejidad actual es producto de una larguísima etapa de formación, sistemas complejos acumulándose sobre sistemas más simples, desde un origen absolutamente simple—y el futuro verá el decrecimiento de la complejidad, a más corto o a más largo plazo. Esto sucederá, y sobre eso hay pocas dudas. Lo que desconcemos es si estamos en una fase relativamente temprana, o relativamente tardía, de la historia de los sistemas complejos. Todo es evolución, panta reï, como decía Heráclito, todo fluye. No hay ningún sistema que de por sí sea estable, sólo estabilidad aparente o parcial, o ciclos como vueltas de peonza que se repiten, cada vuelta aparentemente como la anterior, pero en realidad distinta, mientras la peonza va perdiendo energía. No hay sistemas estables, ni desarrollos sostenibles.

Herbert Spencer, en First Principles, ya habló de los procesos complejos de equilibración relativa, o estabilidad, y de su disolución a más largo plazo. Hay que decir que Spencer ve el crecimiento de la población humana con relativa poca preocupación; como Spier, parece creer que se equilibrará (aunque igual su altura olímpica es demasiado remota para observar los procesos por los cuales ésto se lleve a cabo):

"Evidentemente, este progreso industrial tiene su límite, lo que el Dr. Mill ha llamado ’el estado estacionario’. Cuando la población se haya hecho densa en todas las partes habitables del mundo; cuando los recursos de todas las regiones hayan sido completamente explorados; y cuando todas las artes productivas no admitan mejoras ulteriores; entonces habrá de resultar un equilibrio casi completo, tanto entre la fertilidad y mortalidad de cada sociedad, y entre sus actividades productoras y consumidoras. Cada sociedad no exhibirá sino desviaciones menores de su número medio, y el ritmo de sus funciones industriales continuará de un día a otro con perturbaciones comparativamente insignificantes" (First Principles 459).


—Esto sucederá cuando nos hayamos comido todo el queso que son los combustibles fósiles. De qué viviremos, no se dice. De la luz del sol. Y los cataclismos posibles de la adaptación a este régimen, no los menciona Spencer.

Desde este punto del mundo vemos lo que es el mundo, vemos su pasado remoto y su futuro lejano, dentro de los límites que nos son dados. A esa escala, casi parece ocioso preguntar cuánto tiempo tenemos, y sin embargo es una cuestión que no puede sino preocuparnos. Y cuánto tendrán nuestros descendientes, y qué es lo que les va a tocar vivir.

black mago¿Emigrarán los seres humanos a otros planetas?

La respuesta, en breve, es no. Mucho la matiza Spier, hasta extremos casi ridículos, especulando con la posibilidad improbable de un viaje interestelar que (en cualquier caso) seguiría dejando en la Tierra a la totalidad de la especie humana en bloque, y que no resolvería nada sino una precaria continuidad de algunas tradiciones culturales. Ni eso, habría que decir. Un puñado de astronautas no podrían, ni con auxilio informático, mantener una compleja tradición cultural, que depende de una amplia población y una extensa organización social. Serían a la vez los últimos hombres y los nuevos primitivos, antes de su muerte fría que sería más temprana que tardía.

Pero no sucederá, ni siquiera ese
epílogo de la historia. No disponemos de la tecnología y de la energía necesaria para impulsar ese viaje, y con toda seguridad nunca dispondremos de ellas. No habrá naves interestelares, pues sólo el derroche industrial del siglo XX ha hecho posibles nuestras diminutas incursiones en el vecindario extraterrestre. Para recorrer el futuro precario, la Tierra es nuestra única nave espacial, y el destino de una hipotética nave o flotilla interestelar no haría sino remedar, en versión abreviada y a modo de farsa tecnológica, un grotesco théâtre de la cruauté, la tragedia de la historia humana. Las dejaremos esas naves para el cine, compensación imaginaria, y ya tenemos en cualquier caso las Historias Futuras de Olaf Stapledon y otros a modo de consuelo. Pronto tendremos otros asuntos que resolver, y otros futuros más apremiantes. He de decir que Spier también concluye, con lúgubre parquedad, que esos sueños de la razón no son sino sueños de la imaginación: "en la actualidad, no se dan las circunstancias Goldilocks necesarias para la realización de viajes espaciales a largas distancias" (427).

