Feliciteishions
Felicidades a todos mis lectores por el solsticio invernal / cumpleaños de Cristo. (A las lectoras las felicito otro día). Si me atengo al contador de visitas deben ser los lectores felicitados más de los que normalmente imagino, o en todo caso más de los que se manifiestan. Igual se sienten obligados a ponerme un comentario contestando "gracias", jeje—es broma, no os molestéis, ni tampoco os molestéis.
Qué cosas, en cuestión tarjetas navideñas estoy bajo mínimos; me llegan bastantes en concepto de Sr. de Penas, pero lo que es "a mí - a mí", me felicitan desde hace años tres o cuatro personas nada más, viejos conocidos con quienes no tengo más contacto: una pareja de gays mayorcitos, y también una antigua alumna... También una ex me felicita a veces—y se me alteran súbitamente las pulsaciones. Si a eso le sumamos una felicitación que me ha llegado de Albert Rivera, el hombre desnudo de Ciutadans (—quizá más abrigado por estas fechas: ¡gracias, Albert!) y la del presidente del Corte Inglés, pues somos realmente una extraña pandilla. Aunque habría que ver juntos a los felicitados lectores de este blog para ver otra colección de gente diversa, supongo.
También habría que ver, por el ojo de la cerradura de la mente, a los grupitos y familias que se reunen efectivamente sólo por Navidad, agregaciones de personas a veces igualmente arbitrarias. Nos atenemos a nuestro grupito y nos deja de parecer improbable: los demás son cosas que sólo existen en la imaginación.
Como tantas otras maneras de pasar las navidades, posibles sólo como ejercicio cerebral. Atención, pregunta (dijo Cormac McCarthy)—¿cómo se distingue lo que nunca ha sido de lo que ya se sabe que nunca será?
Y qué vueltas mentales en la sala de los pasos perdidos, a la hora de mandar una felicitación a tal o cual persona, si será adecuado, si habrás encontrado el tono apropiado, si habrán recompuesto el ambiente en la pareja para mandar recuerdos a los dos o no, si enviar una felicitación que quizá sea la última, o no, si se va a malinterpretar o va a parecer intrusiva tu felicitación, si conviene pasar por casa de tal o de cual, glubs... Las redes sociales son terreno minado. ¿Cómo aburrirse en Navidad, con este First Life hiperrealista?
Y eso que ni siquiera he empezado a poner el belén, que es otro aliciente para mis compañeros de piso. ("¡Mira, somos papanueles!")
Qué cosas, en cuestión tarjetas navideñas estoy bajo mínimos; me llegan bastantes en concepto de Sr. de Penas, pero lo que es "a mí - a mí", me felicitan desde hace años tres o cuatro personas nada más, viejos conocidos con quienes no tengo más contacto: una pareja de gays mayorcitos, y también una antigua alumna... También una ex me felicita a veces—y se me alteran súbitamente las pulsaciones. Si a eso le sumamos una felicitación que me ha llegado de Albert Rivera, el hombre desnudo de Ciutadans (—quizá más abrigado por estas fechas: ¡gracias, Albert!) y la del presidente del Corte Inglés, pues somos realmente una extraña pandilla. Aunque habría que ver juntos a los felicitados lectores de este blog para ver otra colección de gente diversa, supongo.
También habría que ver, por el ojo de la cerradura de la mente, a los grupitos y familias que se reunen efectivamente sólo por Navidad, agregaciones de personas a veces igualmente arbitrarias. Nos atenemos a nuestro grupito y nos deja de parecer improbable: los demás son cosas que sólo existen en la imaginación.
Como tantas otras maneras de pasar las navidades, posibles sólo como ejercicio cerebral. Atención, pregunta (dijo Cormac McCarthy)—¿cómo se distingue lo que nunca ha sido de lo que ya se sabe que nunca será?
Y qué vueltas mentales en la sala de los pasos perdidos, a la hora de mandar una felicitación a tal o cual persona, si será adecuado, si habrás encontrado el tono apropiado, si habrán recompuesto el ambiente en la pareja para mandar recuerdos a los dos o no, si enviar una felicitación que quizá sea la última, o no, si se va a malinterpretar o va a parecer intrusiva tu felicitación, si conviene pasar por casa de tal o de cual, glubs... Las redes sociales son terreno minado. ¿Cómo aburrirse en Navidad, con este First Life hiperrealista?
Y eso que ni siquiera he empezado a poner el belén, que es otro aliciente para mis compañeros de piso. ("¡Mira, somos papanueles!")
5 comentarios
JoseAngel -
Fernando -
I feel it in my fingers...
Abrazos.
JoseAngel -
Oye Alex, dale caña, pero sin pasarse, recuerda lo que hicieron los puritanos durante la revoulución inglesa: suprimieron la navidad... ¡por pagana! Me ha gustado lo de alto riesgo, jaja, aunque yo particularmente no me tiro por el puenting, ni por el navidading.
Álex -
Pero hay que reconocer que para muchos se ha convertido en una actividad de alto riesgo.
Tal vez deberíamos desnudarla un poco de ñoñez y de langostinos. Así no hay forma de que nada nazca de nuevo.
Ni nadie.
¡Gracias por la felicitación!
yo -