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Cine

Retropost (2007): Multiplicity

 


Película que en español le pusieron el título de Mis dobles, mi mujer y yo o algo así. Es una comedia sobre tensiones matrimoniales entre Andie MacDowell, que quiere trabajar, y Michael Keaton, que ya no daba abasto y van y le suben el cupo de tareas caseras. Así que para llegar a atender sus múltiples facetas se clona, y se reclona, y el clon se clona... bueno, ahí para la multiplicidad. No es de ciencia ficción ni de clonaje, por supuesto, sino de personalidades reprimidas que salen a la luz, o más bien al revés; va sobre la disciplinación de los yos posibles y la consecución de una identidad idealmente sólida y unificada. Al volverse insostenible la proliferación de clones, y sin que llegue a descubrirse el pastel (ni se clone la chica a su vez), decide Keaton enviarlos a que vivan su vida a otra parte y volver a una relación equilibrada y razonable, y centrarse en un ego tolerable para la monogamia heterosexual. Porque un yo era hipermacho, workohólico y a la vez tipo cerveza/eructo; otro era encantador, su lado femenino, pero demasiado dulce y modosito y metrosexual; el tercero (el clon de clon) era la tentación de sacar el tarugo que algunos tendrán dentro. Da para lucimiento de efectos especiales multiplicadores, y de estilos de actuación de Keaton; también se apunta el motivo de los mundos posibles superpuestos. En cuanto a entradas y salidas y equívocos, tiene la película la dinámica de un vodevil naturalmente, pero sin mucho lío de faldas; y en suma es un canto al equilibrio emocional con los demás y consigo que da la monogamia. Aunque como bien sabemos—to our cost— los monógamos, más bien sucede al revés—aun sin llegar a la esquizofrenia de la bigamia—y es que esto es una comedia. Más que exteriorizarse y expulsarse, los clones o simulacros se interiorizan y asumen, o se vuelve uno más bien su propio clon. La procesión, o precesión, ya se sabe... por dentro, y por fuera.

Multiplicity. Dir. Harold Ramis. Cast: Michael Keaton, Andie MacDowell, Harris Yulin, Richard Masur, Eugene Levy, Ann Cusack, Brian Doyle-Murray. Panavision. USA, 1996.

El yo relacional



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Retropost (2007): 300

300











Ponte las pilas, vente a las Termópilas. Es éste un tebeo visual basado como quien dice plano por plano en una narración gráfica en viñetas, y que utiliza las texturas, composición y a veces las modalidades de transición entre escenas propias del cómic. El resultado, si se le añade un impresionante trabajo de animación digital, es delicioso para amantes del cine visualmente impactante, y sólo por eso conviene no perdérsela. Ahora, viniendo de donde viene, no es para gente que le haga asquillos a la extravagancia, ni para amantes de la exactitud histórica, ni para quienes quieran finura ideológica. El género es épico-patriótico, heroísmo macho tanático a tutiplén, así que quien vaya se prepare para oír nuevas versiones del patriótico discurso de San Crispín en Enrique V de Shakespeare (hay que ver si da de sí Shakespeare)—"Quien sea hombre de verdad, que me siga; vamos a la muerte, pero ganamos la inmortalidad y el honor". Otra vez la band of brothers, muriendo para que el futuro hable de ellos, como en la Troya de Petersen o en Alejandro Magno de Oliver Stone. Bien, pues sí, así está el patio, en el siglo XXI como en el XVI como en el V a.c.—al menos si te metes en según qué películas.

Los iraníes han prohibido esta cinta, aunque tienen sus dificultades mentales para identificarse con los persas de antaño, que eran infieles, y además negros, según se ve en la película. Tampoco será la única que prohiban, vamos. Pero ésta es especialmente ofensiva porque da ciertos síntomas de ir preparando la avanzadilla del próximo ataque a Persia por parte de Bush. Claro que esto es cuestión de interpretaciones, y puestos a interpretar, podrían haberse identificado los neopersas con Leónidas, por qué no. Arriba pongo una ilustración de Ahmadineyad resistiendo las seducciones del Nuevo Orden Mundial: hombre negro quererle aplicar la ley del embudo, y hablar con lengua de víbora.

Lo bueno y lo malo del género popular hiperhisterizado de una producción de Hollywood basada en un comic es que los mensajes ideológicos son a la vez primarios y ambiguos; extremadamente simplistas y extremadamente reversibles, a la manera en que funcionan estos retornos súbitos de lo reprimido. Para empezar, nos las vemos aquí con una cultura de hipermachos infanticidas, los espartanos, que educan a sus hijos en la perpetuación de la violencia. Ah, sí, también son al parecer la única esperanza de que la Humanidad alcance el estado de bienestar que le vaya a permitir iluminarse, y liberarse, y elaborar esta película. Para terminar de potenciar esa imagen no está mal que los ilotas brillen por su ausencia, y que veamos en Esparta una democracia de hombres libres dispuestos a resistir a las tiranías orientales.

Hombres, digo. Porque las contradicciones de los buenos siguen apareciendo. Primero son liberadores de las mujeres—al emisario persa le sorprende que se deje intervenir a una mujer en una conversación de hombres. Luego vemos que en todas partes cuecen habas, y en Esparta a calderadas. No sólo no se ven por ninguna parte los filósofos, sino que la casta sacerdotal a la que siguen los espartanos tiene serios problemas de enfermedades cutáneas. Leónidas los desprecia, él sí es un ilustrado progresista, pero son estos asquerosos sacerdotes los que deciden si hay que hacer la guerra a los persas o no. Y en Esparta a las mujeres las tratan como basura, estos iluminadores del mundo occidental; aún gracias que la mujer que más vemos es la reina, pero con su dignidad real y todo, la viola con su consentimiento (sic) el malo de la película, mientras su marido está mostrando su metal a los persas. "Esto te va a hacer pupa", le dice con su cara de Willem Dafoe.

La idea era que la dejasen hablar a la reina, aunque sea mujer, ante la Cámara de Representantes, y al final la dejan, pero con asquillos (y allí mata a su violador). Estos representantes son los Demócratas, que se niegan a enviar más tropas a la guerra contra el terror, mientras unos pocos valientes están defendiendo en un congosto (alegórico de la penetración anal) si Occidente ha de caer o pervivir.... Al final, tras la muerte de Leónidas, se impone la razón, y por fin los griegos luchan contra el Terror Oriental usando todo el poder de sus armas nucleares, en lugar de quedarse en casa con los niños y las mujeres.

Oriente es que da asco. Todo orgías a tiempo completo de lesbianas deformes, o bien ninjas sin vida sexual creíble; brigadas sobrantes del ejército clon del General Grievous, orcos de las cavernas... gente a la que no se le puede conceder el sufragio. Está liderado Oriente por Jerjes—un Cleopatro de catafalco, un guardián de club gay sado/maso, que quiere hacer que todo dios se arrodille ante sus calzoncillos dorados y pague peaje poniendo el culo. Es justo que ya que Leónidas no logra matarlo, al menos le arranque algunos de los piercings de más que lleva, ensartándoselos con un lanzazo. Lo que supongo será también una expresión más indirecta de deseos alocados... Es ésta una película muy interesante para gays de los de gimnasio, aceite y braguero prieto, pero únicamente si tienen ciertos problemas de auto-odio. Como digo, lesbianas jorobadas, homosexualidad sado-maso, satanismo (del de choto), la parada de los freaks, todo eso es lo que nos ofrece Oriente. ¿Pero no era Occidente el que traía la decadencia al mundo? Yo creía que a los gays en Teherán los ejecutaban. En fin, que termina Leónidas con más flechas clavadas que San Sebastián. Y es que en estas batallas de homosociales contra homosexuales, al final ya no sabe uno en qué equipo juega.


Como digo, los mensajes a este nivel de histerización pop son totalmente reversibles; los salvadores del mundo son también los suicidas que se vuelan a sí mismos por la fe. El desembarco de Jerjes es el desembarco del Imperio, la Tormenta del Desierto que ya no se sabe si ataca a Oriente o a Occidente.Y la barba de Leónidas se parece más a la de Bin Laden que a la de Bush, eso también queda bastante claro en la película. Cuánta mala conciencia hay acumulada, y qué bien la exhiben estas películas como quien no quiere la cosa...

300. Dir. Zack Snyder. Written by Zack Snyder, Kurt Johnstad and Michael Gordon, based on the graphic novel by Frank Miller and Lynn Varley. Cast: Gerard Butler, Lena Headey, Dominic West, David Wenham, Vincent Regan, Michael Fassbender, Tom Wisdom, Andrew Pleavin, Andrew Tiernan, Rodrigo Santoro, Giovanni Cimmino, Tyler Max Neitzel, Tim Connolly, Marie-Julie Rivest. Music by Tyler Bates, Cinematogr. Larry Fong, ed. William Hoy, prod. des. James D. Bissell, Art dir. Isabelle Guay, Nicolas Lepage, Jean-Pierre Paquet; set decor. Paul Hotte, costume des. Michael Wilkinson. USA: Warner Bros. / Hollywood Gang /Atmosphere / Legendary Pictures / Virtual Studios, 2006.


