El Planeta de los Simios
Vemos el remake de Tim Burton en familia, antes de ver la película original que yo ví hace treinta años. Para Oscar, es la mejor película que ha visto, le impresiona eso de que los simios pudieran gobernar a los humanos. Es una película de acción con algunas cosas muy bien hechas y otras improvisadas a la mecagüen diez, en especial a nivel del argumento, con más concesiones al efectismo que a la coherencia.
Siendo de Tim Burton, uno espera cierta vistosidad y alguna tendencia a lo grotesco y al exceso, y la hay.... pero podía haber ido mucho más allá, por no decir que debería. Yo no sé por qué la novela original la escribió un francés, puesto que la historia pide ser americana. Desde luego son los americanos los que se la han apropiado, con la película de Charlton Heston de 1968 (dirigida por Franklin Schaffner) y sus secuelas, esta vez está bien aplicado el término, de los años setenta: Beneath the Planet of the Apes (1970), Escape from the Planet of the Apes (1971). Conquest of the Planet of the Apes (1972), y Battle for the Planet of the Apes (1973). Algunas de éstas se armaban un bollo, como la de Tim Burton, a la hora de establecer en qué planeta tiene lugar la acción y en qué momento; con una lógica típicamente serie B, después de saltar siglos adelante en el tiempo, reutilizan los mismos personajes para la secuencia "previa", y saltan alegremente atrás y adelante por los siglos. Tan caótica como la cronología es la cuestión racial—si las películas se vuelven americanas, es en parte para tratar al modo histerizado de Hollywood con cuestiones traumáticas de la esclavitud de los negros y sus resentimientos mal curados, cuestiones de derechos civiles mezclados con reflexiones sobre el tratamiento a los animales, y alegorías políticas sobre la teocracia, la tiranía, el fundamentalismo o la carrera armamentística. En fin, un mish-mash de los años 60-70 que si vuelve ahora a la carga sugiere que tampoco hemos cambiado tanto, y que las cuestiones básicas siguen sin resolver y con los mismos potenciales para el trauma.
Inevitables las comparaciones. Aquí Charlton Heston ha envejecido, y es un simio resentido. Repite su maldición final (esa que soltaba ante la Estatua de la Libertad semienterrada), sólo que ahora tiene otro sentido la cosa, pues siendo simio llama a la exterminación del género humano. Es un fundamentalista antievolucionista, que guarda un arma (cómo no) a modo de reliquia familiar. Y su hijo el general Thade (Tim Roth), un chimpancé extraordinariamente agresivo, perpetuará la tradición familiar, siendo el mayor partidario de esclavizar a los humanos. Irónicamente, Tim Burton lo hace acabar convertido en un liberador Lincoln-de-los-simios, en un final efectista y apresurado que requiere imaginar de golpe demasiados avatares que contradicen la línea principal de la película y la reducen a un juguete caprichoso.
Pues la película parte de una sociedad esclavista, en la que los humanos (negros multicolores) son meros animales para los simios, y llega, por obra y gracia de un Jesucristo/liberador, el astronauta Davidson (Mark Wahlberg) a una sociedad con derechos civiles para blancos y negros y simios. Pero el fundamentalista Thade queda vivo, y cuando Davidson sube a su cápsula y Asciende a los Cielos, para meterse en una práctica tormenta electromagnética que lo devuelva a su tiempo y su mundo (hay que ver qué pocas dudas que tiene este hombre y qué poca capacidad de sorpresa)—pues resulta que no vuelve a su tiempo (pasado) sino a un futuro todavía más lejano en el que los monos se han "liberado" otra vez, al parecer han exterminado a los humanos, y le han erigido a Thade su memorial Lincoln.... con lo cual el final, aparte de acumular las insensateces, convierte en un caos el mensaje de la película—en un caos estético, digo, pues para tener supremacía de monos, ya la teníamos al principio, y la supuesta sorpresa final es un cortocircuito de energías mal enfocadas.
Bien, por supuesto no hay que investigar tampoco por qué aquí el Planeta de los Simios a la vez es la Tierra en el futuro (con una sola luna) y otro planeta totalmente distinto (con diversas lunas, a menos que vaya adquiriendo y perdiendo lunas por necesidades o por incoherencias del guión, que es lo que sospechamos).
En suma, que el excelente trabajo hecho con la ambientación y caracterización de los simios (lo mejor de la película) se podría haber enfocado mejor a un guión mejor construido. En demasiadas ocasiones la coherencia de la acción de la película se pliega de maneras inexplicables a los avatares puntuales del guión que busca efectismo desesperadamente, ignorando lo que sería un mundo coherente de acciones e intenciones. Eso es lo que hace a una película barata sea cual sea su presupuesto.
