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A Brief History of Humankind (lesson 16.1)

lunes, 29 de agosto de 2016

A Brief History of Humankind (lesson 16.1)







Retropost (2006): Guerra civil: El vaivén de la memoria

Guerra Civil: El vaivén de la memoria

Publicado en Historia. com. José Ángel García Landa

El título alude a una reseña de la Revista de Occidente que colgaré pasado mañana creo. Hoy no esperaba ver un ciber abierto; es fiesta, llueve (mala combinación) y me he pegado la tarde viendo Bailando con Lobos.

(Bueno, por fin consigo colgar la reseña, tras varios días de problemas con la red... Aquí va).

Guerra civil: el vaivén de la memoria

Es el número de este verano de la Revista de Occidente. Tanto en los artículos sobre la guerra como en los otros se ventilan cuestiones interesantes desde el punto de vista de la narratología cultural.

Santos Juliá ("Bajo el imperio de la memoria") observa que para las generaciones de posguerra, "la rebeldía contra el relato recibido adquirió el contenido de una rebelión contra los padres" en el caso de los vencedores. "En esa imposibilidad de crear una comunidad de memoria que implicara a padres e hijos en la misma celebración de un pasado de guerra radica, quizá, la razón de que al rechazar el gran relato contado por la Iglesia como agencia de creación de sentido, los hijos de vencedores y vencidos no lo sustituyeran por otro; no llenaran el lugar antes ocupado por la memoria impuesta por otra memoria colectiva, la de los vencidos; en realidad, carecían de una representación del pasado con la que sustiuir a la que se les había impuesto" (13). Quienes escribieron sobre la guerra civil tras la caída de Franco no pensaron en hacer una reivindicación y rehabilitación de los derrotados. Había al parecer una cierta actitud aséptica que podríamos interpretar, digo yo, como negación del trauma, como si fuese el trauma cosa de otras generaciones (o quizá temor al pasado reciente, o temor a la repetición). El caso es que ahora sí piden muchos la recuperación de la memoria histórica como algo que sí les afecta directamente, aunque señala Juliá que "la memoria jamás podrá ser única, ni tendrá por qué existir un centro de elaboración, más que recuperación, de la memoria: ya lo hemos sufrido, de parte de los vencedores. Si nos obstinamos en llamar memoria a lo que es representación construida del pasado, entonces habrá muchas memorias que tendrán que coexistir y, si fuera posible, convivir; pero también polemizar, como varias y enfrentadas son, y no pueden dejar de ser, las representaciones de ese pasado de guerra" (19). En cuanto a consecuencias jurídicas, "las guerras civiles sólo pueden terminar en una amnistía general, una conclusión a la que llegaron muy pronto" quienes hicieron la transición (19). Ello no quita, opino, para la oportunidad de elaborar esas narraciones o ceremonias que lleven al reconocimiento y superación del trauma, donde lo haya.