X-Men: The Last Stand
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Retropost (2007): Polar Express


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Es ésta una película de animación espectacular, e ideal para ver en familia (que es lo que hicimos con los críos). Va sobre la crisis de fe, la primera (preparatoria) cuando los niños descubren que no existe Papá Noel, la segunda cuando descubren que no existe el otro señor de barba blanca. Al que nunca se menciona aquí, claro. Un niño escéptico que ya empieza a dudar de la existencia de Papá Noel, viaja hasta el polo en el Polar Express, quizá en sueños, para ver su fe y su ilusión en la vida reforzada con un encuento (soñado, real) con Papá Noel.  Como sucede con la flor de Coleridge, descubre al despertar el regalo que le había dado Papá Noel en el sueño, un cascabel de su trineo. Un cascabel que sólo suena para aquellos que creen en Papá Noel.

Es excelente y virtuosista la animación, ya dándonos la versión en animación digital de los actores reales, ya en complicados juegos de perspectivas, de reflejos, o de sucedáneos de videojuegos y parques de atracciones; logran hacer de cada escena un auténtico espectáculo. Los niños la están viendo otra vez, y se meten dentro completamente (al final, cuando aparece Papá Noel entre una muchedumbre de elfos que impiden que el protagonista pueda verlo bien, Oscar también movía la cabeza de lado a lado ante la pantalla, a la vez que el niño, intentando lograr mejor visibilidad).

La película presenta la Navidad, y por extensión la religión, como una ficción necesaria, una manera de relacionarse con el sentido de la vida y de participar en la vida de la comunidad, cuyo sentido no hay que buscarlo literalmente (aquí contradice hábilmente su propio mensaje), sino a un nivel simbólico y emocional. A la vez, es todo un ejercicio descarado de nostalgia, que busca asentar las certidumbres (políticas, religiosas, emocionales) del adulto en las del niño que fue, y en las de una sociedad hipotéticamente más sana, sólida e integrada (representada por la máquina de vapor o por el Lightning del niño)—todo ello a la vez que se muestra el ejercicio de malabarismo mental que esto supone, un poco como levantarse a uno mismo del suelo tirando de los cordones de los zapatos.

La frase de la película, del revisor Tom Hanks: "Los trenes son maravillosos. Es importante saber a dónde van, pero lo más importante es decidirse a subir a ellos".

El espíritu de la navidad es el de la solidaridad entre generaciones, y el de la conservación de la tradición que liga a la sociedad en rituales comunes de participación y de recuerdo, rituales que tienen una relación especial con la verdad, y con las certidumbres morales. Tienen un lugar especial porque se basan en un nexo entre la propia infancia y la de las generaciones siguientes. En este sentido, es ésta una excelente película sobre la navidad, esa ficción de solidaridad universal tan conveniente. Una película también sobre cómo en materia de religión las cosas ni son, ni dejan de ser, en un sentido simplista; podemos a la vez creer y descreer de Papá Noel, o de Dios, y sin embargo su potencia como símbolo cultural se perpetúa, y la suspensión de la incredulidad o doublethink que fomenta la sociedad ante estos mitos adquiere formas complejas—como por ejemplo esta película, que reflexiona sobre cómo América necesita a Dios—sin atreverse a mencionar siquiera este tema de modo explícito hasta su última palabra, y aun allí por exclusión: el cascabel que le regaló Papá Noel sigue sonando para el protagonista ya mayor, como lo hace "para aquellos que realmente creen".

 Polar Express. Dir. Robert Zemeckis. Cast: Tom Hanks, Leslie Harter, Eddie Deezen, Nona M. Gaye, Peter Scolari, Brendan King. USA: Warner Bros., 2004.



Los Reyes y la mente modular
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Retropost (2007): The Queen



Nos fuimos por la noche al cineclub Cerbuna, donde tantas películas ví en tiempos, a ver The Queen, de Stephen Frears. En versión original, imprescindible en el caso de una película sobre la familia real inglesa, por los acentos. Se han comentado sobre todo las actuaciones; no voy a criticar que le hayan dado el oscar a Mirren, que está bastante real, pero yo se lo habría dado a James Cromwell, que hace de su impresentable marido, el Príncipe Felipe de Edimburgo. Me gustó la mezcla de imágenes de archivo y televisadas con las imágenes de ficción (la supuesta realidad); se aprecia de manera bastante vívida cómo (en palabras del impagable consorte) "la Diana de los medios de comunicación y la nuestra no tienen nada que ver una con otra".

La película va, básicamente, sobre la crisis que supone la muerte de Diana no por la muerte en sí, sino por el daño que sufre la imagen de la corona, y cómo la insensibilidad y las mentes protocolarias de la familia real pierden el contacto con la realidad pública del país, y quedan en triste evidencia. Argumento suplementario: cómo Tony Blair se hace con la situación, y no sólo gana popularidad con su respuesta a la altura de las circunstancias, sino que toma la iniciativa y salva a la familia real de las peores consecuencias que podría haber traído su encastillamiento de haber seguido sin ofrecer o fingir unas mínimas señales de sensibilidad.

La película es un tanto ambigua; supongo que tiene que seguir un sendero un tanto difícil y peligroso para ser creíble, realista, provocativa e inofensiva, todas cosas necesarias. La reacción de la reina a la muerte de Diana es desde luego de una indiferencia casi cruel. Al final derrama unas lágrimas estando sola, pero ni ella ni nosotros sabemos mucho por qué. Hay declaraciones de dolor; y sin duda dolor en los más jóvenes. Cuanto más viejos, menos. La familia no tiene remedio, desde luego: los nietos son víctimas de un mal matrimonio y una mala educación, y de un ambiente estúpido, sometidos a pésimas influencias y a una hipocresía atmosférica. Empezando por su padre el príncipe Carlos—que está aquí más preocupado por su posición inestable y por la manera en que esto vaya a afectar a su futuro como monarca, apocado ante su madre, que lo desprecia, tirando de hilos para hacer intervenir a Blair sin mojarse demasiado... patético. Aunque el peor es el príncipe consorte, llevándose a los nietos de cacería, totalmente indiferente a la muerte de Diana como no sea para seguir maldiciéndola.

Hay un argumento secundario simbólico, la caza del ciervo al que quiere matar Felipe de Edimburgo. El ciervo interrumpe el lagrimeo solitario de la reina, y ésta va a verlo cuando sabe que lo han cazado; aparece colgado de los pies y decapitado.
- "¿Lo hirieron?"
- "Sí señora. Un banquero inversionista de Londres. Nuestros cazadores tuvieron que seguirlo durante millas para rematarlo".
El ciervo es una alegoría de Diana, puesto allí supongo que nadando y guardando la ropa frente a la teoría de la conspiración, según la cual el accidente de Diana fue provocado. A saber lo que dirán de la muerte de Diana en el futuro; hoy por hoy, con la conspiración reducida a rumores tras la investigación oficial, no queda sino tratar el tema de modo puramente simbólico, y que cada cual entienda lo que quiera.

Otra línea argumental, por supuesto, es el pulso entre la reina y Blair, o entre Blair y su antimonárquica esposa. Blair llega como un renovador, pero enseguida encuentra su misión en rescatar a la familia real de sí misma cuando la ve cometer un suicidio político. Claro que así obtiene también una pequeña venganza por haber tenido que hincar la rodilla ante la reina para su nombramiento (la película se abre con la victoria electoral de Blair). Un titular durante la crisis dirá que Blair hace arrodillarse ante él a la familia real. Pero lo que vemos es más bien una entente cordial: los primeros ministros laboristas son seducidos por la reina, y por el sistema, y pronto están más interesados en perpetuarlo que en cambiarlo. Al final de la película se reduce la tensión entre la reina y Blair, y pasean por los jardines de palacio mientras descubren nuevos intereses comunes y la manera de colaborar para mantener la tradición con los cambios que requiera: una solución que la película contempla con ironía y aprobación a la vez.

The Queen. Dir. Stephen Frears. Written by Peter Morgan. Cast: Helen Mirren, Michael Sheen, James Cromwell, Sylvia Syms, Alex Jennings, Helen Mc Crory, Roger Allam, Tim McMullan, Douglas Reith, Robin Soans, Lola Peploe, Joyce Henderson, Pat Laffan, Amanda Hadingue, John McGlynn. Music by Alexandre Desplat. Cinemat. Affonso Beato. Ed. Lucia Zucchetti. Prod. des. Alan MacDonald, Art dir. Matthew Broderick, Franck Schwarz. Exec. prod. François Ivernel, Cameron McC racken, Scott Rudin. Prod. Andy Harries, Christine Langan, Tracey Seaward. BIM /Canal+/Granada/Pathé/Scott Rudin, 2006.


