Que consto en Acta
Como algunos sabrán, trabajo en el Departamento de Filología Inglesa y Alemana de la Universidad de Zaragoza. Antes de disentir seriamente de la línea dominante marcada por los catedráticos, era yo bastante activo en cuestiones administrativas, participaba en algunas comisiones, etc. Por ejemplo, durante varios años fui primero secretario y luego presidente de la comisión de Doctorado del departamento... mientras que ahora se me niega incluso la capacidad de dirigir tesis doctorales, por una normativa ad hoc inventada por nuestros catedráticos—un asunto que se encuentra en los tribunales.
Bien, pues con una situación semejante, mi presencia en comisiones y administraciones ha descendido bruscamente. Ni me presento ni me eligen para esos órganos. Sin embargo, sigo asistiendo a las reuniones de algunas comisiones a las que pertenezco de oficio, y al propio Consejo de Departamento, que de momento aún no me han echado de ahí. Y a veces me temo que figuro demasiado en los debates del Consejo, por desacuerdos con la manera en que se llevan a cabo las tareas del departamento—por ejemplo, impidiéndome la docencia en máster y doctorado, algo que parece que me debería garantizar la ley de Universidades, sin más.
Así que muchas veces, digo, figuro demasiado en las actas de estas reuniones. La manera más habitual en que esto sucede viene siendo que los catedráticos y sus grupos adoptan una decisión o aprueban una normativa, y yo me opongo y hago constar mi voto en contra, o fuerzo una votación cuando se quería pasar la cosa por consenso. (Y pierdo la votación, invariablemente). Las votaciones suelen ser de unos veintisiete votos a favor de la postura de los catedráticos, cuatro o cinco en contra, y otras veinte o treinta abstenciones o ausencias (de quienes no forman parte de los equipos de investigación de los catedráticos). La disciplina de voto brilla por su presencia en las filas de los equipos de investigación.
Últimamente nos envían en nuestro Departamento los borradores de las actas antes del Consejo, cosa que es de agradecer, y se atiene más o menos (por fin) a la normativa de nuestro departamento (Art. 36.3). Aunque sigue sin cumplirse mucho el Art. 36.4: "Las Actas del Consejo, una vez aprobadas, gozarán de publicidad mediante el procedimiento que se determine, pudiendo ser objeto de publicidad en la página Web del departamento"—No, no busquen, que no están. He notado desde hace tiempo cierta aversión de la Universidad a hacer demasiado públicas las actas en la Red. Por no publicar, no está publicado en la página web ni el reglamento del Departamento. El de la Facultad sí figura, aunque tampoco usan su página mucho: en conjunto no son páginas dinámicas, no se actualizan coherentemente ni tienen sección de noticias activa. Como para tener una hemeroteca de actas donde se pueda seguir la actividad administrativa de estos órganos...
En fin, que me acaba de llegar el acta de la última reunión del Consejo de Departamento (del 4 de diciembre), y como veo que figuro mucho voy a darle un repaso a mis apariciones allí—sin pretender sugerir para nada que sea yo el protagonista de la reunión, excepto aquí en el blog donde sí soy el rey del mambo, y por eso me centro en mis apariciones para apostillarlas o aclararlas.
—Lo primero, según consta en el Acta, la Comisión Económica rechaza una petición mía de que se reorganice la partida económica destinada a la compra de vídeos y DVDs. Resulta que los libros se cargan a la partida económica individualizada de cada profesor, pero los DVDs no. ¿Por qué? No sé, pero para mí es un misterio la diferencia entre pedir un libro y pedir un DVD. Lo que sí me parece es que eso favorece a quienes piden más DVDs (entiéndase "los de cine") pues sus gastos los pagamos entre todos. La Comisión dice que es una partida útil para cubrir con sus remanentes los gastos de profesores que sobrepasan su presupuesto—y entre esos me encuentro, pero a mí nadie me cubre el remanente, sino que me lo descuentan del presupuesto del año siguiente.
—En el punto 3, ratificación del acta de la anterior sesión del Consejo, se cambia "la redacción del punto 9.4, página 6, que queda como sigue: 'El Dr. García Landa ruega se ponga por escrito el procedimiento para organizar las Jornadas de Literatura y Cine del Departamento, así como el lugar de celebración de las mismas'."
