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Evolución

Carl Zimmer - The Surviving Branch

miércoles, 22 de marzo de 2017

Carl Zimmer - The Surviving Branch

 






De la nada al Universo

Conferencia de Vyatcheslav Mukhanov:







Retropost (2007): Revoluciones, y catástrofes, y cataclismos y muertes masivas

Homo erectus


Como muchas otras personas, Stephen Jay Gould leyó el libro de T. S. Kuhn La estructura de las revoluciones científicas, pero a diferencia de otras personas, que lo leyeron y se quedaron como antes, a Gould le plantó una semilla en el cerebro, o más bien le produjo una revolución conceptual. Los cambios en las concepciones teóricas, sostiene Kuhn, no tienen lugar de modo gradual, sino por la sustitución súbita de paradigmas explicativos: teorías nuevas que parten de nuevos supuestos, hacen nuevas preguntas y resuelven distintos problemas. Gould está así muy atento a la evolución de las teorías de la evolución (una bonita reduplicación se produce aquí) y descubre en ellas este paradigma catastrofista: la teoría que él aporta es, pues, una catástrofe teórica, como lo fue la de Darwin en su momento. La historia (catastrofista) de la teoría es parte de la teoría evolutiva de Gould; no puede entenderse la evolución, nos dice Gould, sin entender las teorías de la evolución; su teoría es también una metateoría de la evolución.

Gould desarrollaría pues a lo largo de su carrera una compleja teoría de la evolución, expuesta en detalle en The Structure of Evolutionary Theory (título que quizá aluda al de Kuhn, y no sólo a estructuras "estables"). Esta teoría evolucionista reformulada supone una crítica al darwinismo clásico (en su formulación clásica dominante en el siglo XX, la Nueva Síntesis). Sin rechazar totalmente las ideas de Darwin (al cual profesa gran respeto y admiración), Gould las matiza, las limita y las incluye como un componente de un proceso evolutivo global que va más allá del darwinismo. Básico en el darwinismo era el concepto de gradualismo: pequeñas transformaciones imperceptibles pero graduales, por efecto de la selección natural y a base de tiempo (mucho tiempo), producen grandes diferencias, y dan origen a la variedad de formas vivas.

Frente a esta teoría gradualista, la teoría de Gould es catastrofista. Aquí está el segundo catastrofismo al que me refería. La teoría de Darwin supuso una "catástrofe teórica" y un cambio de paradigma, pero en el caso de Darwin no se da esta bonita reduplicación: su novedad, su catástrofe teórica, fue terminar con el catastrofismo en historia natural y (siguiendo a Lyell) desarrollar una influyente teoría gradualista. Para Darwin todo sucede de modo gradual; de la misma manera que la acumulación de empresas individuales produce una fuerte economía nacional en la economía política de Adam Smith, así en Darwin la lenta acumulación del trabajo de la selección natural da origen a las especies—de modo gradual y en absoluto catastrofista.

Para Darwin, las especies se transforman lentamente, se subdividen... en realidad el concepto de especie no es tan importante para él. Se fija en los individuos, y no llega a extraer las consecuencias de que no formen los individuos un continuo—de que las especies sean algo más que clasificaciones arbitrarias sobre una gama continua de formas.

Para Gould, no. Las especies cambian poco: aparecen bruscamente, se mantienen durante un tiempo corto (es un decir) o largo (largo de verdad). En general, se mantienen fijas. Y luego desaparecen—siempre. Como los individuos al morir... claro, que también pueden dejar especies hijas, que quizá (o quizá no) las sobrevivan. El caso es que las especies aparecen de modo comparativamente súbito: normalmente por la evolución producida en una población aislada, que luego se expande a otro ámbito geográfico más extenso. Este es uno de los sentidos en que el contenido de la teoría de Gould (y no sólo su efecto en la disciplina de la biología) es catastrofista. Las especies no aparecen de modo gradual, sino catastrofista, o revolucionario. Es lo que se llama la teoría del equilibrio puntuado, desarrollada por Gould junto con Nils Eldredge. Equilibrio, por la fijeza relativa de las especies, y puntuado por momentos relativamente breves de especiación: un origen "súbito" (súbito a escala geológica).