Letters from Iwo Jima 
 
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Retropost (2007): Half Light

 

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Thriller con fantasmas de Demi Moore, que aquí encarna a la escritora de thrillers Rachel Carlson. Rachel está en crisis personal tras haberse ahogado su niño mientras ella le daba a la máquina de escribir, y le preparaba una ensalada, en lugar de jugar con él como le había prometido.

(¿Escritora de thrillers? Quizá la última imagen deje imaginar que todo ha sido una creación de su mente).
En crisis profunda, se separa, se retira a Escocia, a una casita aislada de la costa, liga con el guardián del faro... pero ay, era un faro automático, el guardián se había suicidado años atrás. Y se complica el argumento cuando la viene ayudar una amiga suya muy lagarta.

La película tiene críticas espantosas, pero se deja ver bastante bien (alguno le criticará que haya fantasmas, claro... o que el argumento sea de thriller). Los paisajes, preciosos, y si resultan kitsch algunas bonitas escenas era con segundas. Las actuaciones, muy buenas. El género da de sí lo que da de sí, y ésta es una excelente pieza de género, ideal para un viernes noche.

Con frecuencia te pone en situaciones de alta tensión, y lo logra a veces de las maneras más simples: por ejemplo al principio, sólo mostrando un niño andando al borde de un canal. Claro que sabemos que se va a ahogar; lo que no sabemos es que lo van a ahogar, como en realidad sucede. Y el argumento, a pesar de recurrir a tópicos que enfurecen a la crítica (o quizá precisamente gracias a que recurre a ellos) logra mantener el interés, pasando del Escila del complot imposible de los asesinos, al Caribdis de las apariciones del más allá de su niño... que a veces son sueños, de esos en los que se entra sin transición aparente y se despierta el espectador y el personaje con alivio retrospectivo.

Un thriller se basa en el juego entre la parte de la realidad que es sólida y la que es una charada urdida por los enemigos del protagonista. Hay que transformar una en otra de manera no demasiado ofensiva (pero siempre será ofensiva a la lógica), hay que mantener la incertidumbre, o suprimirla y volverla a avivar, y cambiarla de sitio. Esto lo hace varias veces bien esta película, a pesar del vapuleo crítico. Un thriller sobrenatural se basa en la interferencia del mundo del más allá con el de menos allá: pongamos que, como en El Sexto Sentido o Los Otros, se trata de saber en última instancia quiénes son fantasmas y quiénes son reales. (Aunque en el cine todo son fantasmas—no en vano tiene su origen en la fantasmagoría).

Cuando tenemos intriga con charada, más fantasmas, más sueños, ya es lógico sumar un elemento más, que es la pérdida del sentido de la realidad de la protagonista, y del espectador. Hay una imagen muy bonita en la película, a cuenta de una de las frases claves que le llegan del más allá: "acuérdate de mirar detrás de tí". Cuando mira, encuentra su rostro en un espejo. Pero ese rostro, mirándose inmóvil al espejo, se convierte casi en una máscara, en una escena de actuación inmóvil e inexpresiva muy conseguida: una máscara, la propia cara, detrás de la cual se podría ocultar, a estas alturas, cualquier mala sorpresa. Y ese momento lo enfatiza la música, y la cámara, que primero nos muestra a Demi de espaldas mirándose paralizada, para centrarse luego en su reflejo del espejo, y entonces penetra la cámara en el espejo, cruzando el plano imposible de cruzar, y gira alrededor de la cara fija allí dentro, y nos la muestra desde atrás, con la mirada clavada en ella de una imagen enmarcada en el espejo—que ya no sabemos si es el original o el reflejo. Ya no abandonaremos el lado imposible del espejo en lo que queda de película. Y eso es lo bueno que tiene el cine.

Half Light. Written and dir. by Craig Rosenberg. Cast: Demi Moore, Hans Matheson, James Cosmo, Henry Ian Cusick, Kate Isitt, Therese Bradley. Prod dir. Guy Tannahill. Music by Brett Rosenberg. Ed. Bill Murphy. Prod. des. Don Taylor. Photog. Ashley Rowe; Exec. prod. Andreas Schmid. Prod. Clive Parsons, Andreas Grosch, Steve Samuels, Joe B. Michaels, Garh H. Drabinsky. VIP Medienfilms 3/Half Light / Rising Star, 2005. 


El libro negro





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Get Out (of the White House)

Get Out (Of The White House)

 





Retropost (2007): The Pursuit of Happyness



Los pobres ven, en cuanto pueden, películas sobre ricos. A veces los ricos (ricos en hipotecas, en mi caso) vamos a ver películas sobre pobres de solemnidad, como ésta. Una película visible, si bien no apasionante, sobre el sueño americano, basada en la historia auténtico-arquetípica del hombre hecho a sí mismo que se levanta del fracaso y el paro, a fuerza de fuerza, voluntad, y de deseos de no fallarle a su hijo pequeño. De hecho la película se centra en el descenso de mal a peor, de un Will Smith viajante de medio pelo, con su familia en precario, hasta la separaración de la pareja, la pérdida de la vivienda y de todo su dinero, las noches en los albergues municipales o en el metro, todo mientras prepara el examen que quizá lo saque de la miseria o quizá termine de hundirlo en ella.... cosa que no sabemos hasta el final, y de tragedia pasa de repente a comedia al recibir el Contrato que le permitirá ascender por el rascacielos. Pero durante toda su duración recuerda más bien a Ladrón de Bicicletas que a Ciudadano Kane. Así pues, la película es un tanto tendencioseta o ambivalente, pues se centra en mostrarnos la pobreza sin salida posible (para todos los de la cola del albergue menos el protagonista), para al final prometernos el triunfo que todo americano logra si lo consigue, como prometió Jefferson. No en vano tiene el niño del cartel al Capitán América en la mano. Partiendo de esta ambivalencia básica de guión, está muy bien llevada, y te angustia de verdad por momentos metiéndote en el pellejo de un pobre hombre que tiene que fingir no ser tan pobre para mantener abierta una posibilidad de no hundirse del todo... Y hay escenas duras emocionalmente, como cuando él se queda con su hijo por decreto, supongo que porque no tienen dinero para divorciarse, y en ausencia de papeles él podría pegar más fuerte. Así que si ella se quiere ir, tendrá que ser sin el niño. En fin, buena actuación de Will Smith, y un canto ambivalente al valor de la iniciativa privada—después de mostrarnos cómo exprime a la gente con contratos tan basura que ni te pagan... con la esperanza de que un día iguál lleguen a pagarte, y contrates a otros veinte infelices esclavos de los cuales salvarás a uno, el que más trabaje, etc. Si en esto acaba el sueño americano, a mí que me despierten.

The Pursuit of Happyness. Dir. Gabriele Muccino. Written by Steve Conrad. Cast: Will Smith, Jaden Smith, Thandie Newton, Brian Howe, James Karen, Dan Castellaneta, Kurt Fuller, Takayo Fischer, Kevin West. USA: Overbrook / Escape Artists / Columbia / Relativity, 2006.

Babel
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Retropost (2007): Letters from Iwo Jima




Buena película (aquí resumen) del género "horrores y temores de la guerra", en la línea de películas sobre la Segunda Guerra mundial como La Delgada Línea Roja, o la del Soldado Ryan del propio productor Spielberg. Esta vez con muy pocas heroicidades y pocas posibilidades de identificación con los protagonistas, pues se nos presenta la acción desde el punto de vista del enemigo, no como en la película compañera de ésta, Banderas de nuestros padres, también dirigida por Clint Eastwood. Las dos son críticas con el patriotismo comecocos que manda a la gente marcando el paso a la muerte. Pero en este caso al esfuerzo militarista de la guerra se suma la crítica a unas estructuras de pensamiento y actitudes sociales poco menos que medievales todavía...

Entre estos soldados enemigos los hay más y menos ilustrados, y fanatizados, y la película juega a mostrar un abanico de actitudes que se pueden tomar una vez se ve uno encerrado en una ratonera absurda, en la que la propia mentalidad planta la mitad de los barrotes. Así pues, poca empatía se fomenta entre el público (al menos este público) y el mundo retratado en la película. Aviso, de entrada, que hay pocas cosas en el mundo que me repugnen más que el feudalismo Mishima y su conclusión lógica, el harakiri, y ese es el trasfondo ideológico del mundo que aquí vemos retratado; de él participan hasta los personajes más humanos, como los tres protagonistas, el general, el jinete olímpico y el panadero Saigo. En la película los malos son los que (por un problema de carácter, se ve) se crecen en semejante ambiente, y acogotan a los demás poniéndolos firmes y haciéndoles gritar las consignas patrióticas con voz que les sale falsa; algunos personajes tanáticos no dudan en ir a la muerte de cabeza pero llevándose primero por delante a todos los subordinados que puedan. Los buenos son los que dudan, los que intentan vivir y dejar vivir, los que interpretan de modo benevolente el reglamento, los que dan opciones a los demás.

