Un día pasó
He empezado el día leyendo a W. H. Auden, creo—Los señores del límite. Luego le he puesto encima al libro una botella de aceite y creo que llevará la huella encima el resto de sus días—si la expresión "el resto de sus días" puede usarse refiriéndose a un libro.
The watch upon my wrist
Would soon forget that I exist
If it were not reminded
By days when I forget to wind it.
—aunque ahora tenemos el reloj conectado a la Red, no nos deja olvidarnos de que existimos. Llevamos cuenta.
He hojeado Vanities of the Eye, sin escribir nada de provecho, he hecho las compras; he estado con los pequeños en la plaza, Ivo en bicicleta, Otas leyendo 13 rue del Percebe y yo Manuscrito encontrado en Zaragoza. Potocki estuvo puliendo pacientemente una bala de plata antes de suicidarse con ella en su biblioteca. Ese carácter obsesivo deja huella en su libro. Más aprende Oscar con su tebeo ("Papá, ¿qué son acreedores? ¿Hay acreedoras?").
He hecho más probatinas de grabación: el ordenador, juguete de infinitas posibilidades, bifurca el día en montones de elecciones posibles. Pero luego no sabes dónde has estado, si aquí o en otra realidad. Sí, he estado en la piscina también chapoteando con los niños (una adivinanza de la piscina he acertado: "¿Qué es Air Berberecho?"). He releído "Fifty pounds" de A.E. Coppard. Estudiando bifurcaciones, aún no he decidido qué hacer con el resto de mi vida, llegado a un cruce más del camino; tampoco he terminado de poner orden en la mesa.
¿Qué más? Sí, rencillas familiares, de refilón por suerte; recuerdos de las personas a quienes no veo bastante, y que vuelven como olas a mi cabeza, por alguna razón no me dejan tranquilo e indiferente... También la muerte, también, ha tenido su papel hoy—el rayo ha caído por los alrededores, una vez más, hasta que un día acierta de lleno.
Le digo a una amiga que procuramos que todos los días sean idénticos para vivir en un marasmo temporal, hacer creer que no pasa el tiempo, aunque es de prever que llegará septiembre. Oscar está impaciente porque pasen los días hasta su cumpleaños, pobrecico. Yo querría que los días no pasasen, aunque tiene mal remedio la cosa aparte del que digo.
Ahora miras atrás, ves lo que has hecho en el día (examen de conciencia) y te dices que tiene que dar más de sí... pero ni all the king’s horses ni all the king’s men podrían hacerlo volver un segundo para atrás. Lo mismo diremos de la vida entera que de un día cualquiera. Mañana volveremos a fingir que somos inmortales, por el procedimiento de perder el tiempo lamentablemente. Ya se sabe, they also serve who only stand and wait—se aplica a nuestros minutos y días también, supongo.
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