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Vanity Fea

Cultura y sociedad

Todo es cultura

(Es éste otro comentario que pongo en Por la boca muere el pez, con ocasión de un artículo que celebra la concesión del premio Prícipe de Viana a un físico, Javier Tejada. El autor del artículo pide mayor reconocimiento para el valor cultural de la ciencia, y sobre eso versa mi comentario. Los "nobles ideales" que digo son los que citaba Javier Tejada en su discurso como máxima expresión de la racionalidad humana: la ciencia, la filosofía, y la democracia).  

Nobles ideales, ciertamente. (Je, es curioso, hay quien esta frase, "nobles ideales", sólo concibe usarla irónicamente. Yo no).

Sobre la ciencia como cultura, una pequeña reflexión reflexiva:

Todo es cultura: ya se sabe, el fútbol es cultura, los toros son cultura; también es cultura la escultura, los rituales extraños con los recién nacidos, el rap... O sea que en ese sentido no debería ser difícil aceptar que la ciencia es cultura. Otro sentido de la frase puede ser "La ciencia debería ser reconocida como alta cultura, y respetarse y promocionarse en consecuencia". Bien, "alta cultura" hay quien no la querría (no parece plausible que vaya a desaparecer: instituciones, etc.); otros querrían que TODO fuese alta cultura (si bien la cima de la pirámide cultural es permeable a los cambios, tampoco parece que vaya a convertirse en una planicie cultural). Y ciertamente la ciencia debería ser más visible que muchas de las manifestaciones culturales de segunda o tercera que tanto interesan a la gente. Pero anda, vaya usted a decirles que no les interesen. Cuando la gente se agolpe en los bares a ver programas científicos, otro gallo le cantará a la ciencia.

Otra cosa. Cuando se habla de "cultura", en realidad se quiere decir muchas veces "interpretación de la cultura y de la realidad". Así, el fútbol es cultura, y la filosofía es cultura, en la misma medida, pero el fútbol en tanto que interpretación de la cultura y la realidad es, digamos, flojillo; no así la filosofía, que es a la vez cultura e interpretación de la cultura y la realidad. Lo mismo los estudios literarios, la crítica cultural, la antropología, la teoría política o del Derecho, etc. Desde este segundo punto de vista, la ciencia desde luego tiene una dimensión de interpretación de la cultura, pero creo que es más especializada o restringida que la de las disciplinas humanísticas. No así, en cambio, su interpretación de diversos aspectos de la realidad. Y sí son interpretación de la cultura y de la realidad la filosofía de la ciencia, o la historia de la ciencia, o incluso la divulgación científica: la de categoría, me refiero. Ahí sí que queda muchísimo por hacer para darle la relevancia "cultural" que se merece. 

Tradición, traición

m/f/s/z: transexualas y hermafroditos, monstruas y prodigios

Leía hace poco el libro de Ambrose Paré Des Monstres et prodiges (1573; Ginebra: Slatkine, 1996), donde aparecen deliciosos monstruos y prodigios naturales.

Paré, un poco al estilo enciclopedia china, atribuye el origen de monstruos y prodigios a 1) la gloria de Dios, 2) su ira, 3) exceso de semen, 4) insuficiente cantidad de semen, 5) la imaginación, 6) la estrechez de la matriz, 7) posturas indecentes de la madre, 8) accidentes, caídas y golpes contra el vientre durante el embarazo, 9) enfermedades hereditarias o accidentales, 10) putrefacción del semen, 11) mezcla seminal de personas y animales, 12) la brujería, 13) la intervención de demonios y diablos.

Monstruos como aquel hombre de cuarenta años, al cual le salía de la tripa otro hombre casi completo, excepto la cabeza… otro yo al que llevaba en brazos, por París, en 1530.

Siameses, seres de dos cabezas, hombres con otra cabeza viva en el vientre. Mujeres que paren treinta y seis niños vivos. Mujeres que han parido pequeños monstruos activos y malignos. Peces voladores. Apariciones de figuras en el cielo, con hachas, espadas y caras espantosas.

"Un monstruo marino, que tiene la cabeza de un monje armado, y cubierto de escamas de pez" - o bien "un monstruo marino, que se parece a un obispo, vestido con sus hábitos pontificios".

