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Anclaje narrativo y círculo hermenéutico en un texto de Polibio

sábado, 5 de enero de 2013

Anclaje narrativo y círculo hermenéutico en un texto de Polibio


En el Libro III de las Historias de Polibio, el autor explica el plan de la obra y algunas cuestiones de concepto y método. Destaca en su exposición la idea de una historia universal que englobe a las historias parciales—lo que podríamos llamar un marco narrativo general que les proporcione un anclaje narrativo, o un contexto interpretativo, que permita entenderlas como episodios de un proceso más global.  Por otra parte, esta necesidad de establecer una relación entre las partes y el todo lleva a Polibio a proporcionar una versión temprana de la noción del círculo hermenéutico que según Ast, Schleiermacher y otros, es a la vez una descripción del proceso de la comprensión y, una vez se asume como proceso consciente, un método para mejorar esa misma comprensión.  Así comienza el libro III (con traducción y notas de Manuel Balasch): 

En el primer libro de la obra tomada en su conjunto, es decir, el tercero anterior a éste, dejamos claro que establecíamos como principio de nuestro tratado la Guerra Social, la Anibálica y la de Celesiria: en el mismo libro expusimos, igualmente, las causas que nos hicieron componer los libros precedentes, remontándonos a tiempos anteriores a estos sucesos. Ahora intentaremos exponer científicamente las guerras citadas, las causas por las que surgieron y alcanzaron tan gran extensión; pero antes hablaremos brevemente acerca de mi trabajo. (1)


El tema sobre el que intentamos tratar es un único hecho y un único espectáculo, es decir, cómo, cuándo y por qué todas las partes conocidas del mundo conocido han caído bajo la dominación romana. Ésta tiene un principio conocido, una duración delimitada y un resultado notorio, de modo que creemos que va a ser útil recordar y recapitular brevemente las partes principales de este período, ordenadas de principio a fin. Es de suponer que así, más que de otro modo, se proporcionará a los estudiosos una visión adecuada del conjunto de nuestra empresa. En efecto, dado que el espíritu progresa mucho si desde el todo llega al conocimiento de los asuntos en detalle, y mucho también si desde éstos avanza en el conocimiento de la totalidad, creemos que el mejor método y visión es el que se hace desde ambas perspectivas. Por ello trazaremos un esquema preliminar de nuestra historia de acuerdo con lo apuntado. (Libro III.1, 1-7; Vol. 1, p. 219-20). 


Este es el texto clave. Véase la noción según la cual una visión de conjunto de una serie de acontecimientos proporciona una comprensión mejor de cada uno de los acontecimientos que pertenecen a esa serie (concepto de contextualización, pero también más específicamente de anclaje narrativo, pues es una contextualización referida específicamente a secuencias temporales y a las narraciones que dan cuenta de ellas). También aparece la noción de la doble dirección de la comprensión: desde la visión global o panorámica hacia el detalle de los acontecimientos, por una parte— lo que podríamos llamar un proceso top-down— y, por otra, la perspectiva acumulativa o bottom-up, un modo de conocimiento quizá más al modo baconiano, o inductivo, partiendo de los datos individuales y acumulándolos para elevarse a una interpretación global de los mismos.  Obsérvese que  Polibio recomienda no atenerse a una de las dos vías, sino emplear ambas. Schleimermacher desarrollará enormemente este tipo de razonamiento, estableciendo explícitamente la noción de círculo hermenéutico como una circulación del todo a la parte y de la parte al todo, y a la vez como una alternancia entre lo ya conocido retrospectivamente, y lo intuido prospectivamente.  Sin pretender sugerir que ya lo había dicho Polibio, podemos ver en una semilla futura del desarrollo del círculo hermenéutico en la observación de éste al efecto de que "el mejor método y visión es el que se hace desde ambas perspectivas", considerando los asuntos parciales desde la visión de la historia global, y también construyendo la historia global mediante el estudio y ensamblaje de las historias parciales.
Polibio plantea así sus Historias como una obra dedicada a la exposición e interpretación de una gran narración, pues no es otra cosa la expansión de la dominación romana, o lo que podríamos llamar la primera gran globalización entre Oriente y Occidente. Y la interpretación consistirá en relacionar la solidez de Roma con la peculiar fortaleza y equilibrio de su constitucion. En el Libro I.1 observa Polibio que

la propia originalidad de los hechos acerca de los cuales nos hemos propuesto escribir se basta por sí misma para atraer y estimular a cualquiera, joven y anciano, a la lectura de nuestra obra. En efecto, ¿puede haber algún hombre tan necio y negligente que no se interese en conocer cóo y por qué género de constitución política fue derrotado casi todo el universo en cincuenta y tres años no cumplidos, y cayó bajo el imperio indisputado de los romanos? Se puede comprobar que antes esto no había ocurrido nunca. ¿Quién habrá, por otra parte, tan apasionado por otros espectáculos o enseñanzas que pueda considerarlos más provechosos que este conocimiento? (Vol. 1, p. 4).