Francisco José Martín ("Acontecimiento y categoría de la Guerra Civil") la ve como una tragedia anunciada, aun negándose a verla como inevitable, ni a ver en la República el preludio fatídico de una guerra inevitable. (También observa que "los ensueños republicanos de hoy tienen muy poco que ver con la realidad efectiva de los años 30" (23)). Como acontecimiento trágico, la Guerra Civil es un foco de irradiación de sentido histórico, "impone su sentido a uno y otro lado de sí" (24) "Y en esta forma conferida todo queda reducido a conflicto. También el antes y el después del hecho bélico. Nada que quede fuera, y lo que no encaje en esa forma, o no se somete a su lógica, pierde peso y desparece de la escena, queda oculto entre los márgenes del discurso, relegado a las sombras y silencios de la historia" (25). Pero esto es para Martín, podríamos decir, una falacia perspectivística; el acontecimiento trágico nos ciega y no nos deja de ver el resto de la realidad que ahí está también. "Era, pues. Y lo que era, no era otra cosa que ’dos Españas’ en lucha fratricida. Esta era la evidencia. La guerra sancionaba ontológicamente la escisión" (25). Se aplica así como categoría interpretativa ubicua y total, pero eso falsifica la historia: "la Guerra Civil da cuenta sólo parcialmente, y de manera insuficiente, de la realidad histórica de la España reciente" (26)—por ello, opino, quizá sea especialmente pernicioso para la percepción narrativa e histórica el guerracivilismo obsesivo de algunos sectores especialmente militantes de las dos españas (o así autodefinidos, claro): "No fue todo la guerra, no. Pero se impuso sobre la realidad y todo tomó la forma de la guerra. O, al menos, así parece. Así aparece, en efecto, en la forma histórica dominante, ese relato vencedor estructurado alrededor del centro, o eje, de la Guerra Civil. También la historia, al cabo, una contienda de relatos. No, no fue todo la guerra, pero acabó por imponerse y cubrir con su manto la entera realidad española. Pero era sólo una cobertura" (29). Enfatiza Martín la necesidad de evitar los dualismos absolutos, y repensar el papel de los intelectuales que se quedaron o volvieron tras la guerra (no necesariamente "nacionales") o de los ciudadanos pillados por accidente en cualquier bando, o en la España franquista—ya sea el "exilio interior" o la "tercera España". "En los márgenes del discurso histórico se asoma y se insinúa la realidad sepultada por sus categorías" (33). El análisis crítico del discurso y la narratología cultural ayudan a pensar, me parece, esta distancia entre realidad y sus representaciones ideológicamente inaceptables.

Eduardo González Calleja estudia en "La otra ’batalla de la cultura’" los esfuerzos de propaganda de los dos bandos en América latina. "La movilización de la opinión pública fue la gran baza de influencia del régimen republicano frente a la actitud de una mayoría de gobiernos latinoamericanos indiferentes o veladamente hostiles" (50). Por su parte, el franquismo hacía diplomacia personalizada, con entrevistas personales y discretas con personajes influyentes. Entre caballeros, vamos. De todas maneras, González Calleja observa que en las campañas desarrolladas por un Estado en el extranjero, "la propaganda tiene un limitado potencial de cambio en la opinión pública y que, en general, sólo contribuye a reforzar las opiniones de los ya convencidos" (59).

François Godicheau examina "La política de orden después de mayo de 1937 y la reconstrucción del Estado" en el bando republicano (que siempre fue una jaula monos a pesar de esa "reconstrucción"). Los anarquistas fueron puestos firmes y llamados al orden, y los más radicales son detenidos, con la dirección de la CNT colaborando para evitar una sublevación general. El orden republicano se volvió más y más autoritario, con duras actuaciones judiciales basadas en leyes laxas, que condenaban a fuertes penas o a muerte a quienquiera expresase opiniones desfavorables al gobierno. "La censura prohibía toda crítica al gobierno, a su presidente, al presidente de la república" y a los aliados especialmente Rusia y Méjico. Para ser supuestamente el bando "democrático", "lo que resalta es la desaparición de toda discusión política y la búsqueda de la unanimidad, la reducción a la nada del espacio público" (75). O sea, otro estado totalitario, exactamente igual a su adversario de enfrente; así que no es extraño que la disensión, en cuanto la había, se expresase directamente a tiros entre distintas facciones republicanas.