(Bueno... ya figuraba de modo inexacto en el acta lo que dije y pedí en su momento, y vuelve a figurar de modo inexacto. Lo que pedí es que se siga el procedimiento establecido para aprobar la organización de esas jornadas y su ubicación. Porque siempre se había aprobado en la comisión de postgrado, y luego en el Consejo, hasta que estos últimos años alguien sin más nos va saliendo por sorpresa y sin anuncio ni votación ni nada que las Jornadas las organiza tal y cual, y que se hacen en Jaca. Y yo protesto, porque yo no salgo diciendo (tampoco me dejarían, a mí) que me llevo la subvención y me las organizo yo las jornadas del Departamento, y en mi pueblo. Jaca, aclaro, es una localidad en la que el Departamento no tiene sede ni imparte docencia, y parte de la finalidad de estas Jornadas era permitir a los estudiantes asistir a un congreso de su especialidad, oír profesores extranjeros, etc. Cosa menos fácil si se organizan en Jaca—aunque siempre se puede llevar un trío de estudiantes reclutados como token. Pero esto, que a mí me parece de sentido común, no parece tanto allí. Argumenta la Dra. Onega que en Zaragoza no suele haber bastantes plazas de hotel ni lugar apto para celebrar el congreso—y que por otra parte no les supone ningún inconveniente a los estudiantes ir en un momento a Jaca en el autobús que se fleta. En fin... disiento, qué voy a decir. Que lo lógico si se tiene interés en que asistan los estudiantes es organizarlo en Zaragoza, que es donde estudian).
—También se me nombra en la aprobación de las actuaciones de comisiones. Así, en un voto particular que hace la Dra. Onega al acta de una Comisión de postgrado que aquí se aprueba. Reza así ese voto particular (que es un voto particular sobre un voto particular):
"Texto para incluir sobre el voto particular de los Dres. García Landa y Penas que aparece como Anexo en varias Actas aprobadas en el Consejo de Departamento del jueves 4 de diciembre de 2008.
La Dra. Susana Onega muestra su disconformidad con la reiterada inclusión de dicho Anexo, por contener inexactitudes constatables sobre el sentido del dictamen emitido por el Rector y contener además apreciaciones difamatorias, que no deberían en ningún caso tener cabida en un documento público. Firmado: Susana Onega Jaén."
El desagrado de la Dra. Onega se debía a que la Dirección reconocía nuestro derecho a incluir un voto particular en el acta (era el voto particular que figura en este post)—algo que sin embargo garantizan tanto la Ley de la Función Pública como el Reglamento de nuestro departamento. La Dra. Onega desconocía o bien rechazaba esas normas, no sé si en general o cuando sirven para hacer constar opiniones distintas a la suya. Lo que le parecía "difamatorio" era lo que se decía en ese voto sobre las "triquiñuelas" administrativas y maniobras de dilación utilizadas por nuestros colegas para continuar excluyéndonos del Doctorado, a pesar de las órdenes en contra recibidas del Rector. Bien, la Dra. Onega amenazó con llevarnos a juicio por difamación... pero peor que decir es hacer, y porque las actuaciones de la Dra. Onega y sus equipos nos han venido perjudicando continuadamente en nuestra actividad docente, y llevan años vulnerando nuestros derechos administrativos, por eso hemos sido nosotros quienes hemos interpuesto un contencioso administrativo contra estas actuaciones. Ahora bien, no contra la Dra. Onega, no, aunque es quien ha inspirado y defendido las actuaciones que nos perjudican (espero que no sea difamatorio el hacer constatar este hecho universalmente conocido). No: el contencioso administrativo va contra la Universidad de Zaragoza, que no ha corregido las actuaciones de este departamento. Pero hay que aclarar que no tenemos ningún contencioso con la Dra. Onega, porque no es ninguna institución, aunque sea la directora del máster y del programa de doctorado que nos excluye.