O la Ballena, y la Jirafa. O la bestia oriental Tanacth, una especie de tigre sin cola, con cabeza de hombre "bien formada pero con la nariz chata", pelo de africano y manos de hombre… esta bestia se la comen en la India. Y la Rémora, diminuto pez capaz de detener una gran nave al adherirse a ella. El Aloés, pez monstruoso. Y el Limaco del Mar Sarmático.

Y otros prodigios que despiertan curiosos ecos y analogías hoy en día. Cambios súbitos de sexo al saltar una valla. Siempre de mujer a hombre, nunca de hombre a mujer: "la raison pourquoy les femmes se peuvent degenerer en hommes" es, aclara con lógica admirable, "pour-ce que Nature tend tousjours à ce qui est le plus parfait, et non au contraire faire que ce qui est parfait devienne imparfait" (86).

Veamos qué dice Paré

De los hermafroditas o andróginos, es decir, que en un mismo cuerpo tienen dos sexos.

Los hermafroditas o andróginos son niños que nacen con doble miembro genital, uno masculino y otro femenino, y por tanto, son llamados en nuestra lengua francesa, hombres y mujeres.

Pues es la causa, que la mujer proporciona tanta semilla como el hombre proporcionalmente, y por eso la virtud formadora, que siempre intenta hacer su semejante, a saber, de la materia masculina un macho, y de la femenina una hembra, hace que en un mismo cuerpo se encuentren a veces dos sexos, llamados hermafroditas. De los cuales hay cuatro clases, a saber, hermafrodita macho, que es el que tiene el sexo del hombre perfecto, y en el perineo (que es el lugar entre el escroto y el ano) un agujero en forma de vulva, que sin embargo no penetra dentro del cuerpo, y de este no sale orina ni semilla. La mujer hermafrodita, además de su vulva que está bien formada, por la cual arroja la semilla y la regla, tiene un miembro viril, situado encima de la mencionada vulva, cerca del monte de Venus, sin prepucio, sino sólo una piel desligada, que no se puede invertir ni volver, y sin ninguna erección, y de éste no sale orina ni semilla, y no se encuentra vestigio de escroto ni testículos. Los hermafroditas que no son ni uno ni otro, son los que están todos cerrados y exentos de generación, y sus sexos totalmente imperfectos, y están situados al lado uno del otro, y a veces uno encima y el otro debajo, y no pueden utilizarlos más que para expulsar la orina. Hermafroditas machos y hembras, son los que tienen los dos sexos bien formados, y pueden usarlos y servir para engendrar, y a estos las leyes antiguas y modernas les han hecho y todavía les hacen elegir qué sexo quieren usar, con prohibición, bajo pena de perder la vida, de no utilizar más que aquél del cual hayan hecho elección, por los inconvenientes que podrían resultar de eso. Porque algunos han abusado de ello de tal manera, que por un uso mutuo y recíproco, se refocilaban de uno y de otro sexo, ya de hombre, ya de mujer, pues tenían naturaleza de hombre y mujer, proporcionada a tal acto, e incluso, como dice Aristóteles, su teta derecha es como la de un hombre, y la izquierda como la de una mujer. ( . . . ) (75-77).

Como se ve, en los presupuestos descritos por Paré, se presupone estrictamente la heterosexualidad: ni siquiera se plantea (no pertenece a la discusión) la posibilidad de una orientación sexual que no corresponda a la determinada por la marca de los órganos genitales y marcas corporales adyacentes. La orientación sexual se regirá y determinará por estas marcas:

Los médicos y cirujanos bien expertos y entendidos pueden saber si los hermafroditas son más aptos para adoptar y usar uno u otro sexo, o los dos, o nada. Y tal cosa se conocerá por las partes genitales, a saber, si el sexo femenino es adecuado en sus dimensiones para recibir la verga viril, y si por él fluyen los menstruos; igualmente por el rostro, y si el cabello es desligado o recio; si el habla es viril o aguda, si las tetas son parecidas a las de los hombres o de las mujeres: igualmente si toda la costumbre del cuerpo es robusta o afeminada, si son atrevidos o temerosos, y otras acciones similares a los machos o a las hembras. Y en cuanto a las partes genitales que pertenecen al hombre, hay que examinar y ver si hay gran cantidad de pelo en el monte de Venus y alrededor del ano, porque comúnmente y casi siempre las mujeres no tienen nada en el ano: Igualmente hay que examinar bien si la verga viril está bien proporcionada en grosor y longitud, y si se levanta, y de ella sale semen: lo que se hará por confesión del hermafrodita, cuando haya tenido compañía de mujer: y por este examen se podrá verdaderamente discernir y conocer al hermafrodita macho o hembra, o que sean lo uno y lo otro, o que no sean ni lo uno ni lo otro. Y si el sexo del hermafrodita tiene más del hombre que de la mujer, debe llamársele hombre: y lo mismo con la mujer. Y si el hermafrodita tiene tanto de lo uno como de lo otro, será llamado hermafrodita hombre y mujer. (79)

Curiosos estos tres niveles de análisis:

- sexo biológico: fluido y quizá sin fronteras entre categorías.

