Carta de Obama a sus hijas
Vamos a contribuir a la Obamanía traduciendo uno de los ya históricos escritos de Obama, esta carta a sus hijas, inspirada y conmovedora. Circula por allí una traducción al mexicano, pero es tan mala que hay que acudir al original inglés y luego pasarla al español.
publicada el 14 de enero de 2009
Queridas Malia y Sasha,
Sé que las dos os habéis divertido un montón estos dos últimos años siguiendo la campaña, yendo a fiestas y desfiles y ferias, comiendo todo tipo de comida basura que seguramente no os deberíamos haber dejado tomar vuestra madre y yo. Pero también sé que no ha sido siempre cosa fácil para vosotras y para Mamá, y que por ilusionadas que estéis las dos con ese cachorro nuevo, no compensa por todo el tiempo que hemos estado separados. Sé lo mucho que me he perdido estos dos años pasados, y hoy os quiero contar un poco más sobre por qué decidí embarcar a nuestra familia en este viaje.
Cuando era joven, pensaba que la vida trataba sobre mí—de cómo me abriría camino en el mundo, tendría éxito, y de cómo conseguiría las cosas que quiero. Pero entonces entrásteis vosotras dos en mi mundo, con toda vuestra curiosidad y travesuras y esas sonrisas que nunca dejan de llenarme el corazón y de iluminarme el día. Y de repente, todos mis grandes planes para mí mismo ya no parecieron tan importantes. Pronto descubrí que la alegría más grande de mi vida era la alegría que veía en las vuestras. Y me dí cuenta de que mi propia vida no supondría mucho a menos que consiguiese asegurarme de que tuviéseis en las vuestras todas las oportunidades de ser felices y de realizaros. A fin de cuentas, chicas, es por eso por lo que me presenté a Presidente: por lo que quería para vosotras y para cada niño de esta nación.
Quiero que todos nuestros niños vayan a escuelas dignas de su potencial: escuelas que les supongan un reto, que les inspiren, y que les infundan un sentimiento de admiración ante el mundo que les rodea. Quiero que tengan la oportunidad de ir a la Universidad—aun si sus padres no son ricos. Y quiero que consigan buenos empleos: empleos bien pagados que les den ventajas como la asistencia sanitaria, trabajos que les dejen pasar tiempo con sus propios hijos y jubilarse dignamente.
Quiero que empujemos las fronteras del descubrimiento de manera que viváis para ver nuevas tecnologías e invenciones que hagan mejores nuestras vidas y hagan nuestro planeta más limpio y más seguro. Y quiero que empujemos más allá nuestras limitaciones humanas para superar las divisiones de las razas y las regiones, del género y de la religión, que nos impiden ver lo mejor que hay en cada uno de los demás.
A veces hemos de enviar a nuestros jóvenes, hombres y mujeres, a la guerra, y a otras situaciones peligrosas, para defender nuestro país—pero cuando lo hagamos, quiero asegurarme de que sea únicamente por muy buenas razones; que hagamos cuanto esté en nuestra mano por solventar nuestras diferencias con los demás de manera pacífica, y que hagamos todo lo posible por mantener a salvo a los hombres y mujeres de nuestro ejército. Y quiero que todos los niños entiendan que los bienes por los que combaten estos valientes estadounidenses no vienen gratis—que junto con el gran privilegio que supone ser un ciudadano de este país, nos viene una gran responsabilidad.
Esa es la lección que intentó enseñarme vuestra abuela cuando yo tenía vuestra edad, cuando me leía el principio de la Declaración de Independencia y me hablaba de los hombres y mujeres que se echaron a la calle en defensa de la igualdad, porque creían que esas palabras puestas en un papel hace dos siglos tenían que tener un sentido.
Ella me ayudó a entender que América es grande no porque sea perfecta sino porque puede siempre hacerse mejor—y que el trabajo aún no acabado de perfeccionar nuestra unión nos toca a cada uno de nosotros. Es una responsabilidad que les pasamos a nuestros hijos, acercándonos más con cada generación a lo que sabemos que debería ser América.
