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Vanity Fea

Cámara oscura

golín
Estreno ahora mi cámara, de estética negra un tanto espartana, casi se diría soviética, pero que no me acaba de disgustar por las fotos que hace, con mi ayuda. Acabo de colgar la primera remesa en mi fotoblog de Flickr.  Me falta estudiar parte de sus posibilidades—no digo todas porque seguro que no llego a indagar en todas en la vida.  Nuestros instrumentos nos superan, ampliamente. Aquí una foto de Oscar en plan rapazuelo dickensiano, o pilluelo callejero estilo Huck Finn. Y pronto amenazo con mi serie de ramajes invernales, y seguidamente más reflejos e imágenes virtuales—que para eso se hizo la cámara oscura.

Aún recuerdo en mi cuarto de Biescas, hace treinta años, había un agujero en el marco de una ventana, y cerrando los ventanos a cal y canto se proyectaba en la pare del fondo del cuarto, y en colores claro, lo que pasaba por la calle, y los que pasaban. Hasta se les reconocía a la gente. Allí estabas dentro de la cámara.

Y más cámaras oscuras en las que he estado dentro... una en el piso de mi novia en la calle Gascón y Gotor, allá por los años 80, se veían en el techo los coches que pasaban por la calle. Y otra, que era atracción turística de la ciudad, en la cima de Edinburgo. 

Mi primera cámara (negra, claro) la manejé de prestado, y hasta aprendí a revelar fotos en blanco y negro, en el cuarto oscuro del colegio Cerbuna, que tenía laboratorio fotográfico.  Aún tengo esas fotos—si no todas reveladas, sí al menos en la cámara oscura de la memoria. Años después me regaló mi chica una Nikon, y lo bien que lo pasé haciendo fotos, que entonces me gustaban con un gran espacio vacío ocupando el centro, y el motivo central en una esquina. Con esta cámara me despedí de la era analógica—y ahora la guardo como una reliquia. Luego hice unos miles de fotos con una Olympus digital que tomé prestada a mi familia.

Cámaras oscuras, también llevamos dos implantadas de oficio. Y la nueva que me he comprado ahora es una Ricoh R8.





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Majete

 

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