Virtualidades
Hoy he recibido la información para votar en las primeras ciberelecciones en las que participo, para unos cargos de representación en la Universidad Brown (estuve allí estudiando a finales de los ochenta). También envían papeletas convencionales, por si a alguien no le va lo de la democracia virtual. Todos los candidatos parecen enormemente capaces y entusiastas, así que en esta ocasión inauguraré las ciberelecciones no votando. Bueno, es una opción, ¿no? Puestos a participar virtualmente, qué mejor manera de hacerlo. O, aún mejor, vaya por la presente mi voto a todos los candidatos; eso también es un voto virtual.
Hoy habemus superlunes otra vez, vuelta de vacaciones. A pesar del luto decretado por la muerte del Papa, no cierran los centros educativos, como pasaba antes con luto oficial (igual hay una escala Richter de lutos, y este no llega al grado ocho, o igual ya han desaparecido esos lutos de crespón negro y música sacra, de cuando la muerte de Franco y similares...). Vamos, que es un luto un tanto virtual. Como la inmensa pena que embarga el corazón de los españoles: una pena de oficio, en la mayor parte de los casos. Cuántas palabras se pronuncian sólo porque se espera que la gramola suene así, y qué poco esperamos ya sinceridad de ningún político... Actores, actores, como el Papa. Que hizo, desde luego, el papel de su vida. En plan Stanislavski: métete en el personaje.
Preguntas difíciles de contestar de Ivo. Sobre el ratoncito Pérez: "¿cómo es ese ratón, papá?". Sobre Dios: "¿Cómo era Dios cuando no se había muerto, mamá"?... Del ratón, ha encontrado un euro tangible, pobre.
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