Norberto Mínguez, en "Historia y memoria en el documental español contemporáneo" sobre la guerra civil nos dice que "España posee un pasado traumático que se acerca bastante a la definición que Hayden White elabora del acontecimiento moderno, aquel que, como en los traumas infantiles de ciertas neurosis, no puede ser olvidado, pero tampoco adecuadamente recordado" ("The Modernist Event") (81). "La transición española no sólo supuso la amnistía para los responsables de la dictadura, sino que evitó el reconocimiento y la reparación de sus víctimas. Este acuerdo injusto pero necesario favoreció una suerte de amnesia generalizada" (82). En las sociedades modernas, en principio, "la memoria ha sido conquistada e incluso erradicada por la historia" (33) pero ambas son selectivas, mediadas por signos, "Ambas realizan un trabajo de indagación sobre el pasado que permite acceder a un conocimiento más profundo de la propia identidad y, lo que es más importante, decidir lo que queremos ser en el futuro" (34). Examina Los niños de Rusia (Jaime Camino, 2001), Las fosas del silencio (Montse Armengou y Ricard Belis, 2005), Rejas en la memoria (Manuel Palacios, 2004), El tren de la memoria (Marta Arribas y Ana Pérez, 2005), Extranjeros de sí mismos (José Luis López Linares y Javier Rioyo, 2000), Entre el dictador y yo (Juan Barrero et al., 2005), La doble vida del faquir (Elisabet Cabeza y Esteve Riambau, 2005). Películas que merecen ser más conocidas. Valoran el testimonio y la experiencia subjetiva del pasado, la emoción; rechazan el olvido o amnesia de la transición, y dan al recuerdo una función terapéutica, además de proponer valores democráticos. "Estas películas consiguen rebatir a quienes creen que es mejor no mirar atrás" (99). Son textos necesarios los "que hablen del pasado y de su representación con rigor y honestidad: textos que reconozcan la dificultad de articular memoria e historia, que entiendan el pasado no como un campo de batalla donde se dirimen los intereses del presente, sino como un espacio de reflexión y representación que nos ofrece la oportunidad de hacer del futuro un lugar más habitable" (99).

(Sobre el trauma o la amnesia, me interesa por implicación propia en traumas o amnesias. Mi abuelo murió durante la guerra civil, pero poco sabemos en la familia de esa historia. Quién lo mató, por ejemplo. Quizá haya que investigarlo. Durante toda mi infancia no vi una sola fotografía de mi abuelo, sólo hacia los años noventa salió una a la luz y está ahora junto a la de mi abuela, que tuvo que sacar adelante sola y en ambiente hostil a sus tres hijos pequeños. De mi abuelo mucho tiempo se habló sólo en voz baja—aunque luego le dedicaron una calle en Escuer, el pueblo que ayudó a construir. Y, claro, por supuesto ha habido trauma de guerra civil en mi familia, que ha estado marcada por ambas ramas, en una por el asesinato cobarde de mi abuelo y en otra por el exilio hasta la vejez o hasta la muerte de mis otros abuelos y mi tío. Si con eso no hay elementos para traumas en la familia... Y también desmemoria: aunque parezca mentira, las cuestiones más evidentes pueden pasar a la desmemoria. Por voluntad de salir adelante, supongo, y necesidad de adaptarse y hacerse una vida bajo el nuevo orden, o bajo otra bandera tricolor. Sánchez Dragó ha publicado recientemente una novela autobiográfica donde narra su propia amnesia y recuperación de la memoria tras una experiencia parecida. Ya he hablado algo de ella. Pero la manera en que Sánchez Dragó manifiesta involuntariamente su trauma, a la vez que intenta analizarlo, merece un post aparte).


Sigue en la Revista de Occidente una entrevista con Anthony Beevor, autor de una historia de la guerra civil recientemente reelaborada (Crítica, 2005). Beevor sostiene que la verdad fue la primera víctima de la guerra; que la República estaba destinada a ser derrocada de una manera u otra desde que el PSOE eligió la vía de la Revolución por encima de la democracia. "Un aspecto que no ha sido tomado en cuanta al analizar las causas de la Guerra Civil es la sombra de la Revolución rusa" (105) (—hombre, que no haya sido tenido en cuenta... será que no se ha recalcado por lo evidente, en todo caso). Para Beevor, la propaganda exterior de la República fue desastrosa, mientras que los nacionales lograron el apoyo de inluyentes sectores conservadores empresariales. Y subraya también los prejuicios que a los españoles impiden el ver con claridad los hechos objetivos de la República y la guerra que sí son visibles para una mentalidad extranjera que no los vea como armas arrojadizas para su política.

