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Vanity Fea

Ojala fuera cierto

Es dudoso que valga la pena ponerse a escribir ninguna reseña de una película taquillera, cuando en la Internet Movie Database ya te ofrecen una colección entera de reseñas más amplia de las que te dan ganas de leerte—aunque siempre es entretenido cotejarlas, y de hecho también escribir otra. Te ofrecen además ya toda una página expresa para la intertextualidad de la película, bueno, lo que llaman las "movie connections" (aquí están las de Just Like Heaven), con lo cual el analista no sabe si agradecer el trabajo que se le evita, o si desesperarse y renunciar al ejercicio del análisis. Queda el consuelo de que cada crítica—supuestamente—nos ofrece un punto de vista personal e intransferible. Como por ejemplo el de ver esta película sobre fallecidos que vuelven a la vida justo después de tener una pérdida en la familia, supongo... aunque en eso no voy a entrar. Las escenas de hospital se ven de otra manera, apunto.

Ghost es aquí la referencia ineludible, siendo ésta una comedia romántica con aderezos para viudos y corazones magullados en la que hay una historia de amor entre una fantasma (Reese Witherspoon) y un hombre joven (Mark Ruffalo) que lleva luto interno por su esposa, que murió repentinamente de un derrame cerebral. Aunque en realidad es una película más bien como de Meg Ryan—Kate& Leopold también viene a la mente, o Sleepless in Seattle. Bien, pues el fantasma Witherspoon no es de una muerta sino de una médico que está en coma y con animación asistida en el mismo hospital en el que trabajaba. Era una chica que desconocía el amor y vivía para su carrera. Y resulta que el día en que la promocionan, y en que su hermana le iba a concertar una cita a ciegas... plas, accidente y punto. Y coma. Está bien llevado el giro del guión por el cual descubrimos que esa pareja que estaba predestinada a conocerse se conocen al fin, pues el psicoanalista/amigo del viudo era quien le concertaba la cita con la médica a través de su hermana, antigua novia suya. Este giro es un ejemplo de tratamiento del argumento que ayuda a crear trabazón y dar una impresión de inevitabilidad a las casualidades y fantasías de la película—que está bien llevada, como digo.

Alquila Ruffalo la casa de Witherspoon, con intención de llevar una vida de couch potato, y allí se conocen en escenas divertidas: ella convencida de que él es un intruso, y negándose a creer que ella misma sea un fantasma amnésico. Hasta que al final no sólo descubren que se gustan, sino que descubren el cuerpo aún vivo de ella en el hospital, y la salvan de ser desconectada por su hermana bien intencionada y por un médico trepa, rival de la comatosa. Naturalmente vuelven a la vida, y aunque vuelve amnésica otra vez, acaba recuperando la memoria y todo acaba felizmente.

Están muy bien llevadas las escenas de desencuentros, en las que cada una de los interlocutores copresentes está en una situación comunicativa distinta. Por ejemplo, sabemos que Ruffalo no es un intruso en el piso de la fantasma, pero se nos hacen ver sus respuestas (sorprendidas ante la situación) a través de la percepción aparentemente más racional de ella, con efectos hilarantes. Esto sucede también en escenas tipo "fantasma de Banquo" o tipo Ariel invisible en La Tempestad (Shakespeare innovó mucho en estas convenciones escénicas de realidades superpuestas). En estas escenas, Ruffalo interactúa a la vez con el fantasma Witherspoon, a quien es el único en ver, y con otros allí presentes que se pasman de sus incoherencias y sus acciones extravagantes.

Por cierto que cada vez nos vemos más en situaciones parecidas, con la gente que con teléfono móvil (o peor aún, sin él, al menos visible) va hablando con un tercero por las ondas y nos interrumpen la interacción y las reuniones con presencias fantasmales, y no sabemos si nos hablan a nosotros o a quién, o si están del bolo o tienen buena tecnología.

Aparte, la película explota hasta la desvergüenza las convenciones de la distorsión retrospectiva: las parejas que rememoran su encuentro siempre leen en el pasado que les llevó a juntarse una especie de oscuras pistas o ironías del destino—y una película romántica se basa en reforzar ese tipo de lectura retrospectiva con un argumento ya diseñado para inspirarla y reforzarla, y reforzar así nuestras supersticiones y rituales narrativos.

Tampoco se priva el guionista de hacer un uso indebido de la fantasía fantasmal para atacar a la eutanasia—entre eso y la imposibilidad de hacer el amor con una fantasma (que ni siquiera tiene la ocurrencia de desnudarse para el chico, a falta de pan) queda una película bastante neocón o neopacata. Aquí la paciente en coma aparente está bien viva en tanto que alma, o fantasma, movimiento tramposillo donde los haya, y se nos muestra además al médico partidario de la eutanasia como un interesado en quitar de enmedio concurrencia para favorecer su propia promoción. Y la hermana que daba su autorización era bien intencionada, pero estaba equivocada. En fin, que toda película de fantasmas parte de este axioma, la existencia de almas incorpóreas capaces de interactuar y comunicarse al margen del cuerpo, y de una providencia benevolente que organiza los encuentros y desencuentros a la manera de un guionista de Hollywood. No sé si decir que ójala fuera cierto—pero en todo caso no lo es.

Y resurrecciones, pocas. En todo caso se suelen dar las emocionales—y es ésa naturalmente la lectura más favorable de la película, una alegoría o patrón narrativo de las ceremonias de superación del luto.

Just Like Heaven. Dir. Mark Waters. Written by Peter Tolan and Leslie Dixon. Cast: Reese Witherspoon and Mark Ruffalo. Dreamworks / Parkes/Macdonald, 2006. Spanish DVD: Ojalá fuera cierto. Dreamworks, 2006.

El ilusionista: Hidden in plain view


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