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Kevin Shipp - The Subversion of America

 







Sobre la libertad de expresión y la ley del embudo

jueves, 30 de marzo de 2017

Sobre la libertad de expresión y la ley del embudo

Pongo un comentario en una discusión en el facebook de José Luis Corral, que (con sus comentadores) disculpa al tuitero o tuitera condenado/a un año de cárcel (condena condonada por un año sin pisar la cárcel) por repetir chistes sobre el atentado a Carrero Blanco y otros actos de humillación a víctimas del terrorismo:

Es que en España hay leyes como la de 'apología del terrorismo' o de 'ofensa a los sentimientos religiosos' que permiten que un juez lo mismo te absuelva que te mande años a la cárcel, según le sople el viento. Pero ojo, que esas leyes llevan muchos años en vigor, y no las ha cambiado tampoco el PSOE cuando ha tenido mayoría absoluta. Algunas las ha puesto, de hecho. ¿Y por qué será? Pues porque la gente está muy a favor de ellas cuando le tocan 'lo suyo'. La ley del Embudo rige en este país a sus anchas. Y especialmente en la izquierda, por cierto, cuyo lema es 'No es fascismo cuando soy yo quien lo hace'. Pero qué prisa en pedir cárcel y censura y prohibición para quien les roza lo mínimo a lo suyo. Eso cuando no pasan a hacerle un escrache una jauría de activistas indignados y ofendidos a quien pretende exponer ideas contrarias a las suyas. Habría que oírlos si les aplicasen la misma medicina.

Lo mismo que se aplica a los chistes se aplica, distancias salvadas, al atentado mismo. En España no es fascista matar a un fascista —o a cualquiera a quien extendamos el cartel de fascista, en realidad— si lo hacen los de mi cuerda.



El derecho a ofenderse




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Cercas sobre el gran basural

miércoles, 29 de marzo de 2017

Cercas sobre el gran basural

Teoría de la relatividad de la basura. Javier Cercas considera a Internet un gran basural. Pero, claro, el estudio y definición de la basura daría para muchas tesis, o quizá para muchos tweets.



Un artículo de Cercas contra Internet, o quizá más específicamente contra Twitter, o contra la parte de Twitter que no le gusta: "El gran basural", en El País Semanal.

Es un poco socorrido eso de llamar a Internet, por ciertas partes o usos, un gran basural. Lo mismo podríamos decir de gran parte de cualquier biblioteca, supongo—o de gran parte de El País.

Por otra parte, lo que para uno reluce, para otro es basura, así que vaya Vd. a separar. Por ejemplo,  una apostilla sobre el caso Trueba que menciona Cercas. Lo considera un cineasta valioso, y no lo voy a discutir, porque el abucheo que se montó en Twitter no fue por el valor de sus películas, sino por una ofensa pública al país que le estaba entregando un premio. ¿Es basura esa reacción, como pretende Cercas? Habrá tuits basurientos, desde luego, pero no es esa la cuestión. La cuestión es si era procedente una protesta pública sonora y visible contra las palabras (o actos de habla) de Trueba.

Lo que le resultó ofensivo a tanta gente no es que dijese Trueba que no se sentía español, allá cada cual, sino que dijo que siempre se colocaría al lado de los enemigos de España. Y eso, decirlo en San Sebastián, donde jamás un cineasta ha denunciado a la ETA, no es inocente. Como poco, es no saber lo que se dice. Como mucho, es de una vileza y maldad insondables, y de ahí la respuesta que obtuvo. Lo de 'enemigo de España' se le olvida a Cercas. No es lo mismo declararse indiferente a alguien que declararse su enemigo. Y menos cuando te está dando un premio.

Así que, un poco más de criterio. Para distinguir basuras de basurillas; y la vileza profunda, de la mera estupidez moral. Que las distinga, sobre todo, el interesado.

E Internet es, ni más ni menos, como la sociedad que lo llena de contenidos. ¿Que hay mucha basura? Pues bueno es, al menos, darse cuenta de lo que hay. Y así la próxima vez se puede empezar por no premiar a quien se declara, preventivamente, enemigo tuyo. O, quizá, por no votar a quien le premia.


 

 España pagafantas


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Retropost (2007): PSOEicoanálisis de la Castración Trascendental


El Autobús Naranja de HazteOír ha reabierto un debate, sobre si los niños tienen pilila o no—una cuestión que supone una Incitación al Odio, para la izquierda PC/PSOE y su socio asociado el PP; o quizás una Incitación a lo Obvio, según Vox. Hay que recordar que el mensaje enarbolado por el autobús ("Los niños tienen pene, y las niñas tienen vulva: Que no te engañen") fue denunciado como delictivo por todo el Arco Parlamentario, dando un espectáculo esperpéntico muy revelador de ciertas actitudes actuales on Occidente con respecto a la corrección política. Una vez llegado a juicio el asunto, sin embargo, el autobús fue exonerado de todo pecado y delito, y, aunque su mensaje no llegase a ser declarado correcto ni en sustancia ni en política, el juez proporcionó una reprimenda a los denunciantes por su voluntad inquisitorial de restringir la libertad de expresión. Se ha observado poco que la problemática del llamado "autobús de la pilila" deriva en gran medida de una ley aprobada hace 10 años por el PSOE, sustituyendo ´sexo´ por ´género´ a efectos legales, pero llamándolo igual ´sexo´. ¡Caos y confusión! Retomo un artículo de entonces para enredar los razonamientos homomatriarcales.