Los viajes a las estrellas son una fantasía de la era industrial, del mismo modo que el Más Allá era una fantasía de la era de la servidumbre. Huímos a los cielos—pero sólo en la imaginación. Muchos no lo han entendido aún.


Unas palabras para concluir

La conclusión de Spier es un interrogante—¿seremos capaces de desarrollar un régimen sostenible, no para la eternidad, pues el ser humano está abocado a la extinción, sino durante un tiempo razonablemente largo? ¿Un régimen en el que sea posible mantener la complejidad cultural alcanzada o al menos gran parte de ella?

Para eso tendremos que hacer algo que no hemos hecho. A saber, remodelar, culturalmente, nuestros hábitos despilfarradores de consumo, que probablemnte vienen (y aquí Spier parece concurrir con los sociobiólogos evolucionistas) de un desfase cultural. Somos depredadores de la sabana (es nuestro origen) trasladados a otro entorno, pero seguimos comportándonos de manera depredadora—refinados, eso sí, nuestros hábitos depredadores y convertidos en una compleja estructura de trabajo y explotación a nivel mundial.

"es posible  que los seres humanos estén genéticamente programados para extraer una mayor cantidad de materia y energía de la que precisan para asegurar su supervivencia y su reproducción. De ser esto efectivamente cierto, ¿habrá que pensar que los seres humanos tienden genéticamente a rebasar las circunstancias Goldilocks que delimitan su exsitencia en el planeta Tierra? Si así fuera, ¿habrá esperanza de poder domeñar este instinto biológico con ayuda de la cultura? ¿Cuáles son las circunstancias sociales que podrían favorecer este tipo de conducta? (428)


Puesto así, la pregunta de si lograremos cambiar(nos) o no es ociosa, o retórica, o n
os embarca en un razonamiento dialéctico. No cambiaremos, no nos cambiaremos, a menos que las circunstancias nos cambien y nos fuercen a cambiarnos, y no será bonito de ver. ciudad viejaEl pasado es una larga historia de brutalidad y horrores, que también tiene muchos elementos de sweetness and light. Probablemente también lo será el futuro—en gran parte de él no nos reconoceríamos, como no nos reconoceríamos a gusto en nuestros ancestros no tan remotos. Queda por ver si es tan largo como el pasado, el futuro éste incierto y no muy agradable. Entretanto, seguimos quemando la sabana, como si fuese la Tierra plana, "inmersos en una forma de sociedad que por lo general prima los resultados a corto plazo, ya sea en el ámbito económico o en el político" (429).  La sabana parece muy plana, e inacabable. Pero la Tierra es redonda, decía mi padre, y avanzando tras la hoguera, pronto nos encontraremos con tierra quemada por delante.

Concluye Spier su libro, sobre la complejidad y la sostenibilidad:

"Sea como fuere, espero haber dejado claro que el principio centrado en el estudio pormenorizado de los efectos que tiene el hecho de que los flujos de energía, al recorrer la materia en el marco de unos determinados límites Goldilocks, conduzcan tanto al aumento como al declive de la complejidad a todos los niveles, no sólo venga a simplificar muy notablemente nuestra comprensión del pasado remoto, sino que ayude a esclarecer las cuestiones clave a que habrá de enfrentarse la humanidad en un futuro inmediato". (430)


Pero
no hace falta esperar a que llegue el futuro, para verlo
, como decíamos antes—nosotros, y Radio Futura (en "Enamorado de la moda juvenil") —"el futuro ya está aquí".

La complejidad sale cara


Globalización y sostenibilidad

miércoles 26 de octubre de 2011

Globalización y sostenibilidad

Cuatro notas sacadas del final de El lugar del hombre en el cosmos, de Fred Spier. Estas obras sobre Gran Historia, sobre el ser humano en el contexto de la evolución cósmica, y de la ecología de los recursos, son muy iluminadoras–ayudan a comprender mejor la historia humana como una historia de organización para uso de recursos, unos tradicionales y otros resultado de innovaciones, inventos y nuevos modos de explotación. Así, por una parte se refuerzan las categorías tradicionales del estudio histórico (el Neolítico y el desarrollo de la agricultura, la aparición de los Estados y de las ciudades, etc.) y, por otra, el nuevo énfasis lleva a replantearse la cuestion de en qué época vivimos. ¿No convendría llamarla, por ejemplo, la Era de los Combustibles Fósiles?