En otra cuestión clave flojea la película. El protagonista Wahlberg es tan cejijunto que no se da cuenta de que en un remake del Planeta de los Simios de 2001 debería tener un rollito amoroso con la atractiva chimpancé Ari (Helena Bonham-Carter), que le pone ojitos. La película se ocupa de establecer un triángulo entre estos dos y la rubia Daena, que no debería hablar, como Nova, pero aquí sí que habla para estropear la película. También echa demasiadas miradas celosas a la elegante chimpancesa. No tiene mucho sentido un Planeta de los Simios en el que los humanos no sean simiescos, es como unos Viajes de Gulliver en el que los Yahoos no fuesen repugnantes, sino bellos animales esclavizados por los caballos. No, esto está enfocado fatal. Los humanos deberían haberse hecho más repugnantes que en la película de 1968, donde Nova estaba buena y era medianamente sumisa e inteligente, pero no hablaba. Eso era machista: en este siglo merecíamos unos humanos repugnantes y simiescos, pero no los tenemos—son unos rebeldes oprimidos, injustamente tratados. Esto también abarata la película. El guión sugiere una historia amorosa entre Ari y el protagonista, pero no se atreve a llevarla adelante. El beso interespecies de Charlton Heston a Kira en la película de 1968 era puramente amistoso y de solidaridad ("eres tan feo" le decía ella), pero aquí Ari tiene un interés obviamente erótico, no correspondido, por Wahlberg/Davidson. ¿Se achantó Tim Burton, o los guionistas? Parece que el tradicional tabú hollywoodiense que impide que el negro ligue con la blanca invade aquí la metáfora interracial que es el tema éste de las especies simiescas y humanas. La rubia es especialmente irrelevante, como digo merece no tener don de la palabra; pero todo el encanto intelectual de Ari, activista por los derechos del Proyecto Gran Simio, no merecen la atención erótica de Davidson. En fin, qué se le va a hacer, el amor es imprevisible y si no surge la chispa por mona que sea la chica no hay nada que hacer.
Por cierto, que la temática racial (siempre tan cargada en las películas americanas) se expresa aquí a sus anchas bajo el disfraz simiesco, y la película se permite una orgía de estereotipos. Ari es blanca, claro, como su padre o como el general Thade, chimpancés de rostro blanco. Pero los gorilas—faithful retainers o fieles soldados de a pie—son negros. Y Paul Giamatti está genial en el personaje de Limbo, un orangután que es una de esas caricaturas salvajemente racistas de judíos que se encuentran con frecuencia en Hollywood (otra de este tipo, especialmente nazi, era el moscardón que era el amo de Anakin Skywalker y de su madre en la nueva película número 1 de Star Wars).
Lo mejor que tiene la película es la caracterización de rostros creíbles de diversas especies de simios (chimpancés, orangutanes, gorilas) que acaban haciéndose inquietantemente "normales", y recordándonos que no es que el hombre proceda de los primates, sino que es una especie más de primate... También el tema de la teoría de la evolución también se trata aquí de modo indirecto o alegórico-caótico, al gusto de la serie. En parte, lo que posibilita la reconciliación entre simios y humanos es que los simios reconocen la verdad de sus orígenes "evolutivos"—que proceden del mono, por así decirlo, y se libran de las explicaciones teológico-divinas, convertidos a la ciencia de la Evolución por el Elegido Wahlberg, antes de su Ascenso a los Cielos. Una de las muchas profecías caóticas de la película es que esa revelación no calará en América. El futuro pertenece a Thade, fundamentalmente fundamentalista—aunque disfrazado, eso sí, de Lincoln liberador.
Planet of the Apes. Dir. Tim Burton. Written by William Broyles, Jr., Lawrence Konner and Mark Rosenthal, inspired on the 1968 film Planet of the Apes and the novel by Pierre Boulle. Cast: Mark Wahlberg, Tim Roth, Helena Bonham Carter, Michael Clarke Duncan, Kris Kristofferson, Estella Warren, Paul Giamatti, Charlton Heston, Cary-Hiroyuki Tagawa. Special effects by Rick Baker & Industrial Light and Magic. Music by Danny Elfman. Costumes by Colleen Atwood. Ed. Chris Lebenzon. Prod. des. Rick Heinrichs. Photog. Philippe Rousselot. Exec. prod. Ralph Winter. Prod. Richard D. Zanuck. USA: Twentieth Century Fox / Zanuck Company, 2001. Spanish DVD: El planeta de los simios. Madrid: Twentieth Century Fox Home Entertainment España, 2002.
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