Uno día de junio de dos mil seis
Me llaman por teléfono, me organizan una cena de cumpleaños, me mandan mailes y postales electrónicas… (Mariajico: ¡felicidades, bloguero! – y hasta Rosa C. me llama). A Woman with a Sorrowful Name me regala unas sandalias (para llevar con calcetines si es preciso), un polo . . . Escribo mi post sobre transexualas y hermafroditos, hoy no corrijo ni un trabajo, llevo retraso. Paseo con mi padre por la feria del libro… Proceso a un maestro republicano. "Bueno, por lo menos a éste lo procesaron". Compro la Misión lingüística en el Alto Aragón de Jean-Joseph Saroïhandy. ("Mira, igual hasta conoció a tu padre, tanto ir preguntando por los pueblos del Pirineo… igual que tú con Corominas. ¿Sabes que hace poco celebraban el centenario de Corominas?" – "Pues estuvo en casa varias veces Corominas. En La Rambla se alojaba. Y hablábamos mucho, lo acompañaba a preguntar por esos topónimos que no figuran en las partidas . . . ’Espelunciecha’, ’Traconeras’, etc. – Era altísimo, enorme, casi me daba vergüenza ir a su lado… Estaba de sabático, de la Universidad de Chicago." – "Gente como ésta hizo un trabajo admirable. No por lo que les pagaban, por supuesto. Se podían haber ahorrado muchos paseos de los que hacían por pura vocación"). Hablamos de gente de Biescas: de Maxi, de Miguel Santolaria (con ocasión de los libros en aragonés). De Miguel Cajal, nuestro vecino, que ha muerto hoy, poco después de su hermana Consuelo. Y allí termina su casa. Transformaciones de todo, el fin de las casas y los pueblos . . . Biescas, una urbanización proliferante. La globalización. De la ciencia, cómo hace cuestionar los planteamientos mismos de la filosofía y la religión . . . "La filosofía dice: hay que dudar, el buen filósofo es el que duda. La religión dice: hay que creer, sin comprender, es la fe. La ciencia dice: Vamos a resolver problemas, a encontrar leyes cada vez más generales. La manzana se cae. ¿Por qué? Porque las cosas se caen hacia abajo. Vale, pero entonces por qué no se cae la luna? Y seguir. Y nos lleva así a la conclusión de que las cosas son ciertas . . . según y cómo y según y dónde. En una determinada frecuencia o longitud de onda. Fuera de eso, no hay siquiera existencia. Uno y uno son dos . . . bueno, quizá. Quizá en el centro del sol no tenga sentido esa pregunta." Son las meditaciones de mi padre: "Ponte un blog", le digo. Nos comemos una buena tarta y un flan que me ha bajado mi madre de Biescas: el Arquetipo, que diría Borges. Acarreo personal familiar de acá para allá, los nenes al cole, los padres al dentista. Álvaro, Ivo y Oscar también reciben libros: del Jabato, de Kika Superbruja y Dani, y de Sito Kesito contra los Buitres Bestiales de Venus. ("Eh, y su robot gigantesco te falta. Bueno, pero da igual"). Oscar nos hace demostraciones de Fliporamas. Hemos descubierto que se parece, vestido de rojo, a los nuevos duendes de la campaña publicitaria de la ONCE. Llevo a Amayita a su casa de Delicias en moto; al dejarla veo que volaba una cigüeña por encima (¡qué tienno! ¡qué apropiado!). Y cómo está la circulación, como para tener un tráfico accidente; un negrito precioso que va con su mamá me mira la moto boquiabierto. Nací a las seis de la mañana, me informan: más de cuatro kilos. Don Alfredo Sahagún, el médico que me ayudó a venir al mundo; hubo de abandonar su partida de cartas despúes, por sustos que se llevaban mis padres conmigo. El primero, de once. No fue un parto especialmente fácil por eso, aunque tampoco hubo complicaciones. "Con la sexta hija, luego, la gente ya le daba a tu madre el pésame más que la enhorabuena". Pero mi madre lo sobrellevó, los años de criar hijos, ahora nietos; y aún jugaba al futbito; ahora sólo nada —y pinta. ¡A ver si me pinta un cuadro! Vemos los cuadros que me regaló mi maestra Antonia Fatás (igual mañana vamos a ver a sus sobrinos, y antiguos vecinos nuestros, Marisol y Adrián. Vaya, también me llama Marisol). Y hablamos de Luis y sus bicis y su Quebrantahuesos, y de mi sobrino David, que este año se coloca de maestro en Rubielos de Mora, cerca de Mora de Rubielos. También les enseñamos a los padres los últimos libros que han salido con cosas nuestras. "¡Mira que os da tiempo a hacer cosas!" – "Bueno, esa es siempre la impresión que producen los demás, porque no sacaríamos tiempo para hacer lo que hacen ellos" – "¿Y tú, qué? ¿Ubicado en Zaragoza?" – "Pues . . . en ningún otro sitio estoy más ubicado". Como no sea en el no-sitio de la Web, a ratos. Ya se han ido. El abuelo José se ha alegrado de las visitas; "Y ¿cuántos caen entonces?" pregunta - "Ni la mitad que usted". Y medita mirando a su hija, "Pues pronto llega el siguiente. Me recuerdo yo, me dijeron el día que cumplí cincuenta años, en qué fase de la vida estaba. Y contesté, pues hoy paso de la madurez a la vejez. Bueno, las cosas eran así entonces. Nunca pensé en llegar a donde he llegado. Así que bueno, no estoy tan mal, digo yo, cuando tan bien me sabe la comida y lo bien que duermo . . ."
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