Claro que eso es un único criterio. Otros hablan, fijándose en otros aspectos, de la era de la globalización, pero es que una cosa lleva a la otra. Globalización siempre ha habido en mayor o menor medida, desde que el ser humano salió de África por su propio pie y se fue globalizando sin saberlo. Los imperios antiguos o modernos también "globalizaban" a su manera, que ya desde entonces tiene mal nombre esto de la globalización. Y la Iglesia católica era iglesia globalizada, o aspiraba a serlo. Pero con la potencia de los combustibles fósiles, de la máquina de vapor, del motor de explosión, o de los reactores, la globalización se acelera.  Todo lo existente se acelera. Nuestra agricultura depende de los combustibles fósiles, para empezar, y la estructura de nuestros estados y nuestra economía. Cabalgamos a lomos de combustibles fósiles, y son ellos los que han permitido, indirectamente, por vía del comercio acelerado y del crecimiento industrial, que se produzca otro fenómeno globalizador: la comunicación electrónica, la informática, y la red de comunicaciones global en la que ahora mismo estás—hipócrita lector, a lomos de tus combustibles fósiles. Como quien va a lomos de un tigre, y no sabe qué es lo que lo mueve.

Esto es insostenible.

Lo de los combustibles fósiles, digo—eso es obvio. Los quemaremos, y antes de lo que pensamos, por el crecimiento continuo de nuestra economía. Ver a este respecto el vídeo sobre Aritmética, población y energía, de Alfred A. Bartlett, que transcribo aquí. La duda está en si la humanidad es sostenible. Ese es el interrogante que cierra los últimos capítulos del libro de Spier (como otros—se me ocurre Solar, de Ian McEwan, a este respecto). Que nuestra economía no es sostenible, ni nuestra sociedad, en su estado actual, ofrece pocas dudas. No está en equilibrio, a pesar de algunas engañosas apariencias, sino en desequilibrio inestable, en avance perpetuo con correcciones improvisadas sobre la marcha. No es un avance controlado, ni dirigido, aunque haya elementos de control y dirección: las medidas económicas y financieras de la Unión Europea, por ejemplo, las que se toman este año para paliar la crisis de deuda, tienen efectos calculados, y otros incalculados–hay que seguir avanzando, y evitando el colapso y el caos. Como buenamente se pueda.coulon

Pero volviendo a Spier. Habla de la informatización como la tercera oleada de la globalización, último paso en el establecimiento de redes de comercio, producción, intercambio, dependencia e información a nivel global:


"La actual revolución en curso de la tecnología informática ha venido a reforzar notablemente todas estas transformaciones Los últimos sesenta años han asistido al surgimiento de una nueva capacidad: la de manipular un volumen de datos electrónicos que no conoce precedentes" (381).
 

Por una errata dice que esto comenzó en el siglo XVIII—claro, se refiere al XIX, cuando con la red telegráfica se estableció la versión decimonónica de Internet. Y (qué poco se sospechaba en el siglo XX) al tender los cables eléctricos se estaba tendiendo también la futura red de Internet.  Información es energía, a su manera, pues la información permite reorganizar los procesos y rentabilizar el trabajo de modo mucho más eficiente. Así, con una producción bruta relativamente menor, la producción de la era electrónica genera una rentabilidad económica mucho mayor, y así, "En los países pioneros en la iniciación del proceso de la industrialización, el surgimiento de la moderna tecnología informática ha dado lugar a la aparición de un gran número de industrias de servicios. Hasta el momento presente, esta nueva oportunidad de arrancar en cabeza de la comunidad internacional ha permitido que estos países sigan siendo competitivos y que conserven un nivel de vida relativamente elevado" (383)—aunque ahora la formación y producción informáticas ya se extienden por países anteriormente subdesarrollados.

