El reino de los suevos
sábado 15 de agosto de 2009
El Reino de los Suevos
Todos los años nos pillan las fiestas de por medio, nos cierran la biblioteca y nos vamos de Viveiro sin poder devolver algún libro (pero lo enviamos por correo luego, eh...). —"Anda, ve a llevar a correos la historia esa los cojones".... porque esta vez el libro en cuestión es El reino de los suevos, de Casimiro Torres Rodríguez (1977).
Es de hecho un admirable libro de historia de esos que lleva tanto trabajo hacer y que tan poco leídos quedan. Los suevos al parecer eran unos señores tirando a rubios, de cara ancha, más bien bajitos, cuadradetes, coloradotes y mazacotitos, de poca cadera y poca cintura, cuyos genes todavía se ven abundantemente por Galicia, sobre todo rural. Pero de estas cosas de aspecto físico no se ocupa el libro de Torres; ni tampoco los españoles en general, a los que bien poco les interesa, menos a los vascos, conocer sus orígenes raciales. Claro, de racial a racista, hay pocos pasos... Creo que el olvido activo que viene habiendo desde hace tiempo en España con estos temas es una mezcla de sano e insano—sano por lo que tiene de melting pot, y de ignorar diferencias étnico-raciales o viejos traumas y conflictos; insano porque quien se pica, o se ignora a sí mismo, debe ser que aún come ajos. La razón más directa del olvido activo es, aparte de efectos indirectos de fenómenos como la Guerra Civil, la consciencia enterrada de tantos siglos de Inquisición, de limpieza de sangre y de judaizantes o moriscos reprimidos—los no expulsados, me refiero. Estas cosas se han ventilado más bien por vía de contactos familiares y costumbres de puertas para adentro: no juntarse mucho con los de tal pueblo, o con los de tal barrio, o con los gitanos, o con los agotes, o con los pasiegos, o con tal y cual... O sea, que todos mezclados, pero a veces no tanto.
Ahora que estamos en la España de los derechos históricos, imagínate que volviesen los judíos expulsados, a Zapatero, a pedirle compensaciones. Y los moriscos. O los suevos, que los conquistó Leovigildo, yo creo que bien merecerían autonomía y fueros, ¿no? Estos sí tuvieron reino en los siglos V y VI; otros con menos reino tienen más Derechos Históricos. A lo que voy, es que hoy en España, nadie (que no sea vasco, que ahí el racismo sí que cabalga fuerte) se interesa por su remoto origen étnico, y sin embargo las caras se ven por las calles: judíos, a patadas; moros, que tampoco faltan, y romanos, e iberos botorritos, y hasta celtas, aunque muchos que le pegan a la gaita y se creen celtas son otra cosa, seguro. Y suevos, y suevos. Y godos auténticos, y guanches. Con el mapa genético que van a hacer de los flujos de población los secuenciadores del genoma, los de 23&Me y otras compañías, si no pronto sí un poco más tarde, puede que esto cambie, y vuelva el interés por lo racial—esperemos que no demasiado, por favor. Nos enteraremos si los rubietes anchotes coloradillos de cara cuadrada son en realidad suevos, o son más bien asdingos, o silingos—que también vinieron en el 409. Fueron años de calamidades incontables, según Torres Rodríguez, que como digo no está nada interesado en los suevos de la actualidad, si los hay.
De la cultura sueva poco queda. Están los nombres y hechos de los reyes, como Reckiario, o Mirón. Sí quedan nombres de escritores e intelectuales (eclesiásticos) de aquella época, del reino suevo de Galicia, pero son hispano-romanos, no suevos. Son Paulo Orosio; San Martín de Braga; los dos Avitos que impugnaron a Prisciliano; Hidacio de Chaves, que escribió la historia de los suevos... y otros personajes de curiosos nombres, como Balconio de Braga, el teólogo Siagrio, Agrestio de Lugo, o Profuturo de Braga. Profuturo de Braga... ojo al parche.
Nos dice Torres que "No consta que ninguno de los suevos se haya distinguido en alguna de las ramas de la cultura. Era un pueblo de labriegos y de guerreros, y no sabemos de ningún hombre de raza sueva que haya superado dichas actividades" (293). Al margen de los genes, desde luego, poco queda de los suevos—casi ni el recuerdo de que fueron suevos, que sembraron el terror, y que aquí tuvieron un reino.
Guerra Civil: El vaivén de la memoria
0 comentarios