Me tiene un poco intrigado la jurisprudencia semiótico-sexual del gobierno Zapatero. Leía últimamente la Ley para la Igualdad Efectiva de Hombres y Mujeres—menos portentosa de lo que su título permitiría suponer, puesto que (de manera sólo aparentemente paradójica) descansa esa igualdad en la desigualdad.  Hombres y mujeres han de ser iguales, y ha de asegurarse su igualdad por ley... precisamente porque no son iguales. Lo que produce, sin embargo, toda una serie de interesantes paradojas...  Asegurada la igualdad por ley, y prohibida la discriminación por razón de sexo, ¿no sería la propia ley (de igualdad) ilegal, al hacer referencia a hombres y a mujeres, términos prohibidos por la ley? Si (por ejemplo) hay que asegurar la presencia equilibrada de hombres y mujeres en un tribunal, ¿no estamos introduciendo un criterio de discriminación sexual a la hora de nombrar miembros/as (members) para ese tribunal—y presuponiendo quizá, hecho injustificable, que esos miembros y miembras votan por preferencias sexuales y no estrictamente disciplinarias—lo cual nos conduce a un regressus in absurdum?

No dudo de que la Ley para la Igualdad Efectiva de Hombres y Mujeres vaya a hacer mucho bien, y mucho mal también seguramente, dando una vuelta de tuerca más a la interpretación. Como lo haría, sin lugar a dudas, una Ley con el mismo título pero más radical, que eliminase definitivamente las categorías "hombre" y "mujer" de la legislaciónuna opción sin duda tentadora para el legislador, pero que se toparía mucho más de narices con la realidad. Aquí, como siempre, la diferencia sexual nos lleva a su perpetuación y proliferación, en el acto mismo de intentar controlarla o suprimirla.

En lugar de esa utópica supresión, esta ley ha de entenderse en conjunción con otras leyes de política sexual del gobierno, como la reforma de la ley del matrimonio (con el famoso "matrimonio unisexual"), y la ley de identidad sexual (o "transexualidad sin operación"). Son operaciones semióticas que abandonan decididamente el terreno del sexo para adentrarse a abonar el terreno de su representación semiótica o género. Podríamos decir por tanto que presuponen estas operaciones (virtuales) una teoría de la representación, toda una semiótica de la identidad, y de la referencialidad; una semiótica postmoderna radical, que es lo que designo como el "PSOEicoanálisis de la Castración Transcendental". En sustancia, se trata de eliminar el sustrato referencial del signo, y dejarlo en su valor puramente representacional, como un significante flotante que no refiere sino a sí mismo. Es una teoría del Falo Semiótico Identitario desgajado de toda apoyatura corporal—de ahí el nuevo sentido recargado que adquiere aquí la noción psicoanalítica de castración. Hombre y mujer devienen meros disfraces genéricos (si no lo eran ya), efectos de maquillaje sobre un cuerpo indefinido y plásticamente moldeable por la semiosis, el maquillaje, la cirugía y la ley, en un totum revolutum de semiosis identitaria en vuelo libre. Esta flotación dada a los signos tiene, cómo no, consecuencias más amplias para toda interpretación (textual, situacional).

Estoy releyendo (en Muller y Richardson, The Purloined Poe) las oscuras especulaciones de Lacan y Derrida a cuenta del cuento de Poe "La carta robada". Es una batalla por la interpretación donde Poe es sólo parte del campo de batalla; otra parte es Freud. En efecto, Lacan sugiere que la carta robada del cuento, la que tiene a todo el mundo a vueltas con los secretos político-sexuales que oculta, y que está escondida a la vista de todo el mundo (como su sentido quizá)—esa carta es una alegoría o efecto textual de la lógica freudiana del Falo como efecto simbólico constituido por (y constituyente de) la diferencia sexual.

En palabras de Barbara Johnson, que reinterpreta las interpretaciones de Lacan y Derrida, existe el peligro, en la explicación freudiana, de llegar por medio de este Falo Semiótico a una síntesis armoniosa del deseo—algo que nunca puede darse por hecho ni por seguro:

El proceso se centra en el falo como el lugar de ubicación del lugar de la diferencia sexual; cuando la observación de la falta de pene de la madre se une a la amenaza de castración del padre como castigo por el incesto, la criatura pasa de la alternativa (tesis frente a antítesis; presencia frente a ausencia de pene) a la síntesis (el falo como señal del hecho de que la criatura puede entrar en el circuito del deseo) sólo asumiendo la castración como la presencia y ausencia simultánea del falo, es decir, asumiendo el hecho de que tanto el sujeto como el objeto de deseo serán siempre sustitutos de algo que nunca estuvo realmente presente. (Barbara Johnson 224)


O, por decirlo en palabras del propio Derrida, el falo

no puede desempeñar su papel sino velado, es decir, en tanto que siendo él mismo signo de la latencia que aflige a cualquier objeto significable desde el momento en que queda elevado (aufgehoben) a la función de significante.
El falo es el significado de esta Aufhebung misma que inaugura (inicia) con su desaparición. (Derrida, en Barbara Johnson 224).


