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Arte

Martínez Tendero en el Sástago


torre  del agua
Nos vamos a ver en comandito la exposición de pintura que hay en el Palacio de Sástago, una retrospectiva de José María Martínez Tendero. Este es un pintor nacido en Albacete que vive en Zaragoza desde 1971. Y hay un buen número de cuadros, algunos de los setenta, más de los ochenta y noventa, y de este siglo. Una estética algo atormentada, con rojos y negros y grises y mezclas de máquinas y vísceras, explosiones de colores a lo Viola, o paisajes infernales, pero a la vez muy interesante de ver—se juntan en este pintor así en plan olla podrida todas las tendencias pictóricas del siglo anterior, que si geometrías y espacios a la Kandinski, gotelés a la Mathieu y borrones a lo Pollock, pero que de repente se vuelven figurativos, y se convierten en figuras tipo Natalio Bayo, o en formaciones vegetales salidas de Max Ernst o de algún amigo suyo. También figuras embozadas magritteñas, o semiborradas, o que sufren una invasión de elementos pictóricos y colorines abstractos surgidos de otra dimensión estilística... Bocetos (muy acabados) de edificios y ciudades, como una Zaragoza retrofuturista de ensueño o pesadilla, pero con ingredientes de realismo a lo Antonio López— una panorámica de la ciudad donde la historia parece pasar sobre las torres y las casas en gris a modo de sinfonía de colores y splashes y desconchados... Aparecen en algún cuadro las Torres Gemelas de Zaragoza (el World Trade Center), o la Torre del Agua, o el Pabellón Puente, con toques casi de promoción municipal de la Expo. En los títulos, mucho módulo, mucho espacio de reflexión, y mucha línea constructiva y desconstructiva alrededor de las figuras, como el Hombre de Leonardo, o como mostrando la pintura en proceso o integrando el proceso en el resultado. En otras obras muestra sus cualidades de retratista hiperrealista, con toques un poco a lo carboncillo para tienda de fotos. En fin, una batidora de estilos pictóricos, que se puede ver con mucho provecho. Son trabajos extremadamente cuidados, y sin duda caros de la muerte. O merecen serlo.


 

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77 millones de cuadros

Regressus in Infinite Jest

Regressus in Infinite Jest

Infinite Jest es una curiosa novela o sátira menipea sobre Americanadas postmodernas, escrita por David Foster Wallace con una paciencia y curiosidad que sólo igualan a las del lector capaz de seguir la obra. Es cierto que es un maestro del lenguaje (sobre todo de las nominalizaciones, verbalizaciones, adjetivaciones y gramaticalizaciones extrañas, basadas en clichés culturales), y un hacha clavando algunas maneras de comportarse y razonar típicamente (o atípicamente) usanianas, hiperurbanas y postcontemporáneas.

Uno de los principales personajes de la novela, in absentia, es James O. Incandenza, padre de varios personajes (Orin, Hal y el deforme Mario); presencia recurrente in absentia digo, porque tiempo antes del comienzo de la acción este Incandenza padre (a.k.a. "Himself") se había suicidado por el procedimiento de meter la cabeza en un horno microondas. Incandenza era un cineasta de vanguardia, que contaba en su acervo con películas como Union of Theoretical Grammarians in Cambridge, Pre-Nuptial Agreement of Heaven and Hell, Fun with Teeth, Baby Pictures of Famous Dictators, o cinco versiones de Infinite Jest.

He aquí una de sus películas, concebida y descrita a la Borges (tal que quizá no haga falta filmarla). Es cinematografía conceptual en su versión más pura, precioso ejemplo de desconstrucción cultural del discurso artístico, y exploración simultánea de los límites de la reflexividad en arte, guasa sin límites.... Bueno, a mí me gusta, y creo que acudiré a cualquier cine que la proyecte, si alguien proyecta filmarla de hecho, por redundante que sea el hacerlo. No es difícil de hacer—en su simplicidad está su elegancia, diga lo que diga el director. Do not trust the teller, trust the tale. Traduzco:

