Ego-ogle
Vaya, tanto tiempo que llevo gugleando mi nombre por ver qué se dice de malo de mí en la Web, y hasta hoy no me entero de un dato beneficioso para el ego, vaya porquería de egocentrismo el mío. Resulta que una búsqueda en Google de "José Ángel García Landa" (así, con comillas, si no no vale) nos da muchos más resultados que una búsqueda de ... bueno, de cualquier colega de la profesión, de los anglistas españoles, pongamos (también con comillas). Pero es una diferencia tan abismal que seguramente sumo más resultados yo que los diez siguientes juntos.
Esto tiene una explicación parcial, y es la autocita (que por tanto recomiendo a quien quiera medrar en la web). Tengo una bibliografía en Internet con cerca de cuatro mil páginas (páginas web; de las otras deben ser más de veinte mil), y en cada una figura mi nombre. Eso nos explica 4.000 de los 18.600 resultados. Pero ¿y los otros? Misterio; tantos enlaces desde luego no tengo. Muchos son referencias bibliográficas o de venta en red a un libro que he coeditado en una editorial "multinacional", Addison Wesley Longman. Pero tampoco da para tanto. Y desde luego la gente no se refiere tanto a mi trabajo, qué más quisiera yo, ni soy la comidilla del barrio. Así que... otro día lo investigo más a fondo.
En cualquier caso me da calorcillo interno este resultado. ¿O debería preocuparme? Se supone que la Red es el texto por excelencia hoy en día, a menos que me haya confundido yo y sea otro (¿el Who’s Who? ¿La Enciclopedia Británica? ¿La Biblia?). Desde luego la Web lo es para la cultura popular: hasta el menor futbolista tiene más referencias que yo. Diríase que los académicos no se preocupan por su presencia en la red, y quizá muchos prefiriesen ser ingugleables. Así que no sé; yo me lo apunto como mérito puesto que lo tengo, pero cada cual que haga lo que quiera.
(PS: Hoy el ego está que peta. Acabo de descubrir un enlace bonito que me han puesto a la bibliografía: de la Library of Congress, Washington, D.C.)
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