En última instancia, la película es una defensa del individualismo liberal, y una condena del feudalismo, fascismo y autoritarismo. Y aun presentando todas las actitudes en un contexto histórico y cultural, también deja claras, por tanto, las responsabilidades individuales. El totalitarismo como un problema de carácter, vamos, tanto de carácter nacional como individual. Y el tratamiento elegido es poco hollywoodiense; hasta el color apagado, casi blanco y negro, contribuye a ello. Sin escapar a la marca de la casa (que todo lo devora), casi vemos aquí un caso de lo que Bordwell llama la estética del materialismo histórico, como si lo hubiese filmado Kozintsev.

Hay sin embargo, a pesar de la multiplicidad de líneas y la apariencia de acción colectiva, una historia claramente recortada: es la historia de una pistola, en cierto modo. Se la regalaron a Kuribayashi sus amigos americanos, y sí es cierto que su estancia en América, si bien no le resquebraja sus valores patrióticos, contribuye a hacerlo más comprensivo y humano. La pistola la empleará no para matar americanos, como temía en broma y serio una señora durante la cena en la que se la dan, sino para matarse a sí mismo, acción de dudoso gusto moral. En lugar de aceptar la derrota y volver a casa a reformar el suelo de la cocina... bueno, casi lo comprendo. Pero Kuribayashi se mata tras haberle dado al panadero-soldado raso Saigo una salida de la ratonera del honor: le exime del suicidio, y le dice: quédate a quemar mis papeles (y que te cojan prisionero los americanos, que es lo mejor que te puede pasar). Y lo es. Algún yankinazi también hay, pero la bondad general de los individuos y del sistema americanos se demuestra al final. El panadero Saigo ve la pistola de Kuribayashi en el cinto de un americano que la ha encontrado, y pierde el oremus, les ataca, casi opta de nuevo por el suicidio (esta vez por cuestión de fidelidad a su amigo, no al Emperador). Pero los americanos, en lugar de darle un tiro, lo tranquilizan de un mamporro, y lo devuelven a su familia. Como al país entero, parece decirnos la película.

Por otra parte, puede leerse todo esto en clave iraquí. El asalto a la isla es la Tormenta del Desierto tecnológica, y la mentalidad de turbante prieto de los orientales es en cualquier caso el máximo obstáculo. De ahí la importancia de mostrar cómo es necesario liberarlos primero de sí mismos, y de los paraísos imaginarios que les prometen, y de la mentalidad gregaria que les hace preferir volarse por los aires a quedar mal con los compañeros de trabajo. Los ataques suicidas eran en mis años mozos una excepción al orden de las cosas en la que sólo incurrían los kamikazes: desde entonces ha proliferado lo del cinturón de explosivos, y una de las finalidades de esta película es desautorizar la ideología que lleva a esas abominaciones. Pocas escenas hay más patéticas y abyectas que esa en la que el grupo de fanatizados se van volando por los aires uno tras otro, llorando de miedo pero adelante, no me vayan a criticar estos colegas. El mensaje es el mismo a japoneses y sunitas: "Os habéis metido con un enemigo contra el que no podéis.  Habéis llegado lejos, a base de echarle mucha fe y mucha estupidez colectiva, con un coste personal desproporcionado, y gracias a una ideología oficial que desprecia a la vida propia y ajena. Pero el destino de esa ideología es desaparecer, y vuestro destino ser derrotados. Lo mejor que le puede pasar a Japón, y a Irak, es que América le invada y le libre de sus actitudes y voceros más patrióticos, pues no son sólo peligrosos para los demás, sino autodestructivos: es  triste decirlo, pero  sois una vía muerta en la evolución de la mente humana.  Así que mamporro y vuélvete a casa con tu familia, hijo, luego nos darás las gracias. Ya te pondremos tele, y películas americanas; hasta en japonés si hace falta te las pondremos. Y tus jefes, oye, por mí como si se hacen el harakiri, allá ellos, pero que nos dejen en paz a los demás. La verdad es que creíamos que estaba la cosa más avanzada, pero bueno... por lo que parece les hace falta a estos valientes samurais y jihadistas un poquito más de exposición a los valores de Occidente".

Unlocking Million Dollar Baby
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Retropost (2007): El Libro Negro

 

 (Lunes 5 de febrero de 2007)
 
Esta es una película de Paul Verhoeven, la mayor superproducción holandesa de los últimos treinta años, nos comentan en la IMDB.  Y a su manera se ve bien, en el género "película de nazis y aventuras". Ahora bien, tiene sus serios defectillos, mayormente de guión. Es la historia de una cantante judía, Rachel/Ellis (Carice van Houten), escondida de los nazis, que en su huida por la vida se ve envuelta en una célula de la Resistencia holandesa, célula totalmente infiltrada de espías nazis, según vemos al final. En el curso de la guerra, pasa Rachel/Ellis por prácticamente todas las posiciones disponibles para una mujer en la guerra: refugiada, trabajadora, colaboracionista, espía, enamorada, heroína, perseguida... casi un personaje alegórico se vuelve; para al final acabar de maestra en un kibbutz, donde empieza y acaba la película con un breve marco, con la guerra contenida en un flashback.


El marco tiene su importancia, pues es un tanto "pro-israelí", al presentar a los judíos atacados y asediados por los nazis tanto como por los invisibles atacantes árabes que llegan al final, mientras se cierra la película. Se presenta así una historia de continuas persecuciones pero con una identificación de unas y otras un poquillo tendenciosa, pues no es la misma la posición de los judíos bajo el régimen nazi y en Israel.

El kibbutz en cuestión lo financió la maestra con el botín que es el "money interest" de la película, botín obtenido ilegalmente por nazis corruptos (nazis, y además corruptos porque se quedaban el dinero para ellos, no para el Führer), matando judíos cuidadosamente seleccionados por la red de infiltrados. La lista y el botín se apuntaba en el librito negro que llevaba uno de los traidores, y éste sirve a Rachel/Ellis para probar que no era una agente doble (a pesar de sus revolcones —no se sabe si nauseabundos o gustosos— con los nazis). Y ésta es la historia que es demasiado artificiosa para sonar real, la historia de tanto doble agente infiltrado en las células resistentes, sólo para el lucro personal de un teniente que había por allí. Más que de alevosía, el efecto logrado es más bien de arbitrariedad; los personajes parecen cambiar de personalidad súbitamente según las necesidades del guión: ahora resulta que tal o cual es un traidor; excelente, vale, pero eso vuelve absurdas e incomprensibles muchas de sus acciones anteriores (arriesgadísimas misiones y rescates, por ejemplo); tampoco se sabe qué hacen que no detienen a un grupo tan vigilado de resistentes. La gente hace cosas absurdas e incomprensibles, quizá más en tiempo de guerra, pero tantas como estas no. (Vaya, ya se me ha ocurrido el contraejemplo. Los terroristas del 11-M, tan infiltrados de confidentes y policía... Bueno, aunque la realidad supere a la ficción eso no convierte a la ficción en ficción realista. Ya lo dijo Aristóteles: para ser realista, antes que ser realista, hay que parecerlo).

También me resultan especialmente desagradables los amores de la judía con el capitán nazi. Excelente, era una magnífica persona, suponemos, a pesar de masacrar a la población, pero sobra que la espía se tome tan en serio su papel, en especial cuando acaban de asesinar a su familia. ¿Ambigüedades del carácter humano? Seguramente, pero también (y más bien) arbitrariedades de la película. La realidad es mucho menos frívola, me temo, y menos aventurera que esta judía que tan alegremente canta para los nazis y se acuesta con ellos y hasta se enamora de ellos. Aunque miren a Hannah Arendt, si es que ya no sabe uno qué decir.

También, en muchas escenas, se comprime la acción de modos implausibles para el carácter, y los personajes se comportan de modo inconcebible en alguien que diez segundos antes estaba en una situación incierta de peligro mortal, o siendo masacrado, o perdiendo un hijo, etc. Es una convención cinematográfica de la que aquí se abusa bastante.

En suma, que los personajes parecen creados para las necesidades del guión, y renuncian alegremente a toda credibilidad o sustancia cuando se hace necesario seguir las vueltas y revueltas que les impone el curso preestablecido de los acontecimientos. Los actores hacen lo que pueden (a veces mucho) para seguir al personaje en estas piruetas vitales. Me pregunto si en realidad también pasa eso en la vida, y si será éste el auténtico mensaje de la película.

