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Retropost (2006): España y Libertad

España y Libertad

Publicado en Política. com. José Ángel García Landa

Me acabo de leer este libro, España y Libertad, de Federico Jiménez Losantos, a pesar de que me resulta un tanto sospechosa la conjunción de ambas palabras, y aún más cuando la presentación del libro dice "España y libertad. Valga la redundancia". ¿Redundancia? Ostrás, pues sí que vamos bien.

Pero luego resulta que comparto gran parte de las cosas que dentro se dicen, y hasta la base del razonamiento que justifica el título. Jiménez Losantos defiende el orden constitucional de 1978 (no, por cierto, a Franco) aunque se empeña en mantener de modo irritante para el pensamiento aceptado que ese orden fue instaurado por los franquistas: Suárez, por ejemplo, o Torcuato Fernández Miranda. O el rey que puso Franco. Cosas que no gusta recordar así... Y es ese el orden que sirve de base a la libertad que defiende Jiménez Losantos; y son las maniobras torticeras con el ordenamiento legal y sus fundamentos la mayor amenaza para la libertad. Sin ley, sin Estado de Derecho, no hay libertad. Y la deriva anticonstitucionalista y pro-republicana de Zapatero hace más por poner en peligro la libertad que por reforzarla.

Hasta ahí, de acuerdo. Y con tantas y tantas cosas en el libro. Muchas veces es certero, y despiadado con la estupidez y la falsedad. Pero desde luego no es el libro de un hombre mesurado ni ecuánime, ni de una persona políticamente correcta. Jiménez Losantos no se corta de decir las cosas en un lenguaje directo y despectivo, que no sólo se desentiende de ofender, sino que lo busca deliberadamente en ocasiones. Se le sale la indignación por las orejas. Tiene fama de ser una especie de fascista a la derecha de Franco, cuando para nada es así. Aunque a veces se hace comprensible que la gente oiga a un señor tan cabreado defender ideas de derechas, y lo confunda con una especie de Goebbels. Y ni que decir tiene que no estoy de acuerdo con todas sus descalificaciones y prejuicios conservadores: de hecho, creo que sería difícil encontrar a una persona que esté de acuerdo con este hombre en todo, tal es su manera de disparar cañonazos en todas direcciones, cortándose un pelín sólo a la hora de criticar a la casa que lo alberga, la Cope. Donde no creo que dure mucho a pesar de los índices de audiencia espectaculares. Como locutor Jiménez Losantos es un artista de la radio; a la vez informador, intelectual, payaso, espantapájaros, aguafiestas, humorista, demagogo, pedagogo y sobre todo hombre airado; apela al oyente completo, desde sus ideales más nobles hasta sus instintos más bajos. Desde luego subestima el papel político de la politesse, la conveniencia de engrasar los engranajes sociales con el respeto al adversario, de ser poli en la polis. Es impresentable la ligereza con la que trata a los árabes, todos en el saco de los mojamés, aunque no le falte razón al criticar las dictaduras y califatos de por ahí. O a Chávez, "el Gorila Rojo"; desde luego para diplomático no cojáis a Jiménez Losantos.

Ahora, para cantar las cuarenta a muchos cantamañanas, por ahí sí que es una lectura más adecuada. No deja trapicheo con cabeza (menos los del PP, que para esos tiene más tragaderas), ni lema políticamente correcto sin parodiar, tiene un ojo clínico para eso. Los artículos recogidos en el libro se quedan mayormente a las puertas de la anunciada negociación del gobierno con la ETA. Pero Losantos la anuncia ampliamente, y disecciona su lógica con enorme lucidez. Pongo un trocito revelador, de febrero de 2004, sobre el asunto de Carod y Perpiñán:


Puesto que el terrorismo es una forma de propaganda, la 'propaganda por el hecho' de que hablaban los anarquistas y nihilistas rusos en el siglo XIX, su única posibilidad de victoria frente a cualquier régimen es ganar la batalla de la propaganda, que empieza por la del lenguaje. Atender las largas y prolijas explicaciones de la ETA es mucho menos instructivo que observar el cadáver de uno de sus cientos de víctimas. La profunda y deliberada maldad, la inhumanidad pavorosa de esas bestias con boina les obliga, por compensación, a gastar folios y más folios en explicarse. Pero es un aspaviento verbal que sólo realizan ante sí mismos y ante su ensangrentada parroquia. No importa lo que digan, aunque convenga saberlo: importa lo que hacen. Y lo que hacen es matar españoles. Y lo que han dejado de hacer es matar catalanes. En realidad, ETA es la única entidad político-criminal en reconocer la independencia de Cataluña. (93)
Lo pavoroso no es que la Eta haga estas cosas; lo pavoroso es que el Gobierno acepte esa lógica y siga el camino que le trazan al parecer desde Perpiñán, aceptando de buena gana perder la batalla de la propaganda (o la de los símbolos patrios, que es la misma).

Hay quien dice que al ser él mismo una víctima del terrorismo, las opiniones de Jiménez Losantos deberían ponerse entre comillas y usarse con precaución. Yo estoy de acuerdo; aunque de hecho creo que eso hay que hacerlo con todas las opiniones en España, pues todos somos víctimas del terrorismo que envenena el orden político: algunos víctimas directas, y otros indirectas: por temerosos, por abducidos mentales, o por sputniks (los más víctimas quizá de los tres, aunque no me dan pena). Jiménez Losantos podrá ser víctima directa, y hasta estar (justamente) resentido, pero desde luego no cae en ninguna de estas otras tres categorías. Y a pesar de su saeva indignatio y su nula voluntad de no ofender, el mensaje central de su libro es válido: la libertad política es precaria, está en peligro constante, y hay que atreverse a defenderla a cada momento. Contra los criminales y contra los gobernantes; contra la mentira, y contra la verdad oficial. Y el primer paso para defender la libertad es defender la ley. Sin ley, no hay libertad... más que para el que atropella los derechos de los demás. 

Aquellos polvos, estos lodos, y los que han de venir
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