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La Máquina del Mundo según los estoicos

jueves, 17 de marzo de 2016

La Máquina del Mundo según los estoicos

La idea del mundo como un sistema necesariamente conectado es una teodicea de raíz estoica, que tiene su interés a la hora de trazar una genealogía de las nociones de evolucionismo cósmico y de anclaje narrativo; también la idea de "no hay mal que por bien no venga" que subyace a la teoría evolucionista—la complejidad emerge de la lucha de los elementos, y los contrarios son componentes necesarios del todo, como decía ya Heráclito. Ello lleva a que se declare filosóficamente absurda la aceptación de sólo los aspectos benéficos del universo. Todo lo bueno y lo malo forma parte de una misma cadena de causas y efectos en esta concepción de la integración universal total. Así la expone Adam Smith en su Teoría de los sentimientos morales, siguiendo a Marco Aurelio:

El bondadoso emperador, el soberano absoluto de todo el mundo civilizado, que ciertamente carecía de motivo alguno para lamentar su suerte, se deleita en expresar su contento por el curso normal de las cosas, y en señalar la belleza de aquellas partes donde los observadores vulgares no podían apreciar ninguna. Observa que hay una corrección e incluso una gracia encantadora en la vejez tanto como en la juventud; la endeblez y decrepitud de un estado son tan conformes a la naturaleza como el florecimiento y el vigor del otro. La muerte es asimismo una conclusión tan propia de la edad avanzada como la juventud lo es de la infancia o la vida adulta de la juventud. En otra ocasión destaca que así como afirmamos que un médico manda a una persona montar a caballo o tomar baños de agua fría o andar descalzo, así deberíamos decir que la naturaleza, la gran conductora y médica del universo, ha ordenado a tal persona una dolencia o la amputación de un miembro o la pérdida de un hijo. Por la receta de los médicos normales el paciente traga muchas pociones amargas y soporta muchas operaciones dolorosas. Se somete a todo con la muy incierta esperanza de recuperar la salud. Del mismo modo, gracias a las recetas más severas del gran médico de la naturaleza, el paciente puede contribuir a su propia salud, su prosperidad y felicidad, con la más plena garantaía de que no sólo contribuyen sino que son indispensables para la salud, la prosperidad y la felicidad del universo, para el desarrollo y avance del egregio plan de Júpiter. Si así no lo fueran, el universo jamás las habría producido: su omnisciente arquitecto y conductor jamás habría permitido que tuviesen lugar. Todas, incluso las más pequeñas de las partes que coexisten en el universo, se adaptan mutuamente a la perfección y todas contribuyen a componer un solo sistema inmenso e interconectado; y todos los acontecimientos que se suceden, incluso los más insignificantes, forman parte y parte necesaria de esa gran cadena de causas y efectos que no tuvo principio y no tendrá final, y así como todos derivan necesariamente de la organización y diseño original del conjunto, todos son esencialmente necesarios no sólo para su prosperidad sino también para su mantenimiento y preservación. Quien no abraza cordialmente todo lo que le sobrevenga, quien lamenta su destino, quien desea que no le hubiese tocado, pretende en la medida en que pueda detener el movimiento del universo, romper la gran cadena de sucesos cuya evolución es lo único que puede lograr que el sistema continúe y se preserve, y por alguna pequeña conveniencia propia desordenar y descomponer toda la maquinaria del mundo.



Seguidamente pasa Smith a refutar la ética estoica—es sólo un consuelo para la desdicha, pero no una guía de vida. En nuestras vidas seguimos, muy razonablemente y por naturaleza, otro plan: el de que nos afecten las cosas que nos afectan más que las que nos caen lejos: nuestra felicidad, nuestra familia, nuestros conocidos, nuestro país, nos importan más que otras consideraciones que puedan ser más importantes de por sí, para una consideración objetiva que pertenece a los dioses más que a los hombres. Smith llama por tanto a llevar una vida activa y emprendedora, y no a una vida de contemplación sobrellevando pasivamente el mundo.


Historia(s) de todo

 

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