- sexo médico, determinado por el experto: se hace recaer en una de cinco categorías.

- sexo administrativo y legal: se reduce a dos categorías (aun el caso, como hemos visto, más problemático, el del quinto sexo médico, los hermafroditas que son "hombre y mujer").

El deseo del hermafrodita no entra en cuestión nunca. Hay que tener en cuenta que Paré mezcla la discusión de exámenes de neonatos con exámenes de transgresores potenciales que han salido a la luz; en ambos casos, el deseo parece ser irrelevante en sus planteamientos, y se atiene a lo que aconsejan las marcas físicas.

Es más, incluso cuando la marca es ambigua, al parecer sigue sin plantearse la cuestión. Los hermafroditas pueden ser machos o hembras, en los dos primeros casos, y como tales se espera que actúen. De la ambigüedad o "género neutro" del tercer caso al parecer tampoco se derivan problemas legales, pues se presupone que no habrá actividad ni orientación sexual. (Todo esto no quiere decir que no hubiera en esta época casos de travestismo y de homosexualidad, por supuesto). Es únicamente el cuarto caso descrito por Paré el que a su juicio merece intervención especial por parte de los legisladores: el del hermafrodita pleno, diríamos, el de la persona que está caballo entre las dos vertientes de la diferencia sexual no por carecer de marcas sexuales ino por tener dos marcas sexuales claras y a la vez contradictorias. Aquí es donde interviene la ley para declarar válida, por orden público, o por convención o ficción legal, sólo una de las dos marcas.

Se observarán aquí curiosos elementos de paralelismo con el debate actual en torno a la transexualidad y su reconocimiento legal.

Hoy en día no se ejecuta ni encarcela a nadie (en Occidente) por homosexualidad o por bisexualidad o por usar atípicamente genitales atípicos. Se entiende que todo esto entra en la libre elección de cada cual. Y, es más, está prohibida la discriminación contra las personas por razón de sus preferencias sexuales. Menos prohibida, pues todavía tiene vigencia legal, está la discriminación por razón de sexo. Parece haber cierto futuro para la discriminación legal positiva a favor de la mujer. Y habría que diferenciar, a su vez, el debate en torno a la discriminación sexual del debate en torno a la discriminación por razón de género y de identidad genérico-sexual: tres debates, o cuatro, que sin embargo están muy ligados entre sí. Cinco debates, si le sumamos la cuestión del nacimiento con estructuras genitales atípicas como las que describe Paré.

A pesar de esa cierta prohibición de discriminaciones, hay no obstante un punto en el que la ley parece casi tan insistente en nuestros días como en los días de Paré: el mundo humano se estructura en torno a dos sexos, y cada individuo debe elegir uno.

A andróginos y epicenos (no hermafroditas) les puede resultar más o menos cómodo el papel que se les ha asignado; pero al menos hoy en día hay (en Occidente, hablo de Occidente…) aparte de estilos de relación, vestimenta, etc., claramente masculinos y femeninos, una amplia gama intermedia, tirando más bien hacia lo masculino nondescript, una gama de estilos que es aceptable no sólo para personas física o emocionalmente andróginas sino, salvando otros códigos sexuales complementarios, para hombres machos y mujeres hembras. Así, pongamos, una cazadora y un vaquero lo puede llevar tódios; o todo el mundo puede saludar dando la mano en lugar de besitos sin levantar demasiados comentarios.