La globalización ha acelerado los procesos de disolución de las comunidades y creencias tradicionales, sus economías, sus costumbres y sus modos de vida, dando lugar a "nuevos sentimientos de inseguridad, tanto entre los ricos como entre los pobres. Y a su vez, la expresión de estas percepciones adquiere muy a menudo la forma de un nuevo fervor religioso." (385-86). La globalización también fomenta la imagen de un mundo no sólo interconectado y mutuamente dependiente, sino también frágil y aislado frente al cosmos. Spier retorna en diversos puntos del libro a una imagen que le impactó, la de la Tierra vista desde el espacio, imagen que "habría de estimular muy notablemente la idea de que la Tierra es en realidad un frágil 'vehículo espacial'" (386). La consciencia ecologista, en sentido amplio, se ve reforzada por estas transformaciones globalizadoras y estas nuevas percepciones de nuestro planeta como un conjunto.
Y ahí sitúa Spier, de modo reflexivo a modo de self-begetting narrative de las descritas por Steven Kellman, el origen de su propio interés por la Gran Historia, por enmarcar de modo más insistente la historia "histórica" en la historia de la evolución cultural de la Humanidad, incluyendo historia y prehistoria, y éstas en el marco de la evolución de la vida y de la formación de nuestro planeta y del cosmos:


"Estas instantáneas iban a proporcionar un fuerte impulso tanto al naciente movimiento de defensa del medio ambiente como a los enfoques científicos de carácter holístico que por entonces comenzaron a surgir, como la cosmología asociada con la Gran Explosión, la tectónica de placas o la hipótesis de Gaia de James Lovelock—todos los cuales terminarían haciendo posible la presente síntesis de la Gran Historia" (386-87).

Cierto, en parte—Y sin embargo hay que recordar que hay precursores de estos enfoques holísticos que han sido injustamente postergados durante los últimos cien años, cuando podrían haber servido de inspiración para este tipo de aproximación. Spier piensa en Alexander von Humboldt, y yo pienso más concretamente en Herbert Spencer. En Spencer encontramos un esfuerzo por explicar en términos de dinámica energética y de su eficiencia los distintos procesos evolutivos a nivel cósmico primero, geológico después (con la formación de distintos entornos diferenciados en la corteza terrestre), biológico, con una definición de la vida como un proceso energético de especial complejidad e intensidad. Y luego también aplica su principio básico a la cultura, el pensamiento, etc.  Simplista, han dicho muchos—pero también un esfuerzo intelectual titánico, y una perspectiva, la de Spencer, que nos lleva como la cosmología actual, desde una Fuerza indiferenciada en el origen del cosmos, a la generación de complejidad local diferenciada, y luego a la decadencia entrópica de dicha complejidad, y a la destrucción de los entornos locales complejos. Es la historia del universo, en la medida en que la podemos apreciar desde aquí.  Yo, desde luego, no puedo sino recomendar la lectura de First Principles, una obra que en su línea decimonónica podríamos llamar un intento de una "Fenomenología de la Energía", y de sus efectos complejos, incluido el Espíritu.

Los humanos hemos sido grandes acaparadores y gastadores de energía. Calcula Spier que nuestra especie ha multiplicado por treinta millones la cantidad de energía controlada y gastada, desde su origen en una población de unos pocos miles de individuos. Hemos desarrollado también no sólo cantidad, sino calidad—maneras increíblemente diversas, todas únicas, de extraer, almacenar o gastar energía. Este crecimiento tiene un lado triunfante, y un lado alarmante—de ahí la consciencia ecológica de los estudiosos de la Gran Historia. ¿Es sostenible? Ya hemos visto que no en el sentido de estable. La mayor integración informativa y productiva mundial podría resultar especialmente vulnerable a ciertos tipos de catástrofe global—aunque ayude a paliar otras carencias y problemas. Un exceso de organización podría desmoronarse al contagiarse la desorganización rápidamente por las redes globales de interdependencia y de comunicaciones.


"Sin embargo, todavía más serio es el hecho de que todas las sociedades industriales dependan hoy tan notablemente de las menguantes reservas de recursos naturales, y fundamentalmente de los combustibles fósiles. Hasta la fecha, la utilización de combustibles fósiles a gran escala ha posibilitado la consecución de unos niveles de complejidad cultural global inimaginables a costa del declive de las viejas formas de complejidad local y regional." (393-94)

Un nivel de producción sin precedentes, en las sociedades modernas, que es—insostenible. Si toda la Humanidad se volviese Occidente, estaríamos perdidos. Y ese camino llevan, pero no llegará a tanto la cosa. El despilfarro de combustibles fósiles llega a su límite natural, y empiezan los años de penurias graduales, donde habrá que rentabilizar la energía y cuidar más el medio ambiente. La entropía generada por la producción amenaza con ahogarnos una vez alcanzado un nivel máximo de desarrollo.


