Blogia
Vanity Fea

Humor

First Woman President

First Woman President


first woman president


Ley de ropa, peinado y maquillaje



—oOo—

We're at NOW-NOW


 






A veces sí que querríamos rebobinar, o darle al fast-forward....
(Tanto este vídeo como el anterior, vía A Chequerboard of Days and Nights). 

La narración paradójica



President Trump Inauguration Protests - Greg Gutfeld

sábado, 11 de febrero de 2017






Hitler discovers Bob Dylan won the Nobel Prize for Literature

Hitler discovers Bob Dylan won the Nobel Prize for Literature







Retropost (2006): Leyes de Murphy de la interacción comunicativa

Leyes de Murphy de la interacción comunicativa

Publicado en Semiótica. com. José Ángel García Landa

Está Álvaro leyendo con gran regocijo Leyes de Murphy para niños, de Arthur Bloch. El principio rector del libro es, naturalmente, que todas las expectativas se frustran, todos los planes fracasan, nada funciona ni sale como se esperaba, si algo puede salir mal saldrá, etc. Me recuerda las tesis pesimistas y un tanto caricaturizadas de la desconstrucción: la comunicación fracasará; el sentido profundo de la obra va a contradecir al expreso e intencional; el inconsciente sacará las vergüenzas a la luz, y el lenguaje patinará y expresará un sentido contrario al deseado. Aunque de las distintas secciones del libro no hay ninguna dedicada a los fracasos de la comunicación.

A cada uno de los principios del libro se les pone un nombre pintoresco: Primera regla de patología, Corolario de Jenning, Regla de Rune. (Esta es buena: "Si no te importa dónde está, es que no se te ha perdido"). He mirado por encima el libro, por ver si de todos modos algunos de sus principios son aplicables a la interacción comunicativa. Algunos hay, por lo generales. Por ejemplo, la Ley de Whistler: "Nunca se sabe quién tiene razón, pero siempre se sabe quién manda". Esta podría juntarse con la vieja Ley de Humpty Dumpty sobre el significado de las palabras -- que significan lo que dice el jefe. También esta otra tiene aplicaciones crítico-comunicativas: "Las únicas personas que encuentran lo que buscan en la vida son los criticones". O la Ley de Lieberman: "Todo el mundo miente pero no importa, porque nadie escucha".

Bueno, esto se ve que tiene posibilidades. Entre otras, posibilidades de exageración. Ninguna representación, ni siquiera la más pesimista, representa la realidad de modo adecuado; siempre nos da una versión provisional para uso local. De hecho, no puedo resistirme a enunciar ya el Corolario de García a la Ley de Murphy: "Ninguna Ley describe la realidad a la perfección, y todas fallan en el momento más inesperado -- y la primera, la de Murphy". Yo no me fío ni de mantener la Ley de la Gravedad, como para fiarme de la Ley de Murphy.

Pero viendo el mundo, y la comunicación, con el cristal de ese color, sí podemos buscar la aplicación de la Ley de Murphy a la comunicación. La podríamos enunciar adaptando la frase del Player King de Hamlet: "nuestras palabras son nuestras; pero a dónde van a parar, quién lo sabe". O, yendo más atrás, lo decía Sócrates sobre los discursos escritos en el Fedro de Platón: un escrito no se sabe a qué manos u oídos o entendimientos va a parar; el autor dice una cosa, pero vete a saber qué es lo que entiende el lector. Paul de Man lleva este escepticismo  con la comunicación textual a un extremo: todo es indecidible, todo sentido se vuelve contra sí mismo. Nada permite suponer que la comunicación cara a cara in praesentia (otra modalidad de la ausencia) escape a este principio de pesimismo.

O sea, que nuestras palabras no tendrán el efecto deseado, ya sean espontáneas o cuidadosamente calculadas. Expresarán también, al menos a buen entendedor, lo que no queremos decir, o lo que queremos ocultar o preferimos no pensar. O, a malintencionado entendedor, serán cogidas siempre por el lado que más quema. (Ya temo los comentarios a este post). Presuposiciones molestas saldrán a la luz, y serán exhibidas por nuestro interlocutor cogidas entre dos dedos y retorciéndose. Y estaban en lo que dijimos, y no nos habíamos percatado. O quizá nuestras palabras expresarán obscenidades involuntarias, o resultarán ser, vistas en contexto y reinterpretadas, un gigantesco desliz de la lengua, un lapsus calamidad, una metedura de pata monumental, un error de comunicación. Oídos críticos poco amigables descubrirán la cara de la moneda que pretendemos ocultar, inscrita y transparentada en nuestras mismas palabras que deberían ser el instrumento de ocultación. Y todo esto sucede de modo incalculable, imprevisible, impermeable a toda estrategia. El lapsus linguae, sólo visible retrospectivamente. Inmune a cualquier planificación teórica. Para praxis, la parapraxis.