Jarhead: Otra másh

 

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Retropost (2007): Babel

Visionada la película de Alejandro González Iñárritu, enlazo aquí una reseña del blog de Ireth, para quien quiera más detalles; con esta reseña desde luego me animé a ir a ver la película, y me ha gustado tanto como las anteriores de Iñárritu.  Bien, pues seguramente se llevará un oscar a la mejor película extranjera... si es que es extranjera, claro; si no, a la mejor película no creo que llegue. Aunque es lo bastante compleja, bien hecha, acongojante, multicultural, crítica con Occidente, y además tiene star system... qué más se puede pedir. Aquí va el trailer:







Puntos fuertes de la película: casi todos, y eso justifica ir a verla y disfrutar con ella. Como puntos flojos: creo que la conexión entre las historias no es todo lo fuerte o significativa que podría ser. Claro, en cierto modo el "caos" global que quiere sugerir la película invita a conexiones "flojas" o accidentales, y por tanto no significativas, pero aquí hay un compromiso difícil que lograr. Creo que deberían haber sido igual de caóticas o imprevisibles pero a la vez más significativas. Más trabada está la historia de la nanny chicana ilegal y los líos en que mete sin querer a los hijos de la pareja de turistas americanos mientras ellos están en Marruecos.  También contrasta allí significativamente la vaciedad del turismo occidental con los problemas que tienen en su misma casa, o en la trastienda. (Un poco justo tenían planeado el regreso para tomarle el relevo a la nanny, observo... o bien ellos o el guionista Guillermo Arriaga). Pero hasta allí, OK. Sin embargo, la historia de la japonesa sordomuda ya está clavada con chinchetas en la película. El padre proporcionó el arma del crimen, sin querer. Pero esa sí que es una conexión totalmente insignificante, y lo peor es que deja a esta historia colgando en la nada con respecto a las otras; se convierte la película en la historia de un rifle, o ni eso. No quita para que esté excelentemente llevada de por sí la historia de la chica en muchos sentidos. Pero el suicidio de la madre también queda sin explicar (si es que un suicidio tiene explicación, vamos). ¿Incomunicación? OK, nos lo podemos creer, pero no se muestra. Tal como está narrada esta historia, son casualidades significativas en sí quizá, pero no tanto para la película como forma unitaria.

¿Que no quiere Babelser una forma unificada? Ah, entonces lo logra, pero eso también tiene sus limitaciones. En fin, que está muy bien el babel superficial, pero que algunas coherencias subterráneas a nivel de guión podrían haberse cuidado más. También concibo maneras ligeramente más efectivas de organizar las anacronías narrativas (no con menos yuxtaposiciones y recortes de tiempos, sino precisamente con más, más babélica). Para sacar partido a la fragmentación temporal, sería necesario lo que he dicho antes: más conexión significativa e imprevisible entre las historias. Más ligazón, y más fragmentación (o sea, más tensión aún). Yo la habría hecho más parecida a su trailer; pero no hay que pedirle peras al público. Bueno, Memento hizo lo de la gran fragmentación, y no le fue mal.

A esta tampoco le ha de ir mal, ni de público (cine lleno a reventar ayer) ni de crítica. Hace falta más cine planetario y de la globalización... y que no sea sólo James Bond saltando de Venecia a las Bahamas y al casino de Montenegro. Y saltando también por edificios en construcción africanos, vale. Eso también es Babel global, no le quiero yo quitar todo el mérito.

En cualquier caso, sugiero algunas reglas de comunicación y convivencia aplicables tanto al Primer Mundo como al Tercero:

- No dejes que los niños jueguen con armas de fuego.
- No conduzcas zorro como una cesta.
- No le metas mano al dentista mientras te está revisando las caries.

Y así el planeta irá un poco mejor.

Casino Royale 
 


Retropost (2007): Poco se sospechaba él



Me hace gracia en la película Más extraño que la ficción el personaje de Dustin Hoffman, teorizador literario. La película es una especie de versión americana de Niebla, quitándole toda la niebla, claro; en realidad es bastante flojilla como película metaficcional, no le llega a la suela del zapato a la divertidísima Adaptación: El ladrón de orquídeas. Sin contar con que ésa realmente tomaba para su adaptación la historia de una novelista que existe realmente, a la que no sé cómo convencería Charlie Kaufmann de trabajar en el proyecto: deben de ser amigos, digo yo...

Bien, pues ésta otra, Stranger than Fiction, es un poco incoherente (aun para película metaficcional que fusiona niveles de realidad y ficción), pues la autora protagonista parece estar escribiendo un libro en el cual ella no aparece, con lo cual el personaje que oía a la voz narrativa en su cabeza tampoco parece que pueda ser el personaje que vemos, y que ella también ve con sorpresa morrocotuda, pues el personaje de su libro es gris y desde luego no parece que se encuentre a su autora en la novela que ésta estaba escribiendo. Aunque igual más bien la autora reescribe su novela en clave metaficcional tras encontrarse al personaje... y se topa así con el veredicto del crítico: "’Bueno. No es la cima de la literatura. Pero pasable.’ Un aprobado."

Porque como en toda historia metaficcional hay un crítico, un entendido en argumentos, en este caso Dustin Hoffman. Que tampoco está especialmente bien llevado: lo que me ha llamado la atención es que no sólo tenía en la mano una revista para la cual acabo de hacer un informe, Poetics Today, sino que además, al parecer, ha trabajado sobre la ironía y la retrospección y la forma narrativa y la metaficción, como yo. Interrumpe al protagonista, que oía la voz de la narradora en su cabeza diciendo "Poco se sospechaba él..." (traducción libre), y exclama: "¿Poco se sospechaba él? ¡Pero si yo he hecho seminarios sobre "poco se sospechaba él"!

Bueno, pues yo también, sorpresa. Poco se lo sospechaba él. Stranger than metafiction.

 

 eXistenZ

 

 

Retroposts
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A Pin for the Butterfly

domingo, 15 de enero de 2017

A Pin For The Butterfly (full movie)




A Pin for the Butterfly. Written and dir. Hannah Kodicek. Cast: Florence Hoath, Hugh Laurie, Joan Plowright, Ian Bannen, Imogen Stubbs, Ian Hogg. Prod. des. Jiri Matolin. Photog. Ivan Slapeta. Ed. Kant Pan. Musicby Ilona Sekacz. Exec. prod. Ann Skinner. Prod. James Crawford. 1994. Online at YouTube (Danny Kodicek) 24 March 2013.
    https://youtu.be/LaM6nO3IQ_s






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Henry Fielding - The History of Tom Jones, a Foundling (part 2)


https://youtu.be/BEwK_-YNUZ8




Retropost (2006): Eragon

Eragon

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Harry Potter meets The Lord of the Rings. Malas reseñas tiene Eragon, y no le voy a subir el nivel. Me gusta este comentario que aparece en la Internet Movie Database: "The main character looks like a deer in head lights most of the time and the villains acts like cartoon stereotypes more than real characters". Pero el principal problema no son los actores, ni siquiera la dirección, sino una historia patéticamente simplista, un guión pobre y plano como... como Holanda, como Flatland, como si... ¿como si lo hubiese escrito un chaval de quince años? Pues eso. A Álvaro le gustó un montón, eso sí, a pesar de que comprime el libro y no lo sigue en múltiples detalles de los que irritan a los fans. Y en realidad es una película para preadolescentes; de ahí que la princesa y el chaval se mantengan todo el rato a una distancia más que prudente. Que ningún adulto vaya a verla, aviso, aunque los efectos especiales desde luego están bien hechos, jamás tanto dinero ni talento se desperdició en un guión tan pobriño. (Aunque tampoco se les salió la genialidad por las orejas a los guionistas de La Guerra de las Galaxias o el de El señor de los anillos, y ahí las tienes cosechando elogios. Y pasta, que es lo que importa). Pero Eragon... qué le vas a pedir a una película sobre dragones en la que Eragon no es un dragón sino un chico que encuentra un dragón. Aggg. Hasta Álvaro reconoce que ese punto clave de partida es patético. Claro que aún peor es Eldest, donde al parecer nadie es Eldest ni viene a cuento. Ya empezamos mal, con una voz en off resumiendo una lejana historia pasada, y una acción atropellada, como para avisarnos de que no nos va a importar nada de lo que le pase a ninguno. Yo creía que esto ya decían los manuales de guionista que no se puede hacer: bastante mejoraría la impresión inicial cortándole los cinco primeros minutos. En otra de aventuras para chavales, La princesa prometida, por lo menos le echaban ironía a estas narraciones, intercalando el abuelo leyendo la historia y los comentarios del niño: "Una de princesas, bah. Seguro que hay besitos". (Teníamos a los pequeños Ivo y Oscar embebidos, como si la pantalla les estuviese leyendo la mente). Y en Dragonheart también había cierta guasa con el tema del dragón. (Aunque allí ya era, como en Eragon, especie amenazada; de monstruo casi a protagonista. Los dragones ya no son lo que eran; si Beowulf levantara la cabeza...). Pero en fin, que aquí, ironía cero: mejor para adolescentes, claro. Problemo: se sufre una especie de déjà vu continuo al ver la historia pasar de un topicazo a otro sin la menor disculpa. Que nada, que le pregunten a Álvaro, que yo no puedo con ésta. Enhorabuena a Paolini por su demostración de que se puede hacer uno multimillonario y celebridad de las letras antes de los veinte, y luego pasar a la gran pantalla, sin genialidad alguna. Pero qué quieren, el mundo sigue necesitando dragones, y lecturas fáciles; el mundo necesita esta película. Pero ahora que ya tienen mi dinero, que venga San Jorge, por favor.

