Autores ilusos, estafados o semimuertos
Qué ilusos los autores que piensan que los libros dan para vivir, porque han oído hablar de los grandes nombres. Es una ilusión óptica comparable a la de las loterías, que siempre le tocan a alguien, pero nunca a tí. El esfuerzo que lleva escribir un libro ha de recompensarse por lo que le aporte a uno mismo y por la mínima vanidad de verse publicado o el mínimo - minimísimo normalmente - eco que tenga. Hay que consolarse con poco, de lo contrario vas dado. Si alguien quiere hacer dinero, mi consejo es que se dedique a otra cosa. Será un consejo válido y atinado en el 999 por mil de los casos. Lo mismo si alguien quiere tener fama, reconocimiento, etc. Que se dedique a otra cosa mariposa. De la literatura no se vive, y la mayoría de los grandes escritores que recordamos, malvivieron, y se buscaron la vida por otra parte. Ellos, los grandes.
Comentario éste que pongo en el debate de Mi Literaturas sobre si publicar es necesario para un escritor. También pongo este otro en la discusión sobre si es ético descargarse libros gratis de la red.
Bueno, ¿habrá que presuponer que estamos hablando de libros sometidos a copyright, digo yo? Si quieres obedecer a las leyes de tu país (incluidas las del copyright) o salvaguardar los derechos de autores que quieren cobrar por su obra, pues tendrás que abstenerte de usar servicios que vulneran esas leyes o esos derechos. Si no, allá cada cual con sus contradicciones, contradecirse humanum est. Habrá que tener en cuenta que en según qué países las leyes son más flexibles; igual habrá que descargárselas de servidores de ese país... cosa que empieza a resultar ridícula. Y así los nuevos medios globalizadores acentúan nuestras paradojas y contradicciones. Lo que sí tengo claro es que si sé que un autor no quiere regalarme su obra (porque tengo la pista de que la ha publicado en una editorial con derechos de autor y no en Internet con Creative Commons, o porque se lo he oído directamente) pues no me estoy comportando éticamente con ese autor si me la descargo gratis con un sistema que vulnera ese derecho y que es rechazado por el autor. Claro que también hay autores que publican en una editorial y luego hacen declaraciones a favor de la libre circulación.
Como yo, sin ir más lejos, y para abundar en la contradicción. Mi último comentario sobre autores, hoy, en el Project Narrative Weblog, sobre la muerte del autor, en respuesta a esta opinión de Brian Chanen:
Brian Chanen // April 4, 2008 at 3:01 pm:
I have recently been teaching two quite different texts side by side: Angela Carter’s The Magic Toyshop and William Gibson’s Pattern Recognition. In both texts the young female characters, in their search for a type of agency, or for an autonomous self, only manage to re-situate themselves within a still problematic web of influences, voices, allusions. In terms of contemporary relevancy, Barthes’s “multi-dimensional spaces,” “tissue of quotations drawn from innumerable centers of culture…” (to quote only above) speaks eloquently to contemporary network culture. Authorship like this, in a response to a blog on a site connected to sites, to what extent is my voice any more than a restless mix?
JoseAngel // April 7, 2008 at 6:49 am
Still, both Angela Carter and William Gibson speak from an authorial position defined by a cluster of commercial, legal and intellectual conventions- e.g. they assert their “moral rights” as authors. Authorship may be analyzed as a form of creative agency (a pretentious one perhaps, as Barthes’s analysis implies) but also as a set of conventions for presenting (”one’s”) discourse publicly, acknowledging it or claiming it as one’s own… As Brian Chanen suggests in the previous comment, new media redefine this public “face” of writers and readers by providing new interactional abilities and opportunities. Not that authorship disappears, of course, but it is interestingly complicated. The widespread use of nicknames in blogs etc. offers an interesting case of a continnuum between authorship in one’s own name (”veronymical” as someone called it), various degrees of pseudonymous presence, and complete anonymity. E.g. I assume people are using their real names in this relatively academic forum.
Although the issue of the signature is only part of the question.
Los autores no sé, pero los lectores de este blog (digo el americano, jeje...) parecen muertos, o moribundos, o callados...
Comentario éste que pongo en el debate de Mi Literaturas sobre si publicar es necesario para un escritor. También pongo este otro en la discusión sobre si es ético descargarse libros gratis de la red.
Bueno, ¿habrá que presuponer que estamos hablando de libros sometidos a copyright, digo yo? Si quieres obedecer a las leyes de tu país (incluidas las del copyright) o salvaguardar los derechos de autores que quieren cobrar por su obra, pues tendrás que abstenerte de usar servicios que vulneran esas leyes o esos derechos. Si no, allá cada cual con sus contradicciones, contradecirse humanum est. Habrá que tener en cuenta que en según qué países las leyes son más flexibles; igual habrá que descargárselas de servidores de ese país... cosa que empieza a resultar ridícula. Y así los nuevos medios globalizadores acentúan nuestras paradojas y contradicciones. Lo que sí tengo claro es que si sé que un autor no quiere regalarme su obra (porque tengo la pista de que la ha publicado en una editorial con derechos de autor y no en Internet con Creative Commons, o porque se lo he oído directamente) pues no me estoy comportando éticamente con ese autor si me la descargo gratis con un sistema que vulnera ese derecho y que es rechazado por el autor. Claro que también hay autores que publican en una editorial y luego hacen declaraciones a favor de la libre circulación.
Como yo, sin ir más lejos, y para abundar en la contradicción. Mi último comentario sobre autores, hoy, en el Project Narrative Weblog, sobre la muerte del autor, en respuesta a esta opinión de Brian Chanen:
Brian Chanen // April 4, 2008 at 3:01 pm:
I have recently been teaching two quite different texts side by side: Angela Carter’s The Magic Toyshop and William Gibson’s Pattern Recognition. In both texts the young female characters, in their search for a type of agency, or for an autonomous self, only manage to re-situate themselves within a still problematic web of influences, voices, allusions. In terms of contemporary relevancy, Barthes’s “multi-dimensional spaces,” “tissue of quotations drawn from innumerable centers of culture…” (to quote only above) speaks eloquently to contemporary network culture. Authorship like this, in a response to a blog on a site connected to sites, to what extent is my voice any more than a restless mix?
JoseAngel // April 7, 2008 at 6:49 am
Still, both Angela Carter and William Gibson speak from an authorial position defined by a cluster of commercial, legal and intellectual conventions- e.g. they assert their “moral rights” as authors. Authorship may be analyzed as a form of creative agency (a pretentious one perhaps, as Barthes’s analysis implies) but also as a set of conventions for presenting (”one’s”) discourse publicly, acknowledging it or claiming it as one’s own… As Brian Chanen suggests in the previous comment, new media redefine this public “face” of writers and readers by providing new interactional abilities and opportunities. Not that authorship disappears, of course, but it is interestingly complicated. The widespread use of nicknames in blogs etc. offers an interesting case of a continnuum between authorship in one’s own name (”veronymical” as someone called it), various degrees of pseudonymous presence, and complete anonymity. E.g. I assume people are using their real names in this relatively academic forum.
Although the issue of the signature is only part of the question.
Los autores no sé, pero los lectores de este blog (digo el americano, jeje...) parecen muertos, o moribundos, o callados...
3 comentarios
fer -
JoseAngel -
(Aunque el reconocimiento de culos apenas se me da mejor que el de caras...)
fer -
Si tienes un rato mira las fotos del acto de san braulio. Increíble la "profesionalidad" de las fotos. Puede que sea la primera entrega de premios en la que a los premiados en vez de reconocerlos por la cara hay que reconocerlos por el culo.