Hay otros artículos en este número de la revista pero ya no versan sobre la guerra civil. Sí lo hacen las reseñas: una sobre los discursos de Miguel Hernández, donde el reseñista queda decepcionado por el enceguecimiento partidista y la violencia agresiva del poeta, comprensibles por el contexto de los discursos pero que no los hace más atractivos. Mejor olvidarse de este lado de Miguel Hernández, parece sugerir, aunque lo mismo podríamos decir lo contrario (es más educativo). Otra reseña comparando las obras de Stephen Koch y de Ignacio Martínez de Pisón sobre el asesinato de José Robles y la ruptura entre Hemingway y Dos Passos. Aunque Koch tiene una prioridad histórica, para el reseñista es bastante ignorante sobre las circunstancias del conflicto español, y se desinteresa de su tema central, José Robles. Martínez de Pisón escribe en cambio una obra sensible, emocionante, atenta a los matices y con valor literario. Sí se trasluce en la reseña también una antipatía del reseñista hacia Koch, o una cierta voluntad de enfatizar sus aspectos negativos. El que sí sale mal parado, de acuerdo con todo el mundo a una, es Hemingway, ególatra, oportunista, insensible e indiferente a las atrocidades cometidas por sus compañeros de viaje. Y hay otra reseña, sobre Ramiro Ledesma Ramos y el fascismo español de Ferran Gallego, "donde el autor redime al personaje de los tópicos bajo los que yacía sepultado para devolverle toda su frescura" (218). No sé si para Ferran Gallego tiene el personaje y su obra el atractivo que sin duda tiene para el reseñista, a quien no sólo no se le oye un asomo de condena al fascismo en la reseña, sino que (peor) no se le presupone. Para mí, la frescura de los fascistas tiene otros aspectos también dignos de reseña.

Con vergüenza, con molestia, y gratitud la justa

Etiquetas: Historia, Guerra_civil, Trauma, Familia

La masonería en la política republicana

viernes, 5 de agosto de 2016

La masonería en la política republicana



Las logias masónicas, y pseudo-masónicas, y otras religiones inconfesadas de apoyo mutuo, son los partidos que hay detrás de los partidos políticos. La constitución española prohíbe las sociedades secretas, pero es una prohibición doblemente risible cuando ni los partidos hacen público el listado de sus miembros, ni las wheels behind wheels hacen público el de los suyos. La sociedad sigue siendo secreta aunque su existencia sea conocida. Y así se hace la política delante de nuestras narices, por razones que ni llegamos a columbrar.  Un poco de distancia histórica ayudará a poner las cosas en perspectiva. Aquí un fragmento de la Historia secreta de la Iglesia Católica en España, de César Vidal (2014). César Vidal no es simpatizante (muy al contrario) ni de las fuerzas izquierdistas de la Segunda República, ni de la masonería, ni de la Iglesia Católica.


En la Asamblea Nacional de la Gran Logia Española de 20 de abril de 1931 —apenas había transcurrido una semana desde el nacimiento del nuevo régimen— resultó aprobada la "Declaración de Principios adoptados en la Gran Asamblea de la Gran Logia Española." Entre ellos se establecía de forma bien reveladora la "escuela única, neutra y obligatoria", la "expulsión de las Órdenes religiosas extranjeras" (una referencia bastante obvia a los jesuitas) y el sometimiento de las nacionales a la ley de asociaciones. En otras palabras, la masonería estaba decidida a iniciar un combate que eliminara la presencia de la iglesia católica en el terreno de la enseñanza, que sometiera la educación a la cosmovisión de la masonería y que implicara un control sobre las órdenes religiosas sin excluir la expulsión de la Compañía de Jesús.