Me desagradan en realidad este tipo de especulaciones semiótico-psicoanalíticas que vienen a fundar la inauguración de  toda significación en la diferencia sexual; tienen, creo, las prioridades mal puestas, por establecer prioridades (entre sexualidad y significación) allá donde no hay prioridades. Para mí, sexualidad y significación se constituyen por la articulación y complejificación de signos, y signos de signos, pero no hay manera creíble de fundar un origen de la significación en el falo—parece un poquito interesado u obsesivo de más, ese interés, un poco como si el investigador o psicoanalista quisiera asegurar la importancia trascendental de su falo—y la teoría se convierte a la vez en síntoma de lo que pretende explicar.

Pero hay que concederles que en tanto que teorías de la diferencia sexual al menos se ocupan de un pequeño objeto al que se concede una importancia transcendental en la simbología social y en la organización del orden humano. Sirva eso de justificación para la atención pasajera que les prestamos—a estas teorías y al Objeto en cuestión.

Dicho esto, volvamos a la crítica derrideana de la fálica teoría de Lacan—a lo que podríamos llamar la falibilidad del falo.

La carta robada, alegoría del significante, es una alegoría del falo transcendental. Esta teoría, como bien señala Barbara Johnson, ya estaba bien desarrollada en la lectura de Poe que hace Marie Bonaparte (la freudiana literalista por excelencia) de la que se burla Lacan:

Para Bonaparte, era precisamente la analogía entre la chimenea y el cuerpo femenino lo que llevaba a la función fálica de la carta. El falo se consideraba un referente real, anatómico, que servía como modelo para una representación figurativa. El marco de referencia de Bonaparte, pues, era la referencia misma.
   Para Derrida, sin embargo, el marco de referencia del falo es la manera en que la "teoría psicoanalítica" conserva el status referencial del falo en el mismo acto de negarlo. Comentando la la discusión de Lacan en "El Significado del Falo", Derrida escribe:
El falogocentrismo es una cosa. Y lo que se llama hombre y lo que se llama mujer podrían estar sometidos a él. Tanto más, se nos recuerda, cuanto que el falo no es ni una fantasía ("efecto imaginario") ni un objeto ("parcial, interno, bueno, malo"), aún menos el órgano, pene o clítoris, que simboliza [Lacan, 1969, 690]. El androcentrismo debería pues ser otra cosa.
Y sin embargo, ¿qué sucede? Todo el falogocentrismo se articula sobre el punto de partida de una determinada situación (demos a esta palabra todo su peso) en la que el falo es el deseo de la madre en tanto en cuanto no lo tiene. Una situación (individual, perceptual, local, cultural, histórica, etc.) sobre la base de la cual se elabora una cosa llamada "una teoría sexual": en ella el falo no es el órgano, pene o clítoris, que simboliza; pero en gran medida y en primer lugar sí simboliza el pene. . . .  Había que seguir la pista a esta consecuencia para reconocer el sentido [dirección, sens] de la carta robada en la "trayectoria que le es propia" (1975a, 98-99).
Así, dice Derrida, es la misma no-referencialidad del falo, en última instancia, la que asegura que sea el pene su referente. (Barbara Johnson, 239, trad. mía)


De aquí extraen Derrida y Johnson la necesaria interdependencia entre el sentido del signo y el marco de interpretación aplicado, un marco de interpretación que siempre deja huellas, haciéndose así vulnerable a una interpretación posterior.

Parece pues que el marco de referencia teórico que gobierna el reconocimiento es un elemento constitutivo de la ceguera de toda lucidez interpretativa. El marco de referencia permite que el analista deje atrapado en su montaje (frame) al autor del texto que está leyendo, como culpable de prácticas cuyo lugar de ubicación está a la vez más allá de la letra del texto y más allá de la visión de su lector. El lector queda atrapado en el marco de su propio montaje, pero ni siquiera está en posesión de su propia culpa, ya que es lo que impide que su visión coincida consigo misma. Al igual que el autor de un montaje criminal (frame) transfiere la culpa de sí a otra persona dejando señales que espera sean leídas como huellas o referentes del otro, insuficientemente borrados, así el autor de cualquier crítica queda él mismo atrapado en el montaje que monta para el otro, por muy culpable o inocente que pueda ser el otro. (Barbara Johnson 240)


Y así nuestras propias interpretaciones nos retratan, y nos hacen, y transforman el objeto interpretado. (Presenté un análisis ligeramente distinto de esta sucesión de marcos o montajes interpretativos, también con referencia a Poe/Lacan, en este artículo: "Retroactive Thematization, Interaction and Interpretation: The Hermeneutic Spiral from Schleiermacher to Goffman").

Aplicación, en síntesis, a la Semiótica Gubernamental, y corto ya el rollo:

Primero, que la impulsión de la diferencia sexual en el orden político reduciéndola al orden de categoría no natural, sino meramente institucional (con el matrimonio unisexual, con la ley de identidad sexual) supone lo que Baudrillard llamaría una satelización de la semiosis, jugando a su propio juego, volviendo la relación entre el Falo y el Pene todavía más indirecta, semiotizada e indeterminada, problematizando el orden sexual preexistente en la Humanidad...