Otro caso es el de quienes eligen una polaridad invertida: los travestís y transexuales en grado diverso (que el ropaje sexual va desde el pintalabios hasta la cirugía). Muchos transexuales son los primerosas en mantener bien alto el pabellón de los dos sexos diferenciados (a la vez que minan con su propia existencia ese régimen sexual). De hecho, es el caso arquetípico de transexualidad: una persona nacida genitalmente hombre pero que siente una necesidad imperiosa de identificarse como mujer, y vice-versa. No sé si hay muchos transexuales que sienten la necesidad psicológica de acogerse a un tercer sexo andrógino o "transexual"… aunque en muchos casos lo tengan que hacer de facto para salvar con poco coste personal muchas situaciones de la vida cotidiana. Es, por tanto, una situación curiosa la de los transexuales; en principio, apuntalan por el mismo hecho de su "elección" vital el orden sexual bipolar; a la vez, lo quiebran, convirtiendo como poco de cuatro a cuarenta y cuatro, por decir algo, las posibles combinaciones de conformación genital original, y modificada, vestido/estilo virilizante o afeminado, y orientación sexual (la nacida mujer que se transexualiza en hombre, pero viste de mujer y tiene modos poco femeninos y orientación sexual hacia los hombres sería sólo un caso atípico…).

Pero si los transexuales son a veces un caso un tanto pardójico de promoción del binarismo sexual, hay otros dos casos más influyentes, y que van, naturalmente, ligados entre sí:

1) El sentido común, lo que dice todo el mundo, lo que siempre se ha hecho y lo que es así por naturaleza, o cree el 95% de la gente, etc.: que hay hombres y mujeres. (Creencia cierta, con una posible falacia adherida: "que sólo hay hombres y mujeres".... —y de la que se extrae un corolario problemático para muchos e incuestionable para otros: que hay que obligar a todo individuo a ser o bien hombre o bien mujer).

2) La ley: que es la que hace explícito dicho corolario y se encarga de aplicarlo. Normativas sobre baños separados (¿costumbre o ley? No sé); dormitorios separados, residencias separadas, etc. —y, en suma, identidad sexual polarizada, "original" y obligatoria en la documentación para todas las personas.

Hoy como entonces, parece que se afirma el orden sexual binario (si bien no tanto, gracias a Dios) por temor a la posible multiplicidad que resultaría de replantearlo: no ya cuatro sexualidades, sino cientos, miles… las que de hecho hay, quizá. Como dice en la introducción al libro de Paré su editora Gisèle Mathieu-Castellani,

"Cuando la ambigüedad se inscribe en el cuerpo y se marca en el sexo, se vive y se piensa como una ruptura intolerable del orden del mundo, físico y social, como una fractura del cuadro conceptual que lo estructura. Lo híbrido es el caos . . ." (25)

Y así parece haber sido, desde tiempo inmemorial, para el orden político y legal de la humanidad. Si así pensaban los renacentistas, así sigue pensando la legislación actual sobre identidad sexual. Es obligatorio tener un sexo definido: bueno, es que puesto así hasta suena chusco. No es que sea obligatorio: se tiene. Y si no se tiene, pues se pone. Y si no se pone el sexo, al menos se pone la cruz en la casilla.

¿Pero a qué sexo se refiere la ley? Al "verdadero", al "original", al de nacimiento, se presupone. Se ha venido presuponiendo. Lo que pasa es que ahora parece inoportuno presuponerlo, y quizá se pase a presuponer otra cosa. Sexo a voluntad, o según trayectoria vital: es decir, pongamos "género" en lugar de "sexo".

Lo cual presupone, en cierto modo, que haya dos géneros, dependientes o derivados de los sexos en una génesis de las culturas, pero desgajables de esa génesis no sólo ya para cada trayectoria individual sino también para la ley. "Género" de destino, en lugar de "sexo" de origen. Parece ser que será el sentido de la próxima reforma legislativa del gobierno.

Lo que no se va a cuestionar, según todos los indicios, es el binarismo de la clasificación. No vamos a pasar de v/m a vv/mm/mv/vm/ o a ns/nc (a menos que se agarre el toro por los cuernos y se introduzca la categoría neutra, o se haga optativa la respuesta, declarando obsoleta la atención de la administración al sexo o género… pero no parece, no). Tengo curiosidad por saber cómo se formularán exactamente el status legal del sexo de origen y el del sexo de destino, y si esto llevará a una multiplicación administrativa de las identidades sexuales o no.