Con semejante planteamiento, no resultaba sorprendente que los masones —que hasta ele momento habían participado de manera muy activa en las distintas conjuras encaminadas a derribar la monarquía parlamentaria— ahora se entregaran febrilmente a la tarea de copar puestos en el nuevo régimen, una forma de actuar que contaba con numerosos precedentes en la Historia de España y de otras naciones. Como expondría el masón José Marchesi, "Justicia", a los miembros de la logia Concordia en el mes de abril de 1931, "es preciso que la Orden masónica se aliste para actuar en forma que esa influencia que en la vida pública nos atribuyen [...] sea realmente un hecho, un hecho real y tangible." Según Marchesi, la masonería debía "escalar las cumbres del poder público y llevar desde allí a las leyes del país la libertad de conciencia y de pensamiento, la enseñanza laica y el espíritu de tolerancia como reglas de vida". En otras palabras, la masonería debía controlar el nuevo régimen para modelarlo de acuerdo no con principios de pluralidad sino con los suyos propios. Al respecto, los datos son, ciertamente, significativos. La segunda gran jerarquía de la masonería española, Diego Martínez Barrios, y otros masones ocuparon diversas carteras en el gobierno provisional. Con la excepción de Alejandro Lerroux, que pertenecía entonces a la Gran Logia española, el resto estaba afiliado al Grande Oriente. Así, Casares Quiroga, Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Fernando de los Ríos, ministro de Justicia, pertenecían a la masonería. En el segundo gobierno provisional, del 14 de octubre al 16 de diciembre de 1931, entró además José Giral. Se trataba de seis ministros en total aunque algunas fuentes masónicas elevan la cifra hasta siete. A esto se sumaron no menos de quince directores generales. Para un movimiento que apenas contaba con unos miles de miembros en toda España se trataba de un éxito extraordinario.dalla venezia 1

No menor fue el éxito de la masonería en el terreno electoral. De hecho, impresiona la manera en que las distintas logias lograron colocar a sus miembros en las listas de candidatos. Los ejemplos, al respecto, resultan, una vez más, harto reveladores. En la zona de juridicción del Mediodía de 108 candidatos elegidos, 53 eran masones; en la zona regional madrileña, la Centro, los candidatos masones elegidos fueron 23 de 35; en la zona de la Gran Regional de Levante, de los 37 candidatos elegidos, 25 fueron masones; en Canarias, finalmente, de 11 candidatos elegidos, 4 fueron masones. Las cifras completas de masones que llegaron a convertirse en diputados varían según los autores, pero, en cualquier caso, son muy elevadas aun sin contar la escasa extensión demográfica del movimiento. De los 470 diputados, según Ferrer Benimeli, 183 tenían conexión con la masonería. Sin embargo, las logias Villacampa, Floridablanca y Resurrección de La Línea afirmaban en octubre de 1931 que en la Cortes había 160 diputados masones, razón por la cual contaban con la fuerza suficiente para lograr la disolución de las órdenes religiosas. Finalmente, María Dolores Gómez Molleda ha proporcionado una lista de 151 diputados masones que debería considerarse un mínimo. En cualquiera de los casos hay que convenir que se trata de una proporción extraordinaria de las Cortes y que demuestra una capacidad organizativa asombrosa. De hecho, el poder de la masonería llegó hasta el extremo de poder imponer como candidatos en provincias a un número de madrileños —una de las provincias donde había más afiliados— realmente muy elevado. Los criterios de funcionalidad de las logias lograron —al parecer sin mucha dificultad— vencer totalmente los localismos.

El peso de la masonería ni siquiera se vio frenado por una barrera generalmente tan rígida como las diferencias entre partidos. Estuvo presente en la totalidad de las fuerzas republicanas y con una pujanza enorme. De los 2 diputados liberal-demócratas, 1 era masón; de los 12 federales, 7; de los 30 de la Esquerra, 11; de los 30 de Acción Republicana, 16; de los 52 radical-socialistas, 30; de los 90 radicales, 43, e incluso de los 114 del PSOE, 35. A estos habría que añadir otros 8 diputados masones pertenecientes a otros grupos. En otras palabras, la masonería extendía su influencia sobre partidos de izquierdas y derechas, jacobinos y nacionalistas, incluso sobre los marxistas revolucionarios como el PSOE cuyos diputados, por lo visto, no tenían ningún problema en conciliar el materialismo dialéctico con la creencia en el Gran Arquitecto. Con esas cortes —y esos ministros— se abordó la tarea de la redacción de la nueva Constitución republicana.