Y muchas veces también desaparecen las especies de modo súbito y catastrofista. Este es el tercer sentido en el que la teoría de Gould es catastrofista. Enormes cantidades de especies desaparecen de modo súbito en períodos de extinciones masivas. Las extinciones masivas son producto, literalmente, de catástrofes: cósmicas, climáticas, ecológicas. Observemos que sólo este tercer tipo de "catástrofe" en Gould responde a nuestra noción habitual de lo que es una catástrofe.

Veamos. De los dinosaurios, que dominaron la tierra durante muchos millones de años, sobrevive sólo una rama colateral, multiplicada eso sí hasta la saciedad de variaciones—las aves. De entre los mamíferos, los monotremas (si merecen ser llamados mamíferos) se juntan con los marsupiales en un rinconcito del planeta, en el resto, todo placentarios y alguna zarigüeya. De todos los homo que había hace unos millones de años, sólo queda (mira tú) una especie que además está exterminando a sus parientes evolucionarios más cercanos... Una de las razones principales por las que el árbol de la vida muestra la extraña distribución que contemplamos son las catástrofes súbitas, que acaban con familias enteras de especies de manera brutal, y al azar, dejando que los supervivientes luego se diversifiquen y proliferen en variedades ecológicamente similares a veces a las especies desaparecidas. Pero delfines en lugar de ictiosaurios, pongamos. El azar reina en la teoría de Gould: el azar y la estadística. Las formas vivas tienden a proliferar hasta alcanzar los límites estadísticamente tolerables. Al borde del equilibrio hay pocas especies; la mayoría se concentran en la intersección de los valores medios de un gráfico.

La posición del hombre es particularmente atípica e inestable según esta teoría—Hetero sapiens. Si nos atenemos a ella, son de prever más revoluciones y catástrofes. Porque hasta en cuestiones de catástrofes y revoluciones se sigue un cierto orden. Pero... calma. Hablamos aquí a escala geológica, y antes de que llegue la madre de todas las catástrofes, da tiempo a que llegue una nueva revolución en la teoría, posiblemente para restaurar algún gradualismo que nos deje menos revolucionados.

El Hombre de Flores y la narración


 

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Retropost (2007): Teoría de la contingencia

 

Se supone en buena lógica aristotélica que no puede haber ciencia del accidente, sino sólo de los principios generales. Por eso es un tanto paradójica la idea de una teoría de la contingencia, a primera vista; teoría de las cosas que no se pueden reducir a principios, sino que son producto del azar, y de combinaciones impredecibles de causas convergentes. Sólo post hoc se pueden describir esos fenómenos. Si hay ciencia posible de ellos, es una ciencia narrativa, no predictiva; una ciencia que se limita a establecer lo que de hecho sucedió, y a describir las modalidades principales de interacción entre las diversas causas. Esa ciencia, que parece menos ambiciosa que una ciencia matemática o física, trata sin embargo de los fenómenos que más de cerca nos atañen, y que son contingentes, impredecibles. Como la constitución específica del mundo en que vivimos, la evolución de la vida, la transformación de unas especies en otras, la aparición de nuestra propia especie, y los avatares de su historia y cultura. Incluyendo, en una fase tardía, la aparición de teorías que reconstruyen o esa serie de procesos complejos e impredecibles.

