Los viajes de Mandeville y el Hombre de Flores
¿Podrían haber llegado a John Mandeville los relatos acerca del hombre de Flores, a través quizá de las leyendas sobre el ebu gogo? Entre las historias de cíclopes, cinocéfalos y hermafroditas de las islas de Indonesia, The Travels of Sir John Mandeville podría haber recogido algún eco de leyendas locales sobre pigmeos semihumanos:
"In another yle, ther ben litylle folk, as dwerghes; and thei ben to so meche as the Pygmeyes, and thei han no
mouthe, but in stede of hire mouthe, thei han a lytylle round hole ; and whan thei schulle eten or drynken, thei taken thorghe a pipe or a penne or suche a thing, and sowken it in, for thei han no tongue, and therefore thei speke not, but thei maken a maner of hissynge, as a Neddre dothe, and thei maken signes on to another, as monkes don, be the whiche every of hem undirstondethe the other."
Esto lo cita Bertram C. A. Windle en su introducción (xliv-xv) al trabajo de Edward Tyson A Philological Essay Concerning the Pygmies of tbe Ancients (Londres: David Nutt, 1895). El ensayo era un anexo al libro de Tyson Orang-Outang, Sive Homo Sylvestris : OR, THE ANATOMY OF A PYGMIE Compared with that of a Monkey, an Ape, and a Man (1699).
Una lectura fascinante, este libro en la edición de Windle, con historias como la embajada de unos pigmeos al emperador de China en el siglo veintitrés antes de Cristo, o la exterminación de una raza de pequeños trogloditas a manos de los aínos...
Igual que hicimos nosotros los anglosajones con los habitantes de Tasmania, observa el autor.
Sobre un "pigmeo" (en realidad un chimpancé) que disecciona, nos dice Tyson en su ensayo Orang-Outang:
Esto no es teoría de la evolución, pues no concibe una continuidad biológica de descendencia entre unos eslabones y otros de esa cadena. Y sin embargo, ya antes de los evolucionistas estaba Tyson localizando eslabones perdidos de una escala continua que une el hombre a otros primates.
Mucho tiempo se tardaría en deslindar lo humano de lo no humano, antes de que empezasen los esfuerzos de Darwin y otros por devolvernos la cointinuidad de la gama—quizá siempre estemos en ello, lindando y deslindando. Aquí hay una historia de la ciencia natural sobre los simios anterior al siglo XIX—"Y el hombre encontró al simio". Desde hace milenios vamos exterminando el terreno intermedio entre el hombre civilizado y los simios.
De los exterminados sólo queda la leyenda, y pasan a ser pueblos de apestados, salvajes humanoides, seres legendarios, ogros, enanos, o duendes del bosque, cuando no se les olvida del todo.
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