Partío por el mástil
Llevo unas horas de dormir un tanto raras—las voy cambiando, pero una cosa que hago mucho es echarme a las doce o la una, dormir hasta las cuatro o las cinco, levantarme, trabajar hasta las ocho o las nueve, echarme, dormir hasta las once o las doce... en fin, todo un plan. Si esto es una cura de sueño, no sé, será más bien de sueños, porque luego me dan unos sueños para que me los analice el doctor Caligari. El de hoy, que estaba tocando la guitarra y de repente como que no encontraba las notas... y es que se me había partido por medio el mástil.
—Como el Capazorro, dice Ivo.
Bueno, no se la partía a nadie en la cabeza, le aclaro, sólo se me deshacía así la cosa. Y encima ni siquiera tenía barra de hierro en medio, según dicen que tienen. Me iba a buscar una barra de hierro a la ferretería de la esquina.
Yo, más bien que lo del Capazorro, creo que debe ser el sueño de algún vecino, que ha trasminado por el tabique. Es que aquí las paredes son finas.
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