El 8 de octubre comenzó la discusión en las Cortes de la regulación constitucional de la religión. Con anterioridad, el gobierno había proclamado ya la libertad religiosa plena, la voluntariedad de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, la secularización de los cementerios, la supresión de los capellanes de las fuerzas armadas y la asistencia de los funcionarios, en calidad de tales, a las ceremonias religiosas. Todas y cada una de estas medidas fueron consideradas ofensivas por la iglesia católica e incluso a día de hoy existe una insistencia en considerarlas prueba de una persecución. La realidad es que precisamente los que más habían sufrido la ausencia de libertad religiosa, protestantes y judíos, las vieron como una auténtica bendición y la posibilidad, por primera vez en la historia de España, de no ser ni perseguidos ni discriminados.



(César Vidal, Historia secreta de la Iglesia Católica en España; Ediciones B, 2014; 595-97)

 

¿Esto acabará mal?



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Retropost fuera de serie – 80 años del 17 de julio

lunes, 18 de julio de 2016

Retropost fuera de serie – 80 años del 17 de julio



Hace la mitad de nada, la vida es un soplo, celebrábamos ("celebrábamos" por así decirlo) el setenta aniversario del comienzo de la guerra civil. Hoy celebramos ya ochenta años del dieciocho de julio, o mejor del diecisiete—porque fue el diecisiete cuando se rebeló el ejército de África. Y fue entonces cuando el Rajoy de la época, Casares Quiroga, dijo su frase para la historia—cuando le informaron alarmados "Señor Presidente, ¡se ha levantado el ejército!" les dijo, "¿Que se ha levantado? Pues yo me voy a dormir".

Y así, y de otras maneras, le fue al país.
falange
No voy a escribir sobre la guerra civil, que ya la tenemos hasta en la sopa. Incluso el país hoy, si no parece que esté para una guerra civil, por suerte, tampoco está como una piña precisamente, y parece disgregarse en una anomia de corrupción moral y política, incapaz incluso de elegir un gobierno, de expulsar a los políticos corruptos, o de parar a los secesionistas que dicen que están creando otros estados alternativos que funcionen mejor, o peor. Un camino que no lleva a ningún buen sitio, en todo caso a un sálvese quien pueda, que la ley está para el imbécil que se la cree o que no la puede sortear.

Que no voy a escribir más de política, ni de guerra civil. Se me han pasado, no sé por qué, las ganas de expresarme, visto quizá que mis diez mil artículos o propuestas de conversación no han atraído a ningún comentarista ni han iniciado ningún diálogo. Puede que sea una razón—otros se habrían desanimado a los 500 artículos caídos en resonante silencio. El caso es que, conforme la vida también se estanca y entra en jaque mate, o en "ahogado" que era otra cosa que pasaba a veces en el ajedrez ("de negras noches y de blancos días"), ya el pasado ocupa más lugar que el futuro, y desde luego más que el delgado presente. Ya he dicho, creo, todo lo que tenía que decir, o casi todo, y he pensado casi todo lo que me daba la cabeza para pensar. Ahora sólo cuelgo retroposts, hasta que el tiempo se alcance a sí mismo, y demos esto por concluido.

Pero en fin, también escribí alguna cosa sobre la guerra civil, no como autoridad o participante, sino como observador. Observador de los observadores, quizá. Este es mi blog sobre la República y (más largo) sobre la Guerra Civil, esas dos falsas gemelas vestidas como actrices de los años 30: la guapa tonta, y la fea malvada.

De las cuales no acabamos de distanciarnos, con el tiempo, más que de nosotros mismos.