Continúo y termino con la cita del texto de Polibio (III.1 8-10, III.2), ya no por su interés metodológico sino como resumen que ofrece la panorámica de su obra, los años en que se decidió que sería Roma quien dominase el mundo que rodea el Mediterráneo.  Y también por la justificación que proporciona Polibio sobre sus propias acciones en el seno de esta gran historia, acciones entre las que se incluye la propia redacción de la obra que le ocupa y nos ocupa. También esa dimensión reflexiva de la obra es una cuestión de interés para el estudio del anclaje narrativo.

Ya hemos señalado la forma y los límites de esta investigación (2). Por lo que se refiere a los hechos concretos ocurridos en ella, se empezará por las guerras ya citadas, y su final coronamiento lo constituirá la destrucción del reino de Macedonia; el tiempo abarcado son cincuenta y tres años (3), período que comprende acciones tan numerosas y de tanta envergadura que, en un lapso igual de tiempo, no se han dado jamás en épocas anteriores. Tomando como punto de partida la Olimpíada ciento cuarenta (4), en la exposición se seguirá el orden siguiente:

(III.2) Tras exponer las causas por las que estalló la guerra ya citada entre cartagineses y romanos, llamada Anibálica, se describirá la invasión de Italia por parte de los cartagineses, cómo arruinaron la dominación romana e infundieron a aquéllos un gran temor por sus vidas y por los fundamentos de su patria, mientras que los mismos cartagineses llegaron a abrigar grandes e imprevistas esperanzas de tomar por asalto la misma ciudad de Roma. 

A continuación intentaremos explicar cómo, en esta época, Filipo de Macedonia libró una guerra contra los etolios, tras la cual dispuso los asuntos de Grecia y se lanzó a compartir las esperanzas de los cartagineses. Antíoco y Ptolomeo Filópator andaban a la greña y, al final, estalló entre ellos una guerra por la posesión de Celesiria (6). Los rodios y Prusias declararon la guerra a los bizantinos y les forzaron a cesar en el cobro de peaje a los que navegaban hacia Ponto (7).

Aquí detendremos nuestra exposición y trataremos de la constitución romana (8); demostraremos luego que las características de esta constitución contribuyeron al máximo, no sólo a que los romanos dominaran Italia y Sicilia, sino también a que extendieran su imperio a los iberos y a los galos (9), y además a que, tras derrotar militarmente a los cartagineses, llegaran a concebir el proyecto de dominar el universo. Paralelamente a todo ello aclaremos, en una digresión, el derrocamiento de la tiranía de Hierón en Siracusa. Enlazaremos con estos temas los disturbios occurridos en Egipto, la coalición, efectuada tras la muerte del rey Ptolomeo, de Antíoco y Filipo para repartirse el imperio legado al joven príncipe heredero, y cómo empezaron las insidias y manejos de Filipo contra Egipto, Caria y Samos, y las de Antíoco contra Celesiria y Fenicia.

A continuación, tras una recapitulación (11) de las operaciones de romanos y cartagineses en España, en África y en Sicilia, desplazaremos nuestra exposición a tierras de Grecia, con los grandes cambios que allí hubo. Narraremos las batallas navales de Átalo y de los rodios contra Filiopo y la guerra de éste contra los romanos (12), cómo se desarrollaron, sus causas y su desenlace. A esto añadiremos, sin interrupción, el recuerdo de la cólera de los etolios, con la que arrastraron a Antíoco y, desde el Asia, encendieron una guerra contra aqueos y romanos (13).

Después de aclarar sus causas y el paso de Antíoco a Europa, explicaremos, en primer lugar, cómo consiguió huir de Grecia; en segudo lugar, cómo, derrotado, abandonó los territorios que están a este lado de la cordillera del Tauro. En tercer lugar, cómo los romanos, tras haber humillado la soberbia de los galos, se aprestaron a dominar, sin admitir rivales, los territorios asiáticos y liberaron a los habitantes de la parte hacia acá del Tauro, del terror de los bárbaros y de la injusticia de los galos. Seguidamente, tras poner la vista en los desastres de etolios y cefalenios (14), entraremos en las guerras que Éumenes trabó contra Prusias y los galos (15); igualmente, en la guerra que hubo entre Ariarato y Farnaces (16). Luego haremos mención de la pacificación y concordia que reinó en el Peloponeso, así como del auge de la república de Rodas (17), y ofreceremos un resumen de toda nuestra exposición y de las acciones que contiene. finalmente, trataremos la expedición de Antíoco Epifanes contra Egipto, la guerra persa y el derrumbamiento del imperio macedonio. Paralelamente a todo ello se irá viendo cómo manejaron los romanos cada asunto y cómo lograron someter todo el mundo a su imperio.