"Por consiguiente, uno se pregunta si los seres humanos serán o no capaces de inventar un sistema de reciclado de basuras eficiente, y cuáles podrían ser, en caso negativo, las consecuencias. O por expresarlo en términos de la teoría de Gaia que formulara James Lovelock, surge la interrogante de si Gaia procederá o no a eliminar de forma no aleatoria a la especie humana debido a que puede estar socavando las circunstancias Goldilocks [las circunstancias que permiten determinado tipo de complejidad] que su propia continuidad requiere. (395)

Lo de Gaia interprétenlo como una manera de hablar. No necesitamos a Gaia tomando decisiones, cuando están ahí las consecuencias de nuestras propias acciones,

    "we but teach
Bloody instructions, which, being taught, return
To plague the inventor"
—decía Macbeth.  Yo no peco de optimista: Spier sí, pues arguye que

"Podría darse perfectamente el caso de que, a largo plazo, la principal característica de la historia humana fuera la de constituir un proceso marcado por la consecución de una eficiencia cada vez mayor." (397)

No lo refutaré, pues ha sido el caso hasta ahora—pero ha tenido un precio, el socavamiento de las propias condiciones de la existencia a que antes se refería Spier. La eficacia tiene un límite. Y en cualquier caso, aun si respetásemos nuestro entorno ecológico y alcanzásemos un equilibrio con él (cosa que la humanidad jamás ha hecho), hay que tener en cuenta que nuestro entorno no depende únicamente de nosotros, sino de fuerzas naturales muy superiores, que no lo han alterado radicalmente en los últimos milenios, pero que bien pueden hacerlo—y de modo súbito, para nosotros.

La humanidad tiene un límite, y sería optimista ver ese límite en el límite de la energía del universo. Ese límite para el universo existe, desde luego, para la cosmología moderna:


"Según parece, únicamente el universo joven en el que ahora vivimos dispone de suficiente abasto de materia y de energía, y sólo ese abundante suministro alcanza a producir—en combinación con los equilibrios que tienden a generar las fuerzas de la naturaleza—unas circunstancias Goldilocks capaces de conducir inevitablemente al surgimiento de estos tipos de gran complejidad" (406)

—como el autor, por ejemplo. Pero es optimista, decimos el horizonte del Universo. Porque estamos atados no al Universo, sino a nuestro planeta, mal que nos pese, y a pesar de alguna sonda espacial y de muchas películas de ciencia ficción. Se pregunta así pues Spier, al cerrar su libro, por las perspectivas de futuro para la vida y la humanidad en el planeta Tierra.


"A estas alturas nadie se sorprenderá si digo que el destino de la humanidad parece estar íntimamente vinculado con la disponibilidad de materia y energía. No se trata de nada nuevo. Son muchos los autores que resaltaron ya este planteamiento a lo largo de la década de 1970. Y sin embargo, en años posteriores, sus duros mensajes se convertirían primero en materia disputada y caerían después poco menos que en el olvido" (408).

Aún recuerdo cómo hace casi cuarenta años nos hablaban de estas cosas en la escuela de Biescas: de la contaminación, del agotamiento futuro del carbón y del petróleo. El año dos mil aparecía remoto y envuelto en crisis y colapso. Hoy, en la década de 2010, el futuro vuelve a aparecer envuelto en crisis y colapso. Al menos en un duro aterrizaje en el reality principle, conforme toca a su fin la era de los combustibles fósiles. En 1971 Marion King Hubbert denunciaba la imposibilidad de un crecimiento exponencial continuado. En fin, Malthus ya lo había hecho casi doscientos años antes, y se le creyó desautorizado. Y ahora Alfred Bartlett también habla de Hubbert en su conferencia sobre "Aritmética, población y energía". Cuando nos acordamos de él, por algo será: el futuro va filtrando a los profetas. Cita Spier a Hubbert:


"A las personas que vivimos en la época actual y que nos hemos acostumbrado a un constante crecimiento exponencial del consumo de recursos energéticos derivados de los combustibles fósiles nos resulta difícil comprender cabalmente que la era de los combustibles fósiles revela tener en último término un carácter notablemente transitorio tan pronto examinamos un período más amplio de la historia humana. La mejor manera de apreciar la situación es contemplar las cosas en un arco temporal de unos diez mil años, cinco mil a un lado del presente y otros cinco mil al otro. Desde esta perspectiva se constata que el ciclo completo de la explotación de los combustibles fósiles presentes en el planeta se extende quizá por espacio de unos mil trescientos años, con la particularidad de que el principal segmento del ciclo (definido como el periodo en el que se extrae y se quema la totalidad del combustible fósil, salvo la primera y la última franjas, de un 10 por 100 cada una) apenas abarca más de tres siglos." (Hubbert, en Spier 410-11).

