Solar
Solar
Sin darme cuenta, me compré dos novelas de título parecido para este verano, Solar y Solaris. La segunda un clásico de Lem; la primera creo que será un episodio  olvidable de la carrera de Ian McEwan. En realidad no es que me haya  gustado leerla menos que otras suyas recientes, como Saturday, Atonement o Chesil Beach, es  entretenida, divertida y con temática interesante, una especie de  campus novel sobre un premio nobel astroso. Pero la impresión final es  de confusión y de falta de forma, termina súbitamente quizá a la vez que  la vida del protagonista Beard. El final es abierto, pero es muy  creíble pensar que le da un colapso o ataque cardíaco al final, cuando  ve llegar hacia él a sus dos amantes, descubierta su bigamia, justo tras  haberse hundido su proyecto científico sobre energía solar. Bueno, es  una resolución, pero viene a ser  tan caótica como la vida de este  hombre. Es un pícaro moderno, que reúne en sí todos los extremos de la  condición humana: a la vez genio y estafador a nivel científico, a  partes iguales iluminado e incompetente; es repugnante, gordo bajito de  malas costumbres, y a la vez seduce a una mujer tras otra, sin que por  ello mejore su vida afectiva—a nivel humano es bastante impresentable, y  de hecho un criminal, impostor y manipulador, aunque poco de eso se  descubre, y públicamente goza de buena fama y de respeto social por un  premio Nobel que ganó. En fin, quizá una novela sobre la ambigüedad de  la condición humana, una demostración más de que un individuo muy  concreto y específicamente delineado puede ser un paradigma de la  condición humana en general. Y quizá, más en concreto, de este Occidente  un tanto desquiciado que ha emprendido una carrera contra sí mismo, por  perpetuar su manera de vivir despilfarradora y desordenada, una vez se  van quemando los últimos cartuchos del petróleo. ¿Llegará a tiempo la  energía solar? Beard, que es Occidente personificado, hace lo que puede  por conseguirlo, y eso le da una dimensión heroica y grandiosa a su  historia, aunque él mismo es un escéptico con el valor de la vida  humana, la suya y la de los demás. En cualquier caso, parece ser que  Beard pierde la carrera, y la novela es más sarcástica y pesimista que  otra cosa. La vida seguirá, piensa Beard, aunque él se muera por el  cáncer que ha empezado a desarrollar y en el cual prefiere no pensar. Y  en todo caso, si el planeta se sume en el caos, o incluso si se extingue  la humanidad, la energía del sol seguirá alimentando nuevas formas de  vida. Mientras dure, que todo termina, y a veces antes de lo que  pensamos.
 
 
 
       
		
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