La película de Incandeza más odiada, una de longitud variable titulada The Joke, tuvo una distribución en salas muy breve, y únicamente en los últimos restos dispersos de los cineclubs públicos de arte y ensayo previos a InterLazo [una especie de Internet/TV retrofuturista], en sitios intelectualoides como Cambridge (Massachusetts) o Berkeley (California). Y en InterLazo nunca se plantearon incluirla en versión Pulse y Encargue, por razones obvias. Se requería que en las marquesinas y posters y anuncios de esta cosa se dijese algo del tipo "THE JOKE: Se recomienda encarecidamente que NO afloje Vd. dinero para ver esta película, cosa que los habituales de las filmotecas naturalmente pensaban que era una broma anti-anuncio inteligentemente irónica, y así pues aflojaban y compraban entraditas de papel y entraban haciendo cola con sus jerseys y pantalones de tweed y dirdnls, y acumulaban cafés en la barra y se sentaban y hacían esos pequeños ajustes prepeliculeros de piernas y posturas, y miraban a su alrededor con esa expresión intensa y ausente, y se imaginaban que las cámaras Bolex H32 de triple lente—una manejada por un tipo mayor alto y encorvado, y otra complejamente instalada en la cabeza enorme de un chico que se vencía hacia adelante de una manera muy rara, y que tenía lo que parecía un espolón de acero saliéndole del tórax—las grandes cámaras que estaban abajo al lado de las señales iluminadas de SALIDA a cada lado de la pantalla, se imaginaban los espectadores, estaban allí para filmar algún anuncio, o un anti-anuncio, o un documental metafílmico entre bambalinas, o algo. Eso hasta que bajaban las luces y arrancaba la película y lo que aparecía en la gran pantalla pública era sólo una toma en gran angular binocular de este mismo público de la filmoteca entrando en fila con sus cafés y buscando butacas y sentándose y mirando a su alrededor y aposentándose y diciendo cosillas prepeliculeras propias de entendidos a sus ligues de gafas de culo de vaso, sobre lo que probablemente significaban el anuncio de No-Pagues-Para-Ver-Esto y las cámaras Bolex, desde un punto de vista artístico, e instalándose mientras bajaban las luces y volviéndose a la pantalla (es decir, a lo que ahora resultaba ser ellos mismos) con las sonrisitas entendidas de expectación propias de las clases intelectuales, sonrisas que según revelaban ahora las cámaras y la proyección de la pantalla, empezaban a caer poco a poco de los rostros del público a medida que el público veía filas y filas de sí mismo mirándose fijamente con expresiones faciales menos y menos expectantes y más y más inexpresivas y luego de extrañeza y luego al fin de estar hasta los huevos. La duración total de The Joke equivalía exactamente al tiempo en el que todavía quedaba algún espectador de piernas cruzadas en la sala mirando su propia imagen proyectada mirándole con la expresión especial que tiene un espectador disgustado y estafado, cosa que terminaba siendo más de veinte minutos o así únicamente cuando había críticos o académicos de cine en las butacas, que se estudiaban a sí mismos estudiándose a sí mismos tomando notas con fascinación infinita  y se iban por fin sólo cuando el café finalmente los impelía a los baños, instante en el cual "Himself" y Mario tenían que recoger las cámaras y fundas de lentes y coaxiales a velocidad desesperada y correr o trotar torpemente como demonios para coger el próximo vuelo nacional de Cambridge a Berkeley o de Berkeley a Cambridge , ya que obviamente tenían que estar allí todo listos y Bolexados para cada proyección en cada lugar. Mario decía que Lyle había dicho que  Incandenza había confesado que le había encantado el hecho de que The Joke fuese tan públicamente estática y simplista y estúpida, y que los raros críticos que defendían la película con largas disquisiciones complejas al efecto de que la estasis simplista era precisamente la tesis estética de la película estaban como de costumbre equivocados de medio a medio. (...)


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Morfing de caras pintadas

"Women in art", un hipnótico vídeo de un tal EggMan sobre el eterno femenino o algo así. Una nueva forma de arte, esta de la modificación automática de imágenes. ¿Quién es el artista? ¿El programador, el pintor, quien selecciona las caras, el ordenador, el azar?



 

Al parecer, la serie es así: Leonardo Da Vinci, Rafael, Tiziano, Botticelli, Giovanni Antonio Boltraffio, Durero, Lucas Cranach el viejo, Antonello da Messina, Pietro Perugino, Hans Memling, El Greco, Hans Holbein, Fyodor Stepanovich Rokotov, Rubens, Gobert, Caspar Netscher, Pierre Mignard, Jean-Marc Nattier, Élisabeth-Louise Vigée-Le Brun, Sir Joshua Reynolds, Franz Xavier Winterhalter, Alexei Vasilievich Tyranov, Vladimir Lukich Borovikovsky, Alexey Gavrilovich Venetsianov, Antoine-Jean Gros, Orest Adamovich Kiprensky, Amalie, Corot, Manet, F. Latour, Ingres, Wontner, William-Adolphe Bouguereau, Comerre, Leighton, Blaas, Renoir, Millias, Duveneck, Cassat, Weir, Zorn, Alphonse Mucha, Gauguin, Matisse, Picabia, Gustav Klimt, Hawkins, Magritte, Dalí, Malevich, Merrild, Modigliani, Picasso.