Sea como sea, la Dra. Onega llevó a reflexión a la Dirección de nuestro Departamento sobre este asunto de los votos particulares, y se reunieron en Comisión Permanente para regular o re-regular esta cuestión. Ya el Director había dejado claro que la redacción de las actas evitaría dar cuenta detallada de los debates y se atendría a conclusiones—pero ay, la cuestión de los votos particulares parecía abrir una brecha por la aparezcan en las actas opiniones indeseadas oídas en el Consejo, y con plena cancha para expresarse sin pasar por la redacción del Secretario. Cosa que como digo parece molestar a algunos. Tras hacer la Dirección unas consultas a la Secretaría general de la Universidad, se les recordó desde allí la normativa superior que obligaba a hacer constar tanto los votos particulares como su justificación. En lo que se refiere a las manifestaciones hechas durante una reunión, aunque el secretario no juzgue oportuno recogerlas, si uno de los miembros del Consejo quiere que figuren, podrá dar una redacción resumida de su intervención. "Sin embargo", recuerda el Secretario General, "por lo que se refiere a hacer constar el sentido del voto y una motivación del mismo, el Reglamento, como la Ley 30/1992, no distingue sobre la extensión o el contenido de esta motivación sino que, de presentarse en plazo, deberá ser reflejada como tal en el Acta". Ahora bien, "si se está abusando demasiado de esta posibilidad legal" (—me pregunto si será mi caso, acaso—....) el Departamento podría encontrar conveniente dar directrices. Y las da esta otra acta de la Comisión Permanente (acta provisional, como la del Consejo, hasta que se apruebe, pero a ella me remito:). Se recomienda, en los votos particulares, un uso prudente del lenguaje y las formas—se ve como un problema que haya afirmaciones que "algunas personas pueden considerarlas subjetivas, no veraces, e incluso ofensivas y difamatorias"... pero claro, digo yo que ese problema es la clave de los conflictos de intereses y de opinión: difícilmente se va a evitar la crítica y la disensión si hay conflictos efectivos y protestas por actuaciones conflictivas. Cosa inevitable. Pero ahora se nos dice que sólo se aceptarán los escritos de aclaración de voto particular que no contengan "apreciaciones difamatorias" (habrá que ver cuál es el criterio para determinar qué es difamatorio... el decir que algo es "injusto" puede tomarse como difamatorio por llamar implícitamente a los demás personas injustas, el decir que algo es "contrario a derecho" —uf, eso será una acusación difamatoria de prevaricación, supongo... El decir que una actuación es "dilatoria" le parecía a la Dra. Onega, dijo, una difamación... Así que parece que como no se aplique con tino esta normativa de status legal dudoso (espero no difamar a nadie al llamarla así, ya que es una norma no contenida ni en la ley ni en el reglamento del departamento...) —pues nos encontraremos con que se estarán censurando las opiniones que desagraden a la Dirección.
En fin: esta cuestión del control de las expresiones (aun de los funcionarios) siempre ha sido un tema apremiante en los regímenes totalitarios, y hasta en los democráticos, e incluso en nuestro departamento: recuerdo que cuando nuestro actual Director era secretario del departamento, cambió sobre la marcha la norma sobre redacción de actas en medio de una intervención mía y sin previo aviso: simplemente por el procedimiento de dejar de tomar nota, como si estuviese oyendo a un orate. Hasta entonces, se corregían las actas en la reunión en la que se aprobaban, modificándolas in situ para mayor exactitud—de repente, el entonces Secretario y hoy Director decidió que la norma cambiaba de un momento para otro, y con el beneplácito de la entonces Directora y del Consejo también—a mis colegas no les pareció entonces esto nada inaudito. Tampoco parece coincidencia el hecho de que se ha suprimido últimamente la grabación de las sesiones del Consejo, que venía siendo una garantía de exactitud para uso del Secretario, y de moderación en el lenguaje para quienes, por su posición, no se veían obligados a moderarse.
Esta escalada de movimientos de control de la expresión (potencial) de algunos miembros del Consejo parece indicativa de una voluntad decidida de acallar las voces críticas y de potenciar el pensamiento único. Malos tiempos para la lírica, y buenos para la sátira.
Dos últimas apostillas sobre el voto particular de la Dra. Onega arriba citado—sin pretender cuestionar su derecho a hacer las aclaraciones que juzque oportunas sobre su voto. Alega ella que el texto de mi voto, por el que protesta, contiene "inexactitudes constatables sobre el sentido del dictamen emitido por el Rector"—lástima que no pase acto seguido a constatarlas o al menos señalar hacia ellas. Porque cuando manifestó esto mismo en el Consejo, le hice ver que el Rector sí dictaminaba algunas cosas que ella quería obviar o hacer pasar por alto: por ejemplo, que es contrario a derecho exigir la pertenencia a equipos de investigación para poder dirigir tesis doctorales en esta universidad—o en cualquiera, vamos. Y miren que no se empeñó la Dra. Onega, y todos sus adláteres con ella, en sentar esa norma local hasta que se la anularon. Y la sigue aplicando, puesto que seguimos sin estar admitidos en "su" programa de Doctorado.
Otra cuestión, por fin, es eso de que nuestro texto "contiene apreciaciones difamatorias." Tampoco señala cuáles son... Con lo cual podríamos plantear la cuestión de si existe una paradoja de la difamación, problema lógico formulable como sigue: "¿Es difamatorio acusar a alguien de difamación? —¿especialmente sin dar razón de tal acusación?"
Pasemos a más apariciones mías en el Acta del Consejo... aunque antes diré que en el acta de la Comisión Permanente última aún figuro una vez más, pues el Director comunica el escrito que recibió pidiendo que no se tirasen los fondos de la Miscelánea a la basura... y parece que la Comisión considera razonable intentar primero regalar los libros a la gente, antes de tirarlos. Una decisión sabia y prudente: no vayamos luego a decir que falta talento en esta Universidad.
