Huyendo de la Caverna
martes, 26 de junio de 2012
Huyendo de la Caverna
Acabo de hacerme seguidor de Steven Pinker en Academia.edu.
Allí pueden leerse muchos de sus escritos, entre ellos este artículo sobre la indirección en el lenguaje, "The Logic of Indirect Speech"—que trata de manera algo más técnica (e in collaboration) algunas de las propuestas más interesantes que desarrollaba en Pinker en The Stuff of Thought. De Pinker y su teoría de los actos de habla indirectos hablé antes aquí: Teoría de la mente, indirección y negabilidad. Más grafico se ve en esta animación (literalmente digo que es gráfico y se ve). Y en esta conferencia repasa Pinker algunas de las principales cuestiones de The Stuff of Thought.
Ahora termino el repaso a The Stuff of Thought con algunas notas sobre su último capítulo, "Escaping the Cave", que viene a sintetizar las observaciones cognitivistas sobre el lenguaje hechas en los capítulos precedentes. La perspectiva cognitiva sobre el lenguaje revela que no es una herramienta neutra, sino la herramienta de una especie que tiene maneras particulares de pensar, sentir e interactuar:
Human characterizations of reality are built out of a recognizable inventory of thoughts. The inventory begins with some basic units, like events, states, things, substances, places, and goals. It specifies the basic ways in which these units can do things: acting, going, changing, being, having. One event may be seen as impinging on another, by causing or enabling or preventing it. An action can be initiated with a goal in mind, in particular the destination of a motion (as in loading hay) or the state resulting from a change (as in loading a wagon). Objects are differentiated by whether they are human or nonhuman, animate or inanimate, solid or aggretage, and how they are laid out along the three dimensions of space. Events are conceived as taking up stretches of time and as being ordered with respect to one another." (428).
Un buen resumen éste, aunque se echa de ver que aquí Pinker es en cierto modo el man without qualities— se echan en falta no sólo adjetivos y adverbios, en su retrato del lenguaje (aunque comprendo que pueden verse como cuestiones adjetivas a la parte más sustantiva)—pero también las valoraciones que introducimos a cada paso a la hora de representar acontecimientos; no sólo organizamos la realidad con cuestiones de perspectiva (como su ojo golpeó mi codo) sino con toda una colección de tintas evaluativas añadidas a sustantivos, verbos, adjetivos y al posicionamiento de las entidades en el discurso. Luego (432) habla Pinker de cómo todas las relaciones y acciones adquieren una coloración emoicional, basada en la interacción social y en la imagen ("face") que cada uno de nosotros proyecta y quiere mantener en esa interacción. Como somos picajosos sobre nuestro rostro social y relaciones, lo protegemos mediante la indirección (ver arriba): para negociar o actuar, los humanos arriesgan su rostro, "As a result they engage in hypocrisy and taboo, designed to preserve the mutual knowledge that maintains a relationship even as they transact business inconsistent with it" (432).
Pinker señala cómo nuestras propensiones cognitivas afectan a la forma de categorizar individuos, de individualizarlos, de contarlos y numerarlos, de concebirlos como agente o no agentes; y a las acciones por su manera física de transformar los objetos o de actuar sobre ellos de una u otra manera.
Me hace remitirme a la Metafísica de Aristóteles, que yo siempre he creído (bueno, siempre... recuerdo oírme hacer en voz alta esta observación sobre Aristóteles hace más de veinte años) que era, sin saberlo, un tratado de semántica; Aristóteles hablaba del lenguaje y de su manera de estructurar la realidad, cuando creía estar hablando de la realidad misma. Es un importante predecesor de Pinker, sin embargo, aunque no fuese plenamente consciente de que hacía lingüística cognitiva. También me hace pensar en Bühler y otros lingüistas que han sido conscientes de la importancia de los marcos de referencia y de la interacción comunicativa a la hora de dar forma al lenguaje y de organizar sus sistemas semióticos. Por ejemplo, antes que los cognitivistas, fue Bühler quien hablaba en los años 30 de los marcos de referencia y coordenadas que orientan la representación lingüística. Pinker lo expresa, claro, de modo mucho más plástico e integrador. Para Pinker, por ejemplo,
Spatial thinking is tailored to the demands of manipulating things, so it is not defined by geometry alone, but to an intuitive physics of fitting, supporting, containing, covering, and other ways that humans put objects to use. (429-30)
Lakoff y Johnson, etc., y su idea de metáforas basadas en el cuerpo y proyectadas al mundo no andan lejos. Y bueno, si ni la Metafísica ni la Sprachtheorie aparecen entre las referencias de Pinker, pero sin duda han inspirado siquiera sea remotamente parte de la bibliografía considerable que éste trasiega. Más me extraña que no cite más a Fauconnier y a Turner, altamente relevantes para toda esta cuestión.