Si por sí solos los éxitos o los fracasos permitieran emitir un juicio suficiente sobre los hombres o los gobiernos, despreciables o laudables, según el progrma inicial nosotros deberíamos pararnos aqui y concluir simultáneamente nuestra exposición e historia con las acciones citadas en último lugar. En efeto: el lapso de los cincuenta y tres años termina en ellas, y el progreso y el avance del imperio romano ya había culminado. Además, daba la impresión de que era notoria e ineludible para todos la sumisión a los romanos y la obediencia a sus órdenes. Pero los juicios sobre vencedores y vencidos extraídos simplemente de los propios combates son insuficientes. Lo que muchos han creído un triunfo insuperable, si no se explotó con acierto ha comportado grandes desastres, mientras qeu a no pocos que han soportado con entereza las desgracias más escalofriantes, éstas han acabado por convertírseles en ventajas. A las acciones mencionadas habrá de añadirse un juicio sobre la conducta posterior de los vencedores, sobre cómo gobernaron el mundo, la aceptación y opinión que de su liderazgo tenían los demás pueblos; se deben investigar, además, las tendencias y ambiciones predominantes en cada uno, que se impusieron en las vidas privadas y en la administración pública.

Es indiscutible que por este estudio nuestros contemporáneos verán si se debe rehuir la dominación romana o, por el contrario, si se debe buscar, y nuestros descendientes comprenderán si el poder romano es digno de elogio y de emulación, o si merece reproches. La máxima utilidad de nuestra historia, en el presente y en el futuro, radica en este aspecto (18). No hay que suponer que, ni en sus dirigentes ni en sus expositores, la finalidad de las empresas sea vencer y someter a todos. Nadie que esté en su sano juicio guerrea contra los vecinos por el sólo hecho de luchar, ni navega por el mar sólo por el gusto de cruzarlo, ni aprende artes o técnicas sólo por el conocimiento en sí (19). Todos obran siempre por el placer que sigue a las obras, o la belleza, o la conveniencia.

Por eso la culminación de esta historia será conocer cuál fue la situación de cada pueblo después de verse sometido, de haber caído bajo el dominio romano, hasta las turbulencias y revoluciones que, después de estos hechos, se han reproducido. En vistas a la importancia de las acciones que entonces se desarrollaron y al carácter extraordinario de los acontecimientos, pero también—y esto es lo más importante—en razón del hecho de que yo he sido no solamente espectador, sino unas veces colaborador y otras dirigente, he emprendido la redacción, por así decir, de una historia nueva, tomando un punto de partida nuevo también.


 
 Notas

(1) Polibio consdera que en este tercer libro empieza su verdadero trabajo personal. La guerra de los aliados ocupa la mayor parte del libro cuarto y buena parte del quinto. La anibálica es la segunda guerra púnica, como ya se ha notado repetidamente, que llena buena parte de este libro tercero. La guerra de Celesiria es la cuarta guerra entre Antíoco III el Grande y Ptolomeo Filópator. En cuanto a la fecha de iniciación, hay discordancia: mientras JULES DE FOUCAULT, en su edición del tercer libro de Polibio, París, 1971 (citado desde ahora FOUCAULT, Polybe, III), pág. 30, la pone en el 219, BENGTSONGeschichte, pág. 368, la sitúa entre los años 221/217.
(2) Al principio mismo de la obra, I. 1, 5-6.
(3) En los años 210/168.
(4) Comprende los años 220/216. Es de notar que los libros XXII y XXIII de TITO LIVIO reproducen casi literalmente este tercero de Polibio.
(5) Filipo V de Macedonia.
(6) La Celesiria es una pequeña región situada entre las cordilleras del Líbano y del Antilíbano.
(7) Esto se narra en el libro IV 31-37.
(8) Ya se ha dicho más arriba, en una nota, que este estudio se verifica en el libro sexto. El lugar es, exactamente, VI 11-18.
(9) La narración polibiana de la campaña romana en la Galia no nos ha llegado.
(10) Cf. VII 2-8, y VIII 3-7 y 37. De los disturbios de Egipto no nos queda nada en los extractos restantes de Polibio.
(11) Aquí hay cierta divergencia en el vertido del verbo griego original. Mientras Schweighäuser traduce "in brevem summam contrahere", es decir, "resumir", WALBANKCommentary, ad loc., traduce "recapitular". Foucault elude el problema con una traducción muy libre.
(12) Es la segunda guerra de Macedonia, narrada por Polibio en su libro XVIII.
(13) Todo esto nos ha llegado sólo en parte. Cf. XXI 17.
(14) Cf. XXI 35-32b.
(15) La guerra de Prusias de Bitinia contra Éumenes II de Pérgamo estaba en el libro XXII, pero su narración polibiana se ha perdido.
(16) Cf. XXIII 9, 1-3; XXIV 1, 1-3; 5; XXV 2.
(17) Cf. XXI 24, 7; 46, 8.
(18) Polibio insiste en conceptos ya expuestos, cf. I 1-3.
(19) Aquí hay ciertos ecos de doctrina estoica.


Lógica de la narratividad según Polibio

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