– y por tanto, (Segundo) es un ejercicio descontextualizado de semiosis en vuelo libre, que corre el peligro de volverse intraducible a las categorías semiótico-sexuales utilizadas por el resto del mundo.

Tercero, que la interpretación que se haga de esta purloined letter, de este pequeño objeto a, no es en ningún caso neutral, sino que está ella misma situada (—no hay metalenguaje—) y sitúa a su vez a quien la interprete. Es (obviamente) un objeto de debate que es transformado por el mismo debate,  y sitúa y transforma a quienes debaten.

Cuarto, que aún está por explorar la conexión entre este vuelo libre de la semiosis y la hermenéutica textual del gobierno, en concreto su hermenéutica jurídica. Sólo dos notas en este sentido:

a) La ley del matrimonio unisexual se basó, en efecto, en una hermenéutica textual en vuelo libre, desgajada de elementos tales como la intención del legislador, el contexto habitual de interpretación, o la tradición histórica: pasó a presuponerse que la Constitución garantizaba el derecho al matrimonio unisexual, cuando una interpretación más contextualizada históricamente hubiera interpretado lo contrario, a saber, que la Constitución presuponía la necesaria bisexualidad del matrimonio. Aquí, como en otros casos, es "la letra" de la ley lo que se quiere cumplir, y no el espíritu, declarado inexistente, o mero efecto de la letra (en la práctica, una negación performativa de la pragmática situacional).

b) Como efectos subsiguientes de esta teoría jurídica (y de su implementación práctica en el Tribunal Constitucional) cabe suponer que se llevará más adelante el principio proclamado en El País de que "en una lectura adecuada de la Constitución cabe casi todo"—es decir, que la Constitución no significa nada en sí misma, sino que es (como el referente de la identidad sexual) infinitamente moldeable por sus lecturas. Por las adecuadas y por las inadecuadas—por las buenas y por las malas, una diferencia ésta puramente teórica, y que deja en realidad de tener apoyatura en la jurisprudencia.

Quinto, que no está descartado que, en España como en otros sitios, las palabras (y los signos) signifiquen no tanto lo que dicte el libre juego de la semiosis social, cuanto lo que ordena el jefe que signifiquen. El efecto Alicia, que señala Gustavo Bueno, o más bien el efecto Humpty Dumpty. Con finales a veces desastrosos—All the King’s Horses And All the King’s Men...

The Eye of Prey
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Retropost (2007): Teatro dentro del teatro



Día Mundial del Teatro.

El lehendakari Ibarretxe se declara sorprendido porque se le aplique la ley como a todo quisque, qué vergüenza:

"No entiendo lo que pasa", dice; "este proceso penal es una obra de teatro sin pies ni cabeza."

...Pues qué bien, —the play inside the play:

Igual que en un escenario
finges tu dolor barato,
tu drama no es necesario
ya conozco ese teatro.
Entiendo
que bien te queda el papel
después de todo parece
que esa es tu forma de ser.
Teatro
lo tuyo es puro teatro
falsedad bien ensayada
estudiado simulacro.
Perdona
que no te crea
me parece que es teatro.
Perdona
que no te crea
lo tuyo es puro teatro.



PS: Y ahora una de intriga y detección:

"El gobierno ve indicios de que el nuevo partido llamado Batasuna podría ser heredero de la ilegalizada Batasuna y vulneraría la ley de partidos".

Vaya. Aquí han fumado. Menos mal que tenemos gente fiable investigando, y entre Bermejo y Conde-Pumpido (mucho aspaviento, mirando con lupas) nos van a librar de estos pícaros batasunos que entraban a escena con capucha.

Más teatro tenemos. Venga, hagan pasar al sustituto rápidamente, que ya nos sabemos esta historia. Ya la hicieron en la pasada legislatura con el Partido Comunista de las Tierras Vascas; ahora, con esta pantalla de humo, ya pueden pasar los julays del gobierno por defensores de la ley de partidos y todo.

Cuánto sinvergüenza. Creo que el teatro español está listo para un segundo Siglo de Oro—aunque esta vez el género favorito no va a ser la comedia de capa y espada, sino el Living Theater de Marionetas.

Análisis crítico del discurso vasco


 

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Retropost (2007): Eppur si muove



El ministro de Justicia ("Bermejo viene, ca era almorzado") nos acaba de revelar que el Proceso de Paz de Zapatero ( Das Prozeß) no sólo pretende ofender a la justicia y a la ley, sino además ahora a la lógica aristotélica y a los principios elementales de la física. Le oigo declarar por la radio que "es evidente que tenemos un proceso de paz que sigue adelante" que "tenemos un proceso de paz que no para, pero que en estos momentos está suspendido". Vaya, qué maravilla de la vida; igual quiere decir que está suspendido de boquilla pero que sigue por lo bajini, con consignas secretas y mensajes enviados con ligeros movimientos de cejas del presidente.  Claro que nada nuevo.  ¿Suspenderlo? Hay algunos suspensos con enchufe que no hay quien los pare, van directos a la colocación. 