Me acabo de terminar The Structure of Evolutionary Theory (2002), libro en el que culminó la vida y obra de Stephen Jay Gould (aunque han salido otros escritos póstumamente). Ya se tradujo al español, una labor de titanes, supongo, como su composición. Gould pasa repaso a la historia de la vida y formula su propia teoría de la evolución, a la vez que repasa las teorías anteriores en detalle, entendiendo su lógica desde dentro. Se plantea Gould el estudio de la evolución como una empresa en la cual el elemento teórico es absolutamente fundamental. No importa sólo la calidad de las respuestas o hallazgos concretos, sino también la calidad de las preguntas y presuposiciones teóricas que permitan organizar esos hechos. El estudio de la evolución es así, para Gould, inseparable del estudio del desarrollo de la teoría de la evolución: es decir, estudia las dos cosas a la vez, la evolución como teoría, y la evolución de la propia teoría evolucionista, su descubrimiento gradual de nuevos ámbitos de explicación, su acotamiento de qué problemas es relevante o posible plantear en un determinado momento... una ciencia histórica que no puede prescindir de su historia. Convergen así en Gould las humanidades y la ciencia experimental, en una combinación fascinante de seguir. Cuando sacó este libro, mientras moría de cáncer, Gould llevaba muchos años escribiendo artículos sobre biología y evolución en Natural History, una serie llamada "This View of Life"—una frase extraída de la conclusión de El origen de las especies de Darwin. Estos artículos, recopilados en libros como El pulgar del panda, Brontosaurus y la nalga del ministro, etc., podían parecer a algunos meras curiosidades eruditas de la ciencia, una especie de marginalia anecdótica, en especial cuando Gould los llevaba hacia territorios de su interés específico como la estadística, la bibliofilia, los piques profesionales entre científicos, el béisbol... Pues bien, detrás de cada uno de esos libros de curiosidades, había una cabeza extraordinariamente organizada (tanto más si se tiene en cuenta que esta organización se expresaba con máquina de escribir, y no con ordenador). Casi todos los temas de esos ensayos mensuales reaparecen en The Structure of Evolutionary Theory, pero esta vez como pasos de un razonamiento gigantesco, o como ejemplos de un problema concreto que halla su lugar en el marco de una teoría global. Una teoría que, como digo, es también una teoría de teorías, una clasificación de los problemas a los que se han enfrentado sucesivamente los biólogos y evolucionistas, y de las respuestas que les han dado.

No reduce Gould la evolución a un principio único, o a una teoría perfectamente cuadriculada. Más bien, siendo su objeto la complejidad y la contingencia, las soluciones que ofrece dejan un papel a todos: incluso a la ciencia caduca y a las explicaciones superadas, por el papel que han tenido en plantear problemas e indicar posibles soluciones. Todo vuelve con el tiempo, o encuentra su lugar adecuado, hasta las extravagantes teorías de Geoffroy de Saint-Hilaire que pretendían relacionar la segmentación de los artrópodos y de los cordados sobre la base de un esquema corporal común. Una teoría de la contingencia no buscará una causa al origen de las especies, sino un complejo de causas, unas más activas que otras en según qué momentos, o a según qué nivel. ¿Es la selección natural de los organismos un principio importante? Pues claro, dice Gould, siguiendo a Darwin. Y sin embargo no puede reducirse a ella la evolución de las especies. Han de tenerse en cuenta otros niveles de explicación, como la selección de especies (y no de individuos), la producción de variedades locales mediante el equilibrio puntuado, y también las extinciones masivas ... o menos masivas. Lejos de fórmulas simples, la evolución de la vida es una historia compleja, que sólo puede entenderse con relación a principios generales actuando en circunstancias muy locales. Y es una historia narrativa, incluso narratológica, pues Gould está atentísimo a las falacias narrativas producidas por la perspectiva: el hindsight bias, la ilusión retrospectiva, los argumentos teleológicos, las narraciones antropocéntricas que favorece el progreso... Una cita-resumen, traduzco:

La descripción en una frase más adecuada de lo que he intentado al escribir este volumen se sigue mejor como una refutación de la supuesta paradoja antes expuesta [la supuesta paradoja de desarrollar una ciencia de lo contingente]: Este libro intenta expandir y alterar las premisas del darwinismo, para construir una teoría de la evolución específica y ampliada que, aun permaneciendo en el seno de la tradición, y bajo la lógica del argumento darwiniano, pueda también explicar una amplia gama de fenómenos macroevolutivos que quedan más allá de la capacidad explicativa de la extrapolación de los modos y mecanismos de la microevolución, y que por tanto se asignarían a la explicación contingente si han de ser esos principios microevolutivos los que [como en el darwinismo] construyen en principio el corpus completo de la teoría (...).
    En los términos más generales, y para formar una unión más perfecta entre la jerarquía de niveles estructurales y escalas temporales de la evolución, esta teoría revisada descansa sobre una expansión y reforma sustancial de cada uno de los tres principios centrales que constituyen el trípode sobre el que descansa la lógica darwiniana: (1) la expansión de la base tomada por Darwin (la selección a nivel de organismos) para proponer un modelo jerárquico de selección simultánea a varios niveles de individualidad darwiniana (gen, linaje celular, organismo, deme, especie y clade); (2) la construcción de un modelo interactivo para explicar las fuentes del cambio evolutivo creativo fundiendo las constricciones positivas impuestas por las vías de desarrollo estructurales e históricas internas a la anatomía y desarrollo de los organismos (el enfoque formalista) con la guía externa procedente de la selección natural (el enfoque funcionalista); y (3) la generación de teorías apropiadas a los ritmos y modalidades característicos de las escalas temporales superiores, para explicar la amplia gama de fenómenos macroevolutivos (particularmente la reestructuración de las biotas globales en episodios de extinción masiva) que no pueden interpretarse como simples consecuencias extrapoladas de los principios microevolutivos. (1139).

