Blogia
Vanity Fea

Interiorizando el medio

El libro de Patrick Rebollar, Les salons littéraires sont dans l’internet (París: PUF, 2002) va sobre la conversación (literaria, cultural) en Internet, el espíritu de diálogo, las posibilidades de los nuevos medios y su lugar dentro de una historia de la "tertulia", "salón" o "conversación" literaria. El autor coordina una lista de correo sobre literatura y ordenadores, LITOR (www.cavi.univ-paris3.fr/phalese/hubert1.htm), y su perspectiva sobre Internet es sobre todo la de este tipo de listas de "courriel" o "mél", nombres populares que dan los franceses al correo electrónico. No contiene la palabra "blog" (ni "blogue", ni "joueb", siempre según los franceses), aunque los temas que trata son en gran medida aplicables a los blogs, cuyo desarrollo masivo tenía lugar después de la preparación del libro.

Por ejemplo, sus propuesta de una "mor@l reticular" para la conversación provechosa, una netiqueta de la interacción en red que incluye condiciones imperativas (para todos los participantes), condiciones deseables (para la mayoría), condiciones invalidantes (para pocos) y las condiciones redhibitorias (para ninguno - nunca más a cuento, lo de red-hibitorias en español). Así, las condiciones imperativas son: el desinterés, la cortesía, la tolerancia; las deseables son la competencia, la inteligencia, la erudición, la escucha, la modestia, el ingenio y el sentido del humor; las invalidantes son la pretensión, la pedantería, la precipitación, la estupidez, la grafomanía; las redhibitorias son la deshonestidad intelectual, la vulgaridad, la maldad, el racismo (en sentido amplio), el proselitismo. (pp. 122-25).

Y un párrafo me ha parecido especialmente clarividente y aplicable a los blogs, o al mío al menos. Aquí lo traduzco:

"hay que reconocer que el que entrega su tiempo, y a veces su dinero, y se sumerge en las congojas de la creación textual y gráfica para intentar expresar lo que siente que tiene en sí, despreciando los circuitos editoriales y comerciales tradicionales que sin duda le hubieran pagado con su propia moneda, este individuo digo... despliega su pasión y su orgullo sin vergüenza a una escala desmesurada. Aunque intente calibrar y consiga ser de alguna utilidad entretanto, eso no cambia para nada ese impulso primario y profundo que es el de hacer o decir ’por fin lo que quiere’. Más tarde, toma conciencia de la regularidad que se debe a sí mismo actualizando sus documentos en línea. Le halagan o le sorprenden algunas reacciones de lectores anónimos que lo marcarán más que las de quienes le son cercanos, e integra a partir de ellas una dimensión autocorrectora suplementaria, aunque se lo tenga prohibido a sí mismo. La inmediatización de sus ’obras’ se vuelve parasitaria de la naturaleza de éstas, cuando no se vuelve el centro de ellas." (140)

Hay que desarrollar, sin duda, o se desarrolla sola, una etiqueta de trato con uno mismo: si es uno mismo el otro yo que creamos en la red. El webmaster, o el cobwebmaster, según casos.

0 comentarios