Y protestando contra el proceso, "el franquismo puro y duro" que dice Polanco—porque cualquiera que señale a una bandera de España es un franquista, claro. Ahora agrediendo y todo: hay un facha de estos, uno del Foro Ermua, que con sus genitales le ha pegado un golpe en el pie a un pobre manifestante del PNV. Y encima aún tienen la cara de denunciarlo.

Es que apelar a la justicia en este país se está convirtiendo en instrumentalizar a la justicia. Si le preguntan al ministro, seguro que se siente instrumentalizado cada vez que se denuncia a un camisa parda de estos que hacen avanzar el proceso de paz. Porque a patadas seguro que avanza más.

Aún no hemos llegado al punto de partida

 

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Retropost (2007): Delusions también se vive




Por fin le han reformado el blog a Arcadi Espada, y se ha puesto enlaces permanentes. Este va al artículo de hoy, "Yo no sabía que se pudiera". Paso a cortapegarlo íntegramente, vamos, a recortapegarlo, pues es la introducción de Richard Dawkins a su libro contra la religión, editado por Espasa en español:

The God Delusion se llama en español El espejismo de Dios. Su hermosa introducción, yo no sabía que se pudiera.

"De pequeña, mi mujer odiaba su colegio y deseaba poder abandonarlo. Años después, siendo una veinteañera, reveló este hecho tan desafortunado a sus padres. Su madre se quedó horrorizada: «Pero, hija, ¿por qué no nos dijiste nada?». La respuesta que dio Lalla es mi texto de hoy: «Pero yo no sabía que se pudiera».

Yo no sabía que se pudiera.

Me imagino —bueno, estoy seguro— que hay montones de personas ahí fuera, que han sido educadas en una u otra religión, que se sienten insatisfechas, que no creen en ella o están preocupadas por las maldades que se cometen en su nombre. Personas que sienten imprecisos deseos de abandonar la religión de sus padres y que les gustaría poder hacerlo, pero que simplemente no se dan cuenta de que ese abandono es una opción personal. Si es uno de ellos, este libro es para usted. Tiene el propósito de mejorar la conciencia —mejorarla hasta el punto de considerar que ser ateo es una aspiración realista y, además, valiente y espléndida—. Se puede ser un ateo feliz, equilibrado, moral e intelectualmente realizado. Este es el primero de mis mensajes de concienciación. También quiero concienciar de otras tres formas, que luego indicaré.

En enero de 2006 presenté un documental televisivo en dos partes en el Canal Cuatro de la televisión británica, llamado ¿La raíz de todos los males? El título no me gustó desde el principio. La religión no es la raíz de todo mal, dado que nada es raíz de nada. Sin embargo, me encantó la publicidad que Canal Cuatro incluyó en los periódicos nacionales. Era una fotografía del perfil de Manhattan con la frase: «Imagine un mundo sin religión». ¿Qué relación hay entre ellas? Las Torres Gemelas del World Trade Center estaban llamativamente presentes. Imagine, con John Lennon, un mundo sin religión. Imagine que no hay terroristas suicidas envueltos en bombas, que no existe el 11-S o el 7-J, que no hay cruzadas, caza de brujas, ni el Complot de la Pólvora 2, ni la partición india, ni las guerras árabe-israelíes, ni las masacres serbo-croatas-musulmanas, ni la persecución de los judíos como «asesinos de Cristo», ni los «problemas» de Irlanda del Norte, ni las «muertes de honor», ni telepredicadores con vestidos brillantes y cabello cardado, desplumando a sus crédulos espectadores («Dios quiere que le des todo lo tuyo hasta que te duela»). Imagine que no hay talibanes para volar estatuas antiguas, ni decapitaciones, ni blasfemias públicas, ni azotes en la piel de mujeres por enseñar una pulgada de esa misma piel. Por cierto, mi colega Desmond Morris me cuenta que esa magnífica canción de John Lennon se canta a veces en América con la frase «y ninguna religión también» suprimida. Incluso una versión ha tenido la desfachatez de cambiar esa frase por «y una religión también».

Quizá perciba que ese agnosticismo es una postura razonable, pero ¿no es el ateísmo algo tan dogmático como una creencia religiosa? Si es así, espero que el capítulo 2 cambie su modo de pensar, persuadiéndole de que «la Hipótesis de Dios» es una hipótesis científica acerca del Universo, que debería analizarse tan escépticamente como cualquier otra. Tal vez le hayan dicho que los filósofos y teólogos han propuesto buenas razones para creer en Dios. Si piensa esto, puede que disfrute con el capítulo 3 sobre «Argumentos para la existencia de Dios» —los argumentos resultan ser espectacularmente débiles—. Puede que piense que es obvio que Dios debe existir, porque ¿quién más podría haber creado el mundo? ¿Cómo, si no, podría existir vida, en toda su rica diversidad, si parece misteriosamente que cada especie ha sido «diseñada»? Si sus pensamientos siguen estas líneas, espero que consiga una aclaración en el capítulo 4, sobre «Por qué es casi seguro que no hay Dios». Lejos de apuntar hacia un diseñador, la estética del mundo viviente se explica mucho mejor con la mayor economía y la devastadora elegancia de la selección natural darwiniana. Y, aunque la selección natural por sí misma está muy limitada para explicar el mundo viviente, puede concienciarnos acerca de la existencia de otras explicaciones que mejoren nuestra comprensión del Cosmos en sí mismo. El poder de explicaciones tales como la selección natural es el segundo de mis mensajes de concienciación.