El ejemplo clásico, estándar y espectacular: la extinción de los dinosaurios. Según el gradualismo darwinista, la extinción se habría debido a causas microevolutivas: la mejor adaptación de los mamíferos en la lucha por la vida, y la supervivencia en última instancia del más apto. Aun en el seno del darwinismo, teoría no teleológica, queda así un elemento de antropocentrismo: el hombre aparece como la culminación lógica de una evolución orquestada por principios que aseguran la supremacía de los más aptos... en un ambiente  relativamente estable que permite la acción significativa de la microevolución.

Ahora bien, según el neocatastrofismo de Gould, las especies, generalmente, no evolucionan. Una vez formadas, se mantienen fijas o relativamente estables hasta su extinción, si bien con frecuencia un pequeño grupo aislado da lugar a una nueva especie.... que quizá acabe desplazando a la anterior. Así es como funciona en general (siempre en general, no maximalicemos) la evolución según Gould: por equilibrio puntuado, un equilibrio de base en las especies, puntuado por súbitos cambios en grupos pequeños que dan lugar a nuevas especies. Es la supervivencia relativa de estos grupos ramificados, y no la transformación de especies enteras, lo que marca la pauta general de la evolución. Y, luego, están las extinciones masivas. Así, los dinosaurios perecieron como consecuencia de una transformación súbita del medio ambiente producida por un impacto cósmico. No fueron desplazados por los mamíferos, que nunca compitieron con ellos de modo significativo: sencillamente, la extinción global dejó vacías muchas casillas ecológicas que luego ocuparían los mamíferos... desarrollando, por cierto, una variedad de formas no tan diferentes a las de los antiguos dinosaurios, formas adaptadas a esas casillas ecológicas. El hombre no apareció como consecuencia lógica de la supervivencia de los más aptos y el refinamiento progresivo, sino que apareció como consecuencia de un hecho fortuito: la extinción de los dinosaurios en una catástrofe cósmica. Y si bien ahora estamos muy adaptados a nuestro medio ambiente, bien puede ser que la era del hombre, o de los mamíferos, termine de la misma manera en que terminaron los dinosaurios, en un episodio de extinción global súbita. Lo que hoy sirve, y permite triunfar, mañana no servirá, y será lo que nos lleve a la ruina. Nadie es el más apto, siempre, en un universo sujeto a cambios súbitos. El gradualismo darwiniano queda así desplazado por una nueva teoría de la catástrofe: catástrofe en el origen de las especies (por equilibrio puntuado) y catástrofe en su final (frecuentemente por extinción masiva). Y al menos tan importante como la adaptación darwiniana es la exaptación, el uso de estructuras corporales para una finalidad distinta de su origen adaptativo y evolutivo: así las plumas, originadas para la termorregulación, pero que inesperadamente permiten emprender el vuelo.

Gould termina sin embargo su libro con un homenaje a Darwin, que más que muchos darwinistas, supo ver el elemento de contingencia e impredecibildad que hay en la evolución, y la ausencia de un plan maestro que la guíe. No hay orden humano en el universo, en el sentido en que a veces deseamos pensar que lo hay, y honra a Darwin el haber sabido ver eso. Gould sin embargo afirma el sentido moral de la contingencia, pues nos lleva a apreciar lo que hay de único e irrepetible en cada fenómeno, y en cada experiencia humana que se hace capaz de apreciarlo. Tal fue la experiencia de Darwin, que no sólo discernió importantes principios de la evolución, más allá de las fantasías, creencias y teorías antropocéntricas de sus contemporáneos, sino que también logró transmitir la dignidad y valor de esa nueva visión en una obra lúcida y de gran valor intelectual y literario. Gould sigue sus pasos, lo propone entre líneas como analogía para interpretar la teoría que él nos ofrece, como refutación y continuación a la vez de la obra de Darwin. Y convence, convence la analogía propuesta. There is grandeur in This View of Life—ha sido el suyo, a fin de cuentas, un admirable intento de saber de dónde venimos y a dónde vamos, más allá de las historias que al respecto se cuentan en nuestra tribu: un esfuerzo por alcanzar la sabiduría que esté a nuestro alcance, en el tiempo que tenemos asignado. Es una manera, más limitada pero más realista, de poner un orden humano en el universo.