La representación del tiempo como espacio es otra de esas metáforas básicas:
Tiempo como espacio, pues, pero también tiempo como el espacio al que da forma y estructura la acción humana, o "lo que pasa", pues "Humans see some things as just happening and others as being caused" (431), y así la causalidad es una importante perspectiva impuesta (o sobrevenida) a las representaciones.
El lenguaje es un artefacto mental heredado que nos amuebla desde dentro y nos condiciona—las palabras recibidas de otros:
La perspectiva de Pinker es consistente con un enfoque evolucionista y sociobiológico sobre la naturaleza humana, y por tanto es un tanto "desmitificadora" e incluso desilusionante. Como E. O. Wilson, participa Pinker de un empeño en lograr la consiliencia de las ciencias humanas y de las naturales, y para ello parte de ubicar la naturaleza humana en la naturaleza—comienza, de hecho, por argüir que (frente a las tesis postmodernistas radicales que afirman la plasticidad absoluta de la naturaleza humana, ésta existe, es determinable y arrastra una historia. En palabras de E. O. Wilson, "Human nature exists, and it is bot deep and highly structured" (Consilience, p. 216). La naturaleza humana no es indeterminada o infinitamente plástica o inagotable: es la que es, y puede delimitársela, perpectiva para algunos potencialmente deprimente:
La angustia se remonta al mito de la Caverna en Platón: nos podríamos cegar con la realidad de las cosas, más allá de las representaciones en que vivimos "felizmente" aprisionados.
Pinker se sitúa así, según lo veo, en una honrosa tradición de crítica al lenguaje y a los mitos aceptados, no sólo desde Platón sino más específicamente desde Bacon en su crítica a los diversos ídolos de la tribu, de la caverna, del mercado y del teatro.
Algunas falacias comunes del pensamiento y la conceptualización:
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(1). Esto es física aristotélica. Como observaba antes, Aristóteles es un semantista naïf nato.
Pinker cree sin embargo que podemos susperar las limitaciones inherentes a nuestras propensiones cognitivas, precisamente mediante el uso creativo del lenguaje. En la perspectiva cognitiva, la metáfora (ya hablaba Vico del pensamiento poético) es una herramienta que permite a la cognición trabajar sobre sí misma: "The metaphors are not just literary tropes but can capture deep equivalences in causal networks, and perople use them not just to talk but to reason" (435), y "the combinatorial nature of language and thought allows us to entertain an explosion of ideas even though we are equipped with a finite inventory of concepts and relations" (436). Lejos de vernos supeditados al lenguaje en nuestra manera de pensar, según suponía la teoría de Sapir-Whorf, esto asegura una flexibilidad y multiplicidad de perspectivas en las representaciones lingüísticas. Y tampoco hay una prison-house of language como sugerían amenazadoramente algunas tesis estructuralistas:
Así, todas las representaciones "folky" erróneas antes señaladas, pueden reformularse o manipularse mediante nuevas representaciones, nuevas metáforas, que no son sólo representaciones gratuitas, sino teorías sobre el mundo que tienen efectos a la hora de conceptualizarlo y actuar en él. (Pongamos por ejemplo, los servicios públicos no los paga el Estado, los pagamos todos, u otros similares—ejemplo mío). La tendencia a pensar por los carriles tradicionales es fuerte, y con frecuencia tendemos a revertir a ellos, y a caer en todas las falacias del pensamiento. Por eso es importante una educación que atienda al pensamiento científico y al análisis científico del pensamiento—empezando por el lenguaje. Después de todo, "The goal of education is to make up for the shortcomings in our instinctive ways of thinking about the physical and social world" (439). Y así concluye el libro, con una llamada de atención al interés de la perspectiva cognitiva sobre el lenguaje:
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