Hay quien confía ingenuamente en el ingenio humano para mantener indefinidamente este régimen de consumo. Ingenuity... Ya. Habrá que tener en cuenta lo que dice Howard Thomas Odum, citado por Spier:

"El saber y el ingenio son los medios con los que se consigue que el suministro de energía resulte operativo—suponiendo que se disponga de él—, sin olvidar que el desarrollo y la conservación del conocimiento también dependen de la disponibilidad energética" (410, énfasis mío).

La investigación sobre energías sostenibles, por tanto, no tiene lugar en el vacío—también cabalga a lomos de un tigre, en una carrera contra el tiempo. Una manera de contar esa carrera puede verse en la novela de Ian McEwan, Solar, sobre un decadente científico occidental que investiga sobre cómo hacer la energía solar aprovechable y rentable. Una carrera contra el tiempo, y contra sí misma, en la que está atrapada la sociedad postindustrial. La humanidad sobrevivirá, de alguna manera. Nuestra sociedad actual, hiperproductiva y despilfarradora, es más que probable que no. Tendrá que transformarse radicalmente, a sea-change, y no se reconocerá a sí misma, posiblemente, en la nueva Edad Media sin final determinable que seguirá a la Era de los Combustibles Fósiles. Spier lo pone de manera más interrogativa, como correponde a los interrogantes abiertos:avión enterrado


"En otras palabras, la incógnita a la que nos enfrentábamos [en los 70, pero también ahora] pasaba por averiguar si nos resultaría posible o no disponer de la suficiente materia y energía como para producir la complejidad que deseábamos—y obviamente sin asfixiarnos con la entropía resultante—. (410)

Los modelos informáticos desarrollados por el equipo de Dennis Meadows en el MIT, para calcular la interacción futura de desarrollo, crecimiento, producción y consumo, resultaron terriblemente pesimistas: "en todos los casos observaron que la estructura sistémica se venía abajo. Al final trataron de hallar otras formas de estabilizar el sistema mundial, pero no obtuvieron sino una mayoría de resultados negativos. Sus descubrimientos desembocarían en una serie de turbadoras conclusiones y recomendaciones que deberían ayudarnos a luchar por un mundo más sostenible" (412). Contribuirían las primeras previsiones al informe del Club de Roma de 1972, sobre Los Límites del Crecimiento, que fue un hito en la conciencia sobre estas cuestiones.

Ignoro si Meadows et al. incluyeron en su modelo, me temo que no, las hipotecas subprime y la crisis de la deuda soberana. Datos que no harían nada, supongo, por mejorar sus perspectivas. El futuro siempre tiene la capacidad de sorprendernos, a veces incluso de modo agradable; a la larga, siempre de modo inesperadamente desagradable.

El concepto de "desarrollo sostenible" (que Bartlett considera una contradicción en términos) fue en cierto modo un avance, y se introdujo en un informe de la ONU de 1987, Nuestro futuro común. Desarrollo sostenible, definen, "es aquel que alcance a satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones". (412). Bonito concepto, pero, releyéndolo, hay que decir que el desarrollo sostenible es algo que ni ha existido ni existirá. El desarrollo siempre ha sido insostenible a largo plazo, siempre consumiéndose a sí mismo como un combustible fósil; siempre ha comprometido al futuro y lo ha privado de opciones, y las opciones serán cada vez menores, a pesar del creciente desarrollo de la complejidad cultural e industrial.

No acabo de terminar con el libro de Spier sobre El lugar del hombre en el cosmos. Otro día vuelvo, si tengo world enough, and time.


Saberes nacionales e internacionales

Saberes nacionales e internacionales

Andrew Hadfield, "National and International Knowledge: The Limits of the Histories of Nations." Cap. 7 del libro de reflexión retrofuturista The Renaissance Computer, ed. Neil Rhodes y Jonathan Sawday.

