Mary as the Monster
viernes, 7 de septiembre de 2012
Mary as the Monster
Ayer echaron por una de las cadenas de televisión que siguen los chavales, NeoMax, un documental presentado por Ridley Scott, Profetas de la ciencia-ficción, dedicado sobre todo al origen de la ciencia ficción en Mary Shelley, y cómo su idea de la creación artificial de vida se está viendo en algunos sentidos vindicated por las actuales investigaciones en genética, los experimentos de diseño de seres vivos de Craig Venter, las tecnologías de selección de embriones... Entrevistando a algunos biógrafos de Shelley, enfatizaban éstos el paralelismo entre la propia Mary y el monstruo: Mary huérfana de madre, con frecuentes visitas a la tumba de Mary Wollstonecraft y leyendo sus obras, y huérfana de padre en el sentido de no hallar acomodo en la familia de Godwin, con su nuevo matrimonio. Se sentía descuidada y abandonada y proyecta parte de ese abandono al monstruo. Es una perspectiva muy interesante y que complementa las observaciones también hechas sobre la relación entre la idea de dar vida a un cuerpo muerto y los sueños que tenía Mary Shelley tras la muerte de su bebé (acabaron muriendo todos sus hijos, y ella tampoco llegó a vieja). Algunas de estas cuestiones las traté en un comentario al prólogo de Frankenstein escrito por la autora; también el paralelismo entre el libro y el monstruo que notó alguno de los entrevistados. Los escritores de ciencia-ficción también crean sus propias "vidas artificiales", imaginativamente, se decía. Claro que en un cierto sentido todo escritor es creador de vida artificial, y tiene una relación ambivalente de paternidad monstruosa con los libros que inventa. Y una problemática relación hay en la propia figura de los padres, que dan vida y ocupan así de modo quizá indebido la figura de Dios, son dioses insuficientes; por allí se apunta tal vez otra crítica a Godwin, padre irresponsable como Frankenstein, y también a su modo generador de monstruos dada la desubicación social de Mary. Frankenstein es, por tanto, a un determinado nivel, la proyección de un trauma, quizá su cicatriz, o su forma visible. No en vano se lo dedicó Mary a Godwin, en un gesto ambivalente de admiración, desafío y reproche.
Otra cosa: quizá un término insuficientemente enfatizado en el prólogo de Shelley es el de la fabricación, la manufacture de partes corporales. Se ve allí la influencia imaginativa del primer industrialismo: partes, piezas que se fabrican separadamente y luego se montan juntas, un fenómeno relativamente nuevo y creciente en influencia. En ese sentido el monstruo es también el primer robot de la era industrial.
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