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Vanity Fea

Time fighters

Me ha gustado la película Prime (dir. Ben Younger, 2005, con Uma Thurman, Meryl Streep y Bryan Greenberg). Je, el nombre del director tiene chiste, como veréis. En español la titularon Secretos compartidos. Va la película sobre una recién divorciada fotógrafa neoyorkina de 37 años (Thurman) que se enamora (mutuamente) de un jovenzano de 23 años (Greenberg), que casualmente es el hijo de su psicoanalista (Streep)—lo cual da para algunas situaciones divertidas, al ver el doble estándar que aplicaba la doctora mientras no sabía que se trataba de su hijo... En fin, ese argumento de la psicoanalista se desvanece gradualmente, y la película se centra en la pareja y en su imposible convivencia. Problemas de edad, de ahí el título: aunque Uma evidentemente está juvenil, tiene otros planes para su vida: estabilizarse, tener un hijo... y renuncia a la pareja al estimar (ella, no él) que él no está maduro aún para eso, que no es el momento. Vamos, que aunque los dos están enamorados y ambos están en su "sexual peak"... no están en su "prime" en el mismo sentido. Así que tras escenas, rupturas y reconciliaciones, la película termina de modo un tanto atípico con un encuentro fortuito un año después de su breve aventura; se miran con emoción pero no llegan ni a hablarse, y cada uno (presumiblemente) sigue su rumbo, aunque los finales abiertos están para que cada cual los cierre a su gusto.

El tema crucial es la diferencia de edad, cosa de broma y relax para la psicoanalista Streep mientras no descubre que se trataba de su hijo (bueno, el tema se complica también con que el muchacho es judío y su madre tiene ideas firmes al respecto, o sea que hay un cierto jungle fever por medio, o un adivina quien viene a cenar, con el tema de las parejas interétnicas). Pero lo que les lleva a romper, con dolor, es ver que están en dos momentos de su trayecto vital, él empezando una carrera de pintor, con mundo por ver, ella buscando ya una pareja tranquila y niños. El amigo sociópata del aspirante a pintor se escandaliza de su diferencia de edad: 37 años! ¡pero si esta tía está combatiendo a la edad! ¡una time fighter! she’s on the clock! Este amigo lo tiene clarísimo; las mujeres mayores que uno pueden servir para una sesión, pero no para asentarse en una relación comprometedora con ellas. La diferencia de edad no llega aquí, de todos modos, al extremo de Harold and Maude, pero a cambio se introduce el tema "niños", que en aquella otra pareja no era cuestión al ser Maude casi octogenaria.

Y es que en Prime se muestra, llevándolo un poquito a un extremo para mayor claridad, un aspecto de las relaciones modernas que está a la orden del día. Antiguamente, un hombre aposentado buscaba una esposa más joven. Hoy hay tendencia a más fluidez y variedad, con más parejas de la misma edad (lo más normal) o donde la mujer es mayor que el hombre. Pero... el reloj biológico no ha cambiado tanto, y eso lleva con frecuencia o bien a tensiones (los famosos hombres que no quieren tener niños) o bien a parejas sin hijos. O a la imposibilidad de encontrar una pareja, sin más, quizá por estar buscándola en un grupo de edad donde no están en oferta. Si las mujeres estudian y tienen carrera, lo normal es que empiecen a plantearse tener hijos a los treinta y muchos, o cuarenta y tantos (frecuente). Y... de ahí tantas adopciones y tantas chinitas en Aragón.

Siempre se ha presentado a las mujeres como víctimas de su reloj biológico, del tiempo que corre en contra de ellas. Ya lo decía Anne Finch, condesa de Winchilsea, en un poema feminista de hacia 1700, donde detalla los argumentos contra las mujeres con estudios o con carrera; una historia familiar sin duda:

They tell us we mistake our sex and way;
Good breeding, fashion, dancing, dressing, play
Are the accomplishments we should desire;
To write, or read, or think, or to enquire,
Would cloud our beauty, and exhaust our time,
And interrupt the conquests of our prime;

our prime... Ay, las mujeres, víctimas de la educación, no de la naturaleza, dice la Winchilsea; siempre alguien delante señalándoles el reloj, recordándoles que están on the clock, que están condenadas a ser time fighters.Víctimas del tiempo, o más bien quizá de los tiempos, porque una sociedad que considerase a los bebés como un bien necesario estaría organizada de otra manera. El caso es que necesarios necesarios no lo son. Se importan, en caso de apuro; para hijos, de China; para trabajadores (ya criados), de África o de Sudamérica. Y los europeos y las europeas nos dedicamos entretanto a seguir nuestros individuales cursos vitales y nuestra realización personal, trabajando nuestras parejas sin hijos (típicamente) y nuestras confluent relationships. Pero este discurso y circunstancias típicamente postmodernos están mezclados, claro, con otros muchos otros discursos y circunstancias que arrastramos del pasado. Como el cuerpo que también arrastramos, y que aún manda lo suyo aunque todos seamos time fighters hoy en día.

La terminal

 

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