Esta cuestión, claro, tiene repercusiones legales que no se acaban en la legislación española. Eso es sólo el principio , y de hecho los nuevos "sexos" de los sistemas legales occidentales que han dado este paso se contemplan internacionalmente en el marco de los viejos sexos de siempre; no parece que un país que no reconozca los cambios de identidad sexual vaya a reconocerlos (al margen de la existencia de convenios especiales) sólo porque en España haya cambiado la ley al respecto. Sea como sea, en la realidad de la vida cotidiana o en el código legal, las posibles modificaciones de trato social o de ley que se difundan o se instituyan no tienen lugar en vacío, sino en un contexto a la vez geográfico e histórico regido por el binarismo sexual. Llevamos la historia a cuestas (unas veces más que otras) y así sería ilusorio creer que el régimen sexual se puede cambiar por decreto-ley, aunque sí haya algunos aspectos del tratamiento legal de la sexualidad que se pueden cambiar por ese procedimiento.

Con lo cual las gentes que quieran escapar al binarismo del orden sexual mundial seguirán siendo a la vez monstruos y prodigios por un lado… y la cosa más normal del mundo por otro, poniéndose unos vaqueros y una cazadora. Donde se pueda.

Categorías obsoletas

Tradición, traición

(Apostilla a una apostilla de Magda sobre la tradición..., un tanto crítica con Gadamer:)

Totalmente de acuerdo contigo y con Jio sobre lo de "las tradiciones" y el énfasis en el presente y el futuro antes que en "la tradición" singular y el pasado. Tradiciones hay muchas, y hay que procurar encontrar las que de verdad nos van, y potenciar las mejores, no se vayan a perder esas tradiciones... Aunque habla de "la tradición" y no de "las tradiciones", me gusta mucho esta frase de Mahler:

"La tradición no consiste en adorar cenizas, sino en mantener viva la llama".

(El lunes, por cierto, comentaremos en clase de crítica literaria "Tradition and the individual talent", de T. S. Eliot. Una mente muy gadameriana, que también propugnó un concepto un tanto monolítico de la tradición).

(Ah, y sobre el título de este post, y aparte de quienes se olvidan de las tradiciones que deberían recordar. La tradición tiene en común con la traducción que siempre requiere adaptar un sentido recibido a un nuevo lenguaje, contexto y prioridades).

Chamanes

El viernes, 18 novi, 2005, a las 15:43 Europe/Madrid, FV escribió:
Dear Mr. Garcia Landa,
I hope this message finds you well.
Now, allow me to introduce myself: My name is FV, from São Paulo, in Brazil. I´ve reached you through some research on philology, and due your expertise on this field I would be tremendously grateful if you could assist me with the following problem: There is a man here in Brazil, who happens to deceive people trough false allegations of using magic and shamanism "procedures" for "healing" purposes.
This man uses as "strong" evidence of his hereditary powers, the capability of communication through a strange language, that he calls "anymuh" (apparentely this means animal). I kindly ask your assistance to discover the authenticity of this language and see if this has any sort of basis or if the are just rubbish. If I can prove this language is "fake" this would help me to put some light on a few people who are being poisoned by this villain. Please see a sample of his "magic" and "divine" "shamanic" language below:
Thanks in advance for your attention, looking forward hearing from you soon,
FV.


Example:
Xamã, mie!
Bug isis bah?
Isis muta bah pani pu bug.
Ia quilis pani pu mie moretti atita bug quilis pazed o picadu du mie pu ia tendeyzum u animuh.
Bug tendey?
Atita bug buiú du isis?


Dear Mr FV,
Thank you for your message. However, I am not an expert on fake languages and hoaxes. I can only advise to spend as little effort as possible on shamans and would-be magicians, because any attempt at debunking their pretensions tends to be counter-productive, and only increase the volume of ambient noise they feed upon. The best course of action, I’m afraid, is simply to ignore them, not debating with them or trying to disprove their claims. If people who are close to you are among the victims of such swindlers, I can only sympathise and encourage you to attract their attention to worthier aims. But in my experience many people actually want to be swindled.
Sincerely,
JOSE ANGEL GARCIA LANDA

La catarsis postindustrial

Tras el Gran Circo Italiano, espectáculo de tradición decimonónica europea, llega a Cedeira la marea globalizadora con Motor Show, uno de esos espectáculos de destrucción de coches, saltos con motos por aros de fuego, y vehículos aplastadores con ruedas gigantes. No creo que contribuyamos a subvencionar la adquisición de diversos vehículos para que nos los hagan migas delante; ya se sabe que los intelectuales somos aficionados a productos culturales con raíces tradicionales, ya sean reales o fingidas.