Tengo la esperanza de que las dos os haréis cargo de ese trabajo, corrigiendo las injusticias que veáis, y trabajando por dar a otros las oportunidades que habéis tenido vosotras. No sólo porque tenéis la obligación de devolverle algo a este país que tanto le ha dado a nuestra familia—aunque sí que tenéis esa obligación. Sino porque tenéis una obligación para con vosotras mismas. Porque sólo cuando enganchas tu carreta a algo más grande que tú mismo es cuando consigues darte cuenta de tu auténtico potencial y puedes hacerlo realidad.
Estas son las cosas que quiero para vosotras—que crezcáis en un mundo sin limitaciones para vuestros sueños y en el que no haya logros que estén fuera de vuestro alcance, y que de mayores seáis mujeres sensibilizadas y activas que contribuyan a construir ese mundo. Y quiero que todos los niños tengan las mismas oportunidades de aprender y de soñar y de crecer y de prosperar que tenéis vosotras, niñas. Por eso es por lo que he embarcado a nuestra familia en esta gran aventura.
Estoy muy orgulloso de las dos. Os quiero más de lo que podréis saber jamás. Y os agradezco cada día vuestra paciencia, saber estar, vuestra gracia y vuestro humor mientras nos preparamos a empezar nuestra nueva vida juntos en la Casa Blanca.
Con cariño, Papá.
Publication Date: 01/14/2009
Dear Malia and Sasha,
I know that you've both had a lot of fun these last two years on the campaign trail, going to picnics and parades and state fairs, eating all sorts of junk food your mother and I probably shouldn't have let you have. But I also know that it hasn't always been easy for you and Mom, and that as excited as you both are about that new puppy, it doesn't make up for all the time we've been apart. I know how much I've missed these past two years, and today I want to tell you a little more about why I decided to take our family on this journey.
When I was a young man, I thought life was all about me-about how I'd make my way in the world, become successful, and get the things I want. But then the two of you came into my world with all your curiosity and mischief and those smiles that never fail to fill my heart and light up my day. And suddenly, all my big plans for myself didn't seem so important anymore. I soon found that the greatest joy in my life was the joy I saw in yours. And I realized that my own life wouldn't count for much unless I was able to ensure that you had every opportunity for happiness and fulfillment in yours. In the end, girls, that's why I ran for President: because of what I want for you and for every child in this nation.
I want all our children to go to schools worthy of their potential-schools that challenge them, inspire them, and instill in them a sense of wonder about the world around them. I want them to have the chance to go to college-even if their parents aren't rich. And I want them to get good jobs: jobs that pay well and give them benefits like health care, jobs that let them spend time with their own kids and retire with dignity.
I want us to push the boundaries of discovery so that you'll live to see new technologies and inventions that improve our lives and make our planet cleaner and safer. And I want us to push our own human boundaries to reach beyond the divides of race and region, gender and religion that keep us from seeing the best in each other.
Sometimes we have to send our young men and women into war and other dangerous situations to protect our country-but when we do, I want to make sure that it is only for a very good reason, that we try our best to settle our differences with others peacefully, and that we do everything possible to keep our servicemen and women safe. And I want every child to understand that the blessings these brave Americans fight for are not free-that with the great privilege of being a citizen of this nation comes great responsibility.
That was the lesson your grandmother tried to teach me when I was your age, reading me the opening lines of the Declaration of Independence and telling me about the men and women who marched for equality because they believed those words put to paper two centuries ago should mean something.
She helped me understand that America is great not because it is perfect but because it can always be made better-and that the unfinished work of perfecting our union falls to each of us. It's a charge we pass on to our children, coming closer with each new generation to what we know America should be.
I hope both of you will take up that work, righting the wrongs that you see and working to give others the chances you've had. Not just because you have an obligation to give something back to this country that has given our family so much-although you do have that obligation. But because you have an obligation to yourself. Because it is only when you hitch your wagon to something larger than yourself that you will realize your true potential.
These are the things I want for you-to grow up in a world with no limits on your dreams and no achievements beyond your reach, and to grow into compassionate, committed women who will help build that world. And I want every child to have the same chances to learn and dream and grow and thrive that you girls have. That's why I've taken our family on this great adventure.
I am so proud of both of you. I love you more than you can ever know. And I am grateful every day for your patience, poise, grace, and humor as we prepare to start our new life together in the White House.
Love, Dad
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