Quizá piense que debe existir un Dios o muchos dioses, ya que los antropólogos y los historiadores dicen que los creyentes dominan cada cultura humana. Si esto le convence, consulte el capítulo 5, sobre «Las raíces de la religión», que explica por qué las creencias son omnipresentes. O ¿piensa usted que las creencias religiosas son necesarias para tener una moral aceptable? ¿Necesitamos a Dios para ser buenos? Lea, por favor, los capítulos 6 y 7 para ver por qué esto no es así. ¿Todavía tiene usted un punto a favor de la religión, considerándola algo bueno para el mundo, incluso aunque usted mismo haya perdido su fe? El capítulo 8 le invitará a pensar en las formas en las que la religión no es algo tan bueno.

Si se siente atrapado en la religión en la que le educaron, podría merecer la pena que se preguntara a sí mismo por qué le está sucediendo esto. La respuesta es, normalmente, por alguna forma de adoctrinamiento en la niñez. Si usted es religioso, es más que probable que su religión sea la de sus padres. Si usted nació en Arkansas y piensa que el cristianismo es verdadero y que el islam es falso, no tenga duda alguna de que pensaría lo contrario en el caso de haber nacido en Afganistán y que ha sido víctima de adoctrinamiento en su niñez. Mutatis mutandis, lo mismo vale si usted ha nacido en Afganistán.

Todo lo relativo a religión y niñez es el tema del capítulo 9, que también incluye mi tercer mensaje de concienciación. Igual que las feministas ponen un rictus en sus caras en cuanto escuchan «él» en lugar de «él o ella», un «hombre», en lugar de «humano», quiero que todo el mundo se estremezca siempre que se oigan frases tales como «niño católico» o «niño musulmán». Deberíamos hablar de «hijo de padres católicos», si queremos; pero si usted oye a alguien hablar de un «niño católico», párele y educadamente indíquele que los niños son demasiado pequeños para conocer cuál es su postura en esos temas, de la misma forma que son demasiado pequeños para conocer cuál es su postura en cuanto a la política o a la economía. Precisamente porque mi propósito es el aumento de la conciencia, no me disculparé por mencionar esto aquí, en el Prefacio, y hacerlo también en el capítulo 9. Puede que usted no lo diga muy a menudo. Yo lo diré siempre. Ese no es un niño musulmán, sino un hijo de padres musulmanes. Ese niño es demasiado pequeño para saber si es musulmán o no. No existe nada llamado niño musulmán. No existe nada llamado niño cristiano.

Los capítulos del 1 al 10 comienzan y finalizan el libro al explicar, de distintas formas, cómo un entendimiento apropiado de la magnificencia del mundo real, mientras no se convierta en religión, puede asumir el papel inspirativo que histórica e inadecuadamente ha tenido la religión.

Mi cuarto mensaje de concienciación es el orgullo del ateísmo. Ser ateo no es, en absoluto, algo de lo que avergonzarse. Muy al contrario, para alguien ateo es algo de lo que estar orgulloso y llevar la cabeza muy alta el hecho de que, casi siempre, indica una sana independencia mental e, incluso, una mente sana. Hay muchas personas que saben, en el fondo de su corazón, que son ateas, pero no se atreven a reconocerlo frente a sus familias o incluso en algunos casos frente a ellos mismos. Esto se debe en parte a que normalmente la propia palabra «ateo» se ha etiquetado como algo terrible y espantoso. El capítulo 9 cuenta la tragicómica historia de la humorista Julia Sweeney, cuando sus padres descubrieron, al leer un periódico, que se había vuelto atea. Ellos podían comprender que su hija no creyera en Dios, ¡pero ser atea…! ¿Una ATEA? (La voz de la madre se convirtió en un grito.)

Al llegar a este punto, necesito decir algo a los lectores americanos en particular, en cuanto que la religiosidad actual en América es algo verdaderamente excepcional. La abogada Wendy Kaminer exageraba muy poco cuando advertía que hacer bromas sobre religión era algo tan arriesgado como quemar una bandera en un Salón de la Legión Americana. La situación de los ateos hoy día en América es comparable a la de los homosexuales cincuenta años atrás. Ahora, tras el movimiento del Orgullo Gay, es posible, aunque no muy probable, que un homosexual sea elegido para un cargo público. Una encuesta de Gallup realizada en 1999 preguntaba a los americanos si cambiarían su voto y se lo darían a una persona bien cualificada que fuera mujer (un 95 por 100 lo haría), católico romano (94 por 100), judío (92 por 100), negro (92 por 100), mormón (79 por 100), homosexual (79 por 100) o ateo (49 por 100). Claramente, nos queda un largo camino por recorrer. Pero los ateos son mucho más numerosos, sobre todo entre la élite educada, de lo que muchos creen. Esto ya era así incluso en el siglo XIX, cuando John Stuart Mill fue capaz de decir: «El mundo se sorprendería si supiera qué gran proporción de sus más brillantes próceres, incluso de aquellos que la opinión popular distingue como ejemplos de sabiduría y virtud, son completamente escépticos sobre religión».