Cuando yo era crío, la versión más cercana a estos shows de coches eran las gymkanas, que ya no sé si se llevan, hace como diez años que no veo esa palabra por los carteles de fiestas. Eran menos pasivas, porque podía participar el personal con su propio coche, mientras que en el motorshow te limitas a ver cómo chafan coches delante de tí. Claro que también hoy serían políticamente incorrectas las gymkanas; recuerdo que una de las pruebas habituales era llegar corriendo con el coche de la prueba anterior, beberse tres cervezas de golpe, y salir zumbando a la siguiente prueba. Pero esto otro de desguazar los coches estrellándolos ya es peor, aquí aflora una neurosis postmodenra, una especie de fascinación malsana por la tecnología y por la destrucción, y por la destrucción de la tecnología, y la tecnología de la destrucción.

Es este ingrediente de la era postindustrial el que retratan novelas/películas como "Crash", de Ballard/Cronenberg (que va sobre unos fanáticos de las cicatrices y los accidentes de tráfico). Los coches, objeto de deseo moderno por excelencia, pasan aquí a una fase postmoderna al exprimirles la destrucción que llevan dentro, en plan return of the repressed. Me gusta una frase de Stephen Metcalf sobre "Crash", donde dice que los coches encarnan "un erotismo terminal de la tecnología al colisionar con el cuerpo humano y estallar en pedazos, vaciando violentamente una subjetividad que se deposita como basura" (1). Hay una versión japonesa de esta neurosis que va enfocada al entorno laboral: hay compañías que alquilan a los oficinistas frustrados una oficina que pueden destruir con saña, volcando ficheros y reventando ordenadores con mazos. Ayuda a esto, sin duda, la obsolescencia consumista de coches y aún más la de ordenadores - aunque siempre habrá algún vicioso que necesite atizarle al último modelo, y no al de 1998.

En la película de Spielberg "AI: Inteligencia Artificial" hay una escena que ofrece una visión futurista del mismo espectáculo. La película es la historia de Pinocho en un mundo donde los robots son cosa corriente: una pareja que pierde un hijo adquiere un pequeño androide programado para quererles, pero la madre, insensible o enloquecida, cambia de planes y lo abandona (después de todo, sólo es una máquina). Pero el robotito es consciente, y sufre, y vive aventuras acompañado por otro desecho social, un androide-gigoló que es todo un hallazgo. Uno de los peligros que evita es un Motor Show / Ordenata Show futurista: un espectáculo de destrucción masiva de robots obsoletos, ante un público embrutecido de la América profunda, del tipo linchador republicano matón de bar. Allí los robots son a la vez cristianos entregados a las fieras y esclavos negros atrapados por una horda del Ku Klux Klan; y los romanos/fascistas son a la vez ciudadanos normales que pasan un rato agradable limpiando el barrio de tecnología atrasada. Es una de esas escenas donde se crea un símbolo de la experiencia contemporánea que es un éxito, a la vez por las raíces emocionales de los episodios que recombina, extraídos de la intertextualidad fílmica de películas de romanos o del oeste, y también por la manera en que participa del propio fetichismo tecnológico que denuncia. Nos convierte también a nosotros los espectadores en mirones con mala conciencia, voyeurs de los linchamientos tecnológicos, identificándonos explícitamente con las víctimas maquinizadas, e inconfesadamente con los agresores, proyectando allí los deseos malsanos de destrucción que extraemos de nuestra propia relación con la tecnología y el consumismo desbocados. Esta escena de los robots se retomó en parte el año pasado en "Yo, Robot", donde también se utilizaba el tema de la obsolescencia acelerada de las generaciones cibernéticas, y se comparaba a los robots desfasados con un lumpenproletariado jubilado anticipadamente, retirado a almacenes tercermundistas fuera del centro de la ciudad.

La destrucción de coches, por supuesto, es uno de los placeres inconfesos de cualquier película americana: sólo cuando se presenta explícitamente como espectáculo adquiere un matiz reflexivo, aunque quizá sea esto más pérfido, al hacernos disfrutar igualmente de lo que se denuncia. No hay escapatoria: si no vas a ver Motor show, al menos lo mirarás por la tele, o verás "Crash" o "AI" o "Yo, Robot"; son maneras más finas e indirectas de lograr la catarsis postindustrial, y de subvencionarla: todos vivimos ya en la América profunda.

(1) Stephen Metcalf, "Autogeddon", en VIRTUAL FUTURES: CYBEROTICS, TECHNOLOGY AND POST-HUMAN PRAGMATISM, ed. J. Broadhurst Dixon y E. J. Cassidy (Londres y Nueva York: Routledge, 1998), 112.

