Lo específicamente humano
Ayer leía en un artículo de Stephen Jay Gould (en I Have Landed) la idea de que lo específicamente humano, o al menos lo más propiamente humano, es... la humanidad, es decir, la descendencia común que nos identifica como humanos frente a otras especies—que también tienen sus propias percepciones, jerarquías sociales, sistemas comunicativos (y hasta dialectos) más o menos elaborados, o tradiciones culturales que se transmiten por aprendizaje y no por instinto—al menos en el caso de algunos animales superiores. Hasta capacidad de hacer herramientas simples, en el caso de los chimpancés, tan humanos ellos a veces, y sin embargo micos.
Linneo no era evolucionista, pero ya antes que Darwin situó al hombre entre los animales—entre los cuadrúpedos, para ser más exactos. Y señaló que en tanto que naturalista, no tenía argumentos para distinguir nada específicamente humano en el hombre. "De hecho", admitió, "por decir la verdad, en tanto que historiador de la naturaleza y según los principios de la ciencia, hasta ahora no he conseguido descubrir ningún carácter por el cual se pueda distinguir al hombre del simio". Más que la cuestión terminológica, dice, le preocupa el atenerse a los principios de su ciencia: "Si hubiera llamado al hombre 'simio', o viceversa, habría caído yo bajo todas las prohibiciones eclesiásticas. Es posible que, en tanto que naturalista, debiera haberlo hecho".
Otros dirán, claro, que esto es limitación de la ciencia de Linneo, más que de la inexistencia de diferencias. Ahora el naturalista estricto tiene el linaje evolutivo, como señala Gould, para distinguir a lo humano de lo no humano. Y claro que eso es cierto, pero es una especie de renuncia ad absurdum—cuando buscamos lo específicamente humano, no nos interesa tanto la biología como la etología y la semiótica; nos referimos no tanto a estructuras corporales como a capacidades que otras especies no tienen, y que reservan el mundo de comunicación humana a los homo sapiens, por mucho que otras especies tengan su "cultura" simple o su "lenguaje" simple. Y siguen siendo el lenguaje y la cultura—y la memoria cultural—lo que no tienen los animales.
Si bien lenguaje tienen en parte los animales, hay partes del lenguaje que no tienen—las que lo hacen propiamente lenguaje humano, y no lenguaje en sentido amplio o laxo. Para los chomskianos lo propiamente lingüístico del lenguaje es la sintaxis—un sistema computacional que es el núcleo de la facultad lingüística que caracteriza al cerebro humano. Hoy me leía un artículo al respecto de José Luis Mendívil (colega de la Universidad de Zaragoza), "La facultad del lenguaje y la diversidad de las lenguas: ¿una paradoja?". En el website de Ciencia Cognitiva. Allí expone la idea del "sistema computacional" sintáctico como el núcleo del lenguaje, rodeado por sistemas más periféricos que actúan como interfaz con los demás sistemas informacionales y comunicativos del sujeto—con los sistemas corporales orgánicos y con el sistema conceptual-memorístico. Esta periferia lingüística que rodea al núcleo sirve a su vez de interfaz para la interacción con los sistemas externos al individuo: el entorno ecológico, físico, social, cultural, histórico... según Mendívil, "Mi hipótesis central es que la variación lingüística estructural es consecuencia de que esos sistemas de interfaz entre la sintaxis y el resto de componentes de la FL se pueden configurar de diferentes maneras en cada lengua".
Y así no es una paradoja que haya una Gramática Universal y también diversidad de lenguas (equivalentes a especies para Mendívil) y de idiolectos (correspondientes a individuos biológicos). Cada lengua es un objeto histórico, que como las estructuras corporales arrastra consigo su historia; es un documento viviente de un proceso evolutivo. Esto lo formula Mendívil de un modo realmente un tanto maximalista:
"lenguas y especies son entidades de la misma naturaleza formal: agrupaciones de objetos naturales históricamente modificados"
—formulación que casi parece olvidar que los individuos biológicos son estructuras físicas, y las lenguas son procedimientos semióticos utilizados por esas estructuras físicas en su interacción...
Los pequeños cambios históricos, accidentales, etc., son comparados por Mendívil a "mutaciones" que se transmiten a la descendencia (supongo que, en buena lógica darwinista, si son "seleccionadas", o en buena lógica mendeliana, si son genes resistentes a la eliminación...). Con esta consideración darwinista-histórica de las lenguas, evita Mendívil el extremismo formalista chomskiano. Pero mucho queda de chomskianismo en esta concepción: pues si bien la lengua misma, por sus interfaces y su interacción histórica, es variable, el núcleo de la facultad lingüística es tan invariable como siempre:
"la sintaxis no es un hecho cultural anidado en las lenguas, sino que está naturalmente condicionada. Una sintaxis así es una propiedad de la especie, no estaría sujeta a adquisición y sería entonces insensible al cambio y a la variación en tiempo histórico."
