There Be Dragons
Encontrarás dragones
Visionando la película sobre San José María Escrivá de Balaguer, There Be Dragons (2011)." IMDb:   http://www.imdb.es/title/tt1316616/
 
 Es de Roland Joffé, el de La Misión pero también (ojo) el de La Letra Escarlata. Buena película ambientada en la guerra civil española, con hagiografía  discreta pero aun con todo excesiva, no gustará a los del bando rojo, ni  a los antiescrivadebalagueristas, que por lo que se ve hay abundantes.  Haciendo abstracción del personaje, en la medida en que se puede, es una  buena película sobre actitudes ante la vida y ante la  guerra—contrastando la actitud conciliadora, cristiana, bondadosa y  bienintencionada del personaje, con la de otro personaje generado para  representar al bando contrario—no al bando republicano, digo, sino al  bando de los canallas que usan las guerras para cultivar y agrandar sus  demonios interiores, o dragones. A estos últimos, que los hay, tampoco  les gustará la película, supongo, porque los malos quedan mal parados. 
 
 El alter ego negativo de Escrivá de Balaguer es Manolo, un colega suyo  del seminario, que se retira de cura—un personaje huraño, resentido y  vengativo, que empieza de conspirador fascista y acaba de infiltrado en  una milicia, sin saber casi en qué bando está. Vive una historia de  enamoramiento celoso y criminal con una miliciana, y acaba  convirtiéndose en la plaga de ella. Manolo el espía buscaba incriminarla  a ella por espía, y cuando es condenada se suicida la pareja de ella,  que iba a ser su ejecutor, antes de matarla. Ella se libra por otra  artimaña de Manolo, pero este acaba matándola un día por sorpresa, como  el canalla que es. Una cosa sí hace: criar al hijo de ella y el  miliciano tras la guerra, como si fuese hijo suyo. Pero es un padre frío  y acabronado, que asciende en el régimen pero resentido con todo y  consigo. El supuesto hijo pone tierra por medio, pero se acaba enterando  de la historia cuando convence a su padre para que le hable de Escrivá  de Balaguer, al que había conocido de joven: el hijo quería escribir un  libro sobre él, y esta historia sirve de excusa para el arranque de la  película, y para que salgan a la luz las revelaciones del viejo  criminal. El final de la película aplica las enseñanzas de Escrivá,  cuando el falso hijo se reconcilia con el padre en el lecho de muerte,  tras superar el despecho que siente al principio. 
 
 Mientras, Escrivá de Balaguer vive una vida de cura activo primero,  promoviendo el Opus, y luego de perseguido, ocultándose en el Madrid  republicano y salvándose por los pelos; escenas que recuerdan bastante a  algunos episodios de Un Millón de Muertos de Gironella. Los dos personajes no vuelven a hablar, aunque el malo le  perdona la vida a Escrivá y su grupo, cuando están huyendo a través de  los Pirineos a Francia. Para ello mata a uno de su propio bando—a otro  más. Se nos dice que Escrivá le siguió escribiendo a su antiguo amigo de  infancia rebrincado toda su vida, sin que el otro le contestase. Como  se ve, se evita cuidadosamente identificar al malvado con uno de los dos  bandos de la contienda: mezcla a los dos y representa a los dos, a lo  peorcito de los dos. Al igual que tampoco se muestra a Escrivá apoyando  la causa fascista—si bien sí se muestran escenas de la España  republicana y del bando rojo, bien filmadas, que muestran adecuadamente  la brutalidad que se veía en ese bando, como en el otro.  En conjunto,  pues, una película del "bando nacional" y eclesiástica, para mayor  gloria del Fundador, y que evita sin embargo tomar una postura  excesivamente polémica o militante, enfatizando el mensaje cristiano, la  reconciliación y el perdón, etc. Muy en la línea de Gironella,  realmente. Como La Llave de Sarah y otras tantas, es también una película de viejos traumas que salen a  la luz y buscan una resolución, aquí en forma de absolución. Le dicen al  final al periodista que su falso padre le había contado la historia no  tanto para librarse de ella, como para darle a él la oportunidad del  perdón. Oportunidad que aprovecha el hijo volviéndole a llamar "padre", y  dando un final cristiano a la película.
 
 Lo que desagrada en la película es la mezcla de motivos  biográficos/hagiográficos reales con una historia más alegórica o  emblemática, la del alter ego diabólico Manolo. Eso sí que produce una  sensación de intento de potenciar la vida del santo artificialmente—sin  lograrlo, claro, porque el artefacto se desmonta obviamente a sí mismo  en tanto que "historia". Como drama de guerra con moral cristiana, sí  que funciona, y también en general como película de acción y conflicto—a  pesar de la relativa desconexión de sus dos tramas. Gustará  especialmente la reconstrucción de las escenas de batalla y del ambiente  de la época (de los setenta finales, de principios de siglo y de los  treinta). Y también ofenderá a unos más que a otros, que estamos en un  país muy ofendible con todo lo que suene a aquellas batallas, a  intrusiones divinas, y a la Iglesia predicando. País además que lleva  una dieta única de cuarenta años de películas de izquierdas sobre la  Guerra Civil; bienvenida sea ésta para variar.
 
 
       
		
1 comentario
Coke -
Y como bien dices ya era hora de algo de variedad.
¡saludos!