Las Médulas
Nos vamos con lo puesto a visitar las minas romanas de Las Médulas, cerca de Ponferrada—bueno, cerca pero no tan cerca. Después de ver unos vídeos cómo los romanos hacían lo que llamaban ruina montium, subimos a un mirador desde donde se veia, a modo de Gran Cañón del Colorado, el paisaje impresionante que dejaron los romanos... bueno, los astures, que romanos no debía haber ninguno dando ni pico. Pero eso sí, ahí los tenías midiendo y diseñando canales y túneles: hasta desde 100 kilómetros traían el agua por cumbres y riscos para hacerla llegar hasta la cima de estos montes, y poder derrumbarlos con un sistema de galerías. Como no tenían dinamita, tenían que derrumbar medio monte de vez con un sistema de galerías inundadas de repente, para aprovechar la propia fuerza del monte derrumbándose y que cayese aún más. Dice Plinio que el resultado era una auténtica explosión, con onda expansiva incluida, y un estruendo tal que no lo imagina el oído humano. O el oído romano, al menos: en decibelios hemos subido el nivel en la actualidad—pero estas minas dejan pequeñas a las minas modernas que aún se ven alrededor en el horizonte.
Total, que después de haber subido andando con lo puesto sin una tarjeta de crédito siquiera por lo del peso, resulta que nos cobraban por entrar a ver las galerías subterráneas... y sólo ha podido pasar Alvaro con el euro de calderilla que hemos logrado reunir. Todo por no volver a subir, claro. Y Álvaro, va por esas galerías de murciélagos, lo vemos aparecer como un microbio en un túnel el frente de un acantilado, que parecía un ojo de cíclope, y ni lo reconocemos, el tío ni saluda a los del mirador de enfrente ni nada... Pensamos que ese túnel debía dar horror a los medievales, que probablemente ni se acercarían por allí pensando que este paisaje sería obra del demonio. La guía decía que de críos aún era más impresionante ir por la cueva y salir al acantilado sin pretil ni mirador, claro...
Total que todo el día de viaje; y mientras los cuñados, que nos querían traspasar al abuelo para las vacaciones, alterados porque no nos localizaban y no sabían si volvíamos a Zaragoza... pero ya está arreglado, y todo el mundo localizado. A mí no es difícil localizarme, con Google está hecho, pero a veces se ahoga uno en el exceso de tecnologías.
2 comentarios
JoseAngel -
Fernando -