Por su naturaleza de acontecimiento a la vez imprevisible y congruente en visión retrospectiva, el lapsus linguae nos proporciona un tema ideal para una narración. Es algo eminentemente contable, la metedura de lengua de alguien donde no debía meterla. (Muchas veces aporta justicia poética).


Pero cuidado, que la narración de cómo la lengua fue metida no escapa a la Ley de la Inevitable Metedura de Pata, o linguopatología de la vida cotidiana. Así que ojo con la paja ajena, for what it’s worth.

Y reojo, que a veces sí que nos entendemos. Cuando menos lo esperamos. Muchas veces de reojo.

Understanding misreading




Retroposts

—oOo—


Retropost (2006): Sodoma y Gomorra

Sodoma y Gomorra

Publicado en Humor. com. José Ángel García Landa


Je, qué tontería. Hablando de la Biblia. Acabo de caer en la cuenta, después de tantos años de meditar por qué tras la destrucción de Sodoma y Gomorra se condena tanto a los sodomitas y no se vuelve a hablar de los de Gomorra. Se me acaba de hacer la iluminación sobre cuál era en concreto el pecado de los de Gomorra. Mira qué tonto, no haber caído en la cuenta antes. Y sí que se los condena, sí.

Canta, lengua

Etiquetas: Biblia, Sodomía, Humor

Retropost 2006: Anchos especiales

Anchos especiales

Publicado en Nenes. com. José Ángel García Landa

Iba con Ivo por la calle, cuando me dice que tiene los zapatos rotos, y en efecto, lo miro y veo que lleva en cada uno la suela suelta con sendas sonrisas de perro. Así que vamos a una zapatería. Dos dependientas apoyadas en el mostrador, un poco lentas, pero como no hay nadie más en la tienda, me atienden enseguida.

- Buenas... quería unos zapatos para el niño, de esos del escaparate. Un 34, si tiene.
- A ver... estos son un 34.
- ¿Qué tal, Ivo? ¿Te van?
- Ay, me aprietan.
- Pues de largos le van bien.
- Ya, sí, es que tiene el pie un poco ancho. ¿No tendrá un treinta y cinco?
- No.
- ¿Y de otros que sean parecidos? ¿Como esos de al lado?
- (Suspiro...). Voy a ver...
Va al almacén y vuelve con cinco cajas.
- Aquí le traigo treinta y cuatros y treinta y cincos.
- A ver el treinta y cinco. ¿Qué tal, Ivo?
- Ay, me aprieta. Por aquí.
- No le puede apretar. Es un treinta y cinco.
- Vaya, igual otro, a ver.
- Ay, me pincha.
- ¿Que te pincha? A ver... - digo - Ostras, pues sí, es que tiene clavos saliendo de la suela (– dos hermosos clavos de un centímetro cada uno, directos a la planta el pie).
- ¿Clavos? Ah, sí... sí que tiene.
(Silencio)
- Ejem... pues a ver este otro treinta y cinco..., ¿este te va, Ivo?
- Ay, me aprieta.
- Eso es imposible. El niño se equivoca. Es un zapato muy largo.
- Me aprieta a lo ancho.
- Ya, la anchura... ¿no tendrá un treinta y seis?
- Eso no afecta a la anchura. Aunque le traiga un treinta y seis, o lo que le traiga, le va a seguir apretando, siempre. Porque los números marcan la longitud del zapato, no la anchura.
- Ah.... ya veo. Vaya. Bueno, pues tendremos que ir a una zapatería de anchos especiales... Disculpen la molestia.
- Buenas tardes.

¡Halá Penas!

Etiquetas: Diario, Nenes

Retropost: Hogaza

martes, 21 de junio de 2016

Retropost #1009 (21 de junio de 2006): Hogaza




Estos tíos son unos cachondos mentales:

http://www.hogaza.net/
Escuchad por ejemplo la canción de los taninos de Falcon Crest, o la del pijo y su pija, aquí.
Y anda, haced un extra y enviadles un cheque de diez euros, que lo están pidiendo a gritos. Y a mí otro, de paso.
Música, maestro

Retroposts

—oOo—