Guerra civil: El vaivén de la memoria

 

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Retropost (2006): El país, setenta años después

El país, setenta años después

Publicado en Historia. com. José Ángel García Landa

Y no setenta y dos, como siguen diciendo en la COPE, siguiendo las tesis de Pío Moa etc. Y no les corrige en la tertulia Pedro J. Ramírez, aunque dice que quiere "mostrar el cuadro completo".  Hay una notable diferencia entre desórdenes, atentados y asaltos a la legalidad, y una guerra civil. Pero El Mundo prefiere enfatizar que "el 30 % de los españoles cree que estuvo justificado el 18 de julio". Jó-er. Yo titularía en todo caso que "El 70% cree que no estuvo justificado", pero reconozco que sí me parece noticia. Y tergiversadora, por cierto.

En Kiosko se ven las portadas de algunos de los principales diarios españoles (se dejan los digitales, y se dejan los gratuitos -  supongo que porque no están en el kiosco). En algunos aparece en portada alguna noticia relativa al infausto aniversario de la "Revolución española", como se la llamaba por entonces.

El Periódico: Reportaje sobre la Barcelona del 36. (A este respecto se puede ver también La Sombra del Viento).
Avui: "El govern del PSOE prentén convertir el Valle de los Caídos en un memorial". Vaya, yo pensaba que ya lo era. ¿La idea será demoler la cruz? Espero que sólo sea cambiar el Consejo de Administración.

La Razón, El Norte de Castilla,  La Voz de Galicia, Faro de Vigo, Heraldo de Aragón, Deia, La Nueva España, Levante, Canarias 7...
no llega la noticia a la portada, algo generalizado en los diarios regionales, por tanto. Significativo. Tampoco llega a ABC, el que fuera del Dragon Rapide. En muchos de estos está en portada, sin embargo, el guerracivilismo soterrado de los diálogos con ETA y las condenas del PP.

El País: Sondeo de Opina para El País.  El 64% de los ciudadanos desea rehabilitar a las víctimas de la guerra civil.
Artículo de Santos Juliá, donde puntualiza que la rebelión militar comenzó el día 17 y en Marruecos. Y que fue la estrategia suicida del PSOE la que debilitó al gobierno republicano y llevó al enfrentamiento polarizado entre fascismo o revolución. Paul Preston matiza el papel de Franco, que hubiese preferido estar del lado del gobierno como aplastador de la revolución izquierdista, pero que al final tuvo que optar y decidió unirse al golpe que iba a tener lugar de todos modos sin él. Repaso a la prensa de la época: curiosa la división del ABC entre Madrid y Sevilla (uno rojo, otro azul, hace poco se reeditó en bicolor). Después de haber sido su propietario quien contrató el Dragon Rapide hubo depuración en la redacción de Madrid. "La sobriedad en los titulares tardaría en volver", dice Jorge M. Reverte. "La Iglesia, con los golpistas", dice Julián Casanova, y recuerda que el golpe no se presentó en principio como "cruzada", pero en seguida surgió la alizanza de intereses. Ahora bien, en la redacción de Casanova, se habla de "la violencia anticlerical y revolucionaria que se extendió por la zona republicana" sólo como si fuese una argumentación falaz e interesada de la Iglesia "para justificar el derecho a la rebelión y a la guerra de exterminio". Olvidarse de que esa violencia asesina contra la Iglesia fue un hecho, además de un argumento, parece un tanto desmemoriado. Carrillo también desmemoriado, en lo que le toca, "en Paracuellos o donde fuera" eran otros, él no estuvo ni sabe nada. Será un alzheimer selectivo. Aunque sí se acuerda muy bien de los miles de fusilados del otro bando, los que no recuerda la Cope. País...

Hay muchos partidarios de abrir fosas comunes —se pregunta uno para qué. Y más datos interesantes: "El 54,6% cree que sigue habiendo, 70 años después, dos Españas enfrentadas, mientras el 36,3% piensa que no es así. El 58,3% de los votantes del PP sostiene que existen, mientras entre los socialistas hay un empate total — el 47% piensa que sí y otro tanto lo desmiente—. Además, hasta un 17,5% teme que haya peligro de que repita un golpe de Estado como el de 1936, mientras el 74% lo ve imposible." Menos mal. No será por los méritos que hacen en favor de la concordia nuestros partidos principales, y sobre todo, por más responsable en estos momentos, o más irresponsable, el Gobierno del PSOE.