El Ilusionista: Hidden in plain view


 

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Retropost (2006): EL ILUSIONISTA: Hidden in plain view

 

El Ilusionista: Hidden in Plain View

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Según nos dice la cartelera de RedAragón,

"El Ilusionista nos lleva a la Viena del siglo XIX, a una época en la que la ciencia y la magia se entremezclaban en la imaginación del público. Asistimos al duelo de ingenios entre dos brillantes actores, Edward Norton que interpreta al misterioso mago Eisenheim y Paul Giamatti que interpreta al perspicaz y racional inspector de policía Uhl, empeñado en descubrir los trucos del mago... Producción impecable, El ilusionista se sirve de un brillante guión lleno de ritmo e ingenio y de la personalidad de sus dos protagonistas para llevar al público de sorpresa en sorpresa."
(The Illusionist. Director: Neil Burger; intérpretes: Edward Norton, Paul Giamatti, Jessica Biel, Rufus Sewell...).


Es una película que mezcla de modo bastante satisfactorio una serie de temas inspirados en Nabokov y en Edgar Allan Poe. El enfrentamiento entre el escurridizo mago y el policía cogido en turbios complots políticos con la realeza, no puede sino recordar "La carta robada", de Edgar Allan Poe, un cuento sobre interpretación y prestidigitación. El artista como ilusionista, que baraja libremente los niveles de realidad creados en los mundos de su obra, viene de Nabokov (también las mariposas). El encantador pliega su alfombra mágica para hacer coincidir unos dibujos con otros, y crear una ilusión de continuidad… aunque los visitantes no avisados podrían tropezar en el pliegue.

Porque por supuesto hay algunos trucos que el ilusionista Eisenheim no podría hacer jamás ante el público, y que colocan a la película en el género fantástico y de entretenimiento. Por ejemplo, ningún ilusionista podría adivinar en medio segundo si el inspector de policía llevaba encima el colgante, y en qué bolsillo, de no ser por necesidades del argumento. Tampoco es creíble que desaparezca el cuerpo de la prometida del príncipe sin autopsia y sin que nadie investigue la cuestión; ni pueden trazarse planes tan arriesgados y alambicados, con personajes asesinos y violentos de por medio, sin que nada falle en el camino… eso únicamente puede hacerse mediante el ilusionismo del hindsight bias, la falacia de la retrospección guiada desde el final, falacia en la que el cine está especializado. ("La culpa de todo la tiene el guión", decía la canción de una serie infantil). Y así podemos desafiar al principio de realidad, moldear el final a nuestro gusto y conseguir a la chica.

Es decir, los trucos del ilusionista están escondidos a la vista de todos, como en "The Poerloined Letter". Al igual que los demás magos, Eisenheim emplea en sus números una mezcla de técnica sofisticada y de engatusamiento autoinducido del público, que—atento a lo que cree que va a ver—no ve lo que el mago hace realmente, y así no adivina sus trucos. Y eso que está ante la vista todos nosotros el procedimiento utilizado. En un momento metaficcional de la película, hasta se lo enseñan al policía Uhl, haciéndole un pase privado con un primitivo cinematógrafo: "Así es como crea Eisenheim sus ilusiones" – "Hm. Ya veo." (Y los espectadores aún lo creemos perspicaz por su escepticismo, cuando es todo lo contrario—pero claro, ni aquí ni al final puede Uhl salir de su propio nivel de ficción para desentrañar el truco. Ahí sí que difiere de los héroes nabokovianos de Invitado a una decapitación  o Barra siniestra).

Como en Total Recall, aquella de Schwarzenegger metido en una máquina de realidad virtual, nos lleva el Ilusionista a un mundo donde las leyes ordinarias están suspendidas. Y desde el público estamos en la posición del policía escéptico y racional, que no desespera de reducir a sistema lo que ha sucedido. Mal asunto si creemos que podremos echar la mano encima a los espectros conjurados por Eisenheim, porque, como él mismo dice, no pretendía sino entretenernos, y todo eran trucos. El cine  confiesa así (tanto aquí como en Total Recall) su auténtica vocación de máquina de sueños, sean cuales sean los ingredientes de conflicto moral o intriga política que se hayan utilizado. Todo queda supeditado a esa inmersión mágica en una realidad alternativa, con un poder inesperado para hacernos replantearnos las fronteras que separan lo sólido existente de lo creído o imaginado. Y esa es su función ideológica más seria.

Al final el inspector Uhl acepta la superioridad del mago, al descubrir que ha sido víctima del truco más gigantesco, el truco escrito en letras tan grandes que no nos fijábamos en ellas mientras intentábamos descifrar los trucos puntuales en letra pequeña. También en esta película flojea la realidad, cede el suelo, y con una reinterpretación súbita nos damos cuenta en el último minuto de lo que ha sucedido realmente… o casi nos damos cuenta, porque aún queda oculto (aunque proyectado en letras grandes a la pantalla) el mayor ilusionismo detrás del ilusionismo. Eisenheim, como el detective Dupin de Poe, encarna el punto de vista del narrador que ha diseñado la historia—si los lectores somos el inspector, al menos se espera de nosotros que seamos capaces de apreciar los trucos del mago, y su perspicacia al saber que puede realizarlos ante nuestras narices con plena libertad, porque estamos deseando verlos. Para eso hemos ido al cine.
Caché

 

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Un par de cosas sobre INFERNO

Me refiero a la película "de Tom Hanks" basada en la novela de Dan Brown. Aquí trailer etc.:






Bien, la novela ya la reseñé en su momento (ver abajo). Aquí no quiero reseñar la película (que es "película de Dan Brown") y en esa medida no muy interesante, sino sólo observar un par de cosas al respecto.

- Una, la transformación del argumento y consiguientemente de algunos personajes. Principalmente, el genio maléfico Zobrist es aquí más nazi y malvado, pues pretende realmente crear una enorme mortandad pandémica en la especie humana—algo que en el libro era sólo un argumento de distracción y una suposición equivocada. Allí Zobrist extendía una plaga que alteraba el genoma de la especie humana de manera que sólo una parte aleatoria de la especie fuese fértil (o sea, una esterilización al azar de la futura población) con el fin de impedir el colapso de la civilización y del ecosistema, y el apocalipsis infernal de la superpoblación.  No era un genio maléfico, sino ambiguamente benéfico, pues los peligros de la Sexta Extinción se presentaban como vívidos y reales. Aquí están en boca de Zobrist esos peligros, en sus conferencias y demás, pero la película los presenta como parte del razonamiento de un fanático genocida—no muy fiables que digamos. (Bueno, paso por alto la psicología inconsistente de la protagonista Siena y el argumento rocambolesco, un mero truco barato a lo Dan Brown para tener al espectador entretenido y distraído). Pero digamos que la novela sí se inspiraba (remotamente si se quiere) en un problema presentado como real y acuciante. Aquí el problema o no existe, o se traspapela, pues al evitar la matanza de Zobrist, que tampoco era, digamos, un remedio, el problema diagnosticado por él sigue intacto. Y la película no propone otra solución que perderlo de vista.

Vamos, ejemplar... a su manera. Y sintomático. Quizá sea el elemento de realismo (involuntario, claro) más prominente en la película, pues eso es lo que venimos haciendo con la cuestión del crecimiento exponencial de la población humana—perderlo de vista y suponer que no supone problema. Sigamos creciendo, que para eso estamos en el Antropoceno, mientras nos dure. Al final de la película tenemos, sin embargo (no se sabe si a modo de la mano de Carrie saliendo de la tumba) una imagen final de la siniestra máscara mortuoria de Dante. La interpretación es libre.

- Otra cosa. En las conferencias apocalípticas de Zobrist se hace referencia a Bartlett y a su aritmética elemental del crecimiento la población y del agotamiento de los recursos; también en sus conversaciones de pareja terminal con Siena hablan de estar "un minuto antes de la medianoche." Que es donde estamos nosotros también—o estaremos bien pronto. Esto se refiere a una famosa conferencia de Albert A. Bartlett (de 2002) que puede oírse, en inglés, aquí. A mí me resultó tan interesante que me tomé la molestia de traducirla y transcribirla. Se titula ARITMÉTICA, POBLACIÓN Y ENERGÍA, y está aquí. No esperaba verla citada en una película tipo best-seller—vaya, que soy yo el traductor de esta cosa tan supuestamente central en la película, mira por dónde.

