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Vanity Fea

Retropost (2007): Nos anglifican el nombre


En la web de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología del Ministerio de Educación y Ciencia emiten directrices para estandarizar los nombres de los investigadores españoles en las publicaciones científicas: para que yo, José Ángel García Landa, no sea nada de esto en las bibliografías:

1) García Landa, José Ángel
2) Landa, José A. García
3) García, J. Ángel
4) García Landa, J.
5) Landa, J. A. G.
6) García-Landa, José,
7) Gª Landa, José-Angel.

Y sea, en su lugar, sólo ésto

8) José Ángel García-Landa (firma recomendada), o sea
9) García-Landa, JA (su resultado en la ISI Web of Knowledge).

Suponiendo que yo sea investigador y aparezca por la ISI, que es mucho suponer.

Bueno, pues esta normativa o recomendación tiene como todo su lado bueno y malo. No entiendo a las personas que multiplican sus alias y sus firmas (utilizando todas las formas del 1 al 9), pero haberlas haylas, y eso sin contar con los catalanes que son tan pronto Peras como Pedros, y otras cuestiones aledañas. En particular entiendo poquísimo a los que tan pronto utilizan como dejan de utilizar su primer apellido vulgaris, o lo abrevian, tantos González que aparecen intermitentemente o se quedan en Glez., y Garcías en Gª (nº 7)—absurdo, digo. Aunque oye, cada cual que haga como quiera y multiplique sus entidades, como Guillermo de Ockham u Occam. Luego igual le piden un test de ADN junto con el currículum-bite, para probar que es él mismo.

La reforma sigue el principio anglófono según el cual sólo hay un apellido, la última palabra suelta del nombre, y todo lo que va delante son nombres. O sea, que si yo firmo con mi firma habitual española más completa y lógica, "José Ángel García Landa", esta normativa me va a convertir en una bibliografía en "Landa, JAG". Que ya lo hacen algunos al incluirme en una bibliografía, ya. La idea es resignarse a morir al palo y juntar los apellidos como hacen los americanos en este caso (número 8-9). Muchos colegas ya lo hacen cuando publican en inglés, y especialmente en las publicaciones en el extranjero, como resignados a rebautizarse para evitar confusiones, o adoptando una identidad más aerodinámica e internacional.

Pues yo no, qué leshes. Más bien he preferido siempre aclarar con mucho cuidado con los editores cómo hay que alfabetizar y escribir los nombres españoles, y si me han publicado algo en Londres o en París, Texas, pues ha aparecido con mi nombre auténtico y no anglofonizado ni adaptado a la normativa globalizada. Y si me citan mal, oye, que aprendan ellos a citar, que todo esto funciona en dos sentidos, y también nosotros tenemos que aprender que John Fitzgerald Kennedy no era hijo del Sr. Fitzgerald y de la Sra. Kennedy.

Bueno, reconozco que en la Universidad Brown, donde saqué un Máster, le expidieron el título a un tal Jose-Angel Garcia-Landa, creo; debía ser por normas de la casa...

El resultado de esta práctica recomendada ahora es que el segundo nombre de los nombres dobles ("Ángel" en mi caso) se convierte en un "middle name", y que los dos apellidos desaparecen para convertirse en uno solo, como si todos tuviésemos ínfulas nobiliarias de apellidos rimbombantes, como en la partida de bautismo, "José Ángel García y Landa", hale, pero ahora con bautismo americano. Peor les va a los que tienen "des" y "de las": así, "Emilio de la Banda García" se convierte en "Emilio Banda-García"; "María del Mar Valero Ruiz" se convierte en "María M Valero-Ruiz", y Carlos García de la Torre en "Carlos García-de-la-Torre".

Pues de momento que se rebautice quien quiera a la moda del XXI. Yo seguiré firmando como firmo ahora, todo lo más destaco el apellido en un tipo distinto para que se sepa dónde alfabetizar, José Angel García Landa. Eso si me cita alguien, que ya querría yo, ya.

Hola, Humano



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