Retropost (2006): Cuando la calidad pierde su honesto nombre
Cuando la calidad pierde su honesto nombre
Publicado en Universidad. com. José Ángel García Landa
Recomiendo leer esta interesante y polémica ponencia sobre "La reciente evolución de la corrupción universitaria", presentada por José J. Erviti en el II Congreso nacional contra la corrupción y el acoso en la universidad pública española, celebrado en Madrid los días 20 y 21 de octubre de 2006.
La ponencia está en la web que está construyendo la Plataforma contra la Corrupción y el Acoso en la Universidad Pública Española.
Me gusta la consideración previa: "Quienes nos ponemos a hablar de la corrupción universitaria tenemos que reconocer que no estamos fuera o libres de ella, porque cuando la corrupción sopla a favor de uno, no se percibe como tal. Es difícil percatarse de las inercias que nos arrastran." Aunque eso no quiere decir que no haya diferencias entre pajas y vigas, ya estén en ojo ajeno o en el propio. "El régimen del bienestar", concluye Erviti, "se halla condenado a la producción masiva de inutilidades y las Universidades no escapan de esa condena, porque la dinámica de la evaluación de méritos obliga a la producción masiva de publicaciones perfectamente prescindibles, pero que, valoradas al peso o en “esa grotesca casa de citas que tiene su sede en Filadelfia" (según expresión del destacado catedrático de matemáticas D. Antonio Córdoba el pasado 4 de enero en El País), generan la “calidad” y la “excelencia” necesarias para la promoción personal, que es lo que está en juego para los autores."
Es interesante su crítica a la perversión instrumental de las evaluaciones de calidad, creando un sistema mecánico que busta autojustificarse y al fin se convierte en un fin en sí mismo. A estos métodos estandarizados de evaluación podría aplicárseles, creo, el razonamiento de Feyerabend en su tratado Contra el Método. Con la peculiaridad de que cuando se aplica un método estandarizado de evaluación a una investigación metodológicamente predeterminada, lo que obtenemos es, por una parte, un método al cuadrado (pues el método se estandarizará de modos acordes a la evaluación que se espera de él) y por otra parte una ficción formalista también al cuadrado: si el método nos da una versión cuadriculada de la realidad, la evaluación metodologizada nos llevará a una imagen de la realidad que como mínimo será cubista.
Es difícil, sin embargo, concebir cómo va a renunciar a estos sistemas de evaluación estandarizada un sistema que se ha embarcado tan deliberadamente en una búsqueda de la calidad, entendida ésta como homogeneización o estandarización de procedimientos mediante la retroalimentación evaluación/financiación, y reduciendo en última instancia la aerodinámica de la Universidad a una menor resistencia a las fuerzas del mercado (utilizando la evaluación estandarizada para diezmar las áreas menos productivas). Eso no garantiza que lo seleccionado sea necesariamente más valioso... Que se adapta mejor al medio ambiente, eso sí. Un darwinismo de la evolución en ecosistemas enrarecidos...
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