Esto debería ser más cierto hoy día incluso y, de hecho, presento evidencias de ello en el capítulo 3. La razón de que muchas personas no se fijen en los ateos es que muchos de nosotros somos reacios a «salir a la luz». Mi sueño es que este libro pueda ayudar a la gente a mostrarse. Exactamente igual que en el caso del movimiento gay, cuanta más gente salga a la luz, más fácil será para otros unirse a ellos. Tiene que existir masa crítica para el inicio de una reacción en cadena.

Las encuestas americanas sugieren que los ateos y los agnósticos superan en número, con mucho, a los judíos, e incluso superan en particular a la mayoría de otros grupos religiosos. Sin embargo, al contrario que los judíos, claramente uno de los más eficaces grupos de poder en Estados Unidos, y al contrario también que los cristianos evangélicos, que ejercen un poder político incluso mayor, los ateos y agnósticos no están organizados y, por lo tanto, ejercen una influencia casi nula. Realmente, organizar a los ateos se ha comparado con el intento de reunir un rebaño de gatos, porque tienden a pensar de forma independiente y no se someten a la autoridad. Pero un buen primer paso podría ser generar masa crítica con aquellos que desean «salir a la luz» y así animar a otros a hacer lo mismo. Incluso aunque no puedan juntarse en un rebaño, un número considerable de gatos puede hacer mucho ruido y es difícil de ignorar.

La palabra «espejismo» del título ha inquietado a algunos psiquiatras, que la consideran un término técnico del que no debe hablarse mal. Tres de ellos me escribieron proponiéndome una palabra técnica específica para los espejismos religiosos: relusión. A lo mejor se pone de moda. Pero por ahora insistiré en «espejismo», y debo justificar por qué la uso. El Penguin English Dictionary define «espejismo» como «una falsa creencia o impresión». Sorprendentemente, la cita ilustrativa que da el diccionario procede de Phillip E. Johnson: «El darwinismo es la historia de la liberación de la humanidad del espejismo de que su destino está controlado por un poder mayor que él mismo».

¿Puede ser Phillip E. Johnson el mismo que lidera el ataque creacionista contra el darwinismo en América hoy día? Efectivamente, así es; y la cita está, como podemos imaginar, sacada fuera de contexto. Espero que se valore este hecho, dado que esa misma cortesía no se ha tenido conmigo en numerosas citas creacionistas de mis trabajos, sacadas fuera de contexto engañosa y deliberadamente. Sea lo que fuere lo que Johnson quería decir, me hubiera encantado apoyar su frase tal cual está. El diccionario que acompaña a Microsoft Word define «espejismo» como «una falsa creencia persistente, mantenida pese a fuertes evidencias contrarias, especialmente como síntoma de un desorden psiquiátrico». La primera parte refleja perfectamente la fe religiosa. Y con respecto a si es o no el síntoma de un desorden psiquiátrico, me inclino a seguir a Robert M. Pirsig, autor de El Zen y el arte del mantenimiento de motocicletas, cuando dice: «Cuando una persona sufre espejismos, eso se denomina locura. Cuando muchas personas sufren espejismos, se denomina Religión».

Si este libro funciona tal como yo lo he concebido, los lectores religiosos que lo abran serán ateos cuando lo dejen. ¡Qué presuntuoso optimismo! Por supuesto, quien tiene fe es inmune a toda argumentación; su resistencia ha sido construida durante años de adoctrinamiento infantil, utilizando métodos que han tardado siglos en madurar (ya sea mediante evolución o mediante diseño). Entre los recursos inmunológicos más eficaces figura el cuidado extremo para evitar incluso abrir un libro como este, que seguramente es obra de Satán. Pero yo creo que ahí fuera hay multitud de personas de mente abierta: personas cuyo adoctrinamiento infantil no fue demasiado insidioso o que, por otras razones, no tuvo lugar, o aquellos cuya inteligencia natural es lo suficientemente fuerte como para superarlo. Esos espíritus libres solo deberían necesitar un pequeño estímulo para evadirse totalmente del vicio de la religión. Al menos, espero que nadie que lea este libro pueda decir «Yo no sabía que se pudiera»."


End of quote y pegue.

Estoy de acuerdo con muchas de las cosas que dice Dawkins (y aplaude Espada, supongo), pero en realidad su actitud me parece bastante simplista. Y también me parece un engaño ilusorio su presuposición básica ("engaño ilusorio" capta mejor que "espejismo" el significado del término "delusion").

Como digo, parece que Dawkins escribe presa de un engaño ilusorio. A pesar de que en cierto modo tiene razón. Por supuesto, no hay Dios. En mi mente, ni en mi universo. Pero sí hay Dios en las mentes y universos de otras personas, que, pequeño problema, están en mi universo. Por tanto, Dios existe en cierto modo—como un problema de comunicación, ante todo. Y es una "ilusión engañosa" creer que ese problema se vaya a arreglar en ningún futuro concebible para nosotros.

