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Vanity Fea

Feliz Navidad

No es que me ponga ya en plan Corte Inglés; me refiero a la película de Christian Carion ambientada en la Primera Guerra Mundial. Una película que recuerda en parte a Senderos de Gloria, de Kubrick, por la crítica a las matanzas inútiles de la guerra de trincheras, y la crítica al clasismo feroz que hizo posibles esas carnicerías. Los altos mandos y los soldados viven dos guerras muy distintas (algo que también queda reflejado muy bien en un sarcástico relato de F. Britten Austin que uso en clase, "A Battle Piece: Old Style"). En Feliz Navidad se nos presenta a los dos bandos por igual (es una película muy "Unión Europea"); con escoceses y franceses en un lado, y alemanes por otro. De puro absurdo se interrumpen las hostilidades en Nochebuena y los soldados que se disparaban a cien metros de distancia celebran juntos la navidad y confraternizan. Hay también una historia de amor: un famoso cantante de ópera, soldado raso alemán, es visitado por su amante, por enchufe con las altas esferas, y aprovechan el momento de paz para desertar al otro lado (bonita música, por cierto, y con la voz de Natalie Dessay). Los oficiales prometen visitarse cuando llegue la paz; se intercambian noticias y cartas de familias aisladas por el frente. Cuando se rompe la tregua, el primer disparo resulta que mata a un soldado del propio bando que volvía disfrazado de visitar a su familia al otro lado. Hay escenas de tensión bien filmadas, pero se ha evitado el gore: todos los muertos están muy presentables. En el bando alemán el oficial es judío, lo que permite dar un cierto toque nazi a la escena final, con un decadente Príncipe Heredero insultándole y mandando a los soldados al frente oriental en trenes como si fueran judíos que van al matadero (y van, de hecho). Cuando trasciende la confraternización los mandos procuran silenciarlo, y desautorizan a los oficiales que la toleraron. De modo más evidente, un obispo reprende al párroco que había celebrado una misa en común, le ordena regresar a su parroquia, y predica en su lugar un evangelio nacionalista del odio y del "Dios de nuestro lado" - algo que parece imposible de creer y sin embargo pasa continuamente (es lo que dice Bush, sin ir más lejos). El cura prefiere seguir de soldado con sus compañeros antes que plegarse a semejante religión. La película es un tanto anti-Bush en este sentido, y da la razón a los antibelicistas actuales y a los que durante la Primera Guerra Mundial se declararon objetores contra el conflicto (como Romain Rolland con su "Au-dessus de la mêlée"). Eje francoalemán, vamos: no es casual, quizá, que nos hayan puesto escoceses en lugar de ingleses (ya se encargan de dejar bien claro que no son ingleses).

La película es cinematográficamente hablando muy sencilla, elemental, no se me ocurre ningún elemento destacable que reseñar a nivel cinematográfico formal. Si es efectiva, y lo es, porque llega a emocionar en ocasiones, tampoco es por los personajes, que son contemplados un tanto fríamente, sin que llegues a empatizar mucho con ninguno de ellos -- como digo, resulta un tanto esquemática en este sentido. Si funciona, y no le niego sabiduría a esta sencillez, es por el contraste entre lo absurdo del conflicto y las vidas particulares que se ven atrapas en él, y porque un símbolo tan devaluado como la Navidad se vuelve, en medio del absurdo, en una manera de recobrar la decencia y la cordura. El detalle del oficial judío muestra, sin embargo, que se trataba sólo de una isla de cordura en medio de un océano de demencia oficial, organizada y uniformada.

No lo tenemos tan lejos. Hay relativamente pocas películas sobre la Primera Guerra Mundial, por la dificultad de tratar quizá con el absurdo, el ridículo militar y las mentiras oficiales. Más necesitaríamos. Marchando otro Fahrenheit 9/11, Mr Moore, por favor.

2 comentarios

José Angel -

Claro, es que no hay color, la gente encuentra más sensato gastarse un porrón de pasta en misiles y aviones para dejar bien planchados a los malos, que llevan turbante. Si empezamos a pensar que igual hay malos que llevan corbata y que los tenemos sacándonos la pasta con elegancia... así no hay quien se aclare. A mí que me den algo que pueda bombardear, ¿no?

Hester Prynne -

Uy, amigo, no sabes lo que odian muchos al Moore por aqui!