Traducción del resumen:

"Al igual que en el Renacimiento, el conocimiento es [hoy en día] el escenario de una confrontación entre fuerzas nacionales e internacionales". El ensayo de Andrew Hadfield se ocupa de la medida en que los teorizadores del postmodernismo y de la globalización que han venido sosteniendo que las fronteras nacionales se están volviendo cada vez más obsoletas bajo la presión de las "redes" informáticas de conocimiento y de transmisión de datos, están, de hecho, reproduciendo unas dicotomías que se hicieron visibles por primera vez en las primeras etapas de la revolución de la imprenta. Entonces, como ahora, se iniciaron ambiciosos proyectos diseñados para un consumo a gran escala, en los que naciones y sociedades se comparaban unas con otras en pos de una "indiferencia" imparcial, permitiendo someter a escrutinio la ley, la religión, la organización social, las políticas económicas, etc. Pero persistió el problema de que el "deseo de afirmar lo particular" chocaba con un impulso contrario, el de "analizar lo universal". La cultura de la imprenta prometía resolver esta contradicción, de un modo semejante a como el ordenador moderno ha prometido disolver los límites nacionales desfasados. Pero en este esquema de cosas, ¿cómo explicar el hecho de que la identidad nacional se ha visto, paradójicamente, representada con mayor énfasis todavía, en el mundo moderno?printing press
 


Hadfield se remite al fenómeno económico-cultural de la globalización, y al análisis de la postmodernidad de Lyotard. A ello le enfrenta el análisis de los efectos de la imprenta en el Renacimiento, según Elizabeth Eisenstein, The Printing Press  as an Agent of Change. Arguye que "lo que destaca en el análisis de Eisenstein es que la hegemonía creciente de la imprenta no precipitó una transformación basada en un cambio de los medios de producción intelectual, como sostendrían deterministas tecnológicos como Walter Ong y Marshall McLuhan. Más bien, la inauguración de textos impresos reproducibles de modo barato alteró las relaciones de producción intelectual para siempre, sirviendo para agrandar algunas cuestiones y problemas significativos, mientras que otros se fueron desvaneciendo" (109). (No veo yo que una cosa se contradiga con la otra, por cierto. El "determinismo" de Ong y McLuhan no es absoluto, aunque quizá sí sea excesivo). Fukuyama se compara a Lutero en su visión redentorista de un "fin de los tiempos" asociado a la nueva era. Con respecto a Lutero, paradójicamente, "Traducir la palabra de Dios a un idioma familiar llevó a un auténtico Babel de voces y lenguas que amenazaba con oscurecer la finalidad misma inicial de traducir el texto".  La imprenta potenció el nacionalismo pero puso asimismo de manifiesto la no coincidencia entre las fronteras nacionales y las historias de los pueblos.  Se analizan los casos de Camden, Holinshed, Thomas Churchyard, A Mirror for Magistrates, y su relación con el nacionalismo. También The Faerie Queene de Spenser, que Hadfield propone leer como un poema británico más que inglés. Asoma una tensión entre el nacionalismo monárquico y "el proyecto de Gran Bretaña".

"Tal como lo veo, la imprenta hizo mucho para poner en cuestión la lealtad monolítica a los grandes proyectos imperiales, tanto como para apoyarlos. Queda por ver cuál sera el efecto de las redes informáticas en la extensión y flujo de la información, si se derrumbarán las fronteras por los nuevos sistemas ante las comunidades imaginarias conectadas electrónicamente, o si permitirán a los poderes existentes controlar a sus ciudadanos más eficazmente". (116)
 


(Las dos cosas, en efecto. Un ejemplo podría ser el efecto de Internet o Google sobre regímenes autoritarios como los de Irán o China, y los esfuerzos de estos proyectos nacionales por aislar en lo posible su propia red de influencias externas).

"Los cambios tecnológicos fundamentales que transforman la ordenación y las posibilidades de las comunidades imaginarias se enfrentan inevitablemente a dos caminos, y han de suponer un reto para cualquier narración simplista sobre progreso inevitable" (116).


Así se extendieron la Reforma y el nacionalismo en la Europa renacentista, asociados a la imprenta, con dinámicas cruzadas de mayor intercambio internacional y mayor promoción de la cultura nacionalista; el libro impreso difundió la cultura nacional, pero acabó con el internacionalismo del latín.

"La computerización también ha afectado dramáticamente a la relación entre las comunidades nacionales e internacionales, aunque el efecto directo haya sido quizá el de una internacionalización creciente, junto con la reacción asociada a este fenómeno. Queda por ver exáctamente qué efecto tendrá la ubicuidad de los ordenadores sobre las sociedades en que vivimos."



