Redes articuladas: El sujeto individual, el libro y el mundo
Redes articuladas: El sujeto individual, el libro y el mundo
Reseño aquí el capítulo "Articulate Networks: The Self, the Book and the World", de Neil Rhodes, publicado en el libro de estudios mediáticos retrofuturistas The Renaissance Computer: Knowledge Technology in the First Age of Print (ed. Neil Rhodes y Jonathan Sawday, 2000). Según su propio resumen,
Empieza Rhodes hablando de los almanaques, publicación primitiva (lo que me trae a la mente que aún se sigue publicando anualmente el Almanaque Zaragozano), compendio de calendario, información útil, meteorología, astrología, consejos agrícolas, curiosidades, instrucciones prácticas..... Se difundieron masivamente gracias a la imprenta a mediados del XVI, aunque ya existían antes:
"Así pues, el almanaque es una versión del Ordenador Renacentista. De hecho, sus predecesores son los muchos tratados de cálculo y computación medievales derivados del Computus de Beda el Venerable, que exponía datos astronómicos y meteorológicos" (185). Vaya, nos encontramos con Beda el Venerable como uno de los primeros computadores, u ordenadores...
Muchos almanaques se combinaban con diario, al incluir páginas en blanco para notas o a modo de agenda dietario—primeros precedentes, quizá, del blog de notas. "De modo que el almanaque es paradójicamente, a la vez, un tipo de libro que se reproducía en cantidades enormes según una fórmula estandarizada, pero que también existe en miles de versiones únicas" (186). El hombre zodiacal de los almanaques es un individuo "cableado", wired, conectado al universo que lo rodea. Un ejemplo, el almanaque de Digges en sus primeras ediciones difundía un modelo ptolomeico del sistema solar; más adelante, uno copernicano. La imprenta ha diseminado nuevos modelos de relaciones entre el individuo y el universo, nuevos modelos de ubicación de constitución del sujeto, y "esta relación viene mediatizada por formas cambiantes de textualidad, puesto que es a través de esas formas como se produce nuestro conocimiento del yo y del mundo" (187).
La noción de un orden universal basado en analogías o correspondencias domina el universo premoderno. Por ejemplo así expresa la Mikrokosmographia de Helkiah Crooke (1615) las relaciones entre el macrocosmos y el microcosmos humano:
—ver para estas ideas la Literatura Europea y la Edad Media latina de E. R. Curtius, o The Elizabethan World Picture de Tillyard—y también el análisis de Michel Foucault en Las palabras y las cosas. Señala Foucault que el mundo se percibía como organizado por una enorme gramática, y que las relaciones entre las palabras y entre las cosas se veían como estructuras correlativas: el conocimiento consistía en relacionar una de esas gramáticas con la otra. Con el desarrollo de la era científica, se concibieron nuevas maneras de clasificar y de comunicar el conocimiento, y se va desacreditando la Gran Cadena del Ser: "nuevos tipos de texto enciclopédico aparecieron, junto con nuevas taxonomías. Los métodos jerárquicos o concéntricos de organización fueron desplazados por categorías científicas diferentes, o simplemente sustituidos por la arbitrariedad de la alfabetización, un sistema de referenciación que no estaba muy difundido antes de mediados del siglo XVII" (189).
Si podemos hablar de las técnicas de la imprenta como "el ordenador de Renacimiento" hay que señalar otro tipo de analogías que relacionan el mundo digital de hoy con el mundo anterior a la imprenta, "revirtiendo el anterior proceso de desintegración, restaurando lazos entre el yo y el mundo que se cortaron en el siglo diecisiete" (189).
La noción de "articulación" por ejemplo sirve para conectar también los mundos del lenguaje y del cuerpo. Crooke por ejemplo habla de la "sintaxis" de los huesos, y de las articulaciones; es éste un término que hacia 1600 se difunde en la filosofía natural, y que combina a la vez conexión y separación. En gramática también se venía usando, por ejemplo Santo Tomás de Aquino define los artículos y también la articulación en el sentido de morfosintaxis, la combinación de partes en una oración, "un sistema de distinción que produce interconexión" (191), y usa como analogía las articulaciones del cuerpo; "el rasgo crucial de la articulación es que es a la vez lo que nos hace a nosotros y a las cosas distintos, y lo que nos conecta" (191). También en la era digital, "La red, como el libro del mundo, nos conecta" (192).
John Donne nos remitía al ser humano como libro, o como índice del libro de Dios, y a la Anatomía como lectura. En un sermón dice que "quien desea Imprimir un libro, mucho más debería desear, ser él mismo un libro"—y en las Devotions upon emergent occasions enfatiza la conectividad del hombre y el mundo, "Ningún hombre es una isla". En el memorable soneto "O to Vex Me", la expresión de Donne diciendo que "mis mejores días son aquellos en los que tiemblo de miedo" se remite a una expresión característica de los almanaques, los días buenos o malos, favorables o desfavorables.
En todas las Devotions de Donne, se gira alrededor de la alternativa doble: el hombre es a la vez un individuo diferenciado, y un ser conectado por todo tipo de relaciones a los demás, "un punto de una red universal" (193); es "un texto que deja al lector con un sentimiento reforzado tanto de la singularidad del yo individual, como de su desplazamiento" (193). Recapitula la vieja filosofía analógica, pero es consciente de la nueva ciencia, "y del nuevo aislamiento del yo que trata con tanta fuerza de negar ('No man is an island')". A nosotros nos sucede al revés: estamos acostumbrados a al yo individual, y la conexión en red la vemos como una novedad.
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