Pero bueno, no nos perdamos en vanidades, porque la aritmética sí es alarmante, si se molestan en oír el razonamiento; lástima que se escamotee la cuestión en la película, o se emplee como el argumento del malo. Así va Estados Unidos.... y eso con Obama. Porque como Trump no se pegue un trompazo en la cabeza y cambie de ideas, aún iremos a peor de aquí en adelante, vista su intención declarada  de desentenderse activa y militantemente de temas ecológicos y medioambientales.

Y aquí estaba mi reseña sobre Inferno el libro:


Inferno de Dan Brown: Solución imaginaria a problema real



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Retropost (2006): Casino Royale


Casino Royale

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

No es un remake de Casino Royale la película, sino una adaptación de Casino Royale la novela. Y se ve muy bien, a pesar de lo larga, con ciertos fallos de ritmo al final, cuando parece que ha acabado el argumento, sólo para volver a complicarse cuando la chica Bond resulta ser (cómo no) traicionera. Y mientras, los ingredientes de costumbre, lujosos hoteles y mansiones de magnates del crimen, tecnología punta o futurista (ya ni se sabe), violencia a mansalva, persecuciones espectaculares, intrigas detrás de intrigas. 

Destaca una secuencia inicial de persecución estilo parkour por una ciudad africana, y destacan por lo bajo las secuencias de partidas de póker excesivamente largas... pero claro, estamos en Casino Royale. Los caballeros con esmoquin juegan partidas interminables y se tratan con cortesía exquisita y glacial en el salón público del hotel, pero cuando se levantan de la mesa a hacer un descanso, y se meten en la trastienda—pues toma brutalidad, espadazos, karate a las costillas, despeñamientos por las escaleras, tiros a quemarropa—hasta que vuelve a empezar la partida y todos se vuelven a sentar en un ambiente de aparente normalidad, tras haberse cambiado a toda prisa la camisa empapada de sangre; con los moretones y cortes en la cara no sé qué hacen. 

Esta es la manera propia que tienen las películas de Bond de acercarse críticamente a la realidad: la cortesía y lujo del Occidente internacional de terminal de aeropuerto y gran hotel, parecen decirnos, no son sino el barniz superficial que cubre la realidad de las cosas, los contactos inconfesables entre los poderosos y el crimen organizado, las guerras industriales y la manipulación de las inversiones (capitalismo viril); el caballero bien trajeado no es sino una fiera inhumana que lucha a muerte y sin piedad en las bambalinas de la realidad oficial, en un argumento que el espectador no acierta a entender bien (¿Estará M a sueldo de alguien? ¿Quién pondría la mano en el fuego?). La confusión argumental y las trampas detrás de trampas vienen a decirnos que estamos indefensos en el mundo, que no nos enteramos, que los resortes del poder están siempre más allá, que lo que percibimos como el orden mundial, o el orden público, o el orden de la comunicación, no es sino una apariencia cuya auténtica cara gentes más expertas y puestas y duras que nosotros (el propio Bond) tampoco alcanzan a desentrañar plenamente. Un mundo en el que los poderosos y admirados, las gentes de mundo, los ricos y sus bellas, son invariablemente canallas de la peor especie. Vestidos de Dior y tratando con soltura al servicio; eso sí.

Algunas cosas no me han gustado. Este Bond es un poco pipiolo (el personaje digo, no el actor, que está genial). Acaba de obtener su licencia para matar y la usa con demasiada ligereza para el gusto de Mm. M. Ésta echa de menos la guerra fría, y claro, no puede presuponerse que Bond conoce aquellos años, estamos empezando de nuevo sin ninguna referencia al pasado del personaje como agente secreto. (Algo que se requiere periódicamente, claro, en el caso de personajes clásicos como superhéroes etc.: la historia avanza y los va descolgando y dejando en un eterno presente imposible). Este Bond, como digo, parece que tenga un pasado, de acomplejado social, según la chica: la dureza de ambos resulta ser una máscara y al final se la quitan en parte, él más que ella, para revelar un corazon tierno y amador y deseoso de cambiar... pues no, hombre, que esto no me gusta; James Bond ni tiene que tener pasado, ni sentimientos; tiene que ser frío, superficial, imperturbable, imposible, una pura máscara sin nada debajo. ¿Bond enamorado, y con la hombría dañada? Anda ya. 

Me quedo con esa visión de un mundo de apariencias, charadas, traiciones, falsedades y máscaras detrás de máscaras. Pero sin autenticidad debajo, por favor, que la autenticidad aquí queda falsa, y lo falsea todo. Los sentimientos son para fingirlos... las chicas.

Casino Royale. Dir. Martin Campbell. Written by Paul Haggis, Neal Purvis and Robert Wade. Based on the novel by Ian Fleming. Cast: Daniel Craig, Eva Green, Mads Mikkelsen, Judi Dench, Jeffrey Wright, Giancarlo Giannini, Caterina Murino, Simon Abkarian, Isaac De Bankolé, Jesper Christensen, Ivana Milicevic, Tobias Menzies, Claudio Santamaria. Metro Goldwyn Mayer / Columbia / Eon / Danjaq / Babelsberg / Stillking / United Artists, 2006.

El señor de la guerra


 

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Retropost (2006): Monster House

Monster House

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Primero los españoles importamos al árbol de navidad y a Santa Claus, que ahora se llama Papá Noel; ahora estamos en plena importación de Jálouin (que diría la Real Academia). Y en efecto, este último Halloween fabricamos en casa una calabaza o Lantern que encantó a los niños, y nos fuimos con los más pequeños a ver Monster House.

A Álvaro nos lo dejamos en casa, y lástima, por que es una película más para preadolescentes que para pequeñajos. No sólo porque está protagonizada por el trío de Harry Potter (aunque sin varitas) sino porque tiene que ver con ciertas ansiedades sobre la pubertad, y la sexualidad y la vida adulta así un tanto oscuramente intuídas, como conviene.

Por cierto que estos prepúberes no sólo no tienen varitas sino que no usan mayormente ni teléfonos móviles ni videojuegos ni televisión… bueno, haberlos haylos, pero no se llevan, y el énfasis de la película está más bien en un tipo de preadolescencia nostalgia americana, atemporal. Para eso está ambientada en una arquetípica calle residencial que anda, mira que irte a generar eso por ordenador, cuando lo tienes delante de la puerta, ya hace falta ganas de gastar píxeles.

En fin, de la animación no hay queja, es espectacular, tipo Polar Express, en ese sentido una obra de arte. Me encantó la secuencia inicial con las hojas de otoño volando, pero es un poco como matar moscas a cañonazos, no sé si me explico. Ay, Occidente…

La temática es ésta, una vieja pareja que vive una relación enfermiza y obsesiva; el viejo con su casa. Se casaron por amor, pero ya había historia detrás. Ella era una Mujer Gorda de circo, y de ahí la rescató el escuálido galán cuando era galán. El casado casa quiere, y se pusieron a construir la futura Monster House, llenos entonces de ilusión. Pero la Mujer Gorda odiaba a los niños que se reían de ella, y cuando murió por accidente cayendo al cemento de la casa…. quedó milagrosamente convertida en una casa viviente, una casa dominada por el espíritu ofendido y agresivo de la Mujer Gorda. Así la casa, aterroriza a los niños y se traga sus juguetes… medio defendida medio aislada por el marido, ahora convertido en un viejo Gollum con camiseta, que espanta a los niños para que la casa no los dañe. Una pareja absorbente y enfermiza, vamos, como para recomendarte eso de crecer, hacerte heterosexual y poner casa para recibir.

Pues estas ansiedades sobre la pareja y la mujer absorbente y la casa devoradora parecen más bien de niños un poco más creciditos que los protagonistas (igual más bien niños de la edad de los guionistas) pero aquí se conectan con el incipiente descubrimiento de la atracción sexual por parte del Harry Potter protagonista. Cuando llega la Hermione de turno y lo elige implícitamente por encima de los genes más inadecuados del gordito Ron, tendrá que ponerse las pilas e investigar hasta el final y rescatar a la chica de la malvada casa… 

Están bien llevadas las referencias cinematográficas para mayores, como los paralelos con La Ventana Indiscreta. Esa era una película sobre otro niño grande que no quería compromisos ni ataduras y que temía verse con la pierna quebrada y en casa dominado por su señora... ahí conecta el tema, claro; y se hace deliberadamente no sólo con el espionaje por la ventana al vecino (esto es muy cinematográfico-reflexivo, lo del Peeping Tom, y nos pone al espectador en situación espontáneamente)—sino también con el contraataque del espiado, invadiendo el espacio sagrado del observador con una siniestra llamada telefónica.