El buscador renacentista


Wikipedia como libro de texto

Nos pasa Norman Holland este mensaje a una lista, de Jeremy Butler. Sobre el uso de Wikipedia para elaborar manuales para los estudiantes. Copypasteo:

This morning I was playing around with a relatively recent Wikipedia feature
that allows you to assemble up to 500 pages of articles into a "book". You
can then download that book as a PDF or you can pay to have it printed and
shipped to you.

This got me to thinking: Would this be a useful ancillary product for a
(TV-studies) textbook?

Fr'instance, I'm currently revising *Television: Critical Method and
Applications* (Routledge, 2011). Here's how I might put the Wikipedia book
feature to use:

1. I could search for all the terms in the *TVCM&A* glossary. Then I could
collate them into a single PDF file and post it on the companion Website.
Users could access it through a browser and/or download it to their own
computers and/or electronic readers.

This would be a *searchable* PDF, thus allowing students/teachers to buzz
through the PDF and find additional info on the glossary terms.

2. A similar PDF file could be compiled with all the proper-name (people,
companies, TV shows, etc.) articles.

'Course, users could just search Wikipedia directly for this information and
find more up-to-date articles and Wikipedia is not 100% accurate; but it
seems to me that it still might be handy to have all that info collated into
one PDF.

Another feature that the Wikipedia book function offers is the ability to
pay to have the collection itself printed. I don't know if a printed
collection of articles would be a useful supplement to a textbook or not,
but it's a pretty cool concept.

I'd be curious to hear the thoughts of TV/film studies teachers. Would you
and/or your students use this material if it were made available at no cost?

P.S. It's perfectly legal to make such quasi-commercial use of Wikipedia's
articles. They're all published under a Creative Commons "share and share
alike" license. That is, you can use them pretty much as you wish, as long
as you don't try to copyright them as your own work and restrict others' use
of them.

A mí me parece buena idea —un "trayecto guiado por la Wikipedia" mejor para muchos fines que el mero uso de la Wikipedia cada cual a su aire; más centrado, sobre todo una vez el profesor conoce bien el material que pasa. Pero no evita (sino que más bien contribuye a) el síndrome que nos aqueja: el uso de Wikipedia como fuente no ya preferente, sino muchas veces única, por parte de los estudiantes.  A mí me parece excelente la Wikipedia, les digo a los míos, y les estimulo a consultarla, pero que también consulten libros y otras fuentes. Lo que tiene un toque siniestro es la imposición, aunque sea mediante brote espontáneo, de un Liber Mundi como fuente única.

 A photo on Flickr


Pibo y el urbanismo mcdonaldizado

Cuando las ideas practican el sexo

viernes 16 de julio de 2010

Cuando las ideas practican el sexo

Un vídeo de Matt Ridley en TED: Retomando viejas ideas de David Ricardo sobre los beneficios del comercio y de la división del trabajo. Es lo que ha causado la prosperidad humana: el intercambio, la especialización, la comunicación, el comercio. El "sexo" que practican las ideas es ponerse en común, mezclarse, transmitirse: eso permite ya no sólo el progreso, sino sencillamente conservar un determinado nivel de conocimientos y tecnología. Para eso hace falta un público mínimamente global—los habitantes de Tasmania, que quedaron aislados durante miles y miles de años, experimentaron una regresión tecnológica espectacular.

Otra cosa que me ha gustado del vídeo es que retoma una idea que yo también suelo repetir por ahí: que nadie sabe hacer nada—ni un motor a reacción, ni un ordenador, ni nada. Todo es producto del intercambio, el comercio y la inteligencia colectiva. Todos somos especialistas en una cosa, porque es imposible ser especialista en todo. Y por eso necesitamos a otros especialistas con otras tecnologías, otros productos y otras ideas también.






Dado este planteamiento, es previsible que la explosión comunicativa de Internet y la WWW va a tener consecuencias espectaculares para el desarrollo. Las está teniendo ya, claro. También, siguiendo la analogía de que nadie sabe hacer un ratón de ordenador, o un lápiz, es previsible que cada vez dependamos más para todo de la tecnología y de los artefactos elaborados colectivamente, y que cada vez entendamos (o dominemos), como individuos, menos aspectos de la realidad en que vivimos.

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Hipertextualización total automatizada