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Vanity Fea

Hemingway transexual

Hemingway transexual

Me voy ahora a la conferencia de Valerie Hemingway, autora de Running with the Bulls. El libro se publicó hace un par de años, y ya ha salido en español, en traducción de Miguel Martínez-Lage (Taurus - fittingly - , 2005). Valerie es una señora encantadora, directa, sencilla y con un buen humor contagioso. Y sabia, tan sabia como pueda ser la abuela de cualquiera, o más.

Cuenta la historia de una chica irlandesa, criada en un internado de monjas desde los tres años, en una Irlanda provinciana y censora, sin James Joyce, sin televisión, sólo con historias habladas como entretenimiento, sin literatura moderna, a dieta con Dickens, Shakespeare, y vidas de santos. Que leía con avaricia todo lo que pillaba. Una amiga suya tenía un tío censor, que guardaba un estante lleno de libros prohibidos, para su propio deleite. Ven a echarles un vistazo, vale la pena. Al censor le robó la chica el libro que más le llamó la atención, por la imagen que mostraba en portada, extraña y nunca vista para ella: un torero en el ruedo frente al toro, Fiesta, de Hemingway. Y leyendo ese libro se interesó Valerie por primera vez por Hemingway y por España, y así la empujó hacia España su interés, con la oportunidad y el azar de un primer trabajo temporal que se le ofreció. Allí, por azar también, se le encargaría entrevistar a Hemingway. Era una jovenzuela inexperta, natural y nada impresionada por la fama del monstruo literario - se lo tomaba todo como venía, la vida era así. Y así le cayó en gracia a Hemingway, que la adoptó en su cuadrilla ambulante para seguir los duelos taurinos de aquel "verano peligroso" de 1959 entre Antonio Ordóñez y Luis Miguel Dominguín.

A dónde nos pueden llevar nuestras lecturas. A España, a conocer al autor. A convertirse en Valerie Hemingway. A convertirse en la esposa, o exposa, de Gloria Hemingway, la hija que Hemingway nunca hubiera querido tener.

Cuenta Valerie en su libro cómo Hemingway era una fuerza vital siempre en marcha, y con buen humor y dinamismo en una fecha tan peligrosamente cercana a su depresión y suicidio. Costaba seguirle la marcha al sesentón: ni siquiera su ídolo Orson Welles (ayer paseaba yo en Ronda por el paseo de Orson Welles) era tan vital. Una escena divertida, justo antes que el interés de Valerie por Orson Welles volviese a reunir a éste y a Hemingway tras su enfado mutuo años atrás por la película sobre la guerra de España. Entra la movable party de Hemingway en un restaurante francés, y llega el maître, todo sonrisas y reverencias:

- Monsieur WELLES!

Nubarrón negro.

- The name is HEMINGWAY.

Valerie siguió a Hemingway a Cuba, donde fue testigo de los últimos meses del escritor. Luego acompañaría a su viuda Mary remontando los tiempos difíciles tras el suicidio de su marido, y serían amigas hasta la muerte de Mary en 1986.

El funeral de Mary selló también la separación de Valerie y de su esposo Gregory. Había conocido a Gregory Hemingway, la oveja negra de la familia, en el funeral de su padre. El libro está dedicado a Gregory y a sus hijos, y narra los claroscuros de la relación que tuvieron. Gregory era persona a la vez expansiva y difícil, depresivo y cambiante, encantador y retorcido por turnos a veces, a veces a la vez. Con el tiempo descubrió Valerie que Gregory se ponía a escondidas la ropa de ella. Esta afición al travestismo fue a más, y más, y con ella la dificultad de la relación, por las ocultaciones y dobles vidas que él llevaba. Al final Greg Hemingway (cosa que hubiera horrorizado a su padre) acabó vestido para siempre de mujer, casi convertido en una copia de su propia esposa. (Cásese usted para eso con el hijo de Hemingway... Vaya sorpresa). Adoptó una identidad femenina, y se sometió a una operación de cambio de sexo: Greg pasó a ser Gloria. Valerie sufrió mucho con esta relación, y considera que Greg era un enfermo, pero el libro no está escrito desde el rencor, sino desde el recuerdo: así resultó ser la vida.

Greg/Gloria era una persona inteligente y difícil, y sería interesante conocer su versión de la historia, pero quizá no sea fácil siquiera imaginarla. Narró en un libro de cierto éxito algunos aspectos de la relación con su papá; y perdió su título de médico como consecuencia de su adicción a las drogas. Estaba, desde luego, marcado por la masculinidad militante de su padre, y desde pequeño estaba convencido de que su padre había deseado una hija. El rechazo violento de su padre cuando descubrió sus travestismos incipientes no hizo sino agravar la confrontación y las maniobras de reacción de Gregory. Su hijo John nos cuenta cómo mantuvieron a lo largo de los años contactos por carta, una relación de amor-odio, a veces muy agresiva e insultante por parte de Gregory, con respuestas de su padre not kind but in kind. Una relación que podríamos llamar de one-up(yours)manship. Su propio espejo, travestido y feminizado, devolviendo al famoso escritor una imagen abyecta de sus propios temores o frustraciones, y culminando en un cambio de identidad sexual.  The return of the repressed, with a vengeance. Se casó varias veces Gregory sin embargo, incluso volvió a casarse tras el divorcio de Valerie, y en conjunto tuvo al parecer seis hijos. Vivió su identidad sexual no como una elección controlada, sino como algo siempre problemático y conflictivo, su lado más irracional, como una tendencia adictiva y fetichista, que lo llevó a problemas crecientes con su familia, con la ley y consigo mismo. Se volvió, o su relación con el mundo lo volvió, cada vez más conflictivo, impredecible y problemático. Hoy, en la conferencia, nadie pregunta a Valerie sobre Greg/Gloria. Se considera tema delicado. Dos días después, John Hemingway sí habla de su padre, quizá como una manera de enfrentarse del modo menos traumático posible a un pasado que lo ha marcado también a él.

Gloria Hemingway, la hija que Hemingway deseó, pero no de esta manera, murió tristemente sola, de un ataque al corazón, en el pabellón de mujeres de la cárcel del condado de Miami-Dade, en octubre de 2001.

 

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1 comentario

manuel -

muy bueno chau besos