Y eso es parte de un error más enraizado (hablando de "la raíz de todo mal"). No puede creerse seriamente que la religión sea la raíz de todo mal, como no lo es de todo bien. La religión es un sistema de prácticas y creencias complejas, engarzado en las vidas y costumbres de las personas y las sociedades, y creer que no existiría el 11-S o los talibanes si no hubiera creencias religiosas es como creer que desaparecerían los conflictos con los musulmanes si les obligásemos a quitarse el turbante, que les aprieta la cabeza. Aunque estoy de acuerdo en que el turbante les aprieta la cabeza, y en que las creencias religiosas pueden servir de apoyatura a ideologías y prácticas deleznables y repugnantes (lo hacen constantemente), esas prácticas no desaparecerían con la desaparición (tan hipotética, tan ilusoria) de la religión. Sólo se transformarían, adoptarían otras formas: las religiones del comunismo, por ejemplo, o del fascismo, no son analizadas por Dawkins como parte de este proceso. Establece de entrada una separación artificial entre prácticas religiosas y el resto de las ideologías de control y conformación social. ¿Quitando la apoyatura extraterrestre, les quitaríamos la palanca que permite mover el mundo (a decir de Hume)? —Quiá (por citar ahora a Arcadi Espada). Hay muchos otros sitios donde apoyarla, esa palanca, pues hace falta mover siempre parte del mundo, no todo él.

Sí estoy de acuerdo con Dawkins y Espasa en que hace falta mayor espacio público para el ateísmo. Después de todo, muchas veces nos resultan ofensivas intelectualmente las creencias de otras religiones, y no por ello nos abalanzamos a refutarlas punto por punto. Malo es que el ateísmo, más cargado de razones que todos estos dogmas, tenga que andar pidendo permiso por no ofender. Pero es que los fieles tienen la susceptibilidad más a flor de piel que los escépticos. Aunque en muchos casos la fe en el más allá sea sólo la letra pequeña de la religión entendida como un contrato de convivencia social, letra pequeña que ni se lee ni preocupa demasiado en principio—hasta que alguien llama la atención sobre ella, y entonces buf, tiemblan los montes. Para parir algún ratón intelectual, normalmente.

Y en cuanto al carácter ilusorio de las creencias religiosas, de ilusiones también se vive (pues toda la vida es sueño). Ya lo decía Pope en un texto bastante sarcástico (Essay on Man 1.3)—el mundo no está hecho a nuestra medida, pero ya cuidamos de hacérnoslo a nuestra medida en el más allá, si es preciso.

—"¿Cuál es la auténtica cara de Dios?", me preguntaban Pibo y Otas volviendo del cole. "¿Por qué a Adán y Eva les prohibían comer manzanas?"
— "Bueeenoo…" les digo (problemas de una educación religiosa y laica a tiempo parcial). "Eso de la manzana es una historia que se cuenta para que se sepa que hay que hacer bien las cosas. Ellos habían dicho que iban a obedecer a Dios, y luego no le hicieron caso. Y lo que nos cuenta esa historia es que no está bien hacer lo que hemos dicho que no haríamos."

(Aunque tantas veces lo hacemos… Me acuerdo de un monseñor obispo que cita Julien Benda, al que le decían "¿Qué haría usted, monseñor, si le diesen una bofetada en una mejilla"?— Y el obispo: "Sé perfectamente lo que debería hacer. Pero no sé lo que haría". También con Álvaro hablábamos de esto. Mi versión de esa enseñanza evangélica es la siguiente: Si recibes una bofetada en una mejilla, pon la otra. Si también te dan en ésa, entonces tu respuesta ha de ser violenta, contundente y decisiva).

Y... la cara auténtica de Dios: a los pequeños les he dicho que en cada cultura hay ideas distintas sobre Dios, y que el retrato de la barba blanca (al que se apuntaba Ivo: "Yo le pondría una barba de nueve mil metros") es sólo una manera de pintarlo, pero que en realidad se le pone la cara que se quiere, porque no tiene ninguna, y las historias que contamos sobre Dios son maneras de decir que hay que ser buenos.

– "Bien, pero"—insisten— "¿Quiénes fueron los primeros humanos? ¿Adán y Ella?" (pasábamos por delante de la tienda de modas). "¿O eran los simios?"

Y les digo que hay muchas historias distintas: que la Biblia cuenta la de Adán y Eva, que en realidad no era así pero es para entender que hay que hacer las cosas bien; pero que la ciencia es la que nos cuenta esa historia de que la gente cambiaba poco a poco, y que antes sabían menos cosas, y que antes aún no sabían ni hacer fuego, y eran primitivos, y antes eran casi simios, y antes...

— "Como Rahan", me dicen "—porque antes éramos todos simios"

— "Bueno, tú nunca has sido simio" le digo, "aunque seas muy monito, ya naciste de niño pequeño, sin andarte por las ramas".

— "Yo echo de menos la vida simia", suspira Oscar. "No nos ha tocado mucho rato de vida simia a nosotros. Yo querría comer plátanos en un árbol. Y que me pusiesen una cola postiza duplicada".

– "Hombre, no, Oscar, que hay que ir a mejor. Lo de los simios, déjalo para los simios, y tú aprende bien a hacer las cosas de humanos."

Aún queda mucho por desbastar, aún…

Alucinación consensuada 
 




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El aborto en España

viernes, 24 de marzo de 2017

El aborto en España (audio de La Voz)