Sacré langage

Se publicó hace una temporada un libro sobre la diglosia en Egipto, que conozco a través de una reseña en Language and Literature (Niloofar Haeri, Sacred Language, Ordinary People. Houndmills: Palgrave Macmillan, 2003). Estudia la situación de la lengua estándar de Egipto, el árabe clásico, cuando se compara con la que habla la población para el trato cotidiano, el árabe egipcio, casi tan diferente como pueda serlo el latín del español. La lengua oficial escrita es el árabe clásico, y sólo algunos locos de la vida escriben en árabe egipcio, sobre todo en literatura que quiere reproducir el habla real. Pero los egipcios tienen que andar allí un camino que los occidentales ya recorrieron en el Renacimiento, al irse librando del latín y desarrollando un estándar en lengua vernácula. La existencia de medios de comunicación de masas aún hace mas curiosa la extrema diglosia: así, las noticias son en árabe clásico, y seguramente sería chusco el presentador que empezase a darlas en árabe egipcio; pero los seriales, telebasura, etc., son en árabe egipcio por supuesto. Y existe, según Haeri, una bajísima conciencia de la realidad lingüística y de la ideología que subyace a este divorcio entre el estándar y lo que se habla, o entre lo que se escribe y lo que se habla; el egipcio que todos hablan es considerado por la mayoría de los educadores como una lengua vulgar, grosera, "sin gramática", e impropia de recibir atención académica, cuánto menos de volverse vehículo de educación y cuánto menos de culto - porque subyace a todo esto la creencia en el carácter sagrado del árabe clásico, por ser la lengua del Corán. En fin, que les queda un laaaargo camino por recorrer... y esto demuestra que los caminos recorridos por otro no le sirven a uno, sino que tiene, desdichadamente, que estrellarse contra las mismas paredes y redescubrir las mismas soluciones tras muchos batacazos.

Por cierto, que lo del lenguaje sagrado también colea entre nosotrosl, listos que somos, de maneras más sutiles; así la obsesión por la corrección y la gramática, utilizadas siempre como manera de acogotar al personal, dentro y fuera de la academia. Ojo, que todos lo hacemos, y yo el primero; aunque a mí me gusta conocer las normas para luego jugar con ellas, o tentarlas para ver hasta dónde llegan (y mal puedes jugar con ellas si las desconoces). Otro síntoma de reverencia lingüística interesada: el uso del diccionario de la Academia para zanjar discusiones, como si fuese palabra divina, en vez de un precario y debatido consenso que va a remolque de la realidad lingüística. Oía recientemente en una tertulia que "matrimonio" nunca podrá ser el de dos gays, porque la Academia dice bien claro lo que es matrimonio, y porque matrimonio viene de "matri-" y allí no hay ninguna madre. ¿Supongo que quien argumentaba así no tendría objeciones al matrimonio de dos lesbianas? Ah, no, que no lo recoge la Academia. Pero si la ley cambia, cambia el sentido del término, y la Academia tendrá que recogerlo, ¿no? En lenguaje, hay una tendencia a creer que ya está todo hecho, y que así se va a quedar, o a querer que ya esté todo hecho, y que así se vaya a quedar. Pero todo fluye, y lo que más fluye es el discurso. Las lenguas, como bien dicen los integracionalistas, no existen: o más bien son una abstracción útil que imponemos sobre el discurso por tener puntos de referencia (siempre parciales...).

El temor al anglicanismo es otra versión del mismo fenómeno. Anglicanismo, dice la ministra, y es que la influencia inglesa nos desvirtúa el lenguaje, que es sagrado... Supongo que si un blog como este, tan lleno de anglicanismos, no es un blog académico, será entre otras cosas porque no sólo hay que ser académico, hay que parecerlo: y el lenguaje adecuado es, como sostenía Henry Higgins, la manera más importante de parecer lo que se es, o lo que no se es. Pero todas esas certidumbres fluyen, hasta las ciencias y las disciplinas académicas; de hecho pronto igual ni siquiera tenemos filólogos, y no nos tienen que preocupar los anglicismos. (Como decía Eliza Doolittle: Just you wait, ’enry ’iggins, just you wait....).

