Que no doy abasto conmigo
A pesar de las pocas horas de clase que tengo, ahora mismo todas dedicadas a la asignatura de comentario de textos literarios ingleses, no doy abasto a organizarme los papeles de encima de la mesa. Bueno, literalmente: la tengo invadida de escritos y libros que tengo que echar al saco de mi Bibliografía de Teoría, Crítica y Filología, that loose, baggy monster; y la mesa virtual la tengo también hecha un asco, con multitud de proyectos en curso, y otros empezados y apenas en curso. Aparte de mi estancada traducción de The Philosophy of the Present (que ahora veo que no me la van a publicar, así que la aparqué de momento), tengo diversos posts atrasados de esos gordos que deberían seguir creciendo... y que igual hoy le doy un rato a alguno, por ejemplo esta reseña sobre Shakespeare.
Y es que con frecuencia muerdo más de lo que puedo masticar, y la emprendo con proyectos que luego me vuelven con venganza, como the return of the repressed. Por ejemplo me sucedió con una historia hipertextual de la crítica literaria que colgué, y que allí se ha quedado en su versión incompleta y preliminar.... Hypercritica, ay qué tiempos, poco me suponía yo que dejaría de impartir la asignatura antes de terminar esa página web—y que probablemente se va a ir al traste la propia carrera de Filología Inglesa, y cuestiones filológico-críticas de ese estilo ya no interesarán para nada en la nueva versión de los Estudios Ingleses que estrenemos el año que viene.
Y así van saliendo las cosas: los finales llegan precipitadamente, y no según previsto en los planes—y a veces nos pilla la muerte en medio de una frase, como en el soneto 60 de Shakespeare, donde la vida humana se compara a un niño que gatea y se pone en pie como el sol que sube hacia lo alto cielo—pero antes de que lleguen el crepúsculo y la decadencia de Occidente, súbitamente, en pleno mediodía, "crookèd eclipses 'gainst his glory fight, / And Time that gave doth now his gift confound". Nuestros proyectos, y mira que son limitados, quedarán a mitad, e irá todo lo que hay encima de la mesa, mantel y vajilla incluidos, a la basura.
Mientras, vamos cultivando nuestro jardín e hilando como pene-Lope, qué cruz, lo que el tiempo ha de deshacer más deprisa. Me dedico a subir a mi canal de Vimeo las músicas que por algún fallo de mi ordenador ya no puedo ver en mi canal de YouTube. Cuesta unos días. También estoy duplicando otra cosa, las publicaciones que colgué en el Social Science Research Network, las estoy recolgando en el nuevo repositorio de la Universidad de Zaragoza, Zaguán. Trabajo de tontainas, supongo—si se mira "Filología Inglesa", o "Lingüística", o "Literatura" se verá que al parecer soy el único de mis colegas que se molesta en usar este recurso. Y, viceversa, subo al SSRN los trabajos que he colgado en Zaguán. Y, por otra parte, también subo noticia de estas publicaciones en red, y enlace a ellas, a mi página de Academia.
Lleva un ratito, todo esto—y son trabajos ombliguísticos, darle vueltas a lo que ya he hecho. Pero, por otra parte, ya que está hecho, hay que rentabilizarlo, procurar que se lea. Recuérdese el consejo de buena administración de nuestros esfuerzos: la mitad del tiempo, dedicarla a trabajar; la otra mitad, a pasillear, buscar contactos y oportunidades (a quien le vaya eso), o al autobombo y promoción socialmente aceptable de nuestros trabajos—márketing, buscar salida a los productos. En la medida en que la tengan. En el SSRN ya llevo posiblemente decenas de miles de visitas, y más de 1000 descargas de artículos; algún lector nuevo habrán conseguido esos artículos, es de suponer.
En cambio, en la ratio número de descargas / número de citas, que es la que se supone va a primar en esta nueva economía académica mediada por ordenador, pues salgo muy mal parado. Ni una cita hasta ahora, de algún trabajo que haya difundido por estos medios. ¿Debería esto hacerme reflexionar, y dejar de darle al teclado—si no dedicarme a borrar todo lo subido a la red? Algunos dirían que sí. Yo ni sé qué digo.
Igual vuelvo a la publicación académica estándar un día, y eso que para que un artículo quede al gusto de un comité editorial hay que pasar por varias horcas caudinas de estilos y estándares, y también trabajarse mucho más la Cita de Autoridades, cosa que ahora mismo no me renta tanto. Veremos.
De momento, aún veo que he dedicado poco tiempo a la autopromoción, por difícil que resulte de creer. Tengo decenas de trabajos sin escanear, sin pedeefear, sin colgar en la web... Y eso que son de los que molan académicamente. Así que aún le voy a tener que dedicar a esto mayores esfuerzos, o ir royendo la bola esa poco a poco cada día, con un plan organizado—de esos que decíamos que si no se aparcan a veces se interrumpen. Hoy mismo veo que es oportuno empezar a colgar, visto que su segunda edición nunca llegará, un libro que publiqué hace más de diez años, y que me costó más de diez hacer antes de publicarlo; empezó con mi tesis doctoral y acabó en un libro llamado Acción, Relato, Discurso que publicó la Universidad de Salamanca—y que no está electrocutado. Visto que ya se lo he dejado diez años a las ediciones de Salamanca, me lo voy a volver a reapropiar en su versión preliminar, que ya me costará recuperarla—aquí se les pasa el asado no sólo a las ideas, sino a los programas informáticos también, y como me descuide no pronto no podré ni leer el texto sin formato. Así que con el tiempo y una caña, lo iré colgando y revisando en mi web—de hecho en esta página que, équilicuá, acabo de crear a tal efecto: Acción, Relato, Discurso: Estructura de la ficción narrativa. Pero la versión web es la que me gusta: qué no hubiera dado yo mientras la escribía, por poder tener enlaces hipertextuales para las referencias internas...
... enlaces que ahora bien le podría añadir, trabajo de chinos, impropio de Occidentales decadentes. Bueno, de momento bastante haré si llego a revisar el texto de modo que quede legible. Y cuando lo tenga en versión web, ya veré si me dedico a hacer el PDF para colgarlo en algún repositorio. Así me aseguro bien de no alcanzarme nunca a mí mismo.
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