Yo me he comprado varias cosas sobre la guerra civil, para documentarme: historias de Paul Preston, Juan Eslava Galán, Anthony Beevor, Santos Juliá. Novelas históricas de Carlos Ruiz Zafón, Pío Baroja, de Dulce Chacón, y de Sánchez Dragó. Etc. A ver si me entero de algo. Porque está claro que hay que mirar todo el kiosco, y la calle de alrededor. Y, sobre todo, desconfiar de los marchantes de anteojeras.

Partidos y sectarismo




Etiquetas: Historia, Guerra_civil, Periodismo, Ideología

Documental sobre Hitler y Eva Braun

Documental sobre Hitler y Eva Braun

 


Eva Braun dans l'intimité de Hitler. Documental de Isabelle Clarke y Daniel Costelle. Prod. Clarke Costelle et Cie. / MEDIA / TF1, 2007. https://youtu.be/rsbtMr2emQo

Un documental interesante, y con imágenes sorprendentes. Se complementan con algunos detalles de refinamiento artístico los datos sobre la calaña del personaje, o de los personajes en cuestión.

Ahora, para calaña, lean los comentarios a este vídeo en YouTube, y dénse cuenta en qué mundo vivimos. Esta gente está como cucarachas debajo de las piedras, esperando a que alguna conmoción las levante.


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Retropost: Con vergüenza, con molestia y gratitud la justa

Retropost #1031 (3 de julio de 2006): Con vergüenza, con molestia, y gratitud la justa



Vía Arcadi Espada, un memorable artículo de Julio Camba sobre la República.

Se lo recomienda Arcadi al Adolescente. Buena medicina para contrarrestar el famoso manifiesto "memoria del futuro" y desmemoria del pasado, ese que han firmado muchos intelectuales y artistas en favor del recuerdo de la República: Con orgullo, con modestia y con gratitud. No negaré que dice algunas cosas ciertas, ese manifiesto, y aún más cosas que desearíamos fuesen ciertas. Pero dice también algunas muy falsas, por ejemplo que "El 14 de abril de 1931, España tuvo una oportunidad, y los españoles la aprovecharon". Esto no es así. Los españoles, by and large, la despilfarraron y desaprovecharon, y es la primera lección que debería recordar cualquiera que se ponga a recordar la República – la República y su alter ego siniestro, la guerra civil. Setenta y cinco años de la República, setenta de la guerra. Dos cifras a cual más redonda, para no olvidar ninguna de las dos. Por eso no firmé el manifiesto, a pesar de que llame a la nostalgia de lo que "pudo haber sido". No entonces, desde luego, como bien se vio.

Otro desengañado a quien convendría leer para evitar entusiasmos adolescentes es el anciano Pío Baroja, en su recién publicada novela Miserias de la guerra. Allí dice sobre el manifiesto y el Adolescente, o sus equivalentes de los años treinta:

"Hay que ser muy torpe de cabeza para pensar que se puede hacer una modificación profunda de la sociedad, y convertir en poco espacio de tiempo la vida de todo el mundo en un paraíso. Es la misma utopía de los religionarios antiguos, el mismo anhelo y la misma fe en las palabras" (47).

En fin, que si muchas verdades dice el Manifiesto sobre la República, también calla muchas otras. Es una verdad a medias, o sea, una mentirijilla. Unas verdades que, en contexto, y con memoria (no desmemoria) histórica, se convierten en mentiras. Es más, en mentiras partidistas como las que el manifiesto se niega a recordar que envenenaron los años de la República. Por eso no lo he firmado, por muy buena que sea la República, sobre todo la que nunca existió ni existirá. En esa yo también soy republicano. Pero por favor, que no me la quieran confundir con la otra.

A truth that’s told with bad intent
Beats all the lies you can invent.



Disimulando el franquismo

 

Retroposts

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