No evolucionaremos 
 


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Retropost (2007): La fe como exaptación




Hay un interesantísimo artículo de Robin Marantz Hening "Darwin's God: Evolution and Religion" en el New York Times de hoy. Repasa los argumentos evolucionistas sobre el origen del sentimiento religioso, y el debate actual entre los adaptacionistas y los colateralistas.

Los adaptacionistas sostienen que las creencias religiosas se han desarrollado porque proporcionan ventajas evolutivas, ya sea a los grupos o a los individuos, en el marco de la selección natural darwiniana. Los colateralistas las interpretan como... eso, como un resultado colateral de la evolución, un efecto secundario de algunos mecanismos mentales que se desarrollaron por otras razones. Así, por ejemplo, es importante en el desarrollo de la interacción entre seres vivos la detección de sujetos intencionales. Una detección rápida de agentes permite organizar esquemas de acontecimientos atribuyéndolos a la acción de un agente (un posible depredador, una posible presa) y proporciona así ventajas competitivas. Y bien puede ser que valga la pena en esto pecar por exceso, y no por defecto, y (en un alarde de precaución) ver agentes incluso donde no los hay. Dios surgiría así de nuestra capacidad innata para proyectar agentes y sistemas intencionales como esquemas interpretativos. (Se puede ver, por cierto, otro producto colateral de nuestra capacidad de proyectar agentes en lo que sucede cuando, en la lectura, proyectamos la figura del autor).

Tenemos según los colateralistas una tendencia innata a creer en la omnisciencia, en seres todopoderosos que controlan la realidad, algo que por supuesto está ligado también al periodo de la infancia y a las figuras paternas. Esta tendencia innata, producto colateral de otros mecanismos mentales, se desarrolla luego de manera acorde a las culturas y tradiciones de un grupo social determinado.

Para explicar estas tendencias innatas, no hace falta recurrir a un valor adaptativo o competitivo inmediato: simplemente surgen como lo que Stephen Jay Gould denominaba enjutas (spandrels)—como resultado de una arquitectura mental que evolucionaba por otras razones. Ahora bien, estas enjutas pueden exaptarse, y proporcionar funcionalidades ajenas a su origen evolutivo. Y seguramente también hay un elemento de exaptación en las creencias religiosas, en especial una vez se organizan como estructuras de comunicación social, con rituales de grupo, y ayudan a cohesionar una sociedad. Dios pasa a ser así un emblema del orden moral deseable, o incluso del orden político. De este modo, la capacidad desmedida de proyección de un agente (un agente universal) pasa a  converger, de modo evolutivamente beneficioso, con la cimentación de un orden social organizado en torno a tal agente imaginario, que aglutina el torno a sí el orden humano del universo.

Aunque lo que ata por un lado, desata por otro: si se crean enfrentamientos entre grupos religiosos y órdenes sociales superpuestos, la fe puede disgregar el cuerpo social en lugar de agregarlo.

En fin, que al ser la creencia en dioses un fenómeno complejo, no tiene una única causa, sino un complejo de causas que convergen; por eso es probable que tengan su parte de razón tanto las teorías adaptacionistas como las colateralistas y las exaptacionistas. Es en todo caso un artículo que merece la pena leer a todas las personas interesadas en el fenómeno religioso: en promoverlo, en combatirlo, o en entenderlo.

(PS: Por cierto, viendo este artículo del New York Times caigo en la cuenta de que han introducido un sistema de hipertextualización muy útil: haciendo doble clic en cualquier palabra del artículo (incluso las no marcadas como enlaces) se abre una ventana de referencia que explica el término. Esto me recuerda en parte a mi vieja propuesta del hiperhipertexto, claro que la diferencia es que mi propuesta era combinar este enlace ubicuo con una búsqueda por la red que nos llevase al mejor resultado para esa palabra (o frase). Para la mayoría de los efectos prácticos es más útil el glosario del New York Times, supongo. Aunque es en principio cerrado, y no abierto como lo sería una búsqueda).

