De paseo
- Mira, se ven los Pirineos nevados. Pues eso está a unos cien kilómetros de aquí. 
 - ¿Cien? Ostras.
 - Cien lo menos. ¿Ves, Otas, qué grande es la ciudad? Cientos de miles de personas mirando la tele. Empieza allí, y sigue sigue sigue hasta allá. La vemos desde arriba.
 - ¿Cómo que desde arriba?
 - Hombre, sí, estamos más altos. Ves, por esa hondonada a lo lejos va el Ebro, y aquí hacia atrás sigue subiendo el terreno, hasta esos montes, hasta llegaríamos a un castillo si seguimos por aquí.
 - ¿Qué castillo? 
 - El castillo de Cadrete. La ciudad está enmarcada en un arco iris. ¿Lo ves, Otas? Gris encima del arco iris; despejado debajo. Se ve el final del arco iris en uno de los barrios. Igual podríamos oír los gritos de la gente a menor distancia: "¡Oro! ¡es oro!"
 - Igual sí. Otas se va por ese prado. Vamos con él. Enseguida tendrá miedo. Quién sabe qué seres merodean por aquí. 
 - Mira qué artefacto. Si veis algo así no lo toquéis. Ya sabes, igual es una bomba de la ETA. Pensarás que no, que la ETA no va a ser tan imbécil de venir a poner bombas en medio de un desierto deshabitado, etcétera. Pero te equivocarías.
 - No es una bomba, hombre. Es un horno.
 - Qué va ser un horno, mira. Es una caja fuerte, y bien gorda.
 - Ahi vá, pues sí. Jo, está vacía. 
 - Sí, hombre, que no acaba aquí el arco iris. La habrán cogido unos cacos de alguna oficina, y la han venido a reventar aquí. Lo que no sé es cómo lo han hecho.
 - Pues mira ese pedrusco.
 - Cierto. Bueno, no la toques. ¿Seguimos hasta Fuendetodos? En coche, digo. O casi mejor otro día que vayamos todos. Mejor volvemos a casa que hace un viento. 
 - En los Simpson pasaba esto, que salían e iban hacia el arco iris, y luego se les nublaba todo de repente, y los azotaba el viento y la lluvia....
 - Nuestra vida va convergiendo poco a poco con los Simpson, no sé si te has fijado. De tanto verlos. Hale, volviendo. Otas, no arrastres la bufanda. Venga, que va bien esto del viento en la cara: "entre la lluvia y el viento / nació el primer pensamiento".
 - Pues a mí me ha nacido el primer pensamiento de la merienda.
 Ya voy menos cojo, gracias.
 
       
		
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