Pero en fin, la malvada gorda es derrotada (hasta se reconcilia su espíritu con su marido al verse liberado) y se promete al viejo Gollum una jubilación en Florida y un ligue de la tercera edad... ¿quién dijo miedo? En fin, que se ventilan ansiedades ante la Esposa Succionadora, pero se nos promete que se superarán, y que los niños se socializarán adecuadamente sin temores primigenios a la Hembra Dominante.

Lo que no cogí de buenas a primeras fue la referencia a la "uvula" de la casa—el chiste de "eso que sólo tienen las chicas"—¡creía yo que estaban hablando del clítoris!  Es que los mayores a veces no nos enteramos.

Time Fighters
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Retropost (2006): De-Lovely



De-Lovely

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

Esta es una película de-liciosa sobre Cole Porter. Me encantan sus canciones, y aquí vienen arregladas y reinterpretadas por un buen plantel de estrellas y figuras. Qué más se puede pedir. Pues un acabado perfecto, buena coreografía, buenas actuaciones, ambientación lograda...  Y Hollywood emprendiéndola casi de frente con el tema de la homosexualidad, que no es poco. Bueno, de frente sería mucho decir, en la historia de un homosexual casado y bien casado (con señora rica) como Cole Porter. Y sobre todo si la historia va del amor que tenía a su señora, a pesar de los pesares. Lo que digo es que no han puesto en la portada a Cole Porter besando a un bailarín, o atacando por la espalda a un electricista, que sería otra opción más arriesgada. Sí se muestran los hábitos bisexuales (bueno, bisexuales por decir algo) de Porter, pero las escenas con caballeros son tan castas como casto era Porter con su señora.

O sea que a mitad de camino va ésta entre la clásica que habían hecho sobre Cole Porter (pura ficción heterosexual, una cosa simpática a lo Fred Astaire) y la realidad de las cosas. Se nos presenta como una historia de amor entre un señor con libertades y gustos difíciles y una esposa generosa, poco exigente, dolida en sus sentimientos pero entregada a la felicidad y el arte de su marido. En realidad se justifica bastante la manera de actuar de la época, cuando tantos homosexuales se buscaban un apaño oficial para aparecer en público y en sociedad, y sus intereses eróticos iban por otro lado y en secreto. Si esto daba lugar a sordideces, miserias morales, engaños y confusión de sentimientos, aquí queda todo un tanto estetizado a base de música bonita, elegancia en el vestir, muebles de estilo y casas que te cagas. Parece claro que las prioridades eran esas,  muy claritas, y el resto bah. La película pues hace double duty, a la vez mostrando la miseria moral escondida bajo tanta modernidad elegante y tanta pasta (como cuando Porter y su señora se dejan chantajear por un amigo común) y a la vez dándole un encanto de época y poniéndole música de fondo. El amor propio, desde luego, lo tenían sólo mal entendido esta pareja por lo que se ve; y el amor mutuo pues queda bastante en entredicho. Agridulce, pues, y no es extraño que en ese sentido no haya acabado de gustar; es que el material no da para más... al menos en la línea romántica.

Lo que sí me ha encantado es el planteamiento general, que muestra a un Porter post-póstumo, viendo desde su vejez un ensayo de una comedia musical tipo Cole Porter basada en su vida. (Como esos ensayos de Kiss Me Kate, que a su vez nos llevan al teatro dentro del teatro shakespeariano)... Vamos, que  De-Lovely va, reflexivamente, sobre el proyecto de sacar adelante De-Lovely, con las canciones adaptadas a los distintos momentos. Muchas veces el resituar una canción en el contexto decadente u homosexual de la vida de Porter se le saca a la luz una interpretación aún más picarona de lo que parecía en un momento; desde luego algunas se las traen desde el momento en que se hace la lectura homosexualizante. O si se interpretan desde el punto de vista del drogadicto.... un ángulo que aquí falta casi completamente, aunque alcohol se bebe abundantemente (a eso iban los americanos a Europa, y si no que se lo pregunten a Hemingway). También faltan, escandalosamente, las dos guerras mundiales, que aquí han debido pasar entre cóctel y cóctel sin dejar rastro. Aún se podría de-construir más esto y dejarlo más de-lovely de lo que fue. Por otra parte, el formato de ensayo para comedia musical, si bien es ingenioso y funciona cinematográficamente hablando, sí se presta otra vez a hacer lo que de hecho hace después de todo la película, es decir, darnos una nueva comedia musical de Cole Porter, en lugar de una visión más crítica. ¡Pero oye, que es una comedia musical, ya le vale! Y me lo pasé muy bien viéndola, y de-leitándome con ella, y de-nostándola. Es de-lovely.


De-Lovely. Dir. Irwin Winkler. Screenplay by Jay Cocks (based on the life of Cole Porter). Cast: Kevin Kline, Ashley Judd, Jonathan Pryce. With Natalie Cole, Elvis Costello, Sheryl Crow, Diana Krall, Alanis Morrisette and Robbie Williams. Prod. des. Eve Stewart. Music by Cole Porter, arr. Stephen Endelman. Ed. Julie Monroe. Photog. Tony Pierce-Roberts. Prod. Irwin Winkler, Rob Cowan, Charles Winkler. United Artists, 2004. Spanish DVD: MGM Home Entertainment, 2005.

El diablo se viste de Prada
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Retropost (2006): Un buen año


Un buen año

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa



(A Good Year). Joven ejecutivo agresivo del parquet bursátil de Londres hereda caserón francés de un tío, primero piensa venderlo, y luego decide quedarse para dedicarse a la vida rural y a una bonita francesa que va en el lote. De paso se vuelve generoso y comparte la herencia con su prima ilegítima recién descubierta.

Pasable la película de Ridley Scott—bueno, es de Ridley Scott, ¿no? Qué menos. Pero un tanto predictable de más, lo cual detrae. El casting y el acting: bueno, pues este señor Crowe tiene casi tantos tacos como yo, y le quitan diez por el morro, cosa que no acaba de colar. Para joven galán tiburoncillo pues no sé si está ya; su cosecha será buena pero es más gran reserva que vino joven. La francesa (Marion Cotillard) está deliciosa como debería estar, pero para ser mujer difícil y exigente se deja seducir echando virutas por el primer asshole simpático que pasa, comprometiéndose de por vida con él tras apenas cambiar diez frases y un polvo. El tema del romance está precipitadamente llevado; falla el ritmo lento que quiere transmitir la película al colisionar con el calendario acelerado que nos llega desde Londres, y el efecto es de eso, de efecto predeterminado. Defecto. Tampoco me acaba de llegar el encanto indiscutible para todos del Tío Henry...  aunque su moto era tan encantadora como la mía, y sin duda para su sobrino bien podía tener encanto el tío que iba encima. Los flashbacks poco aportan al argumento, sólo al ambiente campestre de niñez idílica; así que parecen bastante irrelevantes y gratuitos. Menos uno, cuando descubrimos que la francesita ya le había dado un beso al muchacho cuando eran niños y él veraneaba con su tío... abriendo así la posibilidad de que quizá sabía ella más de él que él de ella. Por ejemplo, sabía dónde estaba el grifo de la piscina. Lo increíble de este flashback es que se hubiese olvidado él de la niña, vamos hombre. Y es que tanto éste como los otros, aunque técnicamente bien ligados, quedan curiosamente inconexos con el personaje que se supone los experimenta; igual es por lo repelente de su caracterización, todo efecto de conciencia o memoria íntima sobre el personaje parece gratuito y ajeno a él.

Una película con mensaje tipo feelgood, beatus ille, etc., aunque a decir verdad la decisión de Crowe de irse por la apartada vía, back to basic kiss, no parece nada difícil, dada la comunidad utópica campestre que lo rodea al final. Más increíble es que un personaje del calibre que vemos al principio cambie jamás, y cuánto menos que coja una brocha o una escoba. Eso sí es ciencia ficción, y no lo que hacía antes Ridley Scott. Para comedia, aún le falta mano, a él o al guionista.

Lo que más me ha gustado.... Que yo también de niño veraneaba en Francia, en el caserón de la aldea de mis abuelos. Y que aquellos también fueron buenos años, buenos veranos...  de los que siempre te acompañan aunque te acabes dedicando al parquet bursátil. En realidad el lugar de los recuerdos sagrados está en el pasado, ahí están bien guardados si es que es un sitio donde algo se ubique; e inútil sería intentar viajar a ellos en el espacio-tiempo, ni a Francia. Están en otra dimensión. Vamos a dedicarle al buen año ese (y a aquella tarde soleada que nunca pasa) una jotica de Carmen París que lo resume:

Como si fuera un tesoro
Llevo en mi pecho guardados
La emoción de aquellas horas
Y el azul de aquel verano...


Flores rotas
Etiquetas: Cine, Scott, Recuerdos



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