Cosas de religión

 

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Stephen Jay Gould on Evolution (First Person, 1994)

Stephen Jay Gould on Evolution (First Person, 1994)






El canibalismo nos permitió sobrevivir en la Edad de Hielo

El canibalismo nos permitió sobrevivir en la Edad del Hielo: http://www.abc.es/…/abci-antropologia-canibalismo-permitio-…

La imposibilidad de obtener este nutriente esencial para el desarrollo del cerebro a través de los animales cazados empujó a nuestros ancestros europeos a comerse entre ellos durante la última glaciación
abc.es

Retropost (2007) - El clítoris: enjuta o albanega

mirrordown


(Domingo 4 de febrero de 2007)


"Enjuta" o "albanega" es, en arquitectura, el espacio triangular que queda entre los arcos; entiendo que "albanega" se aplica al que queda entre arcos semicirculares colocados en fila, y "enjuta" a los espacios triangulares inclinados que quedan entre una bóveda semiesférica y el encuadre cuadrangular de los arcos que la soportan.

Bien, la traducción inglesa es "spandrel", y es el término usado por Stephen Jay Gould para denominar a los elementos estructurales no buscados en sí, pero que surgen como consecuencia colateral de una determinada opción estructural. De la arquitectura lo traslada a la morfología de los seres vivos, como analogía o explicación. Spandrel, "enjuta", es un término central en su teoría de la evolución, y viene a moderar o restringir las explicaciones adaptacionistas de la Nueva Síntesis darwinista, que minusvaloravan el papel de los planes constructivos heredados, y trataban de explicar toda la evolución mediante la selección natural y los desarrollos adaptativos al medio.

La importancia que tienen estas "enjutas" es que abundan en la arquitectura de los organismos vivos, y muchas veces reciben un uso colateral para el cual ni fueron "diseñados" por la selección natural, ni conlleva ese uso actual que surgiesen por adaptación para él.

Un ejemplo que pone Gould es el de los pezones masculinos. No tienen ninguna función adaptativa, sino que son una herencia estructural. Estructuralmente, es más económico (o al menos ha sido así de hecho en la historia de los mamíferos) construir los dos sexos sobre la base de una similaridad básica, en lugar de diferenciarlos a un nivel más básico. Y los machos tienen pezones ("tetillas", vamos) no porque los necesiten, sino porque son necesarios en las hembras.

El clítoris: lo mismo, otra enjuta, esta vez en sentido inverso. Resultado de un proceso selectivo-adaptativo será el pene en los machos, pero el clítoris en las hembras es resultado colateral de un plan constructivo, no de la selección natural. Es el elemento correspondiente constructivamente al pene, pero sin las funciones selectivas-adaptativas para la reproducción de aquél. Aunque Gould tampoco descarta que tenga algún papel adaptativo indirecto en la reproducción, y, por supuesto, tiene un papel en el comportamiento sexual, pero éste no es sólo reproductivo.

Se me ocurre que a algunos/as les podrá parecer esta teoría machista, como casi todo lo que vayan a decir los hombres sobre el clítoris (Freud, pongamos). Pero eso habría que argumentarlo en términos biológico-evolutivos.

Cuando una enjuta pasa a desarrollar una función colateral para la que no fue desarrollada, habla Gould de exaptación en lugar de adaptación, otro concepto básico del paradigma que propone. Si no podemos distinguir una exaptación de una adaptación, sería más propio, dice, hablar de aptación.

Al margen del valor y utilidad que estos conceptos tienen en biología y teoría de la evolución, parece claro que contribuyen a desarrollar la dimensión narratológica de estas disciplinas, y la consciencia de que narramos la función y origen de un órgano desde un determinado punto de vista, que además puede variar con nuevos descubrimientos. Para que una estructura sea interpretada como una exaptación, necesitamos conocer no sólo su función, sino su origen como adaptación (para otro fin) o como enjuta. Necesitamos contraponer distintas interpretaciones de la misma estructura—casi distintas teorías de la evolución. Gould desarrolla así una teoría de la evolución mucho más consciente de su dimensión metateórica y narratológica: en su propia teoría y en las de los demás que analiza y comenta en su libro The Structure of Evolutionary Theory. Es una de las cosas que lo convierten para mí en un pensador fascinante.

Darwinian logic... and history  
 
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