Reconversión
domingo, 1 de julio de 2012
Reconversión
Por un renovado pacto constitucional para la reconversión del Estado
Carta abierta al Presidente del Gobierno
Madrid, 25 de junio de 2012,
Señor Presidente:
La  extrema gravedad de la situación económica, moral, social e  institucional de España en el momento presente nos mueve a dirigirnos  públicamente a Vd., como Presidente del Gobierno. Al hacerlo, partimos  del reconocimiento de su voluntad de emprender sucesivas reformas para  enfrentarse a los muy diversos problemas de nuestro país. Pese a ello,  nos es obligado constatar la imperiosa y urgente necesidad de que el  Gobierno plantee a las fuerzas políticas con representación  parlamentaria, y muy especialmente al principal partido de la oposición,  un programa integral, coherente y sistemático de reformas, cuyo debate y  negociación ofrezca como resultado un gran acuerdo nacional para lograr  la “reconversión del Estado”, puesto que en la presente crisis se han  hecho enteramente patentes los defectos y carencias de nuestra actual  organización política, social y económica, que no derivan sólo de una  gestión ineficiente, sino de  clamorosos fallos de estructura.
Esta  “reconversión” no trataría sin más de corregir y perfeccionar el actual  sistema, sino de redefinirlo y reorientarlo a la vista del resultado de  su desarrollo, una vez transcurridas tres décadas y media desde su  puesta en marcha, y ante las nuevas circunstancias surgidas a lo largo  de ese período, en particular, nuestra pertenencia a la Unión Europea y a  la Unión Monetaria Europea, con los consiguientes acuerdos y tratados  sobre la estabilidad fiscal y presupuestaria plasmados en el  recientemente reformado artículo 135 de nuestra Constitución.
Creemos  que para ser útil a los intereses nacionales este nuevo pacto de Estado  debería restaurar el espíritu del “consenso constitucional” imperante  durante la Transición,  abordando de modo completo las cuestiones  básicas pendientes de solución. Por tanto, ese gran acuerdo ha de  referirse a las reformas de la estructura económica de nuestro país y  del sistema educativo en todos sus niveles para restablecer la  competitividad de la sociedad española en el contexto global, al  funcionamiento y composición de los órganos constitucionales (Senado,  Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Constitucional), a la  organización, competencias y financiación de los poderes públicos en sus  tres niveles territoriales (Estado, Comunidades Autónomas,  Corporaciones Locales), a la extensión y financiación de los servicios  públicos, a los instrumentos de participación y representación política  de los ciudadanos (partidos políticos, sistema electoral y control  parlamentario) y a la posición de España en las instituciones  comunitarias en relación al debate sobre el futuro de la unión política,  fiscal y financiera, superando así en definitiva lo que ya se reconoce  por una amplia mayoría de ciudadanos como el agotamiento de nuestro  modelo constitucional.
Es  evidente que sin lograr un acuerdo de esa profundidad y amplitud los  avances que  suponen las reformas en curso serán limitados y, desde  luego, no resolverán los muy graves problemas que tiene hoy España,  problemas que se agudizarán en el inmediato futuro por la ofensiva  “soberanista” que ya se plantea en el País Vasco y en Cataluña y que  pondrá a prueba la supervivencia del Estado constitucional.
Sin  embargo, el mero planteamiento de un pacto político de esta naturaleza,  por necesario que sea, no basta para conseguir sus objetivos. Es  desgraciadamente posible que, a la vista de las divergencias entre las  fuerzas políticas con representación parlamentaria, y sobre todo de las  posiciones que separan hoy a los dos grandes partidos, no se llegue a  ningún acuerdo. De ser así, ni el Gobierno ni el Partido Popular  debieran quedarse cruzados de brazos. Además de continuar las reformas  necesarias en el ámbito de las competencias del Gobierno de la Nación,  existe otra vía para superar esa parálisis: la apelación directa al  pueblo español durante esta legislatura mediante la celebración de un  referéndum consultivo.
Esta  consulta debería versar sobre una trascendental decisión: la  reordenación y la racionalización de nuestro sistema político y  autonómico y de nuestra estructura institucional para fortalecer la  unidad nacional y conseguir la eficiencia y la viabilidad del Estado.
Sr.  Presidente, estamos seguros de que su patriotismo y su alto sentido de  la responsabilidad le harán considerar las ideas que le hemos expuesto.  Confiamos, por tanto, en que ello le anime a adoptar las iniciativas  políticas correspondientes para garantizar la unidad, estabilidad y  prosperidad de España en esta hora difícil de su Historia.
Reciba, Sr. Presidente, el testimonio de nuestro aprecio y nuestros mejores deseos de éxito en su comprometida misión.
Firmo este manifiesto titulado Reconversión, aunque contiene algunas mentirijillas, en concreto los dos últimos párrafos—me ha crecido la nariz pero bien, ahí.
La lista de firmantes que lo presenta:
Abascal, Santiago
Alcaraz, Francisco José
Bueno, Gustavo
Buesa, Mikel
Calvet Chambón, Enrique
Caneda Tchad, Jorge
Cánovas del Castillo, Antonio
De Cuenca, Luis Alberto
De los Ríos, César Alonso
De Miguel, Amando
Domingo, Víctor
Espada, Arcadi
Espinosa de los Monteros, Iván
Gándara, Alejandro
González Quirós, José Luis
Gortázar, Guillermo
Gutiérrez Fuentes, José Antonio
Levy, Boris
López Facal, Javier
Macarron, Alejandro
Martín Aguilera, Antonio Jesús
Mejías, Carina
Ortega Lara, José Antonio
Parada, Ramón
Peralta, Ramón
Prego de Oliver, Adolfo
Puerta, José Luis
Rodríguez Braun, Carlos
Rodríguez García, Ramón
Ruiz Soto, Carlos
Santonja, Gonzalo
Savater, Fernando
Tamarón, Marqués de
Vázquez Rial, Horacio
Vidal-Quadras, Alejo
Veo  este manifiesto como básicamente antisecesionista y anti-partitocracia,  coincidente con el planteamiento de UPyD, y en gran medida con los de  algunos sectores "arrinconados" del PP y hasta del PSOE. Una  reconversión de la constitución española también requeriría eliminar  borbonadas, fueros navarros y cupos vascos, y poner realmente una ley  igual para todos—aunque esto ya no lo llega a decir el manifiesto.
Pero  todo esto a Rajoy, partitócrata arquetípico, por un oído le entra y por  otro le sale, evidentemente: no hay más que ver el odio y desprecio con  el que se dirige a Rosa Díez cuando oye cosas en esta línea. Y los  españoles le votan a individuos como él, o como Rubalcaba: está  demostrado.  O sea que el pescado está ya vendido, y hay que esperar a  que el chiringuito quiebre a base de bien, mientras este individuo y sus  votantes ven fútbol, haciendo el viaje a ninguna parte... to the bitter  end.
 
       
		
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