77 millones de cuadros


77 millones de cuadros

77 millones de cuadros

NNos vamos a ver al Centro de Historia de Zaragoza la exposición 77 million paintings de Brian Eno, aunque no los vemos todos; todo lo más unos pocos cientos. Consta de varias salas con pantallas de vídeo donde van proyectándose imágenes abstractas que cambian muy lentamente, combinando automáticamente diversas diapositivas con figuras abstractas, manchas de colores, patrones o motivos geométricos. Combinados por ordenador, claro (Eno, como yo, es un Macman). Y así en efecto logra Brian Eno pintar más cuadros que ningún otro pintor, por muy furiosamente que brochease Picasso en busca del dólar, y por mínimo que fuese el trabajo que le echasen los minimalistas como Rothko a cada cuadro. Lo que pasa es que estos de Eno se venden todos juntos, los 77 millones—deben salir a un céntimo los mil cuadros. Eso sí que es bajar los precios y reventar el mercado.

La exposición está bien montada, en salas grandes, oscuras y vacías, con la música ambient que le va a Eno y a esta experiencia. Eno ha colaborado con Roxy Music, David Bowie, U2... pero esta música no es nada parecido a ellos: parecida en todo caso a las variaciones lentas y minimalistas de imágenes en la oscuridad que se exponen. Así que es una buena exposición para relajar la mente, y nada apta para acelerados, hay que ir con ganas de estar un rato pensando en nada para pasar un rato un tanto zen—o Zeno— a la Dra. Penas le ha parecido sin embargo de lo más típico psicodélico-postmoderno-occidental-decadente la cosa. Una vidriera digital. Un caleidoscopio electrónico. En fin, para gustos hay combinaciones de colores.

La idea del arte generativo recuerda, eso sí, a las gramáticas generativas de Chomsky y las obsesiones combinatorias del estructuralismo y la literatura estructuralizante, como la del Oulipo. Eno, Eno... Queneau, Queneau. Que ya Queneau escribió aquel librito de los Cent mille milliards de poèmes en 1961, creando millones de sonetos (ninguno memorable) a partir de unos pocos. Y en combinatoria visual... la televisión es de por sí una exposición cambiante y permanente de millones de cuadros. Sobre todo combinada con el zapping. Aunque esta obra de Eno parece un híbrido entre la televisión y el caleidoscopio—que es quizá el primer artefacto para producir arte autogenerativo, aunque con menos aura.

Supongo que la idea del arte combinatorio viene de la propia cualidad combinatoria de nuestra mente, o del alfabeto, o del lenguaje (lingüístico, musical, o pictórico). Las fugas de Bach o las sinfonías de Mozart también parecen arte combinatorio tomadas en conjunto. Pero claro, se pasa a una dimensión metaartística superior cuando la obra de arte ya no es la obra de arte, sino el sistema generador de obras de arte (—aunque me pregunto si al inventor del zapping o del caleidoscopio lo consideraban artista conceptual...).

En cualquier caso, aún nos falta un poquito para llegar al arte del futuro tal como aparece en el relato de James Blish "A Work of Art": ahí la obra de arte es la "escultura mental" que crea (o recrea) a un artista completo, con su experiencia vital y estilo, y le deja producir sus obras. El artista del cuento recrea/resucita a Richard Strauss, que compone una nueva pieza de su obra (quizá una que podría haber compuesto de haber vivido más tiempo). Y la dirige en público, este Strauss artificial... para darse cuenta al final de que los aplausos no son para él y su obra, sino para el escultor de mentes que lo ha creado. O para Blish, que ha escrito el cuento. Todo arte es arte conceptual, al fin y al cabo, aunque unos conceptos sean más conceptistas que otros.

Remix accidental






Más cosas del baúl

He añadido unos cuantos dibujos más del año la polka a la sección de imágenes. Para ver lo nuevo, empezar por aquí y seguir los enlaces al final de las páginas (igual hace falta un poco de paciencia). Cualquiera se pone ya a dibujar, con lo bien que se escanea, y lo divertido que es ver cómo cambia de aspecto un dibujo dándole más contraste, menos saturación, más luz, etc.