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Vanity Fea

Garzón como Alma Bella

Garzón como Alma Bella

En su defensa final en el juicio por abrir una causa al franquismo, el juez Baltasar Garzón (vestido de juez sin que venga a cuento, por cierto, no sé cómo se lo tolera el tribunal) termina su alegato justificándose con la tranquilidad de su conciencia, y llega hasta a citar a Kant, al efecto de que no hay para un hombre un tribunal superior al de su propia conciencia.

¿Kant? Pues toma Hegel. O, más bien, recomendemos a Garzón la crítica de la actuación en conciencia según aparece en la Fenomenología del Espíritu, en la explicación de J. N. Findlay. Y traducción mía:
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653. En el discurso moral, la consciencia moral abandona su silencio y se vuelve universal. Un hombre enuncia la convicción de su deber, que otros entienden como tal convicción. Nada cuenta excepto que otros tengan por seguro que el hombre en cuestión está seguro de que está cumpliendo con su deber.

654. Quien actúa en conciencia no puede admitir que se cuestione si está actuando o no por sentido del deber, puesto que no admite una modalidad de deber absoluto que sea distinta de la determinación consciente del mismo por parte del individuo. Si dice que está actuando en conciencia, está actuando en conciencia.

655. La conciencia, en su majestad sublime, puede rellenar su saber y su querer con cualquier tipo de contenido. Es el genio moral a quien le consta que la voz de su intuición interna es divina. Es asimismo la fuerza creativa que puede hacer que cualquier tipo de actuación sea correcta. Seguir a la conciencia es practicar una religión de auto-adoración.

656. Esta solitaria religión es también comunitaria, y sirve para todos los que hablan el lenguaje de la conciencia y son en conciencia puros en sus propósitos.

657. Este tipo de conciencia pura es totalmente vacía. Uno siempre tendrá la certidumbre de tener razón sea cual sea la cosa sobre la que tiene razón. La consciencia, la relación de la mente a algo que sea objetivo, se ha evaporado en una autoconsciencia vacía, y lo que tenemos aquí en realidad es la falsedad de la conciencia moral, en lugar de su verdad.

658. Lo que emerge de este vaciado de la moralidad es el 'alma bella', que es demasiado excelente para comprometerse con nada. Le falta la fuerza para externalizarse y soportar la existencia. No quiere manchar la luminosidad de su puro actuar en conciencia decidiéndose a hacer algo en concreto. Mantiene su corazón puro huyendo del contacto con la realidad y manteniendo a buen recaudo su impotencia. Su actividad consiste en ansiar, y es como un vapor sin forma que se disuelve en la nada.

Visto así, no es de extrañar que Garzón le diese carpetazo a la causa franquista. Lo que no entiendo es cómo le alaban tanto, desde el ala republicana, que abriese el caso, y le reprochan tan poco que lo cerrase sin condenar al Caudillo a nada en concreto. Puestos a saltarse leyes, obviamente se ha quedado corto en el salto.




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El Tribunal Supremo acaba de inhabilitar a Garzón prácticamente para el resto de su carrera, durante once años; no por este caso de los crímenes del franquismo sino por las escuchas ilegales en el caso Gürtel. Es que Garzón se ha saltado una variedad de leyes que no se las salta un gitano. Y aún faltan dos sentencias por dictarse. Quizá algún buen amigo le debía haber dado consejos a Garzón en tiempos, en lugar de jalearlo y decirle "hale que tú puedes"... —si es que es hombre que se deje aconsejar.

Según la Cadena Ser, cito: 

El Tribunal Supremo ha condenado, por unanimidad, al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón a 11 años de inhabilitación por su investigación de la trama Gürtel. Los presuntos cabecillas de este caso de corrupción, a los que investigó, le sentaron en el banquillo por haber intervenido sus conversaciones en prisión con algunos letrados contando con el visto bueno de la Fiscalía Anticorrupción.
El tribunal señala en el fallo que esta decisión supone para el juez de la Audiencia Nacional "la pérdida definitiva del cargo que ostenta y de los honores que le son anejos, así como la incapacidad para obtener, durante el tiempo de la condena, cualquier empleo o cargo con funciones jurisdiccionales o de gobierno dentro del Poder Judicial, así como el pago de las costas procesales".
Los siete magistrados consideran que con su decisión, Baltasar Garzón produjo una "laminación" del derecho de defensa "colocando a todo el proceso penal español al nivel de sistemas políticos y procesales característicos de tiempos ya superados admitiendo prácticas que ahora solo se encuentran en los regímenes totalitarios donde todo se considera válido para obtener la información que interesa al Estado, prescindiendo de las mínimas garantías efectivas para los ciudadanos".
El alto tribunal señala a Garzón culpable de los delitos de los que venía siendo acusado porque lo que hizo no fue una "interpretación errónea de la ley", sino "un acto arbitrario, carente de razón, que desmantela la configuración del proceso penal como un proceso justo", ya que "escuchó y grabó" las conversaciones "reservadas" de los imputados con sus letrados "sin disponer de un dato que pudiera acreditar mínimamente que se estaban utilizando como coartada para facilitar la comisión de nuevos delitos".




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