Bien, en el Consejo tuve otras intervenciones que no constan en acta... por ejemplo para señalar que me parece una tomadura de pelo el sistema Erasmus, que permite a los estudiantes esquivar las asignaturas difíciles de la carrera cambiándolas por asignaturas light—y con frecuencia sin relación alguna con nuestro plan de estudios—en las universidades extranjeras a las que viajan. Proponía yo que no se permitiese incluir en su contrato de estudios las asignaturas troncales y obligatorias, sólo las optativas: pero esta línea dura pareció excesiva al Consejo. Aunque sí se impuso a propuesta de la Dirección un máximo de 36 créditos de estas asignaturas en los contratos Erasmus. Que ya son, 36 para un año.
Donde sí hay una traca de ruegos del profesor García Landa es al final de la reunión, en la sección 14, Ruegos y Preguntas:
14.2. El profesor José Ángel García Landa ruega se discuta en un próximo Consejo de Departamento la manera de proceder—en sus fases administrativa y, si fuera necesario, contencioso-administrativa—al respecto de las asignaturas de ESP en los nuevos grados.
Bueno, en realidad sugerí que se actuase así con todas las invasiones de las competencias de este Departamento: muy visiblemente, con el caso de un Centro de Lenguas Modernas cuya organización docente escapa a la estructura departamental, algo antiestatutario. Aunque váyase a saber qué pasará ahora con la reforma de los Estatutos para adecuarlos a la LOMLOU.
14.3 El profesor José Ángel García Landa solicita información sobre el reconocimiento de la docencia en Inglés para el profesorado del Departamento, a lo que la profesora Susana Onega anuncia que ha sido recientemente reconocido.
(Me parece que se ha reconocido como mérito de docencia—pero no se reconoce en pie de igualdad con otros departamentos, que tienen beneficios en la contabilización de horas de dedicación si imparten sus clases en inglés. Igual deberíamos hacer como ellos y duplicar las asignaturas, una de historia de la literatura inglesa impartida en español y otra en inglés—¿o creen que no se puede estudiar historia de la literatura inglesa en español?)
14.4. El profesor José Ángel García Landa ruega que conste información institucional sobre el hecho de que la docencia en la carrera de Filología Inglesa se imparte en inglés, a lo que la profesora Susana Onega contesta que esa solicitud está en estos momentos en curso.
(Sería más exacto decir que solicité que en el Suplemento Europeo al Título expedido por la Universidad se hiciese constar que los alumnos estudian la carrera en inglés... porque tiene inri que encima de no reconocérnoslo a los efectos que he dicho, les certificasen a los alumnos inexactamente que la carrera es en español).
14.4. El profesor José Ángel García Landa solicita información sobre la próxima demolición del Pabellón de Filología, a lo que se le informa desde la Dirección de que la misma se ha retrasado de momento.
(¿Sine díe?)
14.5. El profesor José Ángel García Landa solicita información sobre la información recogida en prensa de la futura reforma del nuevo Pabellón de Filología para acoger la docencia y profesorado de grado de Periodismo, a lo que la Dirección contesta que ante esta pregunta, en una reunión reciente con cargos de la DGA, éstos dieron una respuesta ambigua.
(Pues ambigua parece ser clara, en este caso. Vamos, que una vez demolido el edificio, nos requisan el proyecto y el solar para la Facultad de Periodismo... y a saber dónde nos mandan a nosotros).
Punto 15: no hay.
Ah, por cierto: asistieron por primera vez en varios años representantes de estudiantes al Consejo de Departamento. A ver si no se cansan, ni se espantan.
1 comentario
Miguel -
Llega 2008 y se empieza a ver que falta dinero por todos lados y la DGA empieza a escatimarlo por más lados todavía. Llega la crisis, no hay dinero, pero no se atreven a decirlo. Excusa plausible: no, es que ahora hay que replantearse donde metemos a los de periodismo y el replanteamiento es donde iba el despacho de oficinas. Por tanto, hay que rehacer todo el proyecto, con el consiguiente gasto económico (¿de dónde saldrá el dinero para rehacer el proyectoooo????). La excusa de Periodismo permite no mencionar que no hay dinero de nuevo para hacer nada, y que no lo va a haber en varios años. Pero no lo pueden decir, porque quedarían muy mal.
Claro, que el día que se hunda el techo y mueran varias personas, ya verás como nadie sabe nada de ningún desfase temporal ni económico en los proyectos.
Nuevo problema: cuántas carreras van a quedar? cuántos alumnos va a haber?
No se sabe.
Por tanto, mejor retrasamos sine die el proyecto, no vaya a ser que les demos más espacio del que necesiten.
Y así, de nuevo, nos plantaremos en 2015 con los techos cayéndose.
Sólo espero que cada día venga más gente a ver la Facultad de los Horrores, para que luego cuando vuelvan a sus lugares de origen cuenten lo vergonzoso que es estudiar en un sitio así.