Una apostilla al matrimonio unisexual

A quienes les desagraden los matrimonios entre homosexuales: ¿igual también les desagradan los matrimonios entre octogenarios y dieciochoañeras? ¿O entre blancas y negros? ¿O entre castrados y paralíticas? ¿O entre la bella y el monstruoso y deforme? ¿O entre princesas y sus guardaespaldas? ¿O entre jubilados? ¿Estarían por prohibir éstos, pregunto? Porque son legales. (Igual sí los prohibirían.... Hay algunas otras combinaciones de parejas que siguen prohibidas, aunque seguramente ninguna tan polémica en la sociedad como ésta que se acaba de aprobar). En algunas cosas el gobierno va por delante de la sociedad; en esto y en lo de fumar. Con el tabaco no sé, pero si someten lo del matrimonio entre personas del mismo sexo a referéndum seguro que pierde. Y aún es dudoso que no vaya a tropezar la ley en el Tribunal Constitucional, ya veremos.


Pero lo que quería decir es esta otra cosa: es curioso que algunos defensores del matrimonio sin limitaciones a las parejas homosexuales, es decir, del matrimonio sin prohibición a la adopción de hijos, argumentan que los niños no sufren alteraciones en su desarrollo, citando muchos estudios. Por este "no sufrir alteraciones" muchos de ellos quieren decir que los niños no se hacen homosexuales. Lo cual es una petición de principio: si se reconoce legalmente el derecho porque ya no es legal discriminación alguna contra los homosexuales, no tiene sentido preocuparse por si los niños van a ser homosexuales o no: es una cuestión indiferente para las leyes. Y por supuesto, creo yo, que habrá más niñosas que desarrollen comportamientos homosexuales: en el ambiente propicio, con menos presión social en contra, para empezar serán muchos los que sentirán menos urgencia por disimular sus preferencias sexuales.


Por cierto: he dicho prohibición de adoptar. Es que derecho a la adopción creo que no lo tiene nadie de entrada, se concede tras unas valoraciones y tests de los que no sé nada, pero que tienen fama de ser exigentes.

Cultura gratis

En Por la boca muere el pez me entero de un manifiesto que está circulando por Internet, el 'Manifiesto por la liberación de la cultura', que recoge firmas en respuesta a los últimos movimientos del gobierno en favor de los interesados en la propiedad intelectual. El manifiesto proclama la nueva era que se abre con Internet para la difusión de la cultura, y denuncia los intereses de las industrias distribuidoras de productos culturales. Pero (ay) deja en cierta indefinición el tema de quién debería pagar a los autores... Mientras los procesos históricos resuelven esa cuestión, le dejo este comentario en la web a este difusor del manifiesto:

Uau! Contundente; totalmente de acuerdo con el manifiesto. Pero ese acuerdo me viene de mi condición de funcionario. Si yo tuviese que vivir de los derechos de autor de lo que escribo, o compongo, o registro, mi opinión sería muy otra, y la suya también, Sr. Pez, ¿no cree?

De todos modos, y conforme a la primera frase de mi comentario, voy a la página web del manifiesto, en Culturalibre.org, y lo firmo. Ve allí, querido wreader, léetelo, y decide. Éste es un manifiesto importante, y es una especie de contraataque a través de Internet contra los que le quieren poner puertas al campo a estas alturas.
En lo que a mí respecta, he defendido desde hace muchos años la difusión gratuita en la red de los contenidos generados con dinero del Estado. Eso se aplica por supuesto a lo que yo escribo para la Universidad, que lo he colgado de la red en cuanto he podido. También electrifiqué y puse en libre acceso la revista de nuestro departamento, y defendí hace años que se hiciera lo mismo con las actas de AEDEAN y con su revista. (Si las actas siguen inaccesibles, la revista Atlantis sí está disponible gratuitamente ahora gracias a los esfuerzos y buen criterio del último editor). En su momento estas ideas sí que parecían absurdas a mucha gente, que por lo visto esperaban que amontonando sus publicaciones en un estante y vendiéndolas con cuentagotas era mayor el rédito. A eso siempre he respondido que los funcionarios producimos escritos subvencionados por el Estado, y que por tanto lo más lógico es que los pongamos a disposición del público que nos paga, utilizando el medio más barato, directo y universalmente accesible. Ahora tengo cada vez más claro que, en la medida de lo posible, hay que evitar los intermediarios en editoriales privadas (máxime si, además de pagarnos una miseria a los académicos, o de quedarse gratis con nuestro trabajo, nos cuadriculan la extensión y la expresión de nuestros escritos).

Quien opine de otro modo... bueno, pues que no firme el manifiesto, y que controle los canales de distribución. Si puede.