—Y aquí es donde el evolucionismo de la teoría pierde su honesto nombre. Un fenómeno de esta naturaleza no puede surgir de la noche a la mañana "ya hecho": para una teoría evolucionista propiamente dicha, el núcleo sintáctico tiene que ser también variable, histórico, cambiante, producto de la evolución. Como todo lo animal y todo lo humano.
Volviendo a lo específicamente humano, dice Mendívil:
"Dentro de la FLA [Facultad del Lenguaje en sentido amplio] se representa con el círculo interior la Facultad del Lenguaje en sentido estricto (FLE), que sería -por hipótesis- lo único específicamente humano y específicamente lingüístico y que, según presupuestos minimalistas, incluiría únicamente un sistema computacional responsable de la sintaxis y la recursividad."
—pero esto también adolece de prejuicios chomskianos... ¿Son realmente la sintaxis y la recursividad lo único específicamente humano en el lenguaje? A mí sí que me parece buena lógica esto de que haya pocas cosas específicamente humanas, porque eso parece pedir la lógica evolucionista: que haya una base en común con otros seres vivos complejos, en especial con los más cercanos, y que lo específico "de la especie" por así redundarlo sea una especificación o complejificación a partir de materiales rudimentarios o potenciales que se den en otros seres. Tiene que haber las dos cosas, sí: el terreno común que permita el anclaje del lenguaje en la comunicación animal, y lo específicamente humano, que lo haga lenguaje.
Bien, pues no me parece suficiente ni la atención del modelo chomskiano a la "base común" con otras especies, ni la definición de lo específicamente humano. ¿Hay animales que hagan metáforas? Quizá Fauconnier o Johnson, cognitivistas de otro pelaje, hubieran colocado en el núcleo duro del lenguaje la capacidad de reciclar los signos y hacer analogías y fusiones entre ellos. Quizá haya animales que hablen de lo que tienen delante—probablemente esto es incluso probable, quiero decir demostrable, si no ya demostrado. Pero más difícilmente demostrable será que haya animales que hablen de lo que no tienen delante—es decir, y por simplificar, que cuenten historias. De los teorízadores de la narración (aquí hay uno) se podrá esperar que centren en la capacidad narrativa lo más específicamente humano del lenguaje humano, ya que hay pajaritos con sintaxis o pseudo-sintaxis... O que, por lo menos, que incluyan en un núcleo duro más difuso y más ampliado otras capacidades lingüísticas más allá de la celebrada sintaxis. Aunque admito obviamente que sí que hay sintaxis propiamente humana, y léxico propiamente humano, y morfología y fonética, claro, propiamente humanas. ¡Y complejidades culturales y tradiciones culturales propiamente humanas, como la Lingüística!
Posiblemente no todos los homo hayan sido humanos—tan humanos como nosotros. No sería de esperar en un proceso evolutivo. Según Adam Kuper (The Chosen Primate), el "Homo erectus fue probablemente la única especie homínida de la Tierra durante casi un millón de años", y mostró relativa estabilidad durante ese período tan largo. "El Homo erectus tenía una capacidad cerebral casi próxima a la moderna, pero al parecer muy poco la utilizaba para producir una cultura de tipo humano", con lo cual hay que esperar a formas posteriores para el desarrollo de una capacidad de comunicación, interacción y simbolización humanas. Posiblemente el homo erectus, si hablaba, no tenía mucha conversación, ni mucha capacidad de contar historias.
¿El único bípedo implume? No—los loros desplumados lo son. ¿El único animal que habla? No, pues hablan los implumes delfines, en delfinés. ¿El único animal con genética humana? Vale, pero eso es poco decir. El único animal que habla como nosotros, vale, pero también es un poco perogrullesco. ¿El único animal que miente, como decía Umberto Eco? Pues no; los chimpancés lo hacen de maravilla, y otros también. Aunque no pueden mentir sobre el pasado, como sí puede Tom Waits.
¿Será el hombre, más bien, el único animal que dio nombre a los animales—in the beginning— y construye oraciones? Bueno, posiblemente sea así. ¿O el único animal que